Pussy Riot, agitadoras punks y feministas rebeldes contra el nuevo zar

Con trasfondo de reivindicación estética y conceptual, el colectivo ruso Pussy Riot es un emblema internacional de rock politizado, performances y actos provocativos como su acción en la Copa mundial de fútbol. Azote de Vladimir Putin y del autoritarismo, debutan en Euskal Herria el sábado 15 en el Donostia Festibala de Lasarte-Oria.

Nika Pussy Riot
La activista Nika tras los barrotes de la comisaría donde permanece detenida en Moscu: Foto: Pussy Riot
11 sep 2018 06:00

Ataviadas en ropa y capuchas de chillones colores y armadas con guitarras eléctricas, Nadezhda ‘Nadya’ Tolokonnikova, Masha ‘Mariya’ Alekhina y Yekaterina Samutsévich rezaron en 2012 la inusual plegaria “Madre de Dios, expulsa a Putin” en la catedral ortodoxa del Cristo Salvador de Moscú. Protestaban por el apoyo de la jerarquía de la iglesia ortodoxa, y en especial su patriarca Cirilo, a la nueva elección del actual presidente de su país. Su rezo apenas pudo durar 35 segundos y policía y judicatura rusas no se anduvieron con bromas: les cayeron casi dos años de cárcel en la prisión de Mordovia por “blasfemia, apología del terrorismo, vandalismo e incitar al odio religioso”.

Las activistas fueron liberadas en el marco de una nueva Ley de Amnistía que parecía aprobada para la ocasión justo antes de los XXII Juegos Olímpicos de Invierno de febrero 2014 en la ciudad de Sochi. Vladimir Putin se jugaba mucho y parece que prefirió quitarse la piedra en su bota que suponía el eco internacional del caso Pussy. Aunque las chicas tuvieron también un par de momentos de rápida protesta en Sochi, contundentemente reprimida por la policía o parapoliciales cosacos. Dos de ellas pasaron una breve estancia en la prisión de Adler. Posteriormente, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó al Kremlin por “múltiples violaciones” en el trato dispensado a la banda punk tras su irrupción en la catedral y le obligó a pagar 16.000 euros a cada una de ellas.

Las rockeras forman parte de Pussy Riot (algo así como Revuelta Vaginal), multidisciplinar, feminista y rebelde colectivo formado en 2011 que este domingo, 9 de septiembre, ha vuelto a tener un encontronazo con las fuerzas de seguridad rusas, que han detenido a dos de sus integrantes. “Nika Nikulshina de Pussy Riot y una amiga suya han sido detenidas hoy en Moscú por la policía antiterrorista”, escribían desde la cuenta de Twitter de Pussy Riot.

Según las activistas, las detenciones responden a su acción de protesta en la final de la Copa Mundial de fútbol este verano, cuando varias integrantes de Pussy Riot saltaron al césped ataviadas con uniformes policiales.No se han dejado ver mucho en público —y casi solo en formato DJ set— y debutan en Euskal Herria este sábado 15 en el Donostia Festibala del Hipódromo de Lasarte-Oria. Precederán a Berri Txarrak, quienes clausuran el doble encuentro de fin de semana.

El pasado febrero el colectivo denunció que dos de su integrantes (Olya Borisova y Sasha Sofeev) habían sido “desaparecidas” en Crimea por la policía tras destruirles los móviles y portátiles, pero el incidente no pasó de un buen susto. Putin y sus vigilantes no pueden con las alegres chicas rebeldes. El ex miembro del KGB concibió de nuevo un gran evento deportivo como escaparate de su marketing político: la Copa del mundo de fútbol disputada en el mes de julio. La eficaz organización del evento tuvo un fallo cuando el combativo colectivo introdujo a tres de sus activistas (Veronika Nikulshina, Olga Pakhtusova y Olga Kurachyova) y a Pyotr Verzilov (del grupo de arte y performance Voina —Guerra— y marido de Nadya), que invadieron el terreno de juego del Estadio Olímpico Luzhnikí en la final entre Francia y Croacia. El delantero galo Kylian Mbappé intercambió palmadas de saludo con Kurachyova antes de que el servicio de seguridad las expulsara, ayudados por el agresivo defensa croata Dejan Lovren.

