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Literatura
La nostalgia contra nosotros
La novela Contra vosotros de Mercedes Soriano se acercó a mi mano mientras pasaba por la mesa de novedades en busca de “esa joya que se me ha podido pasar”, y eso fue lo que encontré. No se trataba de novedad estrictamente, sino de rescate. Tuvo una primera vida en 1991 y, como la misma autora, alcanzó una repercusión limitada, perdiéndose poco después para los lectores hasta que hace unos meses la reeditó La Navaja Suiza. Ni su tema ni su estilo son fáciles de asir: los capítulos son largos monólogos interiores donde los personajes, de una cierta “clase media” en los años 80 del siglo XX, relatan sus ambiciones, obsesiones y bajezas. Quizá por eso me quedé pegada a la lectura: hay algo en la incomodidad que me atrapa.
El premio llega en el último capítulo: relatado por “Nadie”, en una segunda persona bastante demoledora, la voz arenga durante cincuenta páginas a un “vosotros” indeterminado, que abarca tanto a los personajes de la novela como a la generación contemporánea de la autora: aquellos que, habiendo protagonizado la transición a la democracia, corrieron a ocupar los espacios de un recambio de poderes e influencias, aprendieron rápido a utilizarlos y se olvidaron de todo lo demás, poniendo en el centro de sus vidas motores varios como la “vanidad”, la “acumulación”, el “ascenso social”, el “éxito profesional” o el “proyecto personal”. “Nadie” carga contra todo eso y apela a “olvidar ese yo”. “Obedientes, respetables, inmóviles de tanta moralidad falsa, atrofiados por la seguridad y por la culpa [...]”, es solo un ejemplo de su prosa que, si tuviese a mi cargo a estudiantes de literatura, les daría a leer y subrayar sin contemplaciones.
Literatura
Literatura ¿Quién conoce a Mercedes Soriano?
“Es necesario que dotéis a las obligaciones que os habéis impuesto de cierto aura de esplendor para sobreponeros al oprobio de una vida sin decisión ni sobresalto, una vida medida como no es la vida”: la flojera moral, el relativismo, la aspiración a “tener, tener, sublime deseo” son solo algunos de los males que señala en quienes llevaron hasta su máxima expresión el viejo dicho de “quítate tú pa ponerme yo”. Soriano lo hace con una elegancia difícil de imitar. Una acusación indirecta, un rapapolvo a todos los que prefirieron escalar, olvidar, dejar atrás.
Treinta años después, parte del clima intelectual, ruidoso y vocinglero, parece querer forzar un blanqueamiento de todo aquello, hacer pasar el “aspiracionismo” como “conquistas obreras”. Las nociones de propiedad, seguridad y estabilidad fueron promovidas durante un corto periodo desde arriba, al tiempo que se dejaba en las cunetas a tantos sectores y, más pronto que tarde, las reformas fueron desmanteladas por los mismos que las iniciaron: comenzó el festín de la liberalización económica. Se perdieron batallas, se entregaron derechos, se estrecharon libertades, pero nos quieren volver a contar la historia sin apuntar realmente a la maquinaria de poder que desarboló la tímida socialdemocracia. El alegato de “Nadie” hoy parece dirigido a aquellos que pretenden reinventar lo que la izquierda llama “horizontes de emancipación”. No, no es verdad, nunca estuvimos ni de lejos “al final de algo”.
Quienes denuncian “liquidez” son los mismos que no dejan de hacer líquido e interesado el relato del pasado reciente, inventando horizontes, señalando a los culpables equivocados, nunca apuntando con el dedo a los poderes, sino a los vulgares. “Nadie” nos lo advierte: “Los seres engendrados por esta sociedad no se vuelven contra ella sino contra vosotros”.