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Masculinidades
Juan Miguel Garrido: “El discurso victimista del machismo y la ultraderecha cala en los hombres y responsabiliza al feminismo”
Podríamos decir que ya a nadie le sorprendería escuchar que la reflexión sobre masculinidades y el trabajo con los hombres es fundamental para poder generar un mundo más igualitario. Junto a la normalización del trabajo en masculinidades, comienzan a aparecer contribuciones, discursos, espacios donde podemos hablar, expresarnos y discutir sobre las violencias que reproducimos, sobre el malestar, sobre la vergüenza, sobre cómo queremos cambiar pero no sabemos… Y a veces, salen libros como el de Juan Miguel Garrido Peña, que acaban de sacar en Bellaterra con el título de Mi traje de Hombre (Bellaterra, 2022).
En este volumen, Juan Miguel habla en primera persona sobre un hombre machista que intenta mirarse críticamente, confrontarse con honestidad y poder responder a las preguntas que todos nos hacemos: ¿podemos cambiar? ¿Queremos cambiar? ¿Qué cambia con el cambio? Juan Miguel lleva años en el activismo igualitario en la Asociación de Hombre por la Igualdad de Género de Andalucía.
He tenido la posibilidad de hablar con él sobre privilegios, sobre feminismo y cambio. En las siguientes líneas se muestra parte de la conversación que tuvimos.
¿En qué momento decidiste romper la inercia masculina y empezar a pensar que quizás los hombres estamos implicados en la desigualdad de género?
Nunca me sentí cómodo con las inercias masculinas, con esa forma de entender el mundo y de entendernos a nosotros mismos que los hombres tenemos. Desde pequeño percibía que había cuestiones que me eran ajenas pero no sabía identificar el motivo. Ese mundo agresivo, fanfarrón, y bravucón que basaba su identidad en las apariencias, en ser el más macho, y en una sexualidad oprimida.
Se suele hablar de que los hombres empezamos a generar cierto interés en el feminismo y en el trabajo sobre nosotros mismos por simpatía (haber vivido la violencia en nuestras propias carnes), empatía (conocer a mujeres en situación de violencia) o cercanía (tener valores de justicia social). ¿Cómo ha sido tu proceso?
Siempre he tenido mucha conciencia social, me considero una persona a la que las desigualdades e injusticias nunca le han sido ajenas. Creo que mi toma de conciencia y acercamiento al feminismo no puedo situarla en un momento o hecho concreto, más bien fue la consecuencia de un proceso y de un conjunto de variables que podría identificar y resumir como:
-El conocimiento de un mundo, el masculino, y mi falta de identificación con él.
-El nacimiento de mis hijas, y el no querer para ellas ese mundo de hombres que también conocía.
-La violencia de género que cada día vivía, la responsabilidad que los hombres tenemos, y la constatación de nuestra pasividad e indiferencia como hombres.
-La admiración que siento por la forma de entender el mundo y las relaciones que tienen las mujeres, su concepto de sororidad, tan alejado y diferente a las nuestras.
¿Cuál crees que es la clave para un hombre que empieza a reflexionar sobre estos temas?
Un primer paso para nuestra toma de conciencia es la pérdida a los miedos que la masculinidad nos ha inculcado a los hombres, el temor a no dar la talla, a no responder a un modelo de hombre, de estar siempre a la altura de lo que se supone ha de ser un hombre. El miedo a ser considerado menos hombre.
Creo que el cuestionamiento de esas realidades son parte esencial de un proceso que nos debe lleve a tomar conciencia de nuestra realidad y de la posición de privilegio que tenemos respecto a las mujeres. El abandono de la creencia que nos lleva a pensar que ser masculino es sinónimo de ser hombre, que solo hay una forma de ser hombre, y que todo lo que se aparte de ella es una anomalía.
¿No crees que a veces hay un discurso demasiado culpabilizante que señala a los hombres como causantes de un sistema que no eligieron?
