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Huelga feminista
“Estoy a dos de petar”. Reflexiones post 8M del pre 8M
Yo pensaba que lo tenía todo muy claro, el 8M saldría a las calles con mis compañeras bolleras a reivindicar que el feminismo también es bollero y estaba emocionada y con ganas. Sin embargo, conforme se acercaba la fecha cada vez me sentía más extraña, miraba a mis compañeras preparando cosas sin cesar, y la sensación de que nada de eso iba conmigo crecía y crecía.
Desde hace más de un mes la frase que más he escuchado —y yo misma he utilizado— es: “cuando pase el 8M”, aunque si soy honesta, admito que “ya quiero que pase el 8M” la he escuchado un poco más que la primera. “Cuando pase el 8M” la he utilizado como comodín tanto para agendar citas médicas como reuniones con amigas y de trabajo, e incluso para resolver asuntos personales inaplazables y me atrevería a afirmar que como yo, cientos de mujeres hemos hecho lo mismo, priorizar una fecha: El 8 de Marzo (así con mayúscula), por encima de nuestras necesidades personales.
Sé que muchas me dirán que no es solo una fecha, que es un día que condensa y visibiliza el trabajo que han venido haciendo desde hace casi un año y tendrán razón, sin embargo, eso no es lo que he venido a discutir en estas líneas, lo que quiero poner sobre la mesa es que frases del tipo “ya quiero que pase el 8M” son un llamado de atención a la forma en la que estamos trabajando, son un grito que dice: no puedo más, estoy a punto de petar.Nos estamos quemando, estamos agotadas, con profundas contradicciones internas. Es entonces cuando me pregunto ¿es esta la otra forma de hacer política que queremos?Es así compañeras, nos estamos quemando, estamos agotadas, desgastadas, con profundas contradicciones internas, muchas de nosotras con semanas de sueño atrasado, ataques de ansiedad y llantos incontrolables, esperando que pase ese día para volver a nuestra vida “normal”. Es entonces cuando yo me pregunto ¿qué estamos haciendo? ¿es esta la otra forma de hacer política que queremos? Sé que es un tema muy complicado, que no tengo la capacidad de resolver ni de abarcar en un par de párrafos, pero valga mi experiencia pre-8M para poner sobre la mesa un tema que, desde mi punto de vista, tenemos que tratar de manera colectiva: los profundos desgastes personales que sufrimos las mujeres en los movimientos sociales, en este caso en el feminismo. Soy una mujer cis, migrante, sudaka, racializada y bollera, esta es mi identidad y desde ahí es desde donde habito el mundo. Soy políticamente activa desde hace muchos años, desde antes de salir del país donde nací, esto lo digo para que quede claro que conozco lo duro de las condiciones del activismo político, sobre todo cuando tienes una red afectiva que cuidar —que es la que te sostiene en los momentos de crisis— y unas facturas que pagar cada mes. Vivo con otra mujer migrante racializada y un español marika y mi círculo más cercano son casi todas mujeres, mi red afectiva mujeres bolleras. El mundo a mi alrededor ha girado, los dos últimos meses, en torno a una fecha, el 8M.
Soy políticamente activa desde hace muchos años, conozco lo duro de las condiciones del activismo, sobre todo cuando tienes una red afectiva que cuidar y unas facturas que pagar cada mesYo pensaba que lo tenía todo muy claro, el 8M saldría a las calles con mis compañeras bolleras a reivindicar que el feminismo también es bollero y estaba emocionada y con ganas. Nuestra participación en el Eventazo feminista del 23 de febrero me había dado el último empujón para zanjar toda duda posible, sin embargo conforme se acercaba la fecha cada vez me sentía más extraña, miraba a mis compañeras preparando cosas sin cesar, tenía más de 100 mensajes de telegram/whatsapp diarios, unas y otras preguntaban cosas sobre la acción que teníamos planeada y la sensación de que nada de eso iba conmigo crecía y crecía.
No entendía qué me estaba sucediendo y tampoco sentía que pudiera hablarlo con nadie, todas estaban a punto del colapso nervioso. Por otro lado, el tema de la racialización me atravesaba de lleno. Leí el comunicado de Afroféminas y sentí que una bomba me explotaba en las manos. Mi compañera de piso llevaba días agobiada sin saber qué hacer, si hacer huelga o no hacerla, si ir a la mani con el bloque racializado o no, y de pronto me vi deseando irme a la cama el 7 y despertar el 8 en México.
