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Opinión
Madrid en punto cero
Madrid vuelve a ser el foco de atención pese a que el epicentro del sismo político de las últimas semanas se encontraba radicado más bien en Murcia. Sin embargo, pese a todo, lo cierto es que la convocatoria electoral de Ayuso ofreció una importante oportunidad para retomar la iniciativa por parte de la oposición de izquierdas tras desestimar ésta la moción de censura en verano del año pasado.
La propuesta de Pablo Iglesias de una candidatura única en Madrid pone sobre la mesa la cuestión del frenteamplismo. Una estrategia que no es nueva en España ya que cuenta con raíces históricas viejas, pero también con ejemplos modernos. Desde el Frente Popular a Bildu, la política del frente amplio ha estado siempre presente como una forma de tejer alianzas entre sectores sociales heterogéneos para perseguir objetivos comunes de gran calado sin obviar una política útil en la cotidianediad más inmediata.
Hasta la fecha este tipo de debates estratégicos se han presentado de forma recurrente en las periferias. La crisis de soberanía política y económica ha aupado la rearticulación de las izquierdas periféricas en frentes como el BNG, Bildu o las tentativas catalanas de un frente de izquierdas soberanista, desde la Syriza catalana y Procés Constituent a una versión catalana de Bildu. Pero ¿se puede hablar de crisis de soberanía en Madrid? ¿Es posible pensar en un frente amplio soberanista en un espacio territorial que a primera vista rezuma un exceso de soberanía?
En este artículo quiero responder afirmativamente planteando que también Madrid sufre una crisis de soberanía fruto del modelo centralista y que por lo tanto hubiera sido necesario un frente amplio de las izquierdas. Sin embargo, para salir del debate identitario sobre las virtudes y los defectos de la unidad de las izquierdas creo que el debate estratégico tiene que enfocarse en la crítica del modelo Ayuso.
Los madrileños más pobres han perdido un 30% de su renta a lo largo de diez años y la pobreza severa ha aumentado un 23%
Este es un debate importante tanto para el conjunto de las izquierdas anticentralistas periféricas como para las izquierdas madrileñas. Las primeras se encuentran huérfanas de una institucionalidad aliada en Madrid y, por lo tanto, de un bloque político madrileño antirégimen. Además, por supuesto, de sufrir los efectos extractivos del Madrid enclave, como apuntaba el economista de El Salto Yago Álvarez:
“El problema de Ayuso no es solo de los madrileños, al contrario, es de toda la ciudadanía del Estado español y batalla fundamental para mantener nuestro sistema social. Al igual que el problema de la elusión de impuestos dentro de Europa por el dumping fiscal de algunos de sus Estados miembro es un problema del conjunto de la población europea”.
A las segundas este debate les compromete si les interesa disputar el poder para revertir la apología de la desigualdad más descarada. Esto solo es posible con un proyecto alternativo de Madrid, así en lo territorial como en lo municipal, con un claro ideario democrático en todos los aspectos.
El fracaso de Madrid-Versalles
Es evidente que el régimen vive una larga decadencia en la que se solapan crisis económicas, políticas e incluso de Estado. En 2008 estalló el modelo inmobiliario especulativo arrastrando en su crisis al sector bancario. Una de sus consecuencias ha consistido en una mayor concentración del poder económico, la casi completa eliminación del pequeño sector de cajas en favor de la gran banca y del capital inversor extranjero protagonista de muchos de los desahucios de las nuevas propiedades adquiridas. Políticamente, el bipartidismo sufrió una crisis moral, y una fuerte contestación social, a raíz de las oleadas movilizatorias del 15M. La irrupción de Podemos y sus confluencias junto con el auge de las fuerzas independentistas ratificó electoralmente la crisis del bipartidismo. Y por último, la crisis de la monarquía precipita la crisis del Estado, tanto en forma como en contenido. Pero, en Madrid, algunos de estos debates parecen fuera de lugar. ¿Es así? ¿No es un problema madrileño convertir el territorio de Madrid en un enclave extractivo a base de disminuir los impuestos para las grandes empresas y rentas? ¿No es un problema de primer orden que el modelo centralista se base en segar los ingresos de los servicios públicos y de bienestar?