Pienso que no hay un discurso culpabilizante hacía el hombre, sino a un modelo de hombre hegemónico, normalizado e impuesto, que es el responsable del actual sistema de desigualdades. En este sentido opino que es necesaria una mayor pedagogía para deslindar estos dos planos, el de los hombres individualmente considerados, y el un paradigma de hombre muy cuestionado.
Tenemos que hacer ver al resto de hombres, los beneficios que la igualdad tiene para nosotros, que no somos víctimas, sino los principales beneficiados del actual sistema social
No podemos permitir que el discurso victimista del machismo y la ultraderecha cale en los hombres, responsabilizando de ello al feminismo. Tenemos que hacer ver al resto de hombres, los beneficios que la igualdad tiene para nosotros, que no somos víctimas, sino los principales beneficiados del actual sistema social, económico, y cultural, aunque ello tenga sobre nosotros importantes daños colaterales.
A los hombres les hemos de pedir que no se dejen llevar por la comodidad de esos mensajes que nos dicen lo que queremos escuchar, y que vayamos más allá, que leamos, escuchemos, y saquemos nuestras propias conclusiones. Que la igualdad no es solo una cuestión que afecte a las mujeres y sino que va mucho con nosotros.
No me malinterpretes. No niego que no tengamos responsabilidad por los actos que hacemos (o que no hacemos), pero ¿cuánto papel tenemos en el sostenimiento de la estructura patriarcal?
Sí pienso que los hombres con nuestra pasividad e indiferencia ante las desigualdades y violencias que sufren las mujeres somos cómplices de ellas, y que con nuestra conformidad, forma de pensar, actuar y falta de rebeldía ante un modelo de masculinidad hegemónico tóxico y dañino, contribuimos a la existencia y mantenimiento del actual estado.
En tu libro hablas de los privilegios que has ido identificando estos años y que has ido trabajando en ti mismo y en tu vida cotidiana. ¿Qué cambios has ido viviendo? ¿Cuáles son esos privilegios?
No me fue fácil identificar los privilegios porque los tenemos tan interiorizados y hemos normalizado de tal forma que son invisible a nuestros ojos. También es cierto que los hombres al ocupar las posiciones más favorables y ventajosas no tenemos ningún interés en revertir la situación, y mucho menos en reconocer e identificar estos privilegios. Mis cambios han sido fundamentalmente reconocer e identificar las desigualdades existentes. No monopolizar la palabra, escuchar y empatizar con la realidad de las mujeres. No acaparar protagonismos ni pretender imponer mi razón. Entender que no es justo ni lógico que el mundo funcione solo bajo una concepción masculina, y que aceptemos que aquello que dice que lo que es bueno para el hombre es bueno para la humanidad, además de ser falso, es egoísta, violento y ruin.
Intento modificar mis reacciones agresivas y mi manera a veces violenta de afrontar la vida. He descubierto la importancia de cuidarme y cuidar, y lo que ello me reporta como personal. Descubriéndome más y no teniendo miedo a mostrar y expresar mis debilidades, temores, inseguridades, o a exteriorizar mis sentimientos sin temor a lo que los demás hombres puedan pensar. Asumiendo la carga mental y física de mi parte de responsabilidad en las tareas de la casa y los cuidados, y sobre todo intentando ejercer una paternidad responsable e igualitaria basada en un modelo de hombre muy distinto a aquel en el que he sido educado.
Es imposible acostarse con el traje de hombre que nos compraron al nacer,y despertarnos vestidos de hombre igualitario, eso es una falsedad
¿No crees que en esa idea hay un fondo demasiado ingenuo? ¿Podemos quitarnos los privilegios masculinos como si fueran zapatos?
No creo que de un día a otro uno pueda desprenderse de los privilegios y del traje de hombre con el que ha vivido, que tantos beneficios nos ha reportado, y del que tanto hemos presumido. Es más, pienso que para los hombres es un proceso largo y profundo de deconstrucción y ruptura con casi todos los valores en torno a los cuales se ha conformado nuestra identidad masculina, y eso no es fácil ni se logra de un día para otro, hace falta mucho trabajo y coraje. Es imposible acostarse con el traje de hombre que nos compraron al nacer y despertarnos vestidos de hombre igualitario, eso es una falsedad.