Policías celestiales o terrenales

Esta vez el disfraz había sido un tipo de uniforme policial. En un comunicado posterior explicaron que se cumplían 11 años desde la muerte “del gran poeta ruso Dmitri Prigov que creó una imagen de un policía portador de la nación Celestial, en la cultura rusa. El Policía Celestial hablaría con el mismísimo Dios. El policía terrenal se prepara para dispersar mítines. El Policía Celestial toca suavemente una flor en un campo y disfruta de las victorias del equipo ruso de fútbol. El terrenal se siente indiferente a la huelga de hambre de Oleg Sentsov [cineasta y activista ucraniano contra la anexión rusa de Crimea, detenido en 2014, condenado a 20 años por acciones violentas y que lleva más de 100 días de huelga de hambre no total]”.


El comunicado de las Riot seguía explicando que “el Policía Celestial se levanta como un ejemplo de la nación, el policía terrenal hiere a todos. El Policía Celestial es el organizador del hermoso carnaval de la Copa del mundo, el policía terrenal tiene miedo de la celebración. La Copa mundial de la Fifa nos ha recordado las posibilidades del Policía Celestial en la gran Rusia del futuro, pero el policía terrenal rompe nuestro mundo. Cuando el policía terrenal entra en el juego, exigimos: 1. Liberen a los presos políticos. 2. No encarcelen por un ‘like’ en la red. 3. Detengan los arrestos ilegales en mítines. 4. Permitan la oposición política en el país. 5. No fabriquen acusaciones criminales y no mantengan a la gente en las cárceles sin ninguna razón. 6. Conviertan al policía terrenal en el Policía Celestial”. Los cuatro strikers fueron condenados a penas de 15 días de prisión y a no asistir a eventos deportivos durante tres años, acusados de infringir normas como asistentes y vestir ilegalmente uniformes policiales.

Estética con ideología

Unos uniformes no solo no oficiales sino que tenían que ver con la imaginación de la propia Nadya Tolokonnikova y sus colaboradores. El pasado otoño la galería londinense Saatchi había albergado la exposición-performance Art Riot: Post-Soviet Actionism-Inside Pussy Riot. La pieza teatral había sido escrita por Nadya y fue representada por la compañía Les Enfants Terribles bajo la dirección de Christa Harris. Los actores invitaban a la audiencia a disfrazarse para la ocasión con coloristas pasamontañas y réplicas de los uniformes exhibidos en la galería. Eran un diseño de Zoe Koperski, quien explicaba que aludían a jueces, policías y carceleros en situaciones ridículas.

Harris y Zoperski se habían inspirado en el vídeo de 2016 de Pussy Riot para “Make America great again”, que muestra a Nadya siendo torturada y vestida como una versión femenina de Donald Trump. “Nos gustó la idea de que las mujeres recuperaran esos papeles autoritarios. La mayoría de los disfraces inspirados en uniformes de policías corruptos incorporan arneses, en parte con la influencia de Grace Jones, pero también como un fuerte símbolo de empoderamiento. También nos influyeron las estéticas autoritarias de las películas“La naranja mecánica” o “El muro”, de Pink Floyd, así como el aspecto militar del vídeo “Formation” de Beyoncé”.


Y rematan: “La obra necesitaba poder representar cualquier tipo de opresión u odio fuera de Rusia para que cualquiera pudiera identificarse con la historia. Todos los trajes tienen una apariencia elegante y líneas definidas que representan una dura figura autoritaria, pero dentro de sus personajes individuales no tienen mucha identidad, porque el Estado los ha asimilado. Nuestras influencias provienen de hacer que estas mujeres se sientan fortalecidas sin apartarse de la forma femenina, similar al trabajo visual de Nadya dentro de Pussy Riot. Queríamos utilizar el diseño del conjunto y el vestuario para recrear la banalidad del mal que Nadya nos dijo que experimentó”.