En 2011 Aguirre eliminó el Impuesto de Sociedades y entre este año y 2015 cerca de 6.000 ricos se mudaron fiscalmente a Madrid
Pese a que las derechas madrileñas se hayan empeñado en identificar Madrid con el Estado no parece que concentrar los ministerios, las empresas públicas y las instituciones estatales haya servido para reducir las desigualdades o mejorar el madrileño Estado del bienestar. Convertir Madrid en una corte a lo Versalles, como denunciaba Guillermo Zapata, es muy rentable, sí, pero a un coste social tremendo. Lo explicaba Isa Serra al detallar el coste económico del modelo centralista para Madrid:
“El hecho de que la mayoría de las empresas del IBEX35 tengan sede en nuestra región o que vivan 23 de los 50 superricos de la lista Forbes no nos hace vivir mejor a la mayoría. Las rebajas fiscales de las que alardea (50.000 millones desde 2003) y que afectan a los ricos (un 330 % más que al resto de la población) las pagamos todos y todas a través de una deuda que asciende a 36.000 millones de euros, la que a su vez pagamos con recortes a los servicios públicos”.
La capitalidad del Estado que garantiza una situación extremadamente privilegiada a Madrid sólo sirve para una perversa política de ventajas comparativas: no pagar impuestos directos y progresivos y recortar y privatizar todo gasto público.
Ya antes de la crisis del covid, Cáritas alertaba de las consecuencias de este modelo que conquistó para Madrid el podio de la desigualdad. Según el Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social en Madrid de 2019, la desigualdad entre el 20% más pobre de la población y el 20% más rico se convirtió en la más alta de España. Los madrileños más pobres han perdido un 30% de su renta a lo largo de diez años y la pobreza severa ha aumentado un 23%, afectando en ese momento a más de 240.000 personas. El modelo que tanto enorgullece a Ayuso ha conseguido convertir la desigualdad en su seña de identidad, como destacaba el propio Informe Foessa de Cáritas, poco sospechosa de republicana: “La desigualdad de renta se convierte así en una de las características diferenciales de la Comunidad de Madrid frente a otros territorios”.
Y si, por un lado, la precariedad laboral y vital explica la caída de ingresos de los y las madrileñas, por el otro lado, la afluencia de ricos privilegiados a la capital y el aumento de su poder adquisitivo explica semejante desigualdad. En 2011 Aguirre eliminó el Impuesto de Sociedades y entre este año y 2015 cerca de 6.000 ricos se mudaron fiscalmente a Madrid. Mientras tanto el resto de los territorios, pero sobre todo Castilla y León, Castilla La Mancha y Asturias han sufrido la pérdida de estos grandes contribuyentes. Sólo en el año 2018 Madrid dejó de recaudar 905 millones de euros por el Impuesto de Sociedades. Disparándose además un 16% la concentración de la riqueza en Madrid entre 2010 y 2015.
Pero es que desde 2004 Madrid ha dejado de recaudar más de 48.000 millones de euros por los recortes en recaudación de impuestos directos y progresivos. Por ello, decía el portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Tito Morano, que “no hay nadie que se beneficie de este centralismo salvo las grandes empresas que tienen aquí su sede” así como las grandes fortunas de las cuales 400 del total de 600 se encuentran disfrutando de la capitalidad del Estado.
Miguel Urbán hablaba en su libro sobre la extrema derecha, La emergencia de Vox: apuntes para combatir la extrema derecha (Viento Sur, 2019), sobre el fenómeno de lepenización de los espíritus que produce el avance de la extrema derecha en la sociedad francesa. En Madrid quizás podríamos hablar más bien de una “versallización de los espíritus” a partir de los efectos antropológicos que ha asentado el centralismo oligárquico, tal como describía Íñigo Errejón en Jacobin Magazine:
“Esta decantación neoliberal y centralista histórica, que va derechizando progresivamente las mentes y las almas en Madrid, exige para ser revertida un trabajo cultural e ideológico fino y perseverante, que conteste al imaginario reaccionario en sus términos: con otra idea de Madrid, pero también con otra idea de Madrid en España; por tanto, con otras alianzas y proyecto de país”.
Se trata de la “cuestión madrileña”, es decir, de la forma, del fondo y las alianzas que debe tomar la revolución democrática en Madrid para producir otra idea-proyecto.
El Green New Deal como semilla de otro Madrid
Es por estos motivos que resulta un tanto extraño, visto desde fuera, que cuando Ayuso enarbola el eslogan absolutista de “Madrid, Rey y Jueces” las izquierdas madrileñas no opongan una antítesis automáticamente. Porque, al fin y al cabo, Ayuso no está defendiendo Madrid contra otros territorios sino a un minúsculo estamento financiero y empresarial parasitario, tan perjudicial sino más, para Vallecas y Carabanchel como lo es para Murcia, Andalucía o Asturias, por mencionar algunos territorios.
