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Homofobia
Eugeni Rodríguez: “Las libertades tanto de las mujeres como de las personas LGTBI están sujetas a una estructura patriarcal, que no ha cambiado"
Luchador incansable, el presidente del Observatorio Contra la Homofobia explica que se ha incrementado los ataques contra el colectivo, algo que atribuye al auge de la extrema derecha y por el estigma social hacia el colectivo que perdura en el tiempo
Retirar la ley que ilegalizaba la homosexualidad en el régimen franquista; la protección de los derechos del colectivo en la seguridad social; el matrimonio entre personas del mismo sexo; la tipificación como delito de odio los ataques contra personas LGTBI; o una ley de identidad de género son algunas de las principales victorias de esta comunidad en los últimos 40 en España. Todas ellas, Eugeni Rodríguez, presidente de l’Observatori Contra la Homofobia de Catalunya (OCH), las ha vivido muy de cerca.
Muchas de ellas, además, se recogen en un libro que acaba de publicar junto a Cristian Carrer, coordinador del OCH, LGTBI: Claus bàsiques (claves básicas en catalán) (Editorial Sembra Llibres, Barcelona, julio 2020). “Es una herramienta que debe ser una vacuna para los agresores, que vean que su conducta no es la correcta y para que el niño o niña LGTBI vea que son personas normales”, explica.
Precisamente, esta es la gran batalla del colectivo: acabar con el estigma social de la comunidad LGTBI para erradicar las agresiones de personas por su identidad de género. Una guerra que perdura en el tiempo como se puede ver en la primera parte del libro que es un recorrido histórico que empieza en la Inglaterra del siglo XIX y tiene como protagonista el gran escritor Oscar Wilde. Este novelista, poeta y dramaturgo irlandés despuntó en el Londres de finales de siglo, pero pese su fama fue encarcelado por ser homosexual y, por ello, murió como un mendigo en París.
“En este caso, vemos como trabaja el estigma para arruinar la vida a una persona de la sociedad alta inglesa”, especifica Eugeni. Este recorrido por el estigma también traslada al lector hacia los campos de exterminio de la Alemania nazi, la España franquista o las revueltas de Stonewall. Luego el viaje se centra en los episodios más destacados de Cataluña que, sin duda, Eugeni conoce de primera mano.
40 años defendiendo los derechos del colectivo LGTBI
La historia de este incansable activista podría ser el argumento de otro libro. Su inicio, lo tenemos que situar en 1965, cuando nació en Hospitalet del Llobregat en el seno de una familia obrera. Eran momentos duros, donde las libertades políticas, sociales o de identidad género estaban reprimidas por el régimen franquista. Por eso, desde bien pequeño, Eugeni sufrió bulliyng en la escuela donde le llamaban “maricón” y “jirafa”, por su estatura. “A mi madre le explicaba que lloraba porque me decían jirafa, no porque me llamaban maricón. ¡Es terrible! Estás sufriendo una discriminación, pero no le puedes decir a tu familia”, lamenta el activista.
Cosas del destino, pero la vida quiso que todo cambiara en la adolescencia. A los trece años, Eugeni cogió conciencia de su homosexualidad, pero a la misma vez creció hasta llegar al metro noventa. “Parece anecdótico o una tontería, pero no sabes lo que te empodera”, manifiesta con una tímida sonrisa.
La realidad, por eso, es que en la época post franquista ser LGTBI no era fácil y eso le costó mucho a Eugeni, que le expulsaron del instituto, por lo que todo lo que ha aprendido ha sido de manera autodidáctica.
Unas discriminaciones que más que frenarlo, le reafirmaron su condición: “Persona de clase obrera, de izquierdas y gay”. Con estas palabras se define así mismo, una filosofía que le llevó a unirse al movimiento antimilitarista y a diferentes movimientos comunistas. Siguió en el mismo camino, pero cambio de vagón.
“Nosotros, decíamos que no íbamos a la 'mili' no porque la homosexualidad fuera una enfermedad, sino porque éramos antimilitaristas”
En 1981, partió en un tren desde Barcelona hacia Madrid con colectivos, organizaciones, entidades de izquierdas y anti-belicistas para participar en una manifestación contraria que España entrara en la OTAN. Cada vagón era un colectivo diferente y decidió visitar el del Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC). Cuando llegó ahí fue amor a primera vista, pensó: “Esto es lo que yo quiero y aquí sigo”. Al cabo de cuatro años, Eugeni se convirtió en portavoz de este grupo, un cargo que sigue ocupando actualmente.
En contra de lo que piensan las personas, relata que no es sencillo ser la cara visible de la comunidad LGTBI. “En el movimiento LGTBI jamás ha habido peleas para salir en la tele ni para ser el portavoz. Es el único movimiento que el coste que la gente sepa cuál es tu orientación sexual es muy grande”, reflexiona. Pese que valora que ha podido asumir este cargo porque trabaja como funcionario en Correos, confiesa que también ha sido víctima de ataques homófobos por parte de sus superiores. Fue en 2001 cuando, además, era delegado sindical. “Me llegaron hasta llamar por teléfono y a decirme maricón de mierda, te vamos a matar”.
La batalla perpetua contra el estigma social
Tal como se aborda en el libro, Eugeni cuenta que la principal lucha del colectivo es combatir el estigma social para evitar ser víctimas de agresiones tanto físicas como verbales o ser discriminados en el ámbito social, laboral o político por su orientación sexual. En definitiva, tener los mismos derechos que cualquier otro ciudadano. Una pela que en los años ochenta tenía tres frentes abiertos: el antimilitarismo, el matrimonio de personas del mismo sexo y combatir las agresiones físicas.
