Opinión
Paracaidistas en el 8 de marzo

Otro 8 de marzo que llegamos tarde. Y mira que el año pasado por estas fechas nos prometimos que nos pondríamos las pilas… Marzo a la vuelta de la esquina y nosotros con estos pelos. ¿Y ahora qué hacemos?

Manifestación violencias machistas 7N 2015
David F. Sabadell Imagen de la gran manifestación contra las violencias machistas del 7N de 2015.
2 mar 2020 06:30

Una tímida pregunta se desvanece en el ciberespacio del típico grupo de Telegram. La mirada baja al suelo cuando sale el tema en el curro. Alguien sale por la tangente del humor para rebajar la tensión de los monosílabos en unas cañas de juernes. En el aire, la misma pregunta: ¿Qué hacemos este 8 de marzo?

Para más inri, este año ni tenemos claro si hay o no hay huelga, y muchos de nuestros centros sociales de referencia a los que pasarnos a echar una mano han sido cerrados. Encima, ahora resulta que tampoco tenemos claro si está bien ir o no ir a la mani. Madre mía, qué jaleo.

Mientras, nuestras compas siguen escribiendo la historia y haciendo que los feminismos generen sentido común en espacios a los que pocos movimientos han conseguido llegar. La cuarta ola es imparable, bien lo saben las industrias de la comunicación, la alimentación o el textil, que no piensan de ninguna manera perderse el banquete. Pero también lo saben las instituciones que se plantean la brecha salarial, los permisos de paternidad o la reforma de un código penal que no ve violaciones donde gran parte de la sociedad hace rato que las ve.

En unos años hemos pasado de arrancar con vítores la pancarta que rezaba aquello de “La revolución será feminista o no será” en el 15M a empezar a sentirnos interpelados y ver que el enemigo no sólo está fuera. En estos años, hemos caminado con tropiezos, resistencias y algunos aciertos. Nuestras compas nos han hecho desnaturalizar y cuestionar la visibilidad masculina de las portavocías, las intervenciones y los escenarios; nos han hecho darnos cuenta de que los diferentes espacios que consideramos seguros no lo son tanto y nos hemos puesto las pilas con el lenguaje inclusivo. Tenemos más o menos claro que hay actividades que sostienen la vida que están invisibilizadas, precarizadas y feminizadas. Entonces, ¿qué falta?

Falta hacernos cargo de nuestra situación de poder y comenzar el camino a cuestionar nuestros privilegios sin esperar recibir medallita alguna

Si se me permite la osadía, yo lo resumiría en dos palabras: hacernos cargo. Hacernos cargo de nuestra situación de poder y comenzar el camino a cuestionar nuestros privilegios sin esperar recibir medallita alguna. Asumir nuestra deuda histórica e intentar repararla en el cotidiano. No esperar a que nos señalen el qué y el cómo, sino poner atención por nosotros mismos en esas violencias que perpetramos y forzarnos en construir nuevas prácticas equitativas.

Lo fácil es señalar el enemigo ahí fuera: los Trumps y Bolsonaros, los señoros de la RAE, los pollavieja de la asamblea del barrio, las manadas… Referentes que nos hacen situarnos cómodamente en el lugar de ese #NotAllMen, de esas “nuevas masculinidades” que se supone que ya están del lado bueno porque han descubierto que pueden permitirse llorar, asisten a alguna charla o, incluso, van a un círculo de hombres a sanar sus heridas con el patriarcado. Méritos para ponernos en público el pin del aliado feminista no nos faltan. Pero, ¿qué pasa cuando no nos ven?

