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Miles de palestinos que temen por su seguridad huyen de sus casas, pero no ocurre en los Territorios Palestinos ni en Israel, sino en la ciudad libanesa de Saida. Ein el Helwe, el campo de refugiados palestino con mayor población de Líbano, vive desde el sábado enfrentamientos armados que han causado al menos 13 víctimas mortales y docenas de heridos, según los últimos recuentos de las Naciones Unidas.
El fuego cruzado empezó a engullir las densas calles del campo cuando hombres armados asesinaron Abu Ashraf al Armoushi, un destacado miembro de la facción palestina de Fatah. Desde entonces, miembros de este grupo, el mismo que gobierna en Cisjordania con Mahmud Abbás a la cabeza, se han enfrentado a militantes islamistas que residen en el campamento.
El impacto de los proyectiles contra edificios residenciales ha forzado al éxodo a más de 2.000 personas, que buscan refugio en escuelas y mezquitas ubicadas en los alrededores de Ein el Helwe. Entre otras organizaciones humanitarias, allí son asistidas por la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA). La directora de la organización en Líbano, Dorothee Klaus, pidió el cese inmediato de las hostilidades, que continúan rugiendo en el corazón de este campo de refugiados de más de 60.000 residentes. “La situación es muy volátil”, lamentaba Klaus: “los refugiados de Ein el Helwe están reviviendo traumas del pasado; muchos de ellos han sido desplazados en múltiples ocasiones durante las últimas décadas”.
“La situación es muy volátil, los refugiados de Ein el Helwe están reviviendo traumas del pasado; muchos de ellos han sido desplazados en múltiples ocasiones durante las últimas décadas”
Según la directora de UNRWA, los militantes que se disputan el control de la zona han trasladado parte de su guerra de guerrillas a una de las escuelas de la organización. El centro educativo, habilitado para más de 3.000 estudiantes y ubicado entre los barrios donde los grupos enemistados se hacen fuertes, es una de las muchas infraestructuras dañadas a causa del conflicto durante los últimos días. Otras imágenes que han salido a la luz muestran el deterioro severo de infraestructura civil tanto dentro del campamento como en los alrededores.
Hay que recordar que los campos de refugiados palestinos que se esparcen por el Líbano caen fuera de la jurisdicción de las autoridades libanesas. Este statu quo, acordado en 1960 entre la Organización por la Liberación Palestina y el gobierno libanés, traslada el control de estos enclaves a las facciones palestinas sobre el terreno, limitando la supervisión de las fuerzas de seguridad libanesas a puntos de control en la parte exterior de los accesos.
Durante las últimas horas, el primer ministro en funciones del Líbano, el multimillonario Najib Mikati, se ha puesto en contacto con el presidente palestino y líder de Fatah, Mahmoud Abbás. Según la oficina de Mikati, el líder libanés le habría exigido al palestino el fin de las hostilidades en Ein el Helwe, alegando que suponen “una violación flagrante de la soberanía libanesa”. El comunicado añade que Mikati habría lamentado que los grupos palestinos enemistados “aterrorizan a los libaneses, especialmente a los del sur del país que llevan años acogiendo a los palestinos”.
En caso de que la calma no regrese a Ein el Helwe, Mikati habría alertado a Abbás de la posibilidad de que el ejército libanés penetre el campamento e intervenga para poner fin a los enfrentamientos. La participación en las hostilidades contra Fatah de grupos islamistas como Shabab al Muslim y Jund al Sham -vinculado a Al Qaeda- invita a no descartar que las fuerzas libanesas tomen cartas en el asunto. Algo así, sin embargo, se antoja complicado. La última vez que los soldados libaneses han accedido a un campo de refugiados palestino fue en 2007. Ocurrió en Nahr el Badr, cerca de la norteña ciudad de Trípoli, donde los uniformados intervinieron para aplacar la presencia de militantes extremistas en una operación que arrasó buena parte del campamento.
Elias Farhat, un general retirado del ejército libanés que actualmente ejerce de investigador de asuntos militares, ha declarado a la prensa que considera improbable que el ejército intervenga en Ein el Helwe, puesto que las milicias involucradas no han atacado directamente a las autoridades libanesas. Por ahora, los miembros de Fatah han decidido tomarse la justicia por su mano. Altos cargos de la organización han reconocido la creación de un comité interno para investigar quién está detrás del asesinato del general militar Abu Ashraf al Armoushi con el objetivo de entregarlos a los tribunales libaneses.