Seguramente defender en Madrid la justicia social junto con una reivindicación de la democracia política no debe ser nada fácil, pero la alternativa no puede ser deslindar los campos y las agendas porque entonces se carece de una alternativa de Estado y de modelo institucional frente al tan cacareado milagro fiscal del neoliberalismo castizo.
Es por ello que plantear un necesario, y no solo para Madrid, Green New Deal sin abordar el modelo opuesto con el que se confronta corre el riesgo de ser una mala adaptación del original. Ya que Alexandria Ocasio Cortez propone que el Green New Deal se financie con una tasa del 70% de la renta de los milmillonarios. Un impuesto que en los tiempos de Eisenhower gravaba hasta el 91% de la renta de los ultrarricos. Durante la Gran Depresión estadounidense Franklin D. Roosevelt formuló un nuevo contrato social por el que las elites veían sus privilegios nivelados: Roosevelt impuso originalmente un tipo impositivo del 94% sobre las rentas de más de 200.000 dólares de la época (dos millones de euros a día de hoy). Así, consiguió reducir el desempleo de un 25% a un 9% en tres años. La intervención de Roosevelt consistió en una política contracíclica y redistributiva típicamente republicana que se enfrentaba a la lógica monárquica de concentración de la riqueza, agudamente descrita por Lenin en 1920:
“los monopolistas se han apoderado de ramas enteras de la industria en el aspecto financiero, en el aspecto del derecho de propiedad, y en parte, en el aspecto de la producción, no sólo en algunos países, sino en el mundo entero. Sobre esta base se ha desarrollado el dominio, antes desconocido, de un número insignificante de los mayores bancos, reyes financieros y magnates de las finanzas, que, en la práctica, han transformado incluso las Repúblicas más libres en monarquías financieras”.
Como sacó a la luz Antoni Domènech en El eclipse de la fraternidad no es ninguna casualidad que diez años después Roosevelt se enfrentara a la plutocracia estadounidense tildándola de pandilla de “monárquicos económicos”. Enfrentándose además a la Corte Suprema que con sus revisiones judiciales bloqueaba sistemáticamente la legislación antimonopolística. Así pues, el Green New Deal podría ser el modelo de otro Madrid, eso sí, atacando la lógica monárquica de concentración de la riqueza que defiende Ayuso.
Azaña y la revolución democrática madrileña
Un planteamiento de este tipo representa, pues, nada más y nada menos que un nuevo contrato social, es decir, como lo entendía Rousseau, la constitución de un pueblo y la afirmación de su soberanía. Esta no es una cuestión ajena a Madrid y su tradición democrática ni, de hecho, tampoco ajena a Castilla. Sin embargo, para mí fue una sorpresa descubrir, gracias a Miguel Urbán, que efectivamente existía una tradición democrática madrileña y que podía ser reivindicada, empezando por el mismo Manuel Azaña. Una recuperación que, vinculada a la actualización de otras referencias, como los Comuneros, podría servir para pensar:
“un Madrid para las clases populares que tenga una idiosincrasia propia, porque la tiene, y que se pueda incluir dentro de un proyecto confederal que no sea una extensión de la izquierda madrileña a otros sitios”.
Esta es una tarea estratégica fundamental como bien veía Joaquín Maurín al dar con que la localización estratégica del Estado en Madrid reforzaba el Madrid burgués asentando en el proceso una muralla china que aprisiona su población. Para Maurín, la fuerza del Estado sería vencida con un movimiento coaligado desde dentro y fuera de Madrid. Porque, como centro del Estado; “Tomar Madrid es tomar el Poder”, y en esa estrategia creía ver Maurín una vía para poner fin a todos los frenos que el centro oponía a la periferia.
Por ello, retomar Azaña puede ser el modo de retomar un proyecto madrileño propio centrado en los propios problemas de Madrid. Tal como proponía el republicanismo madrileño de los años treinta y que se encarnaba en la persona de Azaña en un programa social y político para Madrid y opuesto al de las oligarquías residentes en Madrid. Azaña estaba al corriente, por cierto, del New Deal en marcha en los Estados Unidos y por eso proponía justamente un enfoque político de la estructura tributaria, de hecho, como ha sido recurrente en todo enfoque republicano:
“Para mí las cuestiones de Hacienda son de orden político (...) y tengo la pretensión, (...), de que se subordine a nuestra política la técnica y sirva las definiciones y los propósitos y las creaciones de nuestra política. (...) A través de la política de Hacienda, manejando la reforma fiscal y la estructura de los presupuestos, hemos de ir derechamente a romper las grandes concentraciones de riqueza territorial y mobiliaria (...) Hemos de afirmar desde ahora nuestra resolución de partido de implantar la tributación sobre los patrimonios, para ir a ese fin de justicia social” [Manuel Azaña, “El bienio negro. Discurso pronunciado el día 20 de octubre de 1935, en el madrileño campo de Comillas, en un acto organizado por el partido Izquierda Republicana” en Azaña imprescindible. Sus grandes discursos, Público, 2010 [1935] p. 229.]
