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Movimiento estudiantil
La experiencia del movimiento estudiantil de Cáceres desde el 15M a los últimos años
La lucha estudiantil vivida en Cáceres en los últimos años fue potente y rica en aprendizaje. Su origen tuvo lugar en el 15-M y quizás de ahí su carácter horizontal y su descreimiento de los partidos, sindicatos verticales o de ciertas asociaciones o Consejos estudiantiles. El movimiento supo atender a los problemas de los estudiantes a la vez que planteaba horizontes más radicales y se unía a otras luchas sociales. Lo cuenta para El Salto uno de los estudiantes que lo vivió.
El recuerdo de muchas luchas sociales pende de un hilo. Obviadas desde los poderes mediáticos y las fuentes institucionales y sin ningún registro y acopio formal de su actividad, existe el riesgo cierto de que mucha de la conflictividad que nos precede borre su rastro con la disolución de la memoria de sus partícipes ¿A dónde irán todas aquellas octavillas, acciones o actas? ¿Alguien podrá acercarse a ellas para conocer el contenido que presentó este o aquel movimiento social?
Como participante que he sido del movimiento estudiantil cacereño (principalmente en el período 2011-2015) tengo la sensación de que existe la posibilidad de que se produzca un olvido sobre el mismo y parezca que nada ocurrió. Con algunas excepciones1, apenas se han generado análisis sobre su trayectoria y por causa de algunas de las características que tuvo este movimiento, resulta difícil acceder a los vestigios de gran parte de la actividad que se desarrolló.
Sin embargo, creo que esta resultó relevante, que determinó buena parte de la vida universitaria de la ciudad y que presentó algunos rasgos muy originales sobre los que merece la pena reflexionar para seguir en la batalla transformadora.
Este artículo constituye un acercamiento subjetivo y parcial a este movimiento estudiantil, articulado principalmente desde mi propia experiencia personal. Pese a las limitaciones que entrañan este tipo de aproximaciones, creo que puedo reportar algunos elementos para el conocimiento y análisis, que pueden ser de interés para el futuro.
Los orígenes en el movimiento 15-M
En las raíces de lo que podría definirse como una nueva ola del movimiento estudiantil en Cáceres confluye una tradición previa de luchas estudiantiles situada en horas muy bajas, con la influencia mucho más determinante de la irrupción a nivel estatal del movimiento 15-M, que constituye el elemento explicativo principal de la resurrección del movimiento estudiantil local e influye en una parte importante de su orientación.Lo que sucedió en las calles de nuestro país a partir del 15 de mayo de 2011 puede leerse, en buena medida, como una gran reacción popular a una situación de crisis económica capitalista con graves repercusiones sociales que es respondida por parte del gobierno PSOE con una agenda de recortes concertada con la UE y los grandes poderes económicos. Al mismo tiempo, el 15-M presenta una dimensión específicamente política y ligada a la historia más reciente de España que implica una impugnación –más rupturista o más moderada según el caso- al régimen político, construido desde la transición, del que se cuestiona su legitimidad democrática (por causa del peso de los poderes económicos, la corrupción, la situación de las libertades…) y en el que se rechaza a todos sus gestores políticos.
En las raíces de la nueva ola del movimiento estudiantil en Cáceres confluyó una tradición previa de luchas estudiantiles situada en horas muy bajas, con la influencia mucho más determinante de la irrupción a nivel estatal del movimiento 15-MAsí mismo, el 15-M entronca con un fenómeno más amplio y extensible, cuanto menos, a diversos países del mundo desarrollado, que critica en diversos grados los mecanismos políticos de la “democracia representativa” y exige un mayor nivel de participación popular sobre el desarrollo de una vida política de la que se han apropiado unos representantes distanciados del común y el gran capital financiero, que es el que ejerce en última instancia el poder. Algo que se dejara sentir en la recuperación de unas formas de organización fundamentalmente asamblearias que se erigen en alternativa a los sistemas políticos dominantes.
