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Masculinidades
Bakea Alonso: “El feminismo siempre ha tenido claro que el enemigo no son los hombres sino el patriarcado, el machismo y la misoginia”
Este año ha comenzado un posgrado universitario especializado en hombres y masculinidades. Esto supone un hito importante ya que, por un lado, supone un termómetro que marca que el trabajo con hombres y género está siendo cada vez más reconocido como un elemento clave en el camino a sociedades cada vez más igualitarias. Por otro, para que se asienten estos espacios de formación, crea un cuerpo más homogéneo de ideas, prácticas y teorías que podrán organizar un poco el caos de opiniones e ideas que existe con el trabajo con hombres.
Esta semana tuve la genial oportunidad de charlar con Bakea Alonso, una de esas personas claves desde hace años en el mundo del trabajo con hombres y en las redes de pensamiento sobre masculinidades. Bakea lleva mucha experiencia en la mochila trabajando en prevención desde la fundación CEPAIM. Ha coordinado proyectos, ha diseñado material didáctico, ha sido profesora, investigadora y asesora en temas de género e igualdad. Ahora mismo es una de las coordinadoras del posgrado que se abre en Universidad Complutense y la Universidad del País Vasco y aprovecho esta oportunidad para hablar con ella de la situación del trabajo con hombres a esta altura de la ola feminista, de los problemas del trabajo en masculinidades y de los retos futuros.
Como parte de esa primera cohorte de profesionales que empezaron a trabajar aplicando la perspectiva de las masculinidades en infinidad de proyectos, has podido ver cómo el campo ha ido cambiando a lo largo de estos años. La cuarta ola del movimiento feminista lo ha revuelto todo, así que empecemos por esto: ¿cómo ha sido la relación de estos trabajos enfocados en hombres con el feminismo?
No entiendo por qué a veces escucho decir que las feministas no se han “ocupado” de los hombres. Si lo piensas toda la teoría feminista habla de ellos porque, en realidad, no es posible hablar de las mujeres sin hablar de los hombres en la medida en la que el género es relacional.
Creo que ya casi nadie duda del hecho de que los hombres son imprescindibles para el cambio que el feminismo propone
Otra cosa es el debate sobre el papel de los hombres dentro del movimiento. Yo no le dedico mucho tiempo a este tema. Lo que digo es: hombres, salgan ustedes a la calle y posiciónense públicamente contra el machismo y la violencia en sus oficinas, en el gimnasio o en la asociación en la que participes. Para hacer esto, los hombres no necesitan el permiso de nadie y, de hecho, las mujeres estamos desenado y esperando que lo hagan. Ese es su papel, ni más ni menos. Creo que ya casi nadie duda del hecho de que los hombres son imprescindibles para el cambio que el feminismo propone.
¿Qué has aprendido después de tantos años en proyectos de intervención y formación en género?
Tras muchos años diseñando y trabajando en proyectos dirigidos a mujeres nos dimos cuenta de que esto no era suficiente y que necesitábamos pensar también en metodologías de intervención para el cambio en los hombres que partieran de una reflexión sobre la construcción de la masculinidad. Incorporar la mirada de género hacia los hombres en los proyectos sociales me ha enriquecido mucho porque me permite tener una visión más global de las relaciones de género.
Además, la mirada hacia los hombres pone de relieve la complejidad del mundo que habitamos en el que todas las personas podemos ostentar algunos privilegios en algunas parcelas de nuestra vida y ser vulnerables en otras. El concepto de interseccionalidad, una de las grandes aportaciones de los feminismos negros, resulta muy útil para entender dónde están situados los hombres en la estructura social y eso nos ayuda a pensar en las metodologías de trabajo para el cambio desde los ámbitos sociales y de políticas públicas. La necesidad de esta mirada de género hacia los hombres desde la intervención empieza a considerarse importante y cada vez hay más entidades sociales y administraciones públicas que están aportando por ello.
En estos últimos años han aparecido varias ofertas universitarias de formación y especialización en el área de las masculinidades, entre las que se encuentran el Posgrado en Género, Masculinidades y Acción Social que sacáis adelante entre la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad del País Vasco. ¿Qué implica este giro académico en el trabajo con los hombres? ¿Qué cambios puede traer en el trabajo con los hombres y en la militancia de hombres profeministas?
En España, hasta este año no ha habido posgrado especializados en hombres y masculinidades aunque en otras latitudes el tema lleva ya tiempo en los ámbitos académicos. La Universidad Miguel Hernández de Elche ha sido pionera al sacar, bajo la coordinación de la antropóloga Anastasia Téllez, un curso denominado Masculinidades, Género e Igualdad.
Este año, como dices, acabamos de arrancar con un curso más enfocado a la intervención social desde la Universidad Complutense y la Universidad del País Vasco con la colaboración de dos entidades con experiencia en el campo como son Fundación Cepaim y Promundo. Todo gracias al apoyo económico de la Diputación de Bizkaia lo cual pone de manifiesto una vez más la importancia de la implicación de las administraciones y de las políticas públicas en promover el necesario cambio en el significado de ser hombre hoy en día.
Estamos con mucha ilusión y el alumnado vemos que también. Poco a poco se irá configurando una cantera de gente con formación en masculinidades, feminismo e intervención social, lo cual es necesario porque necesitamos manos para el trabajo difícil de cambio social que tenemos por delante.
Los hombres que no se sienten representados por aquellos que ejercen violencia o que niegan su existencia deben alzar su voz públicamente
Sucede de todas formas que entre el alumnado de estos cursos todavía notamos que hay más mujeres que hombres. Es verdad que hay más hombres que antes pero son necesarios más hombres comprometidos con la igualdad y que se conviertan en activistas de la causa. Los hombres que no se sienten representados por aquellos que ejercen violencia o que niegan su existencia deben alzar su voz públicamente. Los chicos jóvenes necesitan ese tipo de referentes.
En los próximos años parece que los retos tendrán que ver con la emergencia climática a nivel mundial y con el resurgimiento de fuerzas neofascistas en multitud de países. ¿Hacia dónde debe ir el trabajo con los hombres en estos contextos?
Es evidente que necesitamos otro mundo, otros valores y otras prácticas. El mundo, hasta ahora, se ha basado mayoritariamente en una mirada androcéntrica y patriarcal. Cambiar a los hombres significa cambiar el sistema pero es que cambiar el sistema significa cambiar a los hombres. No hay una cosa sin la otra. De ahí la importancia de conectar las miradas feministas con la ecologista, pacifista, antirracista, etc.
Sabemos que, históricamente, los fascismos han sido una manera de ofrecer seguridad a las personas en momentos de incertidumbre y ansiedad. Es evidente que hay que ofrecer algo diferente que ataje las precariedades y vulnerabilidades en las que se encuentran una parte importante de la humanidad, hombres incluidos. ¿Le voy a decir a un hombre negro homosexual que llega e patera que es un sujeto privilegiado? Pues en algún aspecto lo es, pero en otros muchos, en absoluto. Hay que hacerse cargo de esta realidad y ver como se aterriza esta complejidad en la intervención social, en concreto. Hay que inventar metodologías que sepan combinar el discurso de los privilegios con la realidad de los costes de la masculinidad. Tal y como el feminismo siempre ha tenido claro, el enemigo no son los hombres sino el patriarcado, el machismo y la misoginia.
Feminismos
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