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Memoria histórica
Heridas comunes. El negacionismo en Argentina va a las urnas
La memoria, verdad y justicia de los 30.000 desaparecidos, con las heridas que esto supone, no merece ser reabierta por revisionismos y negacionismos históricos. Tampoco dudamos aquí que las Malvinas son argentinas, junto a su plataforma continental, el Atlántico sur y la porción de la Antártida expresada en nuestro mapa bicontinental. ¿Por qué tenemos que volver una vez más, sobre sentimientos nacionales o emociones argentinas, luego de escuchar los debates vicepresidencial y presidencial? La influencer Lilia Lemoine, diputada nacional electa por La Libertad Avanza de 43 años promete batallar por derogar la legalización del aborto en el país, una lucha histórica de los movimientos feministas. También es conocida por su intención de impulsar una ley para renunciar a la paternidad.
La Libertad Avanza protagonizó el 13 de noviembre, una nueva polémica al reivindicar como un “patriota” a Carlos Pampillón, quien lidera la agrupación ultranacionalista Foro Nacional Patriótico (Fonapa), un grupo neonazi en actividad. Pampillón, se encuentra procesado desde hace un año, en una causa que se tramita en la Justicia Federal, por ser considerado un “líder nazi” en Mar del Plata por parte de la DAIA. La futura legisladora, que pagaremos todos los argentinos por los próximos cuatro años, compartió un video del dirigente de ultraderecha, donde éste llama “a poner las pelotas” en favor del capitán Iván Volante, actualmente retirado de las Fuerzas Armadas y en proceso por sus dichos, quien expresó fuertes cuestionamientos hacia Agustín Rossi en el debate vicepresidencial. Lemoine planteó luego del debate presidencial, que en Papillón insiste el “Mensaje de un Patriota. Basta de mordaza ideológica”. ¿Qué pide el supuesto “patriota”? Accionar desde dentro y fuera del ejército para respaldar un activismo contra los actores políticos ladrones.
Negacionismo
Escribo este libro cuando se debate una ley para dar batalla contra el negacionismo. El nombre “Carnicero” se repite una y otra vez para los más crueles militares de aquel tiempo, aunque con variaciones en sus laboratorios técnicos. Con distante sarcasmo se llamó a los laboratorios de la muerte en serie: Centros, Chupaderos, Pozos, Infiernos, Escuelitas, Tubos, Casitas, La Huerta, La Quinta, Los Tordos, La perla, Leoneras, El Sótano, El Silencio, El Buen Pastor, La Ribera, La Casita de Mártires, La Universidad, Granjas, Mansiones, Empresas El Vesubio o La Ponderosa. Con extrema ironía, hasta llevaron el sobrenombre de hoteles como Sheraton, cuyo único objetivo fueron “vejaciones y severidades”, “torturas y asesinatos”, en un preciso “estado de excepción”. Como en Auschwitz, una bienvenida espera a las víctimas: ¡Bienvenido al Olimpo de los Dioses! ¡Los Centuriones! Son los lugares más precisos de la tortura —de la pesadilla azul y de los falcon verde— que asolaron nuestro país entre 1976 y 1983.
La candidata a vicepresidenta de Milei dice: “Durante 40 años, las víctimas del terrorismo fueron desaparecidas de la memoria, fueron barridas debajo de la alfombra de la historia”
Victoria Villaruel, candidata a vicepresidenta de nuestro país, una vez más, dice: “Durante 40 años, las víctimas del terrorismo fueron desaparecidas de la memoria, fueron barridas debajo de la alfombra de la historia, que se eliminó cualquier rastro de ellas, que se las negó. Que se le negaron sus derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. Ninguna de estas víctimas tiene justicia ni puede saber quiénes y por qué las agredieron”. Algo hierve en mi sangre ante la brutal asimetría de las fuerzas que vuelven a tratarse en el presente. Villaruel hace responsable al “Estado autoritario, comunista, basado en la tiranía y en el negar la esencia del ser humano. El Estado en democracia nos está violando los derechos humanos, porque, aunque el daño lo ocasionó un tercero, el Estado tiene el deber de protección”. Recordemos a Alfredo Bravo cuando dice: “Cuento esto para mostrarles a ustedes por qué estamos peleando. O bien, asesinos de Estado en nombre de una ‘guerra sucia’, o bien, ‘torturados-desaparecidos’ bajo la voluntad de transformación histórica, con todos sus errores”.