El 15-M fue también un movimiento masivo y relativamente espontáneo, con grandes dosis de interclasismo que implicaban también la participación –hegemónica en parte- de sectores sociales de jóvenes de clase media sensibles a un arreglo posibilista del “problema democrático” y frustrados por un cierre de expectativas causado por la detención y regresión del ascensor social.
Esta serie de rasgos que atañen tanto a un contexto general socioeconómico, político e ideológico como a la propia composición de clase del movimiento, determinarán parte de las características del nuevo movimiento estudiantil de Cáceres, que incluso llega a identificarse durante unos primeros momentos como una expresión del movimiento 15-M en la universidad.
Así, a los contenidos específicamente estudiantiles se agregaba la voluntad –aun vagamente concretada- de participar y luchar por un proyecto de cambio más global. La notoria presencia de jóvenes de capas medias, posiblemente más alta en una ciudad con las características sociológicas de Cáceres, explica en parte que el movimiento cale y tenga continuidad en un espacio que les es tan propio como el universitario. Finalmente, diría que dentro del 15-M cacereño, fue precisamente en el espacio de trabajo que se nuclea en la universidad, donde prenden con más fuerza los planteamientos asamblearios novedosos propios a este movimiento.
A los contenidos específicamente estudiantiles se agregaba la voluntad –aun vagamente concretada- de participar y luchar por un proyecto de cambio más global
Entre una actividad “sindical” y radical
Escribía un fiscal de Estrasburgo en relación a la revuelta universitaria de esa ciudad en 1966 que los estudiantes “rechazan toda moral y todo límite legal y hasta llegan a propugnar cínicamente el robo, la destrucción de las estudios universitarios, la supresión del trabajo, la subversión total y la revolución mundial proletaria sin retorno posible, «para gozar sin trabas».2Hemos de admitir que el movimiento estudiantil que se desarrolló en Cáceres no se planteó en ningún momento los objetivos tan maximalistas como los que este fiscal atribuía a los estudiantes estrasburgueses. Nuestra experiencia guarda grandes distancias con aquel sector del movimiento estudiantil más fuerte en los 60 y los 70 que se definió por presentar rasgos directamente políticos y anticapitalistas por encima de su dimensión sindical o reivindicativa.
En líneas generales, el grado de ideologización no fue particularmente alto, los niveles de rechazo a lo establecido eran heterogéneos y no se participó de una estrategia de carácter rupturista. Ni siquiera puede afirmarse, a mi juicio, que se desarrollara un planteamiento de carácter radical sobre la función de la universidad en el engranaje capitalista o la condición funcional al sistema de los métodos y contenidos de enseñanza.
Por el contrario, en nuestras reuniones, acciones y octavillas se planteaban de una manera prioritaria la atención a los problemas más concretos de los estudiantes (becas, transporte, subidas de tasas de matrículas…) sobre los que podría producirse un amplio consenso y a los que se respondía en buena medida a través de reivindicaciones parciales, de la demanda de reformas o del mero sostenimiento de una contestación defensiva a los recortes sobre conquistas ya alcanzadas. Todo ello incidía positivamente en la capacidad de acumulación de fuerzas aun a costa de sostener posiciones que pudieran ser consideradas como “limitadas” para los sectores más rupturistas.
Sin embargo, en líneas generales, el grado de ideologización no fue particularmente alto,los niveles de rechazo a lo establecido eran heterogéneos y no se participó de una estrategia de carácter rupturistaEn buena medida creo que este componente “sindical” del movimiento estudiantil, responde en parte a dinámicas en la naturaleza del estudiantado que han influido sobre sus formas de organización y lucha. Si nos remitimos a los movimientos estudiantiles más radicales de los años 60-70, vemos cómo estos están relacionados con la mayor fuerza de determinadas “vanguardias” revolucionarias que con problemas inmediatos del medio estudiantil que apenas hacen aparición en su accionar. Por el contrario, la ampliación sustancial del acceso a una universidad que deja de ser élite y las tendencias uniformizadoras y mercantilizadoras que están presentes en este fenómeno, contribuyen a fomentar la aparición de un estudiante-masa que, pese a la provisionalidad de su condición y la mezcolanza de orígenes sociales, tiende a verse afectado por una serie de problemáticas comunes sobre las que ejercer una acción reivindicativa.
