Música
La ola de cancelaciones saca a flote la precariedad de los músicos

La supresión o aplazamiento de eventos culturales por el coronavirus ha afectado duramente al sector de la música, un gremio en el que muchos de sus integrantes viven al día o generan gran parte de sus ingresos de festivales o grandes conciertos.

Tremenda Jauría en Diagonal
Los componentes de Tremenda Jauría, antes de la entrevista. Álvaro Minguito

Cancelaciones, cancelaciones y más cancelaciones. En eso ha consistido la semana para cualquier evento público que se celebrara en Madrid, aunque la dinámica se ha extendido a todo el Estado. Uno de los claros afectados ha sido la música en directo, con giras internacionales aplazadas y grandes recintos cerrados —o reducidos en su aforo—, pero el sector es mucho más amplio —y precario— de lo reflejan los titulares. ¿Cómo afecta la crisis del covid19 al músico que vive prácticamente al día?

“Estamos en contacto permanente con el mánager y viendo un poco todo venir. Como todo el mundo, dentro de la improvisación”, cuenta Toni Mejías, de Los Chikos del Maíz, que terminaron su gira por salas la semana pasada. Ahora comenzaba la temporada de festivales, pero han cancelado ya un buen puñado de fechas y, al igual que el resto de artistas entrevistados para este reportaje, no esperan que puedan subirse a un escenario hasta —siendo optimistas, dicen— bien entrado mayo.

“Los festivales de abril y de mayo también están buscando alternativas porque tienen que ser precavidos y no tiene pinta de que vaya a haber solución”, comenta Mejías al respecto. En este sentido, explica que “ahora la temporada de festivales es mucho más amplia que antes, ha pasado de empezar en verano a ser prácticamente todo el año”, además de que “han hecho una inversión previa que pueden perder y en algunos casos son festivales pequeños: un palo así les puede hacer mucho daño”. 

Mejías advierte que “si paras y tu trabajo principal es la música, vas a estar todo este tiempo con cero ingresos, más allá de algo que pueda entrar de derechos, que en nuestro es caso es un porcentaje muy muy pequeño”. “Confiamos en que todo volverá a la normalidad en algún momento”, expresa esperanzado

De cualquier modo, el cantante celebra que la gira de salas “afortunadamente ha ido muy bien y permite tener un colchón para imprevistos”, mientras que “hay otros compañeros que lo van a sufrir más en el día a día: por ejemplo, Ciudad Jara han estado un año preparando la gira, empezaban ahora y les ha pillado de lleno”. 

Otro de esos casos es el de Def Con Dos, que se encontraban de enhorabuena en las últimas semanas. Cumplían 30 años como banda, sacaban nuevo disco y, para completar, el Tribunal Constitucional había absuelto a César Strawberry de la condena por enaltecer el terrorismo en Twitter. Este sábado tenían que haber empezado su gira en Madrid, pero era impensable ya desde mediados de semana. “Estamos ante una realidad preocupante: en los últimos días se han suspendido un montón de festivales que se hacen en salas”, comenta el cantante de la banda. Aunque llama a “no ceder al pánico”, reconoce que todo depende de la duración de la alerta: “Si se alarga mucho, puede amenazar la sostenibilidad de la vida de los músicos”, avisa, recordando que el sector de la música en directo es mucho más amplio que las caras visibles en el escenario, pues también emplea a “las oficinas de contratación, los equipos de producción o los técnicos”.

“Los grupos que vivimos de esto somos temporeros de la música que llevamos toda la vida en un término medio", Cesar Strawberry

“No sé si se salvará el verano o no. Para cualquiera que tuviera contratados festivales le hace un roto, porque haces tus planes en base a eso”, lamenta el cantante: “Los grupos que vivimos de esto somos temporeros de la música que llevamos toda la vida en un término medio. Me parece un poco difícil que se diera una catástrofe como parar todo hasta a otoño, pero si se diera, amenazaría a la supervivencia de un colectivo enorme”.

El limbo de los proletarios del rock

Pero no solo viven de la música artistas que tienen la trayectoria y público de estas bandas: muchos otros afrontan condiciones de precariedad mientras tratan de afianzarse. ¿Qué ocurre con los artistas a los que un puñado de cancelaciones puede amenazar, directamente, su supervivencia?

