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Literatura
Elisa Victoria: “La gente que se cree el papel oficial de adulto está medio secuestrada por el sistema”
La editorial Blackie Books ha publicado ‘Vozdevieja’, la primera novela de Elisa Victoria. Mucho más que una novela nostálgica, un libro divertido y tierno sobre el principio del fin de la niñez en uno de esos veranos eternos que solo se dan en la niñez.
Elisa Victoria (Sevilla, 1985) es autora de Vozdevieja, una novela divertida y dura que transcurre durante el verano de 1993 y protagoniza Marina, una niña de nueve años en el seno de una familia con problemas. Se trata de la primera novela de Elisa Victoria y de un carrusel de emociones para quienes crecieron en los años preinternet.
Con referencias que van desde los mikolápiz —un tipo de helados—, hasta Felipe González —un expresidente— y que, inevitablemente, anclan la novela a un tiempo y puede ser mejor comprendidas por lectores y lectoras de esa época, Vozdevieja es mucho más que una novela para el gran mercado del “yo fui a EGB”. Primero, por la ternura y el humor que despliega Victoria, segundo, porque habla de temas inmemoriales, como el paso a la edad adulta, la enfermedad, la pena y la libertad.
¿Qué entendemos por ser adulto? ¿es un gran disfraz que nos ponemos?
Eso creo, a veces hablo con personas que también se extrañan ante la forma en que se separan las edades vitales, que consideran que la conciencia se desarrolla a través de una línea que va oscilando pero en la que no se producen cortes secos. Incluso si no conservan muchos recuerdos del pasado sienten firmemente que no han dejado de ser lo mismo a lo largo del tiempo, con cambios y evoluciones pero con cierta consistencia. Creo que la gente que se cree el papel oficial de adulto está medio secuestrada por el sistema, con el cerebro lavado, y que confunden ser responsable con ser un tostón rígido y presuntuoso. Algunos parecen llevar el disfraz con gusto a todas horas pero a otros se les nota torturados por el tema, deseosos de quitárselo en la intimidad. De los que pertenecen a la primera clase no me fío un pelo.
Entre esa especie a la que llamamos “adultos” en la novela destacan, por su torpeza, los hombres de mediana edad, los conocidos como “padres”. ¿Qué falla en la educación afectiva o en el sistema, para que este tipo que aparece en el libro (de padre que no sabe comunicarse con sus hijos) se reproduzca?
Supongo que se reproducen patrones aprendidos por imitación, muchos niños criados por padres torpes y distantes a la hora de comunicarse acaban heredando esa torpeza una y otra vez durante siglos, aparte de que la afectividad en los hombres suele estar muy censurada. Por supuesto hay montones de excepciones de todo tipo, y en cualquier caso el padre de la novela es especialmente ajeno a su hija. Se trata de una situación muy concreta y extrema.
Hay referencias en la novela que hacen de ella un libro generacional, con el valor y el riesgo que eso supone. ¿Es un ejercicio de nostalgia o una reivindicación del costumbrismo?
Si tengo que elegir entre ambas opciones es sin duda una reivindicación del costumbrismo, aunque tampoco es que yo pretenda reivindicar nada, es sólo que las historias que más disfruto están llenas de referencias así. Ese tipo de elementos forman parte de la vida cotidiana y me parecen necesarios para representarla en plenitud. Creo que aportan riqueza y exploran la forma en que la psicología humana se relaciona con los diferentes contextos, así que me sale seguir por ese camino. Hay novelas escritas en siglos pasados que mencionan productos de la época o canciones populares y siento que a menudo eso propicia una inmersión profunda en la historia, que se puede conectar con ellas desde cualquier época y edad. Cuando se hace con la intención nostálgica de resaltar las virtudes de otro tiempo no me convence el enfoque, pero cuando se pretende sencillamente retratar con detalle una realidad concreta lo valoro mucho como lectora.
El verano de 1993 en el que se ambienta la novela fue especialmente largo y duro, se sufrió una sequía extrema, y me interesaba que esa aridez acompañara la psicología de la protagonista
¿Por qué el verano está tan presente en la obra? ¿Qué significación tiene en la toma de conciencia de la protagonista del libro?
El verano y el calor han sido elementos constantes tanto en mi vida como en mi escritura. Soy sevillana y he crecido muy impactada por la intensidad que alcanzan la temperatura y la luz durante casi medio año en mi tierra, la forma en que dilata ese ardor amarillo las sensaciones, como si el tiempo avanzara a un ritmo distinto, viendo cómo el paisaje se abrasa hasta casi desintegrarse alrededor, sorteando constantemente la amenaza del sofoco, la quemadura, la deshidratación. Por otro lado me parece que durante las vacaciones de verano, el único periodo largo que los niños tienen para sí mismos, se suelen dar eclosiones gracias a la libertad para experimentar que da no tener que cumplir con la rutina escolar y a los estímulos que suelen propiciar los cambios en esa costumbre tan rígida que marca sus vidas. El verano de 1993 en el que se ambienta la novela fue especialmente largo y duro, se sufrió una sequía extrema, y me interesaba que esa aridez acompañara la psicología de la protagonista.
