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Incendios Forestales
Incendio de la Vera: perder todo para que unos pocos ganen
Esta catástrofe que hemos vivido ha puesto también sobre el tapete el incumplimiento de las medidas de prevención de incendios que se supone que contempla la Ley de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales de 2004. Un escrito reciente que ha reunido 4.000 firmas afirma “los que somos nativos sabemos que el incendio se ha iniciado en un sitio de muy difícil acceso al que sólo se llega conociendo el lugar, es un coto privado de caza en el que se paga por abatir cabras montesas, al que vienen a cazar gente de un alto nivel adquisitivo”.
Cuando se cumplen tres semanas del inicio del grave incendio de LaVera-Jerte aún no se conocen los datos definitivos de superficie quemada. Tenemos sólo los datos provisionales que hizo públicos el INFOEX el día 4 de Septiembre, cuando aún no se había extinguido del todo, que estimaba que habían ardido un total de 4.169 hectáreas de los términos municipales de Aldeanueva de la Vera (2270), Garganta de la Olla (1015), Cabezuela del Valle (308), Jerte (291), Cuacos de Yuste (130) y Tornavacas (16). En cuanto a la vegetación afectada, son 2.209 hectáreas de matorral, 1.129 de robledal, 417 de pastizal, 361 de “hojarasca”, 45 no forestal y 6 de ribera. Para comprender mejor la dimensión también cualitativa de la afección, sería deseable que los datos distinguieran entre montes públicos y privados y, dentro de estos últimos, entre grandes fincas y pequeñas parcelas en una montaña en que conviven minifundios con grandes fincas que provienen de la privatización de los comunales de la desamortización del siglo XIX; pero no, quizá no interesa.
Por otra parte, pese a la magnitud de la superficie quemada y a los cuantiosos daños agrícolas, ganaderos, en infraestructuras y, sobre todo, medioambientales y paisajísticos, llama la atención en estas comarcas la débil reacción social que ha suscitado lacatástrofe.
Sería deseable que los datos distinguieran entre montes públicos y privados, y dentro de estos últimos entre pequeñas parcelas y grandes fincas (que provienen de la privatización de los comunales de la desamortización del siglo XIX); pero no, quizá no interesa
La Asociación de Ganaderos de la Vera, valle de Jerte y Comarcas Norteextremeñas, junto con la organización agraria Unión Extremadura, después de reunirse en Jaraíz, hizo público un comunicado en el que denunciaba que “el abandono del monte se produce por el abandono de la actividad agraria debido a la escasa viabilidad económica y las campañas brutales de sacrificio de animales en los saneamientos ganaderos”, y señalaron incluso posibles o presuntas responsabilidades pese a que ni siquiera se habían comenzado las investigaciones: “hay intereses bastardos de cambiar la actividad ganadera por actividad cinegética, de manera cíclica todos los años previos al sorteo de puestos de caza, se producen conatos de incendios”, un señalamiento que suena un poco precipitado, máxime cuando en otras ocasiones se han producido incendios en esta misma zona provocados por intereses ganaderos, principalmente de vacuno. También denuncian que “la prevención en invierno por parte de la administración regional es nula”.
Asimismo, esta asociación pide a los ayuntamientos “facilidades a los ganaderos para pastar en los montes, incluyendo la mejora del acceso a las majadas y su acondicionamiento” y, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, “que se autorice la quema controlada de matorral para limpiar la maleza de los montes”. A la Junta le piden 5 medidas, como la retirada de los cadáveres de animales domésticos y salvajes que pueden contaminar aguas y transmitir enfermedades a la cabaña ganadera, ayudas a los damnificados, “mantenimiento limpio de los montes”, “permitir y promover plantaciones de cultivos permanentes que sirvan de contrafuegos” y, por último, textualmente: “que en la elaboración de políticas medioambientales se dejen asesorar por los que realmente se patean el campo todos los días y no por los ecologistas de fines de semana”. Ya se sabe que el fantasma de “los ecologistas” en el mundo rural tiene un funcionamiento muy parecido al de “los okupas” en el medio urbano, una especie de mito o chivo expiatorio al que se recurre con muy mala fe por parte de posiciones políticas de ultraderecha que, por desgracia, no están ausentes en nuestro medio rural. Pero tampoco estarán muy alarmados en la Junta porque, como medida de presión para la consecución de sus reivindicaciones, se van a limitar a remitir por carta estas propuestas a ayuntamientos y diputaciones, y han solicitado una reunión urgente con Vara para trasladarles personalmente las mismas. Esto es lo que da de sí el sindicalismo agroganadero en los tiempos en los que el sentido común se ha precipitado al abismo neoliberal.