“El problema es el de siempre en el mundo de la música: al no estar regulado, todo es mucho más descarado que en otros trabajos”, lamenta José Sánchez Sanz, miembro de la sección de músicos de la CNT, que afea que “aquí el programador dice que no se hace un concierto y ya está”. “De repente, no vuelven a tocar porque ese sitio no le está contratando ni les tiene dados de alta, e igual hasta les hacen darse de alta como autónomos o les paga en negro. Se quedan en nada, en el limbo absoluto”.

"La crisis del coronavirus agravará aún más la desigualdad que hay en la música”, José Sánchez, de la sección de músicos de la CNT

Para Sánchez, la crisis del coronavirus “agravará aún más la desigualdad que hay en la música”, subrayando que “muy poca gente en España se puede permitir vivir de esto”. “Cuando pasa esto saltan todas las alarmas, pero es un entorno tan sumamente precario y desregulado que es muy difícil que alguien pudiera decir que tiene cierta tranquilidad en condiciones normales”, apunta.

Es lo que ha pasado con distintas bandas que sobreviven a base de conciertos y venta de merchandising, a los que el imprevisto les deja al filo de la supervivencia. Es el caso de Texxcoco, banda canaria residente en Madrid que lleva desde 2015 haciéndose hueco en el circuito del rock alternativo. “Contábamos con el dinero de los conciertos de esta semana porque tenemos unos gastos que no hemos podido cubrir desde hace meses, como local de ensayo o la reparación de la furgoneta”, lamenta Adri, cantante y guitarrista de la banda, que incide en que “comprendemos la situación, pero estamos bastante ahogados”. Excepto ella, que es estudiante, toda la banda vive de la música. 

“Tenemos varios festivales en los próximos meses, y espero que no se cancelen porque si no sé cómo vamos a seguir adelante no ya nosotros, sino el resto de bandas. Lo peor es la incertidumbre”, afirma la artista. De hecho, la situación es tan mala, explica, que hoy en día no pueden “hacer merchandising ni nada por el estilo para buscar otros ingresos”. 

Tremenda Jauría también vive de la música, y se ha quedado sin trabajo hasta, al menos, mayo. “Por suerte no eran muchos [los conciertos] y lo fuerte viene en mayo: no sabemos muy bien qué va a pasar”, cuenta Julia, conocida como Mc Machete, que explica que cada mes cobran su nómina: “Ni somos autónomas ni cobramos en negro”. Eso sí, ya se plantean tener que suspender —o, al menos, reducir— esos pagos para “que cobre quien más necesite la pasta y el resto que espere o lo haga de forma escalonada”. 

Música
Tremenda Jauría invita a El Salto a su casa

Tremenda Jauría ha estado en directo en una entrevista conducida por Jose Durán. Hablamos de su nuevo vídeo, “Semillas”, en el que cuentan con la colaboración de Fermin Muguruza, y de muchos otros temas.

En este sentido, la cantante incide en que “el invierno es la época de temporada baja de las bandas, donde el colchón en nóminas para los meses que no tocas, bien porque estás grabando, hay menos conciertos o, simplemente, porque necesitas descansar para prepararte para el verano”. “Se estaba acabando la época de hibernación y ha pasado esto”, comenta, al tiempo que lamenta “que dependamos tanto de los festivales, que precisamente no son los espacios musicales que mejor remuneran a las bandas, y de los conciertos contratados por las administraciones públicas”. “Vamos a depender mucho más que nunca de ellos”, concluye.

“Teníamos unas semanas más o menos libres y queríamos aprovechar para darle caña a canciones que teníamos a medias”, cuenta Sonia López, vocalista de Fizzy Soup, banda conquense de indie-folk que, al igual que el resto, funciona de forma autogestionada. En su caso, los conciertos estaban más espaciados, pero también dejarán de contar con ese dinero. “Uno de ellos es un festival, que es una oportunidad que no es fácil conseguir para nosotros, y es una putada”, reconoce.

