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Municipalismo
Política y consenso: el ejemplo de Málaga Ahora
La confluencia ciudadana acaba de convocar, tras un proceso de varios meses abierto, participativo y con el consenso como característica principal, un diálogo público para el próximo día 13 de diciembre, de cara a una posible confluencia con la que desbancar al PP tras dos décadas de gobierno.
Este fin de semana la candidatura municipalista Málaga Ahora ha anunciado las resoluciones que alcanzadas en un encuentro celebrado de cara a las próximas elecciones municipales, previstas para mayo de 2019. El encuentro, que tuvo lugar en La Colmena, un centro vecinal del populoso distrito Carretera de Cádiz, reunió a un centenar aproximado de personas que durante cuatro horas debatieron en grupos con un único fin: llegar a acuerdos consensuados.
La puesta en común de esos acuerdos fue retransmitida por streaming y deja un imagen simbólica: las participantes celebraron las propuestas agitando las palmas de la mano, rememorando las plazas del 15M. Se ponía fin de esta forma a un proceso abierto y participativo, que Málaga Ahora arrancó en primavera con la intención de que cualquier decisión trascendental para su posible futuro electoral se alejara de pactos en despachos, listas negociadas, repartos entre organizaciones o modos alejados de su "código fuente», como la candidatura ciudadana (tercera fuerza en el Ayuntamiento) llama a sus líneas vertebradoras, recogidas en varios principios éticos y metodológicos, según han explicado sus portavoces en rueda de prensa.
«Málaga Ahora acuerda presentarse a las próximas elecciones municipales dándole continuidad a la confluencia municipalista. Con este fin convocará a un diálogo público y abierto con la ciudadanía a organizaciones políticas y sociales antes de finales de año para definir las características de la confluencia». Lo importante del acuerdo consensuado no es solo su contenido y detalles, ni siquiera la manera en que pueda traducirse, sino el proceso en sí que ha permitido definir este compromiso.
El célebre lema «No nos representan», que llenó las plazas de todo el país en mayo de 2011, suponía a una impugnación a la totalidad del Régimen del 78. No solo señalaba sus fallas democráticas, las desigualdades sociales, las injusticias intrínsecas, la falta de oportunidades y las sombras del futuro, sino que a su vez ponía el dedo en las llagas de las instituciones que lo sustentan, entre ellas las organizaciones de carácter electoral, es decir, partidos políticos principalmente, a los que achacaba poca transparencia, dependencia de la banca o déficit de democracia interna, entre otras cuestiones.
Eran críticas que de algún modo emparentaban el 15M con el Mayo del 68, un terremoto cuya onda expansiva provocó que posteriores movimientos sociales, con especial mención a los feminismos, pero también el ecologismo o el anticolonialismo, cuestionaran ya entonces, muy a fondo, las formas y prácticas de los viejos partidos y sindicatos de la izquierda clásica. Garantizar una mayor horizontalidad, participación, transparencia o cuidados del clima grupal se convirtió en prioridad, al tiempo que se señalaba el dilema de considerar todo ello en un nivel semejante a las actividades y objetivos propios del grupo. El desafío era evidente: combinar la democracia interna con la eficacia, que la horizontalidad no obstaculizara la acción. Se produjo así un basto bagaje de teoría y prácticas en torno a metodologías participativas, con los movimientos sociales como terreno propicio para la experimentación y desarrollo.
El suelo se movía, por tanto, pese a lo que los partidos políticos, incluso los de izquierda, se afanaron en mantener sus estructuras verticales, centralizadas, burocratizadas, envejecidas y masculinizadas. El «No nos representan» del 15M se lo volvió a recordar.
De aquellas plazas surgió una constelación de nuevas organizaciones que pretendían aplicar las premisas y formas del 15M en el ámbito institucional: partidos como Podemos, el más relevante, y otros como el Partido X, además de aquellos que intentaron adaptarse al nuevo escenario (Equo, Compromís, Izquierda Unida), así como multitud de candidaturas de municipalismo democrático, con algunas que más tarde han superado el margen de sus municipios (En Común, En Marea, etc.). De todo ello resultaron nuevos conceptos y prácticas que atestaron la actualidad política del país: confluencias, primarias, crowdfunding.