Cabe destacar que hasta 1991, la Organización Mundial de la Salud consideraba la homosexualidad como una enfermedad. Por ello, en la nueva Constitución (aprobada en 1978) remarcaba que si un hombre padecía una enfermedad se libraba de cumplir el servicio militar obligatorio, una normativa a la que se acogían muchos gays. “Nosotros, decíamos que no íbamos a la 'mili' no porque la homosexualidad fuera una enfermedad, sino porque éramos antimilitaristas”.
En esta tesitura, aunque el abuelo y bisabuelo del Eugeni eran miembros de la Guardia Civil, tuvo claro que nunca cogería una arma. Se declaró insumiso junto otras 25.000 personas, que el presidente Felipe González acabó amnistiando, pero recuerda que no todo el mundo corrió la misma suerte y muchos otros hombres fueron encarcelados por no acudir al llamado del ejército. Años de lucha dieron sus frutos: “Estoy superorgulloso porque soy de una generación que ganó algo, que la 'mili' sea voluntaria. Somos de una generación que aportamos algo a la siguiente y es que la 'mili' fuera voluntaria hasta día de hoy”.
“No cambia la violencia contra el colectivo, sino las condiciones que hacen posibles denunciarla”
Esta no es la única gran victoria del colectivo. En 2005 se aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero la lucha venía de antes. En 1987 se dio el primer caso en España de dos hombres que querían casarse. “Eran de Taradell ( provincia de Barcelona), fueron al registro civil de Vic y les dijeron que no”, recuerda Eugeni.
Un suceso que creó un debate sin precedentes en el seno del FAGC, ya que muchos eran contrarios al régimen conyugal porque consideraban que era un estamento del sistema patriarcal. Ahora bien, argumenta Eugeni, al final optaron por apoyar el matrimonio LGTBI, puesto que todas las personas deben tener los mismos derechos. “Estábamos en contra del patriarcado, pero eso no sacaba que, dentro de la sociedad en la que estábamos, los derechos habían de ser iguales para todos”, enfatiza.
Uno de los episodios más tristes que recuerda Eugeni se dio en octubre del 1991. Un mañana, como tantas otras, abrió las páginas de La Vanguardia que informaba en primera plana del atroz asesinato de Sonia, una transexual. Dormía en la glorieta del parque de la Ciutadella de Barcelona junto a su compañera Dori, cuando un grupo de siete skinheads neonazis de los Boixos Nois, les propinaron una brutal paliza la madrugada del 6 de octubre. Una trágica noticia que terminó con una gran victoria: se organizó el primer juicio popular que sentenció a cárcel a todos los verdugos. Además, la glorieta donde fue asesinada Sonia, lleva su nombre.
Romper el estigma social y finiquitar la violencia contra el colectivo son el leitmotiv de las batallas de las personas LGTBI. Por eso, hace 20 años el FACG decidió crear el Observatori Contra l’Homofòbia de Catalunya (OCH) que, en un inicio, simplemente elaboraba informes con las denuncias que recibían por agresiones a personas de este grupo. Este organismo empezó a crecer y ahora es una entidad profesionalizada con abogados, psicólogos, periodistas que, entre otras funciones, que velan por acompañar a las víctimas en el proceso de denuncia y atenderlas emocionalmente.
Una muestra más de que la lacra del estigma perdura en el tiempo es que, recientemente, el OCH presentó el informe anual del Estado de la LGTBIfobia, donde se resaltaba que en 2019 se incrementaron un 41,6% las agresiones contra personas del colectivo respecto el año anterior. De hecho, es una tendencia que viene al alza desde el 2017, como se puede contrastar en los datos presentados en el estudio. Algo que tampoco ha cambiado con el confinamiento, comenta el activista. “Desde que una persona LGTBI sale de su casa sufre agresiones, sea en el balcón, en el ascensor. En el confinamiento la discriminación ha venido de ámbitos más cercanos, del barrio o el vecindario”, precisa.
Este aumento de la violencia contra personas LGTBI, Eugeni lo atribuye al hecho de que la extrema derecha haya llegado a las instituciones y a las redes sociales desde donde hacen llegar su discurso tóxico a la sociedad. Por otro lado, añade, hoy en día, los jóvenes, gracias a Internet, se atreven a denunciar más cuando son víctimas de un ataque homófobo. Así pues, matiza: “No cambia la violencia contra el colectivo, sino las condiciones que hacen posible denunciarla”.
Por eso, considera, que el libro que acaba de publicar junto a Cristian Carrer es una una herramienta esencial para combatir este estigma. Si bien la primera parte es un recorrido histórico; en la segunda, Carrer, que es psicólogo, ofrece herramientas, protocolos y un manual de buenas prácticas para detectar, combatir y erradicar la LGTBfobia. Este libro, para todos los públicos, también está enfocado a que se distribuya en centros de educación primaria, secundaria y de pedagogía para formar tanto a profesores como alumnos para que puedan detectar, denunciar y combatir casos de homofobia en escuelas o institutos.
Pero más allá de la educación, Eugeni cree que se debe poner punto final al sistema patriarcal. Expone que la violencia contra la mujer o el colectivo LGTBI es un mal endémico de la sociedad española, algo que “no ha cambiado tanto" desde la muerte de Francisco Franco (20 de noviembre de 1975). “Los derechos son importantes, pero los derechos te los da un régimen político, lo que hemos de construir son las libertades y las libertades tanto de las mujeres como de las personas LGTBI están sujetas a una estructura patriarcal, que no ha cambiado”, sentencia.