Con la gente brava

Si su activismo público tuvo esa sonada recompensa en el Mundial de fútbol, la sección rockera de las Pussy ha estrenado en este 2018 la canción y vídeo “Bad Apples” y sigue hollando una senda estilística y estética punk rock, aunque sus primeros alaridos ruidistas han ido evolucionado hacia un pop escorado hacia lo electrónico. Sin bajar la guardia en todo caso respecto a su compromiso contra el autoritarismo y por la revolución social y feminista. Pero mucho más que por su repertorio musical se siguen dando a conocer internacionalmente por lo atrevido y espectacular de sus acciones de agitprop.


Han viajado con frecuencia a Latinoamérica, solidarizándose con muchas de sus luchas y actuaron este agosto en el Festival Rock al Parque de Bogotá, Colombia, donde Nadya cantó con el rostro tapado con un pañuelo verde, color de la campaña pro derecho libre al aborto que el Senado argentino se negó a aprobar el pasado 8 de agosto. La rockera explicó que “algunas veces me cuesta imaginar que estamos siendo tenidas en cuenta en movidas tan importantes que suceden en Latinoamérica. Esta noche queremos dejarles, por ejemplo, espacio a que se expresen quienes vienen siendo postergadas por su identidad y género. Son una gente brava”.

Y añadió respecto a los contrarios al derecho al aborto liderados por la Iglesia: “Aunque no las conozco puntualmente siento que esas personas creen que están representando a una religión comenzada por un tipo como Jesucristo. Pero lo que están defendiendo es solamente el poder corporativo de la Iglesia. Los valores iniciales del cristianismo tenían que ver con la empatía, pero estos personajes solo suelen defender más corrupción, más abusos a los derechos de la humanidad”.

En paralelo a su aparición colombiana se desató la polémica porque el colectivo incluyó a la vez en las redes sociales imágenes de Pussy Riot actuando en Escocia, encabezadas por Maria Aliójina. La duda era entonces saber quién estaba tras los pasamontañas verdes. Pero se evidenció que la vocalista central era efectivamente Nadya y que confusión se debía a que “PR es un colectivo formado por varias personas. Tanto Nadya como Maria son dos de las fundadoras del movimiento, si bien la actuación de Edimburgo es más teatral que musical y Maria forma parte de ella”. Aclararon también que el espectáculo de Bogotá fue protagonizado por las mismas integrantes que han intervenido este año en festivales como Vive Latino de México, Paredes De Coura en Portugal o el Boston Calling, entre otros. Se supone, en consecuencia, que esa será la formación que actúe en Lasarte.

Pussy Kitty

El actual sistema político ruso, que Putin preside desde hace 18 años, se consolida sobre experiencias represivas tan radicales como la liquidación de la resistencia chechena y está contaminado de represión contra disidentes, defensores de los derechos humanos (con la homosexualidad como uno de los campos de batalla), periodistas (asesinatos de Artyom Borovík o Anna Politkóvskaya) o intelectuales. El Kremlin liquidó la libertad de opinión de populares cadenas como NTV y Dozhd y controla de cerca el runet o internet ruso.

La larga mano censora llega obligadamente hasta el contestatario mundo del punk rock con ejemplos como el de la cantante Olga, que encabeza el grupo Svetlanas, que actuó en Euskal Herria por segunda vez este agosto. Tras recibir amenazas y ver cómo sus conciertos eran vetados se vio obligada a exiliarse en Milán en 2014. Ha tenido el apoyo de influyentes voces del medio como Jello Biafra, Malcolm McLaren o Gene Simmon de los Kiss.

Nadya Tolokno ha denunciado que tiene el teléfono tan controlado que se llegó a difundir en la red una conversación privada en la que profería groserías con sus amigos. Ha solido actuar dejando junto al micro una mochila del personaje infantil Hello Kitty para ponerse su máscara en el caso de que la detengan y denunciar la represión de modo absurdo: “La llevo conmigo como un símbolo porque me pueden detener en cualquier momento y sería una manera de que se sientan idiotas por prender a alguien con una careta así”.