Otro de los temas que planea en Vozdevieja es la sexualidad infantil. En concreto, la protagonista, de nueve años, está algo así como salida. ¿Qué idea tenías al tratar este tema?
Pretendía tratarlo como cualquier otro tema, con realismo y naturalidad, creo que este asunto es bastante frecuente en el mundo infantil. Aunque en muchos casos se despierte en estados más avanzados del desarrollo vital, el interés por la sexualidad está muy extendido entre los niños y así he intentado reflejarlo, tal como es.
Un último aspecto sobre el argumento, ¿cómo se afronta desde la infancia la enfermedad de los progenitores? ¿crees que la naturalidad con la que se asume tiene que ver con falta de información sobre lo que es la muerte?
Creo que variará en cada caso pero aquí he intentado reflejar cierta mezcla de pasividad, resignación y terror que me parecen características muy propias de la forma en que se afrontan los problemas graves a esta edad cuando no puedes acogerte a la religión ni la fantasía. Si a los niños se les cuentan historias de ángeles, estrellas en el cielo o cualquier tipo de vida después de la muerte será frecuente que encuentren consuelo más allá de la tragedia de no ver más a un ser querido, sobre todo si la teoría incluye un reencuentro cuando todos los que quedan vivos mueran a su vez. Supongo que esto le funciona también en gran parte adulta.
En la infancia, el proceso de adiestramiento hacia la inmersión en el sistema aún lleva poco tiempo en marcha y a menudo es posible encontrar en los niños atisbos de frescura y lucidez que se suelen perder en el camino hacia la llamada madurez
La protagonista de Vozdevieja no puede sostenerse sobre ninguna idea similar y afronta las posibilidades del futuro con practicidad, imaginando claramente el giro que daría su vida en caso de que su madre muera. Lo que creo que le falta es la empatía suficiente para entender el vértigo que siente alguien enfermo porque aún no ha tomado conciencia de su propia mortalidad, no porque no se lo hayan explicado sino porque su desarrollo cognitivo aún no está listo para asumir el concepto en plenitud.
Después de escribir Vozdevieja, ¿qué crees que es la infancia? ¿cuándo empieza una a dejar de ser una niña y cómo se vive el desfase entre ese momento y la conciencia por parte de la gente mayor de que se ha dejado de ser una niña?
Diría que la infancia es el periodo de la vida humana que va desde el primer chispazo de conciencia hasta la pubertad, me interesa especialmente porque el proceso de adiestramiento hacia la inmersión en el sistema aún lleva poco tiempo en marcha y a menudo es posible encontrar en los niños atisbos de frescura y lucidez que se suelen perder en el camino hacia la llamada madurez. También me conmueve mucho la infancia en el sentido de que me compadezco de los niños, se les exige mucho, están cansados, llegan a lidiar con un terror existencial desmedido como si nada, se les subestima y a menudo se sienten incomprendidos. No sólo poca gente es consciente del sufrimiento que entraña su momento vital sino que se insiste en que su situación es envidiable, lo que puede provocar enormes dosis de frustración.
Sobre cuándo empieza una a dejar de ser niña y a ser percibida de otra manera, me parece que ese cambio de percepción se da tanto desde la gente mayor como desde la de la propia generación, porque en la pubertad las actitudes clasificadas como infantiles empiezan a ridiculizarse con mucha dureza. A esa edad de metamorfosis a veces se adopta un comportamiento pretendidamente adulto en espacios públicos mientras se mantiene uno más pueril en el núcleo familiar. Los cambios hormonales también resultan decisivos, cuando el cuerpo se desarrolla notas que se te empieza a tratar de otra forma. A partir de la primera menstruación en muchas casas se empieza a tratar a las niñas distinto de un día para otro y esto puede dar pie a un montón de sentimientos negativos.
De todas formas he observado que estos cambios de estado pueden tomarse de diferentes maneras dependiendo de si tu autoconcepto coincide con cómo te ven los demás: se puede aceptar con gran satisfacción, como algo largamente deseado que por fin sucede, como experiencia traumática que acaba en una adaptación resignada, en ocasiones en la familia quieren mantener el papel de inocencia fantasiosa y falta de autonomía en los hijos eternamente y se acaba dando una rebelión en toda regla, también se puede llegar a la asunción de que tu entorno va a marginarte por no adoptar el rol digno que en teoría te corresponde. Supongo que se darán mezclas muy heterogéneas, yo misma pasé por varias de estas fases.