Huellas
Quedaron huellas infames de la estructura financiera, de los modos de tortura, del robo de bebes. La memoria, verdad y justicia de los 30.000 desaparecidos, con las heridas que esto supone, no merece ser reabierta por revisionismos y negacionismos históricos. Vale recordar, a pesar de un consenso argentino, latinoamericano y mundial, la total asimetría de las relaciones entre grupos de resistencia armada y las fuerzas armadas del Estado. Resulta necesario hacer presente que se torturó sin piedad ni juicio alguno, que se robaron vidas y asesinaron a sus madres y padres. Es necesario insistir que la ex jueza Emilia Marta García fue acusada y juzgada por certificar la información y transferencia de bienes de los prisioneros de la ex ESMA. ¿No resulta claro que Argentina vivió coaccionada y en estado de terror permanente, durante la doctrina del llamado Proceso de Reorganización Nacional cívico-militar entre entre 1976 y 1983?
En los últimos 40 años de democracia, intervinieron fiscales y jueces federales de la Nación, nacieron nuevas instituciones del común, se investigó hasta acordar por juicios justos bajo el “Nunca más”, que de hecho las víctimas no recibieron. ¿Quedan aún dudas, de la “estructura financiera” diseñada para apoderarse de los bienes de las víctimas, por Emilio Eduardo Massera? ¿Resta alguna ceguera sobre la empresa Will-Ri, conformada entre otros, por los represores Jorge Acosta, Jorge Radice y Francis William Wahmond? Fue impulsada a juicio oral como la “Megacausa de la ESMA”, por el fiscal Eduardo Taiano y el juez federal Sergio Torres, remitiendo las actuaciones al Tribunal Oral Federal Cinco. Los partícipes de la doctrina del Proceso de Reorganización Nacional han sido pagados, mientras violaron, torturaron y robaron, por salarios del pueblo argentino.
¿Guerra?
Según afirma la activista y jurista Sophie Thonon, una nota del general francés Jacques Massu fechada el 19 de marzo de 1957, argumenta sobre uno de los principios aplicados luego por las juntas militares argentinas. No se puede luchar contra la “guerra revolucionaria y subversiva”, protagonizada por el comunismo internacional y sus intermediarios, con los procedimientos clásicos de combate. Es preciso utilizar métodos y acciones clandestinos y contrarrevolucionarios. Es preciso que esos métodos sean admitidos con “alma” y “conciencia”, como necesarios y moralmente válidos. Esa es la parte filosófica del “combate contrarrevolucionario”. La definición de la acción práctica le corresponde al teniente coronel Roger Trinquier, redactor de numerosos manuales militares difundidos en Argentina, con especificaciones sobre tortura y “organizador del concepto de guerra moderna”.
¿Quedan aún dudas, de la “estructura financiera” diseñada para apoderarse de los bienes de las víctimas, por Emilio Eduardo Massera?
El general Martín Balza, héroe de Malvinas, sostiene con razón que entre 1976 y 1983, no hubo una guerra. La llamada con falsedad “guerra”, se articula en torno a tres ejes: la clandestinidad, la presión psicológica y la moralidad estrecha. Si se observan los dispositivos técnicos aplicados en Argelia, en seguida se puede leer su traducción en Argentina, Chile, Uruguay y Brasil. Trinquier inventó un sistema de búsqueda de la información, conocido en Francia como los Destacamentos Operacionales de Protección (DOP). Ese mismo sistema se plasmó en Argentina mediante los Grupos de Tareas. Los DOP en Argelia, como los Grupos de Tareas en el Cono Sur, interrogaban a los detenidos utilizando la tortura, recabando información sobre la organización político administrativa de los rebeldes, procediendo al arresto y a la eliminación de los sospechosos en lugares ocultos.
