Masculinidades
Supervivencia de la masculinidad violenta

Ante la pujanza del movimiento feminista los hombres cada vez tienen más complicado justificar actitudes violentas.

Agresiones sexuales en la pintura
'Susana y los viejos', obra de Artemisia Gentileschi de 1.610.
8 dic 2019 06:00

Podemos observar un cambio de paradigma evidente en la sociedad: La violencia de la masculinidad tóxica es llevada ante el espejo por el feminismo y la agresividad empieza a dejar de ser vista como algo deseable. Ante esta disyuntiva, al Hombre se le presentan dos caminos a tomar en su relación con la violencia y consigo mismo.

Tenemos la opción de abandonarla. Desterrar de nuestras masculinidades todo atisbo de Harry el Sucio y vivir como renegados del género aceptando ser considerados menos hombres tanto por aquellos aferrados al uso de la fuerza como por las mujeres que al haberse socializado en un contexto machista han sido enseñadas a desear la falta de empatía. Este es el camino largo. No se puede producir de la nada una generación de hombres que se hayan hackeado a sí mismos como quien formatea un ordenador para empezar de cero.

Sobre las dificultades que entrañan este extenso proceso no voy a entrar más que para remitirme a mi sociólogo de cabecera en temas de masculinidad, Lionel Delgado, el cual, en un artículo en el El Salto, reflexiona sobre el ambiguo concepto de 'deconstrucción de la masculinidad'.

La otra alternativa es la más sencilla de lograr y al mismo tiempo la menos deseable. Se trata de la reorientación de la agresividad del hombre optando por otros cauces que sean socialmente aceptados. O, dicho de otra forma, la búsqueda de la fórmula que permita a un hombre etiquetarse como feminista y seguir siendo violento.

Personajes a los que no debías admirar pero sí querer parecerte a él por representar la versión más fuerte y fría de lo que significa ser un hombre

¿Se puede ser al mismo tiempo un hombre feminista y un hombre violento? Hollywood nos trae la respuesta. Los hombres estamos acostumbrados a ocupar el papel protagonista. Tras una primera oleada de héroes cinematográficos virtuosos que actuaban bajo un fuerte código moral y rescataban a la chica en el último segundo le sucedió en la Historia del cine un nuevo tipo de personaje principal que solo se preocupaba por sí mismo sin nada que se interpusiera en su camino al estilo del antes mencionado Harry el Sucio. Era el momento de los antihéroes. El protagonista implacable y sin sentimientos. Personajes a los que no debías admirar pero sí querer parecerte a él por representar la versión más fuerte y fría de lo que significa ser un hombre.

Posteriormente, la imagen del hombre 'carcasa', vacía de sensibilidad, se convirtió en un retrato del cual la población masculina queríamos huir. De poco sirve proyectar fuerza si esa fuerza no es respetada y en la actual sociedad el egoísmo es respetado, incluso ensalzado, pero hasta un límite. Volvía a cambiar el modelo de héroe. Seguía siendo un hombre. Seguía siendo tan egoísta como imparable en la consecución de sus objetivos. No obstante se añadía un factor más, el cual es un clásico de las esencias de la masculinidad, era un protector. Detrás de sus ambiciones y el reguero de cadáveres que iban dejando encontrábamos justificaciones basadas en la seguridad de sus seres queridos. Bruce Willis empieza a tener en sus películas ex-mujeres o hijas que renuncian a él creando un pequeño espacio para la compasión por el que sigue siendo un personaje de masculinidad violenta. El personaje de la serie Sons of Anarchy, Jax Teller, se hace con el control de la banda de motoristas y se empecina a sacarla de las actividades ilegales y la violencia (a base de asesinatos por absurdo que resulte) para proteger a sus hijos, los cuales eran cuidados por su madre y no comparten apenas escenas con el abnegado padre en toda la serie. Solo servían para dar al protagonista una motivación fuera de su personaje para ejercer la violencia.

Se trata de hacer series y películas que más que ser machistas son masculinistas. No van directamente en contra de la mujer sino a favor del hombre machista.

Según Max Weber, el Estado tiene el exclusivo uso legítimo de la fuerza física. Se refería con esto a que solo el estado podía ejercer la violencia sin que fuera mayoritariamente rechazada por la ciudadanía. ¿Por qué? Porque lo hacía en aras de mantener la seguridad de los ciudadanos. Y es que no sé si el Hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, pero, sin duda, el Estado está hecho a imagen y semejanza del Hombre.

Es una realidad que la violencia de la masculinidad tóxica está encontrando la manera de legitimarse en un contexto de mayoritario rechazo y que hace esto articulando un discurso basado en la función social de la seguridad

La imagen que se busca promover es la del hombre en su papel de protector. Los hombres tienen que hacerse cargo de la seguridad de quienes les rodean y para ello se les permite la violencia. El argumento de la protección puede ser usado para dar rienda suelta a la violencia que lleva implícita el modelo de masculinidad hegemónica. Para ejercer esa violencia se necesita un pretexto que se encuentra allá donde haya inseguridad física, como la inseguridad que sufren las mujeres por los ataques machistas. De modo que se utiliza la razón de ser del feminismo como excusa para usar la violencia machista. Un ejemplo de esto es lo ocurrido con el actor Liam Neeson. Comentó en una entrevista el caso de una amiga suya que había sido agredida sexualmente por un hombre negro. La respuesta del actor según sus propias palabras fue recorrer “las calles con una barra de hierro, esperando que alguien se aproxime. Lo hice más o menos durante una semana, esperando que un 'negro bastardo' saliera de un pub para confrontarlo por algo”. Usar la violencia de la masculinidad machista en defensa del feminismo y con tintes claramente racistas.

Es una realidad que la violencia de la masculinidad tóxica está encontrando la manera de legitimarse en un contexto de mayoritario rechazo y que hace esto articulando un discurso basado en la función social de la seguridad. No es casualidad que Vox saliera en defensa del hombre que la pasada primavera había matado de una paliza a otro hombre que acababa de robar el bolso a una mujer. Entonces el partido ultra llegó a ofrecerse a pagar su fianza. Desde Vox se toman el feminismo como un ataque porque para ellos busca arrebatar a la masculinidad sus cualidades naturales. No puede haber discurso más reaccionario al feminismo que reivindicar el carácter violento de la masculinidad en virtud de la seguridad cívica.

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