Veneramos a los grandes libertadores,
Washington, San Martín y a los anónimos
fusilados de Goya. Sin olvidar a Lumumba
y Cabral, o los valerosos maquis saboteadores.
Recordamos a Gurión, Meier y Dayan,
haciendo saltar por el aire soldados
británicos vencedores del terror pardo.
Tener todo eso presente. Siempre.
A aquellos héroes debemos esta libertad,
construida granito a piedrita, gotita dulce
sobre lágrima amarga o, como dicen:
“Pasito a paso”. Pero hay pueblos
que se desangran olvidados por los dioses.
Solos, Sin agua, ni escuela, ni plazas.
Ese pueblo cercado y traicionado,
Pero jamás doblegado,
lanza una piedra guiada por un grito:
Libertad
que resuena en toda la galaxia
y nos llama a no olvidar que la vida
es sagrada en todas las religiones.
El atroz asesinato de seis millones
no da permiso ni es karma que cobrar
Ramón Haniotis
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