De aquellas plazas surgió una constelación de nuevas organizaciones que pretendían aplicar las premisas y formas del 15M en el ámbito institucional
Pese a la dificultad de valorar de forma cabal ese magma, cabe afirmar que la gran asignatura pendiente de la llamada «nueva política» es el consenso. Quienes defienden el consenso como método clave abundan en que evita que las mayorías aplasten a las minorías y diversidades y, por tanto, perpetúen anquilosados poderes internos. Al tiempo, sirve de vacuna contra posibles injerencias de grupos estructurados con intención de copar y desvirtuar la organización. Obliga, por el contrario, a actitudes como la escucha activa, reflexión, flexibilidad, cooperación o empatía. Justo es señalar que cuando se abordan decisiones trascendentales la complejidad resulta evidente. Con todo, la explicitación previa de principios y objetivos comunes, la planificación metodológica y las figuras facilitadoras allanan notablemente el camino del consenso.
El método Málaga Ahora
Málaga Ahora nunca ha renunciado al consenso como método para abordar sus decisiones estratégicas, como la candidatura ha vuelto a repetir en su anuncio de este fin de semana. De ese modo, tras un trabajo previo de balance e identificación de sus principios y prácticas fundamentales, su "código fuente", el 17 de noviembre culminaba tras varios meses el proceso Juntas hacia 2019, algo que a nuestro juicio merece analizarse por lo que tiene de paradigmático.
Se debatía entonces, ni más ni menos, y a través de un debate público y ciudadano, su propia continuidad. Las opciones iniciales eran tres: no presentarse a las próximas elecciones, hacerlo y de nuevo como confluencia de personas o, por último, explorar posibles coaliciones con otras organizaciones políticas.
Para ello se preparó un equipo de facilitación compuesto por doce personas que dividió al aproximadamente centenar de asistentes en cinco grupos de trabajo. Cada grupo realizó una valoración conjunta de ventajas e inconvenientes de cada una de las opciones iniciales para que a continuación cada una de sus integrantes manifestara su postura mediante tres parámetros: cuál era su propuesta, cuál podría admitir y cuál rechazaba de plano. Especialmente en el segundo caso, debía exponer bajo qué condiciones. A la postre, esas condiciones serían las llaves que abrirían las puertas hacia nuevas opciones de consenso.
A medida que avanzaba, este procedimiento arrojaba valoraciones y posiciones tan enfrentadas en apariencia como para que el deseado consenso pareciera alejarse. Veamos algunas: "Es fundamental garantizar una candidatura lo más amplia posible para no dividir el voto", "Málaga Ahora es también sus principios éticos y prácticas, como las primarias abiertas, el consenso o la limitación de mandatos y renunciar a todo ello en pro de la unidad supone abandonar lo que el 15M aportó a la política, a lo que es Málaga Ahora", "La forma jurídica, confluencia o coalición, no debería ser motivo de bloqueo". Sin embargo, tras un análisis conjunto y la preceptiva ronda para exponer posicionamientos y condiciones, surgieron nuevas opciones sorprendentemente -o no tanto- coincidentes entre los 5 grupos.
Málaga Ahora no se aferra a ninguna forma jurídica ni marca, sino que acepta un marco flexible siempre que no entre en contradicción con su código ético y metodológico
Finalmente en el plenario o puesta en común, el consenso brotaba como una virtuosa combinación entre confluencia y coalición, toda vez que la opción de presentarse o no apenas desataba diferencias: Málaga Ahora aboga por su continuidad en la institución y la necesidad de construir una confluencia lo más amplia posible para desalojar del gobierno al PP, que acumula ya dos décadas. Con ese objetivo, Málaga Ahora no se aferra a ninguna forma jurídica ni marca, sino que acepta un marco flexible siempre que no entre en contradicción con su código ético y metodológico. En consonancia, llama al resto de fuerzas sociales y políticas de la ciudad a un diálogo generoso, flexible y necesariamente público con toda la ciudadanía.
El mencionado encuentro tuvo lugar el pasado 17 de noviembre, justo hace una semana. El próximo se celebra el 13 de diciembre. A lo largo de esta misma semana se harán públicos más detalles de lo que puede significar la consolidación de un proceso ciudadano y municipalista, en una línea similar a las anunciadas por Jerez y Córdoba, otros municipios igualmente relevantes de Andalucía.
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