Sin embargo, en el caso del movimiento estudiantil de Cáceres, la capacidad de atender a una serie de demandas concretas y específicas del estudiantado no conllevó el caer en un estrecho corporativismo en el que todo quedaba encerrado en las cuatro paredes del aula. Por el contrario, el movimiento estudiantil de Cáceres mantuvo una orientación sociopolítica (plural, no sectaria) capaz de tener unos horizontes algo más amplios que tumbar la ley de turno.
El movimiento estudiantil de Cáceres mantuvo una orientación sociopolítica (plural, no sectaria) capaz de tener unos horizontes algo más amplios que tumbar la ley de turnoEsto se traducía en un instinto que bullía constantemente en el movimiento, un instinto de que los “problemas del estudiantado” no podían separarse del resto de luchas sociales, llegando a otorgarse, quizás por influencia de algunos miembros, un carácter protagónico a la lucha general de la clase trabajadora. De otra parte, aparecía también la intuición de que la ofensiva de recortes en la educación pública no respondía en exclusiva a la orientación reaccionaria del gobierno del PP, sino que estaba relacionado con un “sistema” que hacía aguas.
Tales posiciones estaban presentes en la agitación que lanzaba la asamblea y también se dejaron sentir en algunas de sus acciones como el apoyo solidario que se confirió a otras luchas (conflictos laborales locales, antirrepresivos, apoyo a los mineros…), el intento constante de ligarnos a otros sectores de la comunidad universitaria (desde limpiadores a profesores) o la participación en las huelgas generales centrada en la denuncia de la precariedad.
Existía un instinto de que los “problemas del estudiantado” no podían separarse del resto de luchas sociales. Esto se dejo sentir en algunas de sus acciones, como el apoyo solidario que se confirió a conflictos laborales locales, antirrepresivos, a los mineros…Con todo, existía una cierta tensión dentro de los partícipes en la asamblea, entre concepciones del movimiento estudiantil que primaban más su condición de espacio unitario pero político y rupturista en la universidad (como pudiera haber sido en otro ámbito), con otras que enfatizaban la necesidad de ser un movimiento que dedicara una parte importante de su actividad a cuestiones específicamente estudiantiles. Una tensión esta que, en general, se resolvió con ejercicios de síntesis que a la vista del tiempo, pudieron conjugar el tener un carácter de masas con ciertas perspectivas avanzadas vistas, con ilusión por aquellos que participábamos de ideas anticapitalistas más arraigadas.
Cabe decir, que la presencia de esos horizontes radicales no se entiende solo como consecuencia de aquel contexto general de crisis de régimen en el que se desenvolvía este movimiento o de elementos propios de la tradición del movimiento estudiantil. En él también jugaba su papel, la existencia de un activismo político –de distinto signo pero anticapitalista- que tanto dentro como fuera de la asamblea llevaba a cabo cierta actividad en la universidad, particularmente en Filosofía y Letras. Esto se dejaba notar en la proliferación de numerosos panfletos, pintadas y pancartas que se reapropiaron del espacio público denunciando las más diversas cuestiones.
Aunque con pocos adeptos entusiastas, importantes dosis de voluntarismo y un verbalismo que a veces no se comprendiera, creo que este tipo de agitación “revolucionaria” tenía un cierto eco que le permitía mantener una cuota de representación en el movimiento. Habría que sumar además, su posible papel a la hora de ser agentes activos en los episodios de conflicto, influyendo sobre una línea de sabotajes y acciones directas bastante constante, siempre organizada al margen de las asambleas pero jamás condenada o rechazada por estas.
Asamblearismo y no delegación
Uno de los aspectos más definidos en los primeros años del nuevo movimiento estudiantil fue, sin duda, el énfasis en su carácter asambleario que iba más allá de una orientación organizativa, adquiriendo una fundamentación ideológica.El funcionamiento de la Asamblea era ejercido por gentes con una escasa experiencia política previa, por lo que fuimos aprendiendo con el tiempo, acumulando con ello algunos fallos, pero aportando también la frescura de quien no está sumergido en inercias acomodaticias. Que nadie estuviera especialmente resabiado posiblemente daba pie a algún debate farragoso y a cierta pérdida de efectividad, pero impidió que se formasen hiper-liderazgos facilitando, en momentos de entusiasmo, una participación bastante ampliaen las asambleas y en las acciones que se acordaban.
