We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Aparece el CEO (que se dice si i ou)
y cientos de aspirantes a serlo aplauden,
sonríen, intercambian miraditas de
“Ya me vas a ver ahí”, “Como te pongas
en medio te parto la crisma”, “Yo soy mejor”.
“Créetelo tú, tontín”.
El Oficial Ejecutivo en Jefe dicta y así aumenta
sus cuantiosos bonos extraordinarios,
los otros acatan por las migajas y
si media humanidad sufre sed, no importa:
nunca dejaran de beber agua, y tener hambre de todo,
los condenados de la tierra.
Debido a un error, el CEO sale disparado
hacia un país sin tratado de extradición,
solo por precaución, ya se aclarará todo.
Los bonos a buen recaudo en las Vírgenes,
o Caimán, o Cocos y Turcos (suena fake
pero existen).
El error dejó un lago de petróleo, o cientos
de trabajadores desempleados y sin pensión,
o miles de ahorristas con papeles sin valor,
o todo eso junto a niños mugrientos con sed,
hambre, rabia y religiones de todo tipo
y la maldita esperanza.
Y como las brujas no existen pero las hay,
el CEO forma parte del comité anticorrupción,
incluído en el panel de lucha contra el cambio
climático, para concluir que se venda agua
embotellada en plástico a quienes extraen
coltá, oro y diamantes.
El proceso por el error sigue su curso
de recursos judiciales y, vaya, los obreros
de ayer son hoy recursos humanos
números deshumanizados que aportan
creyendo que un día tendrán una vejez
como la del CEO.
Ramón Haniotis