“Mira a tu alrededor”, lamentaba el palestino: “todas las tiendas están cerradas; la gente no sale de sus casas; no hay tan siquiera lugar donde conseguir pan y todas las carreteras están clausuradas”
“Estamos cansados de esto”
Estos días, el mercado árabe de Saida está irreconocible. El uso de fusiles y de lanzacohetes por parte de los militantes que se enfrentan dentro de los muros que rodean Ein el Helwe, ubicado en las afueras del municipio, salpica de artillería el corazón de la ciudad. Las calles se han vaciado de gente y todo el mundo se resguarda en los interiores de los edificios para evitar ser víctimas de la mala suerte —el lunes, una mujer embarazada recibió el impacto de una bala perdida—.
“Estamos cansados de todo esto”, decía Mohamed Sabakh en declaraciones a la agencia de notícias AP. “Tenemos hijos”, imploraba este residente de Ein el Helwe. A pesar de haber salido del campo en busca de seguridad para él y para los suyos, Sabakh seguía sintiéndose secuestrado por los enfrentamientos armados. “Mira a tu alrededor”, lamentaba el palestino: “todas las tiendas están cerradas; la gente no sale de sus casas; no hay tan siquiera lugar donde conseguir pan y todas las carreteras están clausuradas”.
Incluso cuando el fuego cruzado amaine, Sabakh deberá seguir temiendo por sus hijos. Varios grupos internacionales se han puesto en coordinación con el Centro Libanés de Acción Contra las Minas (LEBMAC, por sus siglas en inglés) para trabajar en la limpieza de Ein el Helwe. Tras los enfrentamientos, la más que probable presencia de explosivos esparcidos por el campamento supone un riesgo mortal para los residentes del lugar.
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“Un estado palestino limitaría estas tensiones”
“Lo que ocurre estos días en Ein el Helwe ha ocurrido durante décadas en estos campos palestinos”. Lo dice Rami Khouri, periodista y académico de origen palestino y miembro de la Universidad Americana de Beirut, en una entrevista reciente en Al Jazeera. Los conflictos entre grupos de distinta índole por cuestiones territoriales, personales o de venganza, afirma Khouri, son habituales. “Estas tensiones ocurren regularmente”, insiste: “y eso nos recuerda que uno de los beneficios de resolver el conflicto israelí-palestino es precisamente tener un estado palestino y unos derechos palestinos que erradiquen las tensiones” que llevan a este tipo de enfrentamientos.
Campos de refugiados como el de Ein el Helwe nacieron en 1948 como solución temporal ante la creación de Israel y la expulsión de miles de indígenas de su tierra natal. Con el tiempo, el crecimiento demográfico natural de la población refugiada y la llegada de miles de refugiados palestinos que huyeron de Siria desde el inicio del conflicto sirio han aumentado la población del campamento hasta los 60.000 residentes.
El caos y la ausencia de autoridad que rige en los campamentos, alega Khouri, propicia la llegada de militantes que no tienen nada que ver con la causa palestina y que encuentran una guarida donde evitar la ley. Este escenario, además de “los enfrentamientos armados como los de estos días”, son “uno de los daños colaterales del conflicto israelí-palestino y de la conquista israelí de Palestina”, concluye Khouri.
No se muestra optimista sobre el futuro. La voluntad del sionismo, recuerda, “era crear un estado puramente judío, y eso es lo que han hecho”. El destino de decenas de miles de palestinos que malviven en campos de refugiados en Líbano, Jordania o Siria no parece que esté en Palestina. “El ethos sionista es que los judíos tienen el derecho supremo en esa tierra, y cualquier otra persona que ponga un pie allí es un trabajador invitado o un turista”, argumenta Khouri. Asegura que los intentos palestinos de negociar un gran país compartido con los judíos o dos estados por separado no han encontrado la predisposición del otro lado. “Los israelíes no están interesados en nada que no sea la supremacía judía y el dominio sionista”, concluye Khouri.
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Seamos claros: esas muertes se han producido como consecuencia de la radicalización de parte de la población muslmana, en los Territorios Ocupados, Líbano, Siria, Iraq, Pakistán o incluso en Europa (y si no, recordemos el 11M en 2004 en Madrid o los atentados del 13 de noviembre de 2015 en Francia). Los grupos tradicionales como Al Fatah han perdido influencia frente a islamistas radicales como Hamás (que se ha adueñado de Gaza), Hezbollah y otras facciones. Pretender culpar a Israel de una radicalización islamista global es hacer bueno lo de "a río revuelto, ganancia de pescadores". La Autoridad Palestina es incapaz de mantener la seguridad en los territorios bajo su control. Sí lo hiciera, los habitantes de esos territorios vivirían más tranquilos (e Israel, de paso, también).
Lo peor de esta inhumana afrenta, es la indiferencia del resto de los gobiernos, o la persecución
e incluso castigo por cualquier tipo de protesta.