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Senegal
Érase un rey. La tradición y la mística en tiempos de conflicto
En estos días Senegal, el hermoso país que nos acoge, se encuentra en uno de los momentos más difíciles de los últimos años e inmerso en una secuencia de manifestaciones en contra del gobierno actual que están teniendo unas consecuencias de represión por parte de las fuerzas del orden que atentan contra los Derechos Humanos.
Según Amnistía Internacional Senegal, 19 personas habían perdido la vida a causa de la represión policial hasta el viernes 9 de junio, hay cientos de heridos y medio millar de personas arrestadas. Según los grupos manifestantes y convocantes de las manifestaciones el número de personas fallecidas y desaparecidas es sensiblemente mayor.
En la Baja Casamance, donde nos encontramos, el eco de un conflicto civil independentista que se llevó miles de vidas, desaparecidos, refugiados y represaliados, resuena de nuevo como si fuera el eco de un sonido macabro del bombolong, el tam-tam místico de los diolas para llamar a sus ceremonias, reuniones y acontecimientos. Es el sonido de la memoria de los que vivieron el conflicto hace apenas 20 años.
Sonko no solo cuenta con el apoyo de la Casamance, que le aupó con sus votos a la alcaldía de Ziguinchor, la capital de la región, sino que cuenta con el apoyo de la juventud del país, es decir, casi todo el país
Ousmane Sonko, el principal opositor del gobierno, panafricanista y anticolonialista, ha sido condenado a dos años de prisión tras un proceso judicial que ha generado protestas desde sus comienzos y especialmente y con mayor virulencia en su fin. Fruto de esta sentencia no podrá presentarse a las elecciones que deberán ser celebradas al comienzo del año próximo. En su haber también su calidad de diola, hijo casamances, una circunstancia que no ha pasado por alto el gobierno actual y que le ha servido para cargar sobre sus espaldas la amenaza de reavivar un conflicto independentista si tomara el poder en las próximas elecciones, emulando una práctica que parece que tiene sus frutos, la inducción al miedo.
Sonko no solo cuenta con el apoyo de la Casamance, que se ha hecho evidente en las últimas elecciones municipales y que le hicieron ganar la alcaldía de Ziguinchor, la capital de la región, a la que se presentaba, sino que cuenta con el apoyo de la juventud del país, es decir, casi todo el país. Hablamos de una juventud cansada de luchar por el día a día, sin una perspectiva de futuro clara, abocados a la vía de la emigración tanto por vías seguras como inseguras, hartos de ver como los recursos del país son explotados sin beneficios palpables para la población.
Senegal
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En este contexto de manifestaciones, enfado general, lucha, gases lacrimógenos, cascotes de piedra lanzados por los manifestantes contra todo, sucursales bancarias abrasadas, cortes de carreteras mediante barricadas improvisadas con cuatro palos, un litro de gasolina y una cerilla, está Oussouye, Usui según la lengua diola, y los 17 pueblos del reinado de Sibiloumbay Diedhiou, Rey tradicional animista, religión predominante de la Baja Casamance, garante de paz, jefe del fetiche mayor de la comarca.
El animismo es la religión ancestral y tradicional de los pueblos africanos, diversa en cada pueblo, cultura, etnia a lo largo y ancho del continente, con un denominador común, la adoración a los fetiches, espíritus de los ancestros que permanecen en la cotidianidad de los vivos. La religión predominante de Senegal es la religión musulmana, tan solo un 5% de la población practica otras religiones: el animismo y el catolicismo entre otras, pero estas fundamentalmente, y se encuentran concentradas en mayor parte aquí, en la Baja Casamance.
Las personas que practican la religión animista creen en los fetiches y en su autoridad y se someten a la palabra de sus feticheros: sus guardianes, sus protectores, las personas encargadas de hablar con ellos, escucharlos, rezarlos y darles el vino y la sangre de los animales sacrificados que les sirven de don y de alimento. Llevar la contraria a un fetiche es abocar tu vida al desastre.
El rey de Oussouye, que tiene como misión la paz de su pueblo, ya intervino en su día en el conflicto civil de independencia de la Casamance, mucha gente cree que precisamente se llegó a un conflicto político de esas dimensiones porque en aquel momento no había rey que pudiera poner orden y paz. Fue tras su proclamación cuando la mística pudo intervenir en un conflicto político y cuando la calma llegó a su reinado. Hoy actúa de nuevo llamando a su pueblo a la paz. Ha levantado su cetro que no es más que una especie de escoba hecha con hojas secas de palmera y ha pedido a su pueblo que no se hagan manifestaciones en su territorio para preservar la paz y la seguridad de la población.
Son cientos de mujeres que, convocadas al bosque sagrado en tiempo récord, han salido de sus casas para acudir a la llamada y rezar, cantar y bailar en el bosque sagrado por la paz. Kassumay
Dicho y hecho: mientras que nuestro alrededor arde y se llora por pena y por gases, en Oussouye el bosque canta. Son cientos de mujeres que, convocadas al bosque sagrado en tiempo récord, han salido de sus casas para acudir a la llamada y rezar, cantar y bailar en el bosque sagrado por la paz. Kassumay. Mientras que el gobierno corta internet para impedir las comunicaciones entre los manifestantes, los pueblos del reinado de Oussouye acuden a sus reuniones y rituales llamados por el tamtam en una catarsis mágica de modernidad y ancestralidad perfectamente vivas, absolutamente reales, paralelas y a la vez entremezcladas.
Escribo este artículo de actualidad y a la vez ancestralidad, en el silencio de la espera de un sepelio de una mujer joven animista que ha perdido la vida tras haber perdido el hijo que llevaba en su vientre. Tras este triste acontecimiento hay una realidad cruel de falta de medios médicos, profesionales y estructurales, y cuando esto pasa, a veces solo hay un consuelo posible para seguir viviendo: el destino que Dios ha querido para ella. Tras cuatro horas de espera en silencio sepulcral sentadas sobre las raíces de las inmensas ceibas que rodean la morgue y sabiendo que a apenas 40 km de nosotros, en Ziguinchor, muy probablemente una calle esté ardiendo, un joven corriendo y un policía amenazando y agrediendo, justo en este mismo momento, la paz de esta forma de entender la vida, la muerte y el destino me envuelve y me llena.
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Kassumay significa paz y es la forma de saludarnos a la vez que la forma de vida armónica, tranquila y simple que los diolas han elegido para seguir con sus vidas, sin embargo, la realidad de una guerra aún está en la memoria viva de todos, aún hoy hay quien lamenta pérdidas, aún hoy represaliados del conflicto por la independencia de Casamance siguen escondidos en el bosque tras veinte años y aunque no se quiere repetir, el rey seguramente sabe que la paz pende de un hilo.
El destino ha querido que el gran fetiche sea protegido por Sibilioumbay Diedhiou, un rey sin corona, sin bienes, sin vida propia, haciendo uso de la obediencia que su pueblo le debe, ya sea por miedo a la represalia del fetiche, que tanto puede hacer el bien como el mal, al más puro reflejo del espíritu de los humanos, o por sometimiento ciego y alejado de toda crítica al jefe espiritual, y es él quien nos entrega el silencio, la brisa y un cielo que amenaza lluvia en tiempos de conflicto. Se que dentro de su bosque sagrado él sigue rezando por nosotros.