Colonialismo
La historia de los campos de concentración y de los laboratorios de tortura nos llevan hasta los bóers. Esta no fue la primera aparición de “campos de internado”, ya que los españoles habían utilizado la modalidad del “internamiento” durante la Guerra de Independencia cubana. El sistema de “campos de concentración” de la guerra bóer, constituye la primera vez en que una nación entera es atacada y tratada sistemáticamente en los campos. Gran Bretaña por razones geopolíticas, tenía un elevado interés en unir el continente africano de norte a sur bajo su “soberanía”. Los ingleses en Sudáfrica son los grandes experimentadores de “estados de excepción” y de “campos de concentración”, matriz replicada por alemanes, rusos y franceses, con distintos modos y funcionamientos.
El mismo día de los emocionantes festejos libertarios en París —el 8 de mayo de 1945— los franceses aniquilaban a 45.000 argelinos en Satif
De una historia a otra, una misma arqueología de los discursos actúa sobre la formación del Plan Cóndor. Así como la liberación de la Francia ocupada constituye un ícono de la recuperación de las libertades perdidas, durante el predominio del nazismo en plena guerra, se ha invisibilizado la circunstancia verificada que da cuenta de que el mismo día de los emocionantes festejos libertarios en París —el 8 de mayo de 1945— los franceses aniquilaban a 45.000 argelinos en Satif, por el solo hecho de luchar por la misma idea de independencia que se festejaba en la metrópoli. En 1945, los 45.000 muertos de Setif podían pasar inadvertidos; aunque en 1947, los 90.000 muertos de Madagascar podían ser objeto de una simple noticia en los periódicos; en 1952, las 200.000 víctimas de la represión en Kenya podían no suscitar más que una indiferencia relativa.
Plan Cóndor
El colonialismo es el gran laboratorio del exterminio. En Francia, la verdad sobre los crímenes cometidos por las fuerzas especiales en Argelia, durante la guerra de independencia de ese país en los años 50, fue disparada por las confesiones públicas de uno de los protagonistas, el general Paul Aussaresses, jefe de los servicios secretos franceses. El juez Roger Le Loire investigó la desaparición de ciudadanos franceses en Chile y Argentina, e interrogó a Aussaresses para saber en qué medida estaba al corriente del Plan Cóndor, cuando era Agregado Militar en la embajada de Francia en Brasil, en 1975, y qué informaciones disponía sobre los llamados “cursos dados por sus hombres, a los oficiales argentinos”. Aussaresses dijo no saber nada, pero los documentos prueban que quedan muchas cosas por saber. La práctica de la tortura generalizada y el concepto de “guerra moderna” implica la eliminación o desaparición de cualquier forma de oposición, y encontraron sus mejores teóricos en la figura de dos militares franceses que realizaron viajes a Buenos Aires de formación pedagógica, entre los anos 1957 y 1975.
Sophie Thonon, la abogada de los familiares de franceses desaparecidos en la Argentina, afirma con acierto, que numerosas misiones conjuntas de los ejércitos de aire y tierra franceses, fueron a las escuelas de guerra y a las academias militares argentinas. El 4 de enero de 1981, el general Ramón Camps recuerda en un artículo del diario argentino La Prensa, que esas “misiones y cursos” comenzaron bajo la dirección de los teniente coroneles Patrice de Naurois y François-Pierre Badieï. Ambos especialistas en torturas y desaparición, en las tácticas de guerra moderna desigual. Aquellas “sesiones” sirvieron para transmitir las experiencias de los oficiales franceses en las guerras de Indochina y Argelia. Las tácticas fueron inculcadas por el general Salan y, sobre todo, por el teniente coronel Roger Trinquier.