Llama la atención que, pese a que en algunos momentos las asambleas fueron bastante amplias, se practicara una suerte de asamblearismo total, funcionando durante años sin que llegasen a aparecer comisiones o grupos de trabajo permanentes, estatutos o una dirección formal. La asamblea contaba así con la última palabra sobre las grandes cuestiones como la adherencia a una huelga, pero también planificaba in situ el desarrollo del trabajo, de tal forma que quedara medianamente claro cómo se iban a conjugar los acuerdos a partir de una rotación constante de unas tareas que resultaban bastante cambiantes.
El funcionamiento de la Asamblea era ejercido por gentes con una escasa experiencia política previa, por lo que fuimos aprendiendo con el tiempo, aportando también la frescura de quien no está sumergido en inercias acomodaticiasSe evitó a su vez caer en el “asamblearismo burocrático” en el que cualquier iniciativa de un integrante del movimiento estudiantil tuviera que fichar en asamblea. Al no existir graves tensiones internas, se dejaba un amplio margen a la labor más espontánea de grupos informales o individuos que muchas veces alcanzaban a cubrir aquellas tareas necesarias pero que no se habían planificado, como la colocación de carteles en determinada facultad
Creo que el hecho de que las asambleas se organizaran mayoritariamente en los campus - un ámbito cercano que propiciaba un continuo contacto- facilitaba que este modelo de funcionamiento pudiera marchar relativamente bien en relación al tipo de actividad que desplegábamos, aunque es posible que si nos hubiéramos propuesto otras tareas más “complejas” hubiese sido necesaria cierta delegación y especialización.
Como apuntábamos con anterioridad, esta apuesta por el asamblearismo no era casual y se extendía a otros elementos de identidad del movimiento.
Así, podemos afirmar que guardaba cierta relación con la crítica a ciertas estructuras organizativas que se consideraban absorbidas por lo institucional, lo legal y su burocracia, de tal forma que en las convocatorias de los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) formábamos bloques críticos, nos considerábamos autónomos respecto a partidos políticos y denunciábamos con frecuencia, sin mantener apenas contacto, a las asociaciones estudiantiles como AlCampus.
De otra parte, considerábamos ineficaces y con nula representatividad a los consejos de estudiantes y otros espacios de representación estudiantil, desarrollando una crítica a su naturaleza carente de cualquier clase de decisión, contraponiéndoles la legitimidad de las asambleas a todos los niveles y rechazando presentar candidatos en las elecciones por las que se constituían.
La apuesta por el asamblearismo guardaba relación con la crítica a ciertas estructuras organizativas, de tal forma que en las convocatorias de los sindicatos mayoritarios (CCOO y UGT) formábamos bloques críticos, nos considerábamos autónomos respecto a partidos políticos y denunciábamos a asociaciones como AlCampus
Una actividad práctica intensa
Aunque con sus flujos y reflujos, la actividad práctica que desplegó el movimiento estudiantil en Cáceres presentó un carácter bastante intenso. Un aspecto singular de esta, es la importancia que se le daba a la agitación realizada fundamentalmente desde la calle y en las propias facultades.Prácticamente todas las actividades –incluyendo las propias asambleas- se anunciaban con carteles y muchas veces con octavillas, siendo también bastante frecuente que se hicieran rutas por las facultades interrumpiendo las clases para anunciar los actos más importantes como huelgas, concentraciones….
Llama la atención cómo, pese a la extensión que alcanzaba ya el uso de internet y las rrss en los movimientos sociales, a esta vía de comunicación se le dedicaba una atención bastante escasa e irregular. Y creo que, aunque un buen uso de estos medios puede ser eficaz, impidió al menos que no se diera ese fenómeno tan frecuente de aparentar por internet una actividad que no se es capaz de sostener en la calle.