El 7 de marzo lo pasé llorando y se me ocurrió compartir algo en las redes sociales, muchas me escribieron para decirme que se sentían igual. Que llevaban semanas a punto de explotar, que estaban a dos de petar, que se sentían quemadas, agotadas. Una de mis compañeras del Bloque Bollero me dijo: “cuando intentas construir un espacio asambleario y horizontal, en donde todo pase por los cuidados, ese poner el cuidado de las demás en el centro, muchas veces significa descuidarse una misma y llegar al 8M casi ya sin fuerzas o sin haber medido muy bien las propias”. Fue entonces cuando pensé: tenemos que hablarlo, esto hay que trabajarlo en colectivo, tenemos que hablar de los cuidados ¡ya!, porque un año más así no vamos a aguantarlo.Marcela Lagarde advierte que las mujeres no hemos hecho una ruptura necesaria para nuestro empoderamiento: romper con la idea de que el liderazgo femenino es sinónimo de heroicidad, martirio y omnipresenciaMarcela Lagarde, feminista mexicana, tiene un texto maravilloso que se llama “Claves feministas para liderazgos entrañables”, plantea que las mujeres entramos y salimos de los activismos cansadas y extenuadas porque no tenemos las condiciones para seguir, por agotamiento. Esto se debe a que las mujeres participamos de manera política en un mundo en el que en muchos aspectos no encajamos, donde tenemos que confrontar a personas e instituciones que no están a nuestro favor. Y también se debe a que las mujeres, en algunos casos, no hemos hecho una ruptura necesaria para nuestro empoderamiento: romper con la idea de que el liderazgo femenino es sinónimo de heroicidad, martirio y omnipresencia. Este combo que mezcla la cultura patriarcal del sacrificio femenino con la idea neoliberal de la superwoman es lo que, en palabras de Lagarde, nos hace llegar al sábado “hechas polvo”. Regresando a mi pregunta ¿es esta la forma de hacer política que queremos? Creo que todas tenemos la misma respuesta, pero quiero recordar que, como bien nos ha enseñado Audre Lorde, las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo. Si lo que queremos es desmontar la opresión tendremos primero que desmontar la cultura del sacrificio femenino. Tenemos que poner el autocuidado en el centro de nuestras vidas y el cuidado de nuestras compañeras muy cerca de ese centro. Mientras escribo esto mi compañera me dice: “Igual nosotras nos podemos permitir el autocuidado, pero muchas otras mujeres no”. Entonces tal vez lo urgente sea empezar a definir el autocuidado, empezar a hablar de privilegios y de cuidados. Marcar una hoja de ruta para avanzar juntas hacia esa otra forma de hacer política que queremos construir y llegar al siguiente 8M un poco más llenas de vida.
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Quizás entoncs menos protagonismo y más trabajar asambleariamente dejando a todas tener tareas. El ego es mala compañera.
De verdad que la gente tiene una tontería encima que no se puede aguantar. Hace perder cualquier esperanza de cambio real si a la mínima cosa que puede tener éxito, como es la lucha feminista, ya sale alguien a intentar buscar las diferencias para separarse del movimiento y poco a poco ir minándolo.
Ninguna lucha es perfecta, pero si al final se compite por ver quién está peor se acaba desesperando a todo el mundo mientras los que no tienen ningún problema en arrasar derechos, seguirán arrasando.
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¿Y la comunidad gitana?, ¿Y la comunidad asiática?, ¿y los que tenemos enfermedades raras? ¿y los africanos albinos? ¿y las putas africanas albinas?
Bah, este movimiento no me representa.
Pues nada, ya podéis ir haciéndole la ola a la derecha cuando ganen las próximas elecciones, que seguramente os hará sentir más cómodas que entre las compañeras que luchan por el feminismo, con sus imperfecciones y contradicciones, que todo el mundo las tiene.
Que huevazos que tienes. Creo que los puedo ver si me asomo por la ventana de mi casa. Tu comentario se puede resumir de la siguiente forma:
- Añade desesperanza al asunto
- Añade un poco de paternalismo.
- Ridiculiza una lucha con tonterías sin sentido.
- Suelta algún comentario desprestigiando.
Y acaba de la mejor forma: Comentario cuñado del quince: "Ya veréis cuando la derecha venga" Y claro, todo esto lo dices desde el sofá acomodado y con la cervecita. Estoy más que cansado del mantra del "cuando venga la derecha" y el "100 votos más para VOX". Sois unos carcas.
Tan real como la vida misma, hablar de nuestros desgastes en el activismo es muy necesario, compartir sentipensares una gran herramienta justamente para seguir luchando, gracias!
Cualquier activista ha pasado por eso en algún momento. Si lleva tantos años luchando ya habría pasado por lo que está pasando. Tomarse descansos viene bien o reducir el grupo al que te diriges o colaboras para evitar tanto desgaste emocional.
Hay que racionalizar la lucha porque las wonderwomans no existen.
Salvd
Gracias por darle cuerpo a este agotamiento que nos tiene a todas las que militamos al límite.
Me ha encantado el enfoque.
Esto no es una reflexión es un llanto #womentears
¿alguien le pidió participar del 8M?
Pues menos mal que no tiene problemas reales, como pagar una hipoteca, criar niños/as, entonces no sé que iba a hacer... si no puede con el activismo elegido libremente....
No me he enterado absolutamente de nada, concretando, ¿qué es exactamente lo que necesita/demanda la autora?