“Además de las prohibiciones, es que si enfermas en el camino, nadie te va a pagar ninguna baja”, Sonia López, vocalista de Fizzy Soup

“Además de las prohibiciones, es que si enfermas en el camino, nadie te va a pagar ninguna baja”, argumenta, para agregar que “si estás enfermo no estás en condiciones de buscarte el pan de otra manera”. “Lo más razonable para evitar contagios es mirar por nuestra salud, porque económicamente tenemos muy poco o nada que hacer”, dice la cantante, justificando que en este grupo viven de la música “por temporadas”

Sonia también pone bajo el foco que ya todos los artistas estén reubicando fechas para otoño. “Es algo muy loco: los conciertos este fin de semana los están anunciando ya para octubre. O cambias el chip automáticamente y te pones a programar para la nueva temporada o ya sabemos qué va a pasar: se da el año por perdido”, avisa. “Hay inversiones que se han hecho en cartelería o promoción que ya sabemos que vamos a perder. Esperamos que podamos salvar el resto de fechas del año porque nosotros en este caso somos como una empresa: si chapamos, palmamos”. 

La “puntilla” para los instrumentistas 

Pero el mundo de la música no son solo las bandas. Un mundo tan precario que “suele ser la segunda fuente de ingresos”, subraya Sánchez, de la sección de músicos de la CNT. Y es que por otro lado están los músicos que trabajan a nivel individual, “que trabajan tocando un instrumento y también necesitan el dinero para sobrevivir”. “Esto afecta sobre todo a lo que sería la clase media de los músicos: aquellos no son grandes cachés pero que más o menos reciben ingresos suficientes para tener cierta estabilidad”, apunta.

Uno de ellos es Baldo Martínez, contrabajista que trabaja como compositor e intérprete en clubs de jazz. “Esto es la puntilla”, critica este músico, que antes de que se agravara la situación empezó a cancelar los conciertos inminentes “por responsabilidad”. “No se pueden hacer conciertos ni de 1.000 ni de 10 personas, hay que asumirlo”, expresa, al suponer que los conciertos de abril se van a cancelar. “Espero que lo poco que tengo para verano se puede mantener”, añade.

“Los instrumentistas perdemos los trabajos y a cambio no tenemos nada que vaya a cubrir esa cancelación porque no hay contrato”, Baldo Martínez, contrabajista

El problema, continúa, es que “perdemos los trabajos y a cambio no tenemos nada que vaya a cubrir esa cancelación porque no hay contrato”. “Suena muy duro, pero en nuestro sector, prácticamente la totalidad aceptaría un ERE, porque simplemente supondría que te vayas a la calle con algo de dinero, que será una miseria, pero será algo —insiste Martínez—. No tenemos ni eso, se nos han cortado todos los ingresos de golpe, pero tenemos que seguir viviendo”, asevera. El músico critica que el presidente del Gobierno “ni siquiera nombrara al sector de la cultura” en sus intervenciones sobre la crisis del coronavirus.

¿Puede resistir el envite un músico como él con sus ahorros? “Hay épocas que tienes más trabajo y tiras, pero cada vez vives más al día”, responde el contrabajista, que aporta un poco de contexto. “La primera década de los 2000 fue una buena época en la que podías ahorrar dinero de sobra para las épocas que estabas que no tenías tanto trabajo y salir adelante”, apunta Martínez. “Desde 2010, las condiciones se normalizaron a la baja y algunos sobrevivimos. Ahora podemos ahorrar un poquito, pero no para cubrir un agujero como este”, concluye.

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#51971
23/3/2020 18:30

Y los músicos que llenan las calles grises de luz y color...

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#49519
17/3/2020 0:07

Además, normalmente la otra actividad a la que nos dedicamos los músicos, es a dar clases en academias o escuelas. Actividad cancelada también completamente. Y como lo más habitual en estos casos es tener contratos por horas, pues eso, con una mano delante y otra detrás

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1
#49339
16/3/2020 9:10

No solo músicos. También actores, actrices, técnicos, cirqueros, cuentacuentos... Todas estamos en las mismas. Y no te digo ya, si en lugar de ser famoso, no te conoce nadie.

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