Pues pasa que cuando no es visible, cuando no genera reconocimiento, ahí ya perder poder no mola tanto. Se me ocurren unos cuantos espacios cotidianos en los que posicionarnos y cambiar conductas en diversos contextos. Como cuando practicamos la camaradería y la complicidad silenciosa con los amigotes, sus chistecitos sexistas y sus comentarios sobre los cuerpos de las mujeres; como cuando nos permitimos la vaguería en casa de la madre o la abuela, o la condescendencia con la señora que limpia el portal (ah, ¿pero que con las mujeres no empoderadas también hay que deconstruirse?); como cuando seguimos practicando la irresponsabilidad emocional y castigamos a nuestras compañeras con silencios, evitando abordar lo temas molestos o depositando en ellas nuestro sostén emocional.

Igual no se trata sólo de hablar en masculino plural, sino en dejar de dar discursos y de pensar que (oh, vaya, qué casualidad) siempre tenemos razón. Igual no se trata de hablar tanto de cuidados, sino de estar pendiente de quién se ha ido revuelto a casa después de la reunión y preguntarle si necesita algo. Igual la clave no está en meter mujeres con calzador en los diferentes grupos de trabajo, sino en cuestionar las propias estructuras que hacen que ellas no quieran estar.

Llegar el día 8 como un paracaidista a hacer labores que no vas a asumir el resto del año recuerda más a un gobierno organizando un acto mundial por la paz mientras vende armamento

En fin, que genial si el 8 de marzo montas un punto de cuidados, pero que también puedes plantearte pasar la tarde con la tía Manoli, desgastando el estropajo en el baño o paseando al perro de tu amiga. Que el curro no es ahora que es visible, que llegar el día 8 como un paracaidista a hacer labores que no vas a asumir el resto del año, me recuerda más a un gobierno organizando un acto mundial por la paz mientras vende armamento que a un aliado de la lucha de las mujeres.

¿Hacerse cargo? ¿Perder poder? ¿Cuestionar privilegios? Qué grande y etéreo suena eso… Igual podemos empezar por cosas asumibles como buscar masculinidades en Google y dedicarle un ratete, o bajarte a pedir asesoría a la biblioteca, librería o recurso feminista de tu barrio. O, mejor, por qué no convocar a tus amigos o compas de asamblea para ver cómo empezar juntos a batallar contra esta pandemia que también llevamos dentro y que mata más que el Coronavirus. Fíjate, puedes empezar hoy mismo, mañana o, incluso, el 9 de marzo. Lo importante es dejar de poner excusas y espabilar.

Lo que sin duda parece claro es que ya no hay marcha atrás en esta incuestionable revuelta feminista, y si no que se lo pregunten a todas esas chavalas que se están politizando plagadas de referentes empoderadas y con la sororidad como bandera. Tenemos dos opciones: o seguir siendo paracaidistas en el 8 de marzo o entender que nos toca juntarnos con otros hombres a cuestionar nuestros privilegios para perder y poder equilibrar la balanza. ¿He dicho ya hacernos cargo?

Pablo Santos es sociólogo, activista y madrileño de adopción. Facilitador de procesos grupales y formador en género, diversidad y prevención de violencias. Forma parte del equipo de Otro Tiempo, donde coordina “Privilegiados", un laboratorio para hombres que quieren acercarse a prácticas más feministas.

 



Masculinidades
El moralismo y la inmovilización masculina en el 8M

Seguimos igual que el año pasado. Y todo ha cambiado. ¿Estamos siendo eficaces en los entornos masculinos a la hora pensar, actuar y organizarnos? Nos estamos moviendo, sí, pero ¿a qué ritmos? ¿Qué nos lastra?

Huelga feminista
¿Y yo qué tengo que hacer? El papel de los hombres en la huelga del 8M
¿Qué deberían hacer los hombres que apoyan la huelga feminista del 8M? ¿Deben hacer huelga en el trabajo? ¿Otra vez hablando de hombres?
Cargando valoraciones...
Ver comentarios 10
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...