Aunque existieron algunos proyectos de publicaciones y se organizaron un par de jornadas con charlas y proyecciones, la mayor parte de la actividad de la asamblea tenía un carácter más ligado a la conflictividad y la reivindicación, organizando piquetes en huelgas, manifestaciones, bloques críticos o encierros. Si bien nunca se superaron ciertos límites en cuanto a la “dureza” de nuestra actividad, en estas acciones nos situábamos muchas veces en el terreno de la desobediencia civil, comenzando por la práctica sistemática de no comunicarlas a las autoridades. Frente a una legalidad cada vez más restrictiva en libertades, contraponíamos lo que entendíamos como legítimo, hasta lograr imponernos a veces con respecto al estrecho margen para la protesta que dejaba el sistema.
En estas acciones nos situábamos muchas veces en el terreno de la desobediencia civil, comenzando por la práctica sistemática de no comunicarlas a las autoridades. Frente a una legalidad cada vez más restrictiva en libertades, contraponíamos lo que entendíamos como legítimo
Algunas acciones a resaltar
Dentro de ese activismo bastante intenso podemos destacar algunos hechos especialmente significativos.Uno de ellos fue la ocupación durante tres semanas de la biblioteca de la universidad de Extremadura en pleno período de los exámenes de junio en 2012, reivindicando, tanto la ampliación del horario durante esas fechas, como otras demandas más generales. Fue posiblemente una de las ocupaciones más prolongadas en el tiempo del movimiento estudiantil en España y, aunque no faltaba una debilidad en el compromiso de algunos de los que acudían al encierro, se lograron organizar numerosas actividades durante este como la visualización del documental Las maestras de la República, debates sobre la representatividad estudiantil, sobre la renta básica… poniendo en contacto a muchos estudiantes con planteamientos alternativos.
También debe destacarse, el sonado boicot a la visita de Monago a la Facultad de Derecho, organizado con tanta rapidez que hubo de pillar de improvisto hasta a los pasmas y que, aun así, logró juntar a más de 200 estudiantes que abrieron las tertulias escandalizadas de Intereconomía y los telediarios de Antena 3. En cierto modo este escrache fue pionero de otros tantos que tendrán lugar en Cáceres en los meses y años siguientes: a políticos del PP y el PSOE, al rey Felipe, al ayuntamiento…
También debe destacarse el sonado boicot a la visita de Monago a la Facultad de Derecho, que abrió las tertulias escandalizadas de Intereconomía y los telediarios de Antena 3
La transformación del movimiento
Muy posiblemente, la intensidad que alcanzó el movimiento estudiantil entre 2011 y principios de 2013 se iría mitigando y adoptando un carácter más inestable. Aparecerían ahora algunos momentos de “bajón” en una actividad antes más fulgurante, se producirían mayores niveles de tensión entre algunos miembros por discrepancias políticas y se intentarían algunos experimentos – de intenciones en principios loables- por dotarnos de una forma organizativa más estable como el fugaz “Estudiantes Cacereños”.No obstante, los rasgos fundamentales descritos sobre el movimiento estudiantil se mantendrían: las asambleas como formas de decisión, la abundante agitación, lo intenso de la actividad práctica…En 2014, por ejemplo, un acto de inicio de campaña de las elecciones europeas era boicoteado con rotundo éxito por unos 200 estudiantes.
La verdadera caída en el ritmo de nuestra actividad no se produjo hasta el curso 2014-2015, en el que todo parecía estar en estado latente hasta que a finales de febrero se procede a ocupar el rectorado de la universidad, el cual se transformará durante esa semana en un intenso centro de actividad y reflexión política con una orientación anticapitalista bastante definida.
Esta resurrección del movimiento duró hasta que finalizó el curso. Muchos de los que habían animado en esos años el movimiento estudiantil finalizaron entonces sus estudios y/o marchaban de Cáceres. Y en España comenzaba a producirse el claro receso de la conflictividad social en el que todavía nos hallamos inmersos.
A partir de aquí poco puedo decir de la evolución del movimiento estudiantil en Cáceres, con el que tan solo he colaborado de forma puntual.