Con Putin reforzado internacionalmente por las andanzas de su congénere Donald Trump, Nadya los compara ácidamente. “Putin y Trump no son exactamente lo mismo, pero comparten que sólo les interese el dinero y el poder. Se entienden porque no tienen principios y basan sus políticas en la persecución de los derechos fundamentales. Putin quería formar parte de la Unión Europea y de la OTAN, pero le exigían respetar los derechos de sus ciudadanos. A Trump le interesan sus amigos, no proteger a la gente corriente. El Kremlin acusa de terrorismo a quienes se manifiestan, protestan o ejercen el periodismo libre. Putin usa sus antiguas dotes de espía para relacionarse con otros políticos financiando partidos y organizaciones en países afines. Ahora, para seguir consiguiendo sus objetivos, utiliza hackers. Los he sufrido durante años y los conozco bien: jóvenes que, por dinero, hacen lo que les pidan. A mí me acusaron hasta de recibir dinero de Hillary Clinton para acabar con el Gobierno ruso”.

Nadya guarda amargo recuerdo de sus días presa. “Fue el infierno. Trabajé en una fábrica de uniformes dentro de la prisión donde se producía cinco veces más que en cualquier otra fábrica. Si los presos no cumplían con los objetivos de producción se les negaban los pocos derechos que tenían. Por ejemplo, te prohibían ir al baño durante las ocho horas de trabajo diario. A mí, como mujer, sólo se me permitía asearme cada ocho días. Se aprende mucho de un país a través de sus cárceles. Es algo que no le deseo a nadie”. Nadya y Maria realizaron sendas huelgas de hambre en prisión.

Consecuente, N. Toloknó no pierde la esperanza. “Tras la elección de Trump la gente se dio cuenta de que podía perder las garantías que había heredado de los movimientos por los derechos civiles. Ya no las dan por hecho y han empezado a luchar, como se muestra con la lucha feminista Me Too. Los rusos también demuestran esa fortaleza cada día. El apoyo a Putin no es el que muestran las televisiones oficiales. Ha habido manifestaciones no solo en las principales ciudades y no se sabe cuándo la gente puede volver a protestar”. Y sube el tono hasta un grado punkarra cuando declara que Putin es una cucaracha y que el político ruso y Trump están continuamente midiendo quién la tiene más grande.

Provocar por el cambio

Según las luchadoras chicas, su grupo se prodiga más fuera de casa que en Rusia y Nadya denuncia que “cada vez es más difícil actuar en nuestro país: la policía cancela continuamente los conciertos que vamos a dar. Los organizadores me preguntan su quiero volver a la cárcel, les digo que no y cancelan la actuación. Hay diferentes reacciones ante lo que hacemos, pero lo que me sorprende es que cada vez hay más gente joven que quiere venir a vernos”.

¿Quién es realmente el todopoderoso Vladimiro? ¿Casi un nuevo zar? Nadya no se muerde la lengua: “Tiene una imagen de alguien poderoso entre la gente mayor. Le gusta ir de macho, pero cuando llegó al poder era gris y enclenque. Cuando fue elegido por los oligarcas que lo controlan no sabía qué hacer con el poder y año tras año fue construyéndose una imagen, que es la que el mundo tiene. Pero su gestión es altamente ineficaz con regiones donde las escuelas están sin electricidad”.

Además de discos como Kill the Sexist! o Wont get fooled again, con canciones como “Make America great again”, “Straight outta Vagina” o “Police Station”, Pussy Riot cuentan con el libro Desorden púbico: una plegaria punk por la libertad, editado por Malpaso en 2013 y en el que colaboraron hasta Yoko Ono o Bianca Jagger. Nadya publicó también en 2016 el libro How to start a revolution. Así que la música, el rock o más concretamente el punk, ¿siguen teniendo un poder subversivo? Así lo sigue viendo la contestataria rusa: “El punk es una corriente artística muy fuerte. Sigue teniendo un gran poder público. Pero nosotras no queremos que nuestro punk suene como el de antes, a clásico. No queremos parecer unos nuevos Dead Kennedys. Nuestro gran reto es provocar cambios y molestar a Putin y a otros poderosos como él”.

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