Agosto
Mirar  con cariño como crece la planta,
el  mismo que se siente por el perro
que  corre tras los niños. Cultivar
el  vergel que sin pedir alimenta,
este  huerto prestado que gira loco
por  el cosmos. Cuidarlo con manos
de  hortelano sabio de lentitud,
conocedor  de vientos, malezas,
riegos  y hierbas, buenas y bellas.
No  vamos a rescatar el planeta
cultivando  dos coles, cinco ajos,
siete  cebollas y tres pepinos,
pero  ayuda. Y que rica sabrá
la  ensalada y que alegría infantil
reirá  en los ojos de los amigos
al  saber que tú y yo, como ellos,
cosechamos  en cada rincón
donde  dé el sol.
No  vamos a salvar el universo
con  tres pimientos en el balcón,
pero  ayuda. Y no olvidemos que
ajíes,  papas, maíz y tomates son,
como  mis vecinos, inmigrantes.
Y  al final del día largo y caluroso
degustar  de las últimas cerezas,
en  el Valle del Jerte quizá tomadas
más  o menos prestadas.
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