La verdadera caída en el ritmo de nuestra actividad no se produjo hasta el curso 2014-2015Con todo, parece evidente que la continuidad con respecto al movimiento anterior se rompe, siguiéndose caminos nuevos. La Asamblea adoptará así una entidad orgánica más formal –hasta integrarse en “Estudiantes en Movimiento”- y unos principios “ideológicos” más concretos, comenzará a participar en las elecciones estudiantiles, adoptará una imagen corporativa más “cuidada”, diseñará un organigrama mucho más complejo, multiplicara su presencia en internet… Y la intensidad de la movilización decaerá bastante, aunque aquí posiblemente el culpable principal no sea otro que el contexto general de receso por el que atraviesan los movimientos sociales. Quizás esta última etapa del movimiento estudiantil responda, en parte, a las características propias de la coyuntura en la que se desenvolvió, como sucediera también en nuestro caso.
Algunas limitaciones
Esta reflexión sobre el movimiento estudiantil de Cáceres no sería honesta sino reconociera algunas limitaciones y crítica en su actividad.Según mi particular punto de vista, un aspecto en el cual se flojeó fue el débil desarrollo de una actividad teórica, cultural y formativa que hubiera dotado de mayor sustancia al movimiento y enriquecido las enseñanzas de esta experiencia de lucha para aquellos que participábamos en ella. Pese a situarnos en un medio en principio proclive para ello, el movimiento estudiantil no terminó constituyendo un foco de difusión y creación de pensamiento crítico, eludiendo caer en la “abstracción” por falta de tiempo o para evitar las contradicciones internas. Incluso se aprecia como, en los momentos en que se organizaron actividades de corte cultural se acudió, en parte, al profesorado de la UEX, en el que predomina una línea bastante subordinada al poder.
Un aspecto en el cual se flojeó fue el débil desarrollo de una actividad teórica, cultural y formativa que hubiera dotado de mayor sustancia al movimientoSubrayaría también la ausencia de ligazón con Campamentos Dignidad, el principal movimiento social de Extremadura durante estos años, de cuya lucha con un marcado carácter de clase hubiéramos aprendido mucho, y en el que las dinámicas de unidad hubieran permitido incrementar nuestra fuerza frente al poder
Posiblemente, esta ausencia de contacto con Campamentos respondía a que el epicentro de este movimiento se encontraba en Mérida, lo que nos habla también del marcado “localismo” con el que actuábamos, en el que apenas existía coordinación fuera de la propia ciudad
En cualquier caso, que las cosas pudieran hacerse mejor no invalida que un balance de la trayectoria del movimiento estudiantil de Cáceres resulta bastante positivo, siendo una experiencia reciente que puede servirnos para encarar las luchas de hoy.
1 Allens Perkins, D., Frías Campomanes, I. Del “Toma la plaza” a la “okupación” en Extremadura: la politización del espacio en los movimientos “indignados”. Política y Sociedad, Vol. 55, nº2, 2018.
2 Citado en Sección Inglesa de la Internacional Situacionista. Diez días que estremecieron a la Universidad en Sobre la miseria en el medio estudiantil y otros documentos. Pepitas de Calabaza, 2018, p. 34.
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Está bien la crónica. El problema que veo? que se remite al mismo procedimiento leninista de siempre. Ganar experiencia, organizar, dotar de consciencia, etc. Además replicando posturas que no son aplicables a las condiciones materiales de nuestro tiempo, una reflexión agotada y muy folclórica y finalismo con respecto al movimiento en sí mismo (todo muy anti-leninista por cierto). La consecuencia en sí: un fracaso. ¿Por qué? Porque lo que se considera como éxito es la protesta en sí: pero por muchas declaraciones críticas, reclamaciones tangibles y base teórica que tuviera: no consiguió apenas nada. Extreamadura sigue en su deriva reaccionara. Los jóvenes seguimos frustrados -conscientes de la miseria- pero sin objetivos claros en pos de responder a ello. Un lástima. El fetiche a la protesta en sí no consigue nada
Ganar experiencia, organizar, dotar de consciencia no me parece leninista, me parece de pura lógica.