Un patrón cerró su fábrica heredada,
nacida allá por los 40 del Siglo XX,
cuando el trabajo era un lujo del adicto,
o era obligatorio y el sueldo irrisorio,
pero esta democracia lo cagó todo.
Un trabajador hoy debe ser todero, es decir
conductor y carpintero, canguro y computero,
pintor y guitarrero, albañil y herrero, flexible
en horarios y sueldos porque, el heredero,
necesita chófer, cocinero, amante y jardinero.
Pues si la empresa no da más, déjela
en manos de esos miles que sudan y saben
como funcionan el torno y el soldador, la grúa
y el astillero todo entero ya que usted no sabe
usar un destornillador ni aprecia la nave hecha.
Y ya que estamos: en vez de barcos destripadoras
hagamos barcos salvadores de gente y juntos
trabajar todos menos y contaminar poco, porque
el desempleo lo trajo el patrón con su robot,
no la víctima de la fragata que solo mata.
Ramón Haniotis
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