La Asociación para la Restauración del Paisaje Tradicional Verato (RPV) reivindica entre otras cosas que se favorezcan canales de comercialización y precio justo para el sector primario; y que se creen órganos de participación ciudadana para la toma de decisiones sobre el territorio
Por su parte, en un escueto comunicado, la Asociación para la Restauración del Paisaje Tradicional Verato (RPV), nacida el año pasado al calor de un incendio en Villanueva de la Vera, reivindica “que se deroguen las actuales políticas de saneamiento ganadero”, “que se favorezcan canales de comercialización y precio justo para el sector primario”, “que se pongan en marcha los Planes de Prevención de incendios forestales en los pueblos”, “que la inversión en prevención al menos se iguale a la extinción” y “que se creen órganos de participación ciudadana para la toma de decisiones sobre el territorio”.
La Sociedad Española de Ornitología (SEO), a la que suponemos que la Unión calificará de “ecologistas de fines de semana”, analiza el impacto de este incendio en una zona de alto valor ecológico y paisajístico incluida en la Red Natura 2000, aunque ya sabemos que esta figura de protección está absolutamente devaluada en este país (de hecho, la Unión Europea ha denunciado su incumplimiento por parte del estado español), y no digamos ya en esta región: “Los principales daños se han producido en hábitats de montaña, en especial matorrales propios de esta altitud (más de 1.500 metros), como piornales y enebrales muy escasos en la región. También se vieron afectados rodales relictos de especies forestales muy raras en Extremadura como abedules y tejos. Grave afección sufrieron también a ecosistemas en que habitan aves de alta montaña como el roquero rojo, el escribano hortelano o el pechiazul… o los bosques maduros de robles destruidos con presencia de murciélagos forestales amenazados y aves muy escasas en la región, como el abejero europeo o el colirrojo real”.
La SEO solicita a la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad que asuma los objetivos de conservación de este espacio de la Red Natura 2000 y que establezca lo programas de restauración de los hábitats naturales afectados, impidiendo el aprovechamiento de la zona para usos diferentes de los autorizados antes del incendio, añadiendo “que los piornales y brezales de la montaña extremeña permiten aprovechamientos tradicionales poco intensivos como la apicultura o la ganadería caprina extensiva” y reivindican “la necesidad de políticas públicas que apuesten por la reactivación del medio rural a través de la renovación y puesta en valor de aprovechamientos ligados a los territorios que hagan compatible la economía con la conservación del patrimonio natural”.
La SEO solicita a la Consejería de Transición Ecológica y Sostenibilidad que asuma los objetivos de conservación de este espacio de la Red Natura 2000 y que establezca lo programas de restauración de los hábitats naturales afectados, impidiendo el aprovechamiento de la zona para usos diferentes de los autorizados antes del incendio
Pese a que ninguna de estas tres organizaciones pida la prohibición de cazar en los terrenos calcinados, una petición de un vecino en este sentido ha reunido casi 4.000 firmas. El escrito dice: “los que somos nativos de allí sabemos que el fuego fue iniciado en un sitio de muy difícil acceso al que sólo se llega conociendo el lugar, es un coto privado de caza, en el que se paga por abatir cabras montesas, al que vienen a cazar gente de un alto nivel adquisitivo. ¿Por qué no se prohibe cazar en terrenos quemados durante un mínimo de 10 años y se imponen cuantiosas multas a los que se salten esta prohibición?”. De hecho, no falta quién señala con nombre y apellidos, de estar detrás de la mano que prendió fuego el 27 de Agosto, a un conocido empresario toledano, con condenas firmes por furtivismo e infracciones a la ley de caza, como la suelta en Monfragüe de cabras montesas de una subespecie distinta procedente de Andalucía.