Financiamiento
El cronograma de las misiones francesas a la Argentina permite situar con exactitud que fue la dictadura de Onganía la que realmente comenzó a nutrirse de aquellas enseñanzas. En sus años en el poder, las estadías de los “expertos en terror”, pagados por el Gobierno de facto argentino, fueron las más numerosas concurrencias hasta la intervención directa de especialistas de la CIA. Luego, todo lo aprendido, pareció llegar a su punto culminante con el Proceso cívico-militar, sostenido en las tácticas del Plan Cóndor. Un testimonio directo de Camps termina por demostrar la “hermandad” técnica y moral que existía entre el cuerpo de “oficiales argentinos” y los “misioneros franceses” que venían de París con la valija llena de “métodos” para desaparecer, matar y borrar las huellas.
En el artículo de La Prensa, Camps declaró, como una forma de homenaje: “En la Argentina primero recibimos la influencia francesa, después la norteamericana. Las aplicamos respectivamente de manera separada y luego conjunta, tomando los conceptos de las dos hasta que la norteamericana predominó. Pero hay que decir que la concepción francesa era más exacta que la norteamericana. Esta última se limitaba casi exclusivamente al aspecto militar, mientras que la francesa consistía en una visión global”.
Sagradas
Solo hace falta recordar la historia documentada para responder a Milei, Villaruel, Mondino o Lemoine de La libertad Avanza. Las heridas comunes como las emociones nacionales, no se sacian con “maremotos ideológicos” de odio, contra el pensamiento de quienes atestiguan el recuerdo y la memoria, frente al negacionismo y revisionismo, ante aquello “ya” acontecido, declarado y juzgado, como ha sostenido Estela de Carlotto. “Aquí”, en la ex ESMA, sucedieron hechos, como una mano que toma una vida sin derecho y un cuerpo que es desgarrado bajo la ley marcial en “estado de excepción”, luego vinieron relatos de carniceros que sacrificaron cuerpos como necrófagos, donde la agresividad y la ferocidad se derramó como la lava de un volcán. Sagradas son las 30.000 vidas torturadas y desaparecidas en nuestro suelo. Sagradas son las víctimas de Calama bajo la dictadura de Pinochet. Sagrados son los cuerpos de los 43 estudiantes asesinados en Iguala. Sagrado es lo que se opone al desmembramiento de la “persona humana”. Nuestra memoria pide no borrar el “Nunca más” ante los sacrificios sangrientos y ante la vida que no nos pertenece, pide recordar que la crueldad fue sostenida en nombre de la “potencia violenta” o de la “inflamación del odio”. La filósofa y poeta Chantal Maillard me enseñó en Filosofía en los días críticos que “una herida es la guerra” y que “las heridas nunca acaban en sí mismas. Se llaman unas a otras”, sobre todo, en un tiempo que considera lastre a los cuerpos.
Sagrados son los cuerpos de los 43 estudiantes asesinados en Iguala. Sagrado es lo que se opone al desmembramiento de la “persona humana”. Nuestra memoria pide no borrar el “Nunca más”
La corpografía de las torturas quedó grabada a fuego en los testimonios del “Nunca más”. Sabemos lo que esto significa para la memoria del siglo del horror que nos antecedió, en el que la crucifixión formó parte de la tortura en las “parrillas” de nuestros centros clandestinos. El mordaz testimonio de Guillermo Marcelo Fernández, con el que cerró la presentación de pruebas sobre la Mansión Seré, da cuenta de estas prácticas: “¿Y el Tano?”. “Qué personaje grosero el Tano, ¿eh? Pegaba fuerte el Tano. Un día, al grito de ‘hijos del diablo, hijos del diablo’, agarró un látigo y empezó a pegarnos. ‘Son todos judíos’, decía, ‘hay que matarlos’. Nos obligó a rezar el Padrenuestro. A Claudio Tamburrini se le había hecho un blanco. Me lo dijo y se lo recité. Y así fue esa especie de orgía religiosa que había organizado el Tano”. En las prácticas de las “capuchas”, entre gritos y silencios, violaciones y picanas; en la tortura de la “pecera” de la ESMA, que se exhibe ante otros torturadores en proceso de aprendizaje, se siente la angustia y terror de los cuerpos de las víctimas. La tortura es el arte del desmembramiento. Nada pasa en otro lugar que en el cuerpo y por el grito.