CRTVG - Corporación Radio y Televisión de Galicia
A Xunta do PP remata o seu plan de control sobre a CRTVG tras escoller á súa nova directora en solitario
A xornalista Concepción Pombo substituirá, co único aval do Partido Popular, a Alfonso Sánchez Izquierdo. O Goberno de Alfonso Rueda modificou a lei de medios para que os votos do seu partido fosen suficientes para elixila.
Altri
A Plataforma Ulloa Viva cambia a súa directiva para os vindeiros anos de loita contra Altri
A veciñanza da comarca máis afectada escolleu entre dúas listas logo de non chegar a un consenso. A gañadora tratará de ampliar a súa base de socias e socios por toda Galiza e abrirá máis as portas ás grandes organizacións do país, como a CIG.
El Salto n.79
A celulosa ou a vida: xornalismo situado e loita social para frear un ecocidio
O xoves 17 de xullo esperámosvos no CS 'A Nubeira' de Vigo para presentar o último número da revista El Salto xunto a algunhas das súas principais protagonistas: as que loitan contra o macroproxecto de celulosa liderado por Altri e avalado pola Xunta.
AGANTRO
O desprazamento forzoso en Chiapas: metáfora da vida núa
Conversamos coa investigadora América Navarro sobre o desprazamento forzoso en Chiapas.
Altri
Galiza elixe o rumbo da loita contra Altri nas eleccións á directiva da plataforma Ulloa Viva
A veciñanza da comarca máis afectada presenta dúas listas separadas logo de non chegar a unha proposta de consenso. Por unha banda, concorre unha candidatura continuísta e, pola outra, unha alternativa que se achega máis o nacionalismo institucional.

Últimas

O Salto medra contigo
O Salto Galiza abre un crowdfunding para empapelar Altri
Queremos investigar os responsables políticos e empresarias do que podería ser o maior atentado ambiental da historia recente de Galiza.
Orgullo
O Orgullo Crítico enche de diversidade e de humanismo Galiza: “Transfeministas con Palestina”
Crónica visual de como unha enorme multitude encheu de diversidade o centro da cidade de Vigo.
O Teleclube
'O Teleclube' alucina no deserto con Óliver Laxe e 'Sirat'
Laxe leva o seu cuarto premio de Cannes, esta vez en competitición, polo seu novo filme que explosiona na gran pantalla.
A Catapulta
O tempo, o espazo e a poesía de Estíbaliz Espinosa
A poeta visita A Catapulta para conversar sobre o seu traballo e a súa traxectoria literaria
O Teleclube
'O Teleclube' pecha a temporada cos supervivintes de '28 anos despois'
Danny Boyle e Alex Garland volven ao mundo dos infectados que inspirou o renacemento dos 'zombis'.

Recomendadas

Medio rural
A esperanza da xestión colectiva fronte ao espolio: os comuneiros de Tameiga contra o Celta
Mentres varios proxectos industriais tentan privatizar e destruír os ecosistemas galegos, algúns grupos de veciños e veciñas organizadas fan oposición social construíndo alternativas comunitarias. Ás veces, tamén gañan ao xigante.
Feminismos
Dous anos sen reparación tras sufrir lesbofobia nun Rexistro Civil de Pontevedra cando ían inscribir a seu fillo
Un funcionario negouse a inscribir ao fillo de Antía e a súa parella. Un erro de redacción na lei trans está detrás dos argumentos que o funcionario esgrime para defender a súa actuación.
Migración
A veciñanza mobilízase para acoller migrantes tras o peche de centros de Rescate Internacional en Galiza
Tras o progresivo desmantelamento de varios dispositivos de acollida, moitos refuxiados foron trasladados a outros puntos do Estado sen aviso previo. Outros son simplemente desaloxados trala denegación da súa solicitude de asilo.
Ourense
Ourense organízase para loitar contra patrullas de extrema dereita nos barrios máis empobrecidos da cidade
A veciñanza e os movementos sociais responden ao discurso do medo promovido por Frente Obrero e sinalan a súa estratexia de criminalizar a pobreza e sementar odio en contextos de exclusión e abandono institucional.
Comentarios 10

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...