“No falta quién señala con nombre y apellidos, de estar detrás de la mano que prendió fuego el 27 de Agosto, a un conocido empresario toledano, con condenas firmes por furtivismo e infracciones a la ley de caza”
Y si casi nadie pide la prohibición de la actividad cinegética en zonas quemadas, aún es más difícil encontrar voces que pidan la reversión al dominio público de las grandes fincas privadas y proindivisos de esta montaña, una recuperación de los comunales brutalmente enajenados en la desamortización que revitalizaría la economía tradicional de estos pueblos y volvería a comprometer con su conservación a la ciudadanía que hoy vive de espaldas a la montaña, porque la problemática de los incendios en estas comarcas esconde un conflicto histórico sobre la propiedad de la tierra que muchos tienen interés directo en ocultar.
Esta catástrofe que hemos vivido ha puesto también sobre el tapete el incumplimiento de las medidas de prevención de incendios que contempla la Ley de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales de 2004. No sólo no la cumplen los pequeños propietarios, que no aplican las medidas de autoprotección, sino que, lo que es más grave, no la cumplen los propietarios de grandes fincas de más de 200 hectáreas (ni particulares, ni proindivisos). Y, lo que es sangrante, no la cumplen las propias administraciones municipales y autonómicas, que deberían dar ejemplo y de hecho lo dan: pésimo.
Las precipitaciones intensas y torrenciales que ya estamos teniendo están provocando un desastre añadido: el arrastre de cenizas a corrientes de agua que envenenarán arroyos y gargantas, poniendo en jaque el abastecimiento de los pueblos, acabando con la fauna y la flora fluviales
Tampoco sabemos nada de los planes que hay de restauración y recuperación de los terrenos afectados. La consejera, Begoña García Bernal, en uno de sus paseos por la zona quemada en las Hurdes, hizo el anuncio de que tenían ya elaborado un plan de regeneración, pero se desconoce si es otro brindis al sol a los que nos tiene acostumbrados nuestra clase política regional. Lo que sí podemos adelantar es que, de existir ese plan, se habría realizado, como siempre, sin contar para nada con las voces de la población afectada, sin las voces de las organizaciones agrarias ni tampoco las de “los ecologistas de fines de semana” que tanto molestan a la Unión Extremadura.
Lo que sí sabemos que es que ha sido un incendio de alta severidad, con altas temperaturas, en zonas de elevada pendiente, en las que las precipitaciones intensas y torrenciales que ya estamos teniendo están provocando un desastre añadido: el arrastre de cenizas a corrientes de agua que envenenarán arroyos y gargantas, poniendo en jaque el abastecimiento de los pueblos, acabando con la fauna y la flora fluviales, llevando al borde de la extinción a una especie tan emblemática como el Desmán de los Pirineos y otras, etc. Estas pérdidas inconmensurables de fertilidad en suelos, ya de por sí muy frágiles, impedirán la recuperación de la flora y fauna preexistente por muchos brindis al sol que haga la Consejera. Una verdadera tragedia contra la que se tenía que haber luchado en este escaso intervalo de tiempo que hemos tenido entre las llamas y las lluvias, tratando de conservar el suelo, defender las corrientes de agua acolchando sus riberas, frenar la erosión… pero tampoco se ha hecho nada en este sentido.
Una catástrofe como ésta debería suponer un revulsivo social, máxime en tiempos de abrupto cambio climático que hace cada vez más probables y peligrosos los grandes incendios o incendios de sexta generación (es decir: incontrolables, que modifican por sí mismos el clima, y que llegan a ser letales), como los que estamos viendo en otras latitudes. Una catástrofe como ésta debiera ser un acicate para el cambio de las políticas forestales, agroganaderas y rurales, pero no tenemos una clase política ilustrada ni decente, y la sociedad que habría de empujarles a adoptar otras políticas está sumida en esa especie de anestesia del consumismo y el individualismo, cuando no en la falsa conciencia y la profunda y suicida ecoignorancia.
Ahora llueve y ya podemos volver a olvidarnos de los incendios, de sus causas, de sus consecuencias, de sus responsables, y el año que viene otra vez volveremos a rasgarnos las vestiduras. Así somos y así nos va.
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Nosotros en el valle de las cinco villas(Ávila) en 2009 sufrimos una catástrofe parecida, aún queda la tristeza en los pueblos. Un saludo y espero qué esteis bien. Abrazos.
De nuevo, busco por palabras en el texto y no aparece, en todo el texto, el nombre de Juan Carlos I, asiduo anualmente a dicho coto de caza, al que le guardan el mejor ejemplar.
Este año el mataelefantes no viene a cazar a extremadura, ja ja ja