¿Qué pasos tenemos que dar para empezar a trabajar sobre ello?
Uno de los pasos principales que hemos de dar es hablar con nosotros mismos, dejar de pensarnos el ombligo del mundo, reconocer nuestra prepotente forma de pensar y actuar, comunicar nuestros miedos y deseos, dejar salir nuestros afectos, escuchar y hablar con otros hombres de las cuestiones que nos preocupan pero de las que no solemos hablar entre los hombres porque el patriarcado nos ha dicho que hacerlo es ser débil y menos hombre, y sobre todo tener voluntad y motivación para cambiar. Sin motivación es difícil el cambio, y los hombres hemos de encontrar nuestra particular motivación.
Los hombres tenemos que asumir el liderazgo de nuestro cambio hacía otros modelos de hombre más amables y humanos. Es una responsabilidad que no podemos delegar
De entre todos los temas que tenemos pendientes por trabajar, ¿cuál crees que es el más complicado de abordar?
Creo que hay muchos temas que abordar, los afectos, los cuidados, la sexualidad, la relación con nuestro propio cuerpo y el cuerpo de las mujeres, pero quizás uno de los más importantes es la recuperación de nuestra autoestima como personas, y la recuperación de unos nuevos valores en torno a los cuales conformar nuestra identidad como hombres, valores que han de estar muy alejados de los que hasta entendemos como propios (fortaleza, virilidad, agresividad). Los hombres tenemos que asumir el liderazgo de nuestro cambio hacía otros modelos de hombre más amables y humanos. Es una responsabilidad que no podemos delegar.
Eres un hombre de asociaciones también, por lo que entiendes lo importante de que no sólo haya un trabajo individual y ético sino que toca reunirnos con otros hombres, pararles los pies, cambiarles, pero también organizarnos, dar apoyo a asociaciones… ¿Qué piensas de la tensión entre los individual y lo colectivo en el trabajo masculino?
Si soy de asociaciones, creo que el trabajo en los dos planos el individual y el colectivo son fundamentales y han de ir de la mano, porque igual que no podemos cambiar lo colectivo sin cambiar lo individual, tampoco podemos quedarnos en el cambio individual, nuestro objetivo ha de ser derribar las estructuras del modelo de sociedad, la cultura, los símbolos actuales, y para ello es imprescindible llevar el cambio del modelo de masculinidad de lo individual a lo político, para que afecte a todas las esferas y ámbitos de la vida.
Te dejo libertad, ¿con qué te gustaría acabar la entrevista?
Me gustaría terminar haciendo una petición a todos los hombres, a los que son mayoría, aquellos que comprenden y comparten la idea de trabajar por una sociedad más justa, pero que aún no han dado el paso de incorporar a su vida la igualdad. Les pediría que reflexionen sobre sus comportamientos, actitudes y forma de entenderse y relacionarse con las mujeres, si de verdad se sientes felices y conforme con en el traje de hombre en el que viven, y que comprendan que para aspirar a una sociedad más justa e igualitaria, no solo para nosotros sino para todas aquellas personas con quienes convivimos y a las que tanto decimos querer, es imprescindible que nos despojemos de ese traje que nos aprieta y hace daño hace, y que probemos otros alternativos.
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Obligada lectura: muy bien!!
En cuanto a mí, puedo decir que ya solo la palabra “feminismo” me resulta hostil al verla desde mi ignorancia como la versión de las mujeres del “machismo”. Muchas veces pienso que las cosas serían distintas si se usara otro palabro.
Y como de primeras y en general creo que nos pasa lo mismo a muchos, lo mejor para introducirnos en la teoría feminista es que nos la expliquemos entre nosotros, entre hombres, como bien hacéis en este artículo.
Gracias y salud!!