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México
El sindicalismo social que prende en México
La Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica se ha conformado como uno de los movimientos sociales más pujantes de México: 100.000 familias organizadas en torno a un reclamo contra las deudas y las altas tarifas del servicio eléctrico privatizado.
Al llegar al México urbano, o al menos a su capital, rebautizada desde hace dos años como Ciudad de México, sorprende la semejanza entre uno de sus movimientos sociales más pujantes, la Asamblea Nacional de Usuarios de la Energía Eléctrica (ANUEE) y nuestra tan conocida PAH. De hecho ese aroma similar se nota tanto en la amplitud social del movimiento como en su enraizamiento barrial.
Un elemento muy llamativo, porque muestra una forma de construir comunidad mediante la movilización social y que además en este caso es una muestra de las nuevas formas de lucha cuya emergencia ya no proviene del mundo laboral, o no tanto, sino de otros espacios sociales y alrededor de demandas centradas en la defensa de los bienes comunes. Cabe señalar que en este caso la transición de la lucha sindical clásica a nuevas formas de lucha social se ha dado de una forma bastante orgánica.
Hará cosa de siete años que la ANUEE salió a las calles contra la privatización de la energía eléctrica y la anulación de las abultadas deudas causadas por los contadores de la empresa eléctrica privatizada
Hará cosa de siete años que la ANUEE salió a las calles contra la privatización de la energía eléctrica y la anulación de las abultadas deudas causadas por los contadores de la empresa eléctrica privatizada. Sin embargo la historia de éxito de la ANUEE no puede entenderse sin una lucha previa con la cual guarda íntima conexión. Se trata de la lucha contra la privatización de la empresa pública Luz y Fuerza. Esta empresa que empleaba a 44.000 trabajadores, organizados en su totalidad en el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), fue extinguida por decreto presidencial el 11 de octubre de 2009 por el Gobierno neoliberal de Felipe Calderón.
El documental La Luz y la Fuerza, presentado el 31 de octubre en el Monumento a la Revolución de la plaza de la República, da cuenta del inicio de una privatización militar por la que el desalojo de los trabajadores se realizó con efectivos de la Policía Federal y del Ejército. Este es tan solo el inicio trágico y violento de una campaña de desprestigio y asedio mediático a los más de 16.000 trabajadores sindicalizados que se lanzaron a una resistencia para detener la extinción y recuperar sus puestos de trabajo.
Seis años después de una extenuante movilización, el SME conseguirá una victoria parcial mediante la creación de una cooperativa, llamada Fénix, con derechos de explotación por 30 años sobre un parque eléctrico. Antes de llegar a este punto el SME se ha visto a obligado a reinventar su accionar para salir del cerco represivo y mediático al que le somete el gobierno. Esa reinvención tomó tres formas, por una parte el intento de crear un polo sindical amplio alrededor de la Nueva Central de Trabajadores, con el objetivo marcado de organizar el conjunto del movimiento sindical independiente y democrático existente en el país, así como de conseguir solidaridades más allá del mundo electricista.
La forma más original de lucha fue la de organizar a los usuarios de la energía eléctrica con un doble objetivo para que rechacen las facturas emitidas por la nueva empresa privatizada
La segunda forma se materializó en la construcción de un espacio político que vertebre a la izquierda radical y a los movimientos sociales en la Organización Política del Pueblo y los Trabajadores. Y la última forma, y quizás la más original y decisiva, reside en la voluntad de organizar a los y las usuarias de la energía eléctrica con un doble objetivo, para organizar la solidaridad para defender un servicio público de provisión de luz y a su vez para anular las facturas exigidas por la nueva empresa privatizada. Reclamando a su vez la expropiación y renacionalización del sector energético y la cancelación de la Reforma Energética neoliberal aprobada por el gobierno de Enrique Peña Nieto.
100.000 familias organizadas
La ANUEE nace de este proceso de lucha contra la extinción de Luz y Fuerza y es tal el empuje que a día de hoy se compone de más de 100.000 familias ubicadas principalmente en Ciudad de México y en su vecino, el Estado de México, aunque su presencia se extiende en los estados de Morelos, Hidalgo, Chiapas, y Tlaxcala. Es tal el éxito en la organización de la ANUEE que deviene un frente amplio en lo social nucleado alrededor de cuatro grandes demandas que organizan colectivamente a las comunidades barriales, desde el humilde Netzahualcóyotl, en Estado de México, hasta los barrios algo más favorecidos de Coyoacán, en Ciudad de México.Estas demandas que generan identidad, comunidad y un horizonte de esperanza consisten fundamentalmente en el reclamo del “borrón y cuentas nueva de la luz”, o sea una reestructuración de esta deuda energética odiosa e ilegítima, el establecimiento de una “tarifa social justa” de los precios de la luz, la constitucionalización del derecho al acceso a la energía eléctrica y la renacionalización de la industria eléctrica.
La posición de fuerza que ganó la ANUEE ha sido tal que ha conseguido hacer efectiva allá, donde tiene un comité barrial, la huelga de pagos
La posición de fuerza que ganó la ANUEE ha sido tal que ha conseguido hacer efectiva allá, donde tiene un comité barrial, la huelga de pagos. Parando mediante actos de resistencia civil pacífica las instalaciones de contadores eléctricos y los intentos de cobro de facturas por parte de los funcionarios de la Comisión Federal de la Energía (CFE). De hecho, el 23 de mayo de 2017 arrancó de la Secretaria de Gobernación un acuerdo para anular las deudas energéticas, el borrón y cuenta nueva, aplicar una tarifa social justa en el cobro de la luz y detener una represión que a día de hoy se materializa en diversos procesos legales contra hasta veintidós activistas de la ANUEE.
En los últimos cuatro meses la ANUEE ha desplegado una intensa actividad mediante ocupaciones de las instalaciones de la CFE, convocando también marchas frente al edificio de la Secretaria de Gobernación que han mostrado el músculo social de que goza el movimiento, que pudo convocar a más de 50.000 personas en una fase clave de las negociaciones de noviembre, y de la capacidad de ganarle terreno al gobierno.
El caso de la ANUEE pues es un síntoma de los nuevos antagonismos propios de nuestro tiempo. Antagonismos que se definen más por una articulación que excede el lugar fabril y que encuentra su lugar en otras esferas de la vida donde la organización colectiva puede devenir comunitaria y popular. Lo que tampoco quita el mérito, ni la necesidad, del sindicalismo clásico, sin el cual, de hecho, la ANUEE no habría sido posible o si acaso no habría sido tan exitosa. Lo que prueba en todo caso es que el sindicalismo del siglo XXI, como el de la PAH o el de la ANUEE, adopta ejes de lucha de nuevo tipo que, además de constituir nuevos sujetos sociales, muestran la emergencia de un sujeto pueblo en un sentido fuerte y organizado.
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Hasta a victoria compañeros se ve se siente la annue esta presente unidos venceremos duro duro duro
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Se ve se ciente anuee está presente.hasta la victoria, compañeros