En este sentido, el ejemplo argentino puede ser una referencia para constituir una alianza efectiva entre los distintos sectores de izquierdas. El Frente de Todos que echó a Macri de la presidencia de la Casa Rosada estaba encabezado por Alberto Fernández con Cristina Fernández de Kirchner de vicepresidenta. Una alianza laboriosa, porque Alberto Fernández en el pasado había chocado frontalmente con Cristina, pero que sin embargo cumplió su cometido y superó el dilema planteado por Fernández: “Con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede''. Algo similar podría pensarse con el caso de Pablo Iglesias. Asumiendo que el frente amplio, como lo pensara en España Maurín; “no es una simple suma de fuerzas, sino que constituye una progresión geométrica”.
El momento político ofrece, más allá de las vicisitudes electorales, una oportunidad para formular un proyecto estratégico que es lo único que puede forjar una unidad duradera y victoriosa
En coordenadas geográficas más cercanas podemos ver como en Barcelona toma forma un proceso de unidad popular por las mayorías por la acción de los movimientos sociales, los sindicatos combativos y las izquierdas anticapitalistas. Quizás este podría ser un ejemplo virtuoso para precipitar un Frente Amplio que no sea suma de siglas sino una coalición de fuerzas populares.
En cualquier caso, es imposible desconocer la potencia de decibelios que tienen los aparatos reaccionarios y neoliberales en Madrid, sin embargo, el momento político ofrece, más allá de las vicisitudes electorales, una oportunidad para formular un proyecto estratégico que es lo único que puede forjar una unidad duradera y victoriosa. Posiblemente este no será aun el momento, pero puede ser un principio para construir alianzas en favor de un Madrid verde, feminista, socialmente justo y ferozmente republicano que es la consecuencia obligada de tener presente “que todos los problemas ecológicos tienen sus raíces en los problemas sociales”, como recomendaba Murray Bookchin a los Verdes estadounidenses. El centralismo es un problema de ecología política y tiene una clara naturaleza económica y social perjudicial para las mayorías populares madrileñas. Este es uno de los retos, sin duda, de un frente de mayorías que quiera desafiar algún día, y con éxito, al Madrid burgués.
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Cómo suscriptor.A veces los árboles no dejan ver el bosque: Hay un artículo, que en su momento no causó gran impresión pero hoy es de referencia para muchos. Que más o menos decía "Madrid se está independizando de España"(2003).Pasqual Maragall. Esto aunque la intoxicación informativa no dejo ver impulsó el nuevo Estatuto de Catalunya( muy malo por cierto) fue votado en referéndum (entonces se podían hacer) finalmente tumbado por el TC. Después el famoso "procés"el "a por ellos" y de aquellos polvos éstos lodos para toooodos
El Gran Madrid entiendo que es de bastante antes de E Aguirre y es fruto del proyecto de Aznar de +- el 2000 que tiene mucho que decir en lo que es la C .A. Madrid y la capital. El Versalles- París español.
El modelo economico de la regalia es el motor de Madrid,si quieres algo tienes que hacer la Corte para que te den la concesion y el monopolio,no necesitas dar un buen servicio ,la Corte impide tu fracaso, acordaos de ACS y sus socios buscando petroleo en el mar hasta que el tiburon turistico paralizo todo y el Estado se hizo cargo de indemnizar a ACS y amiguetes....
La idea de Diaz Ayuso es instalar en Madrid la tristemente celebre " Doctrina del Shock".
A la Ayuso la apoya gente muy poderosa hasta que se harten de ella y sus meteduras de pata.
Creo que la alternativa popular en Madrid pasa por distanciarse del discurso de las élites oligarcas de Madrid como centro y sumidero de todas las potencialidades de la Castilla circundante y vaciada que le rodea. Madrid debe y tiene que decrecer, no es sostenible ese Madrid infinito. Mejor les iría a los madrileños un Madrid menos español y más castellano, comunero y confederal, en definitiva más de la gente que de las élites.
Los madrileños más pobres han perdido un 30% de su renta a lo largo de diez años y la pobreza severa ha aumentado un 23% y Sanchez y su manifestacion feminazi no tiene la culpa, que cosas, y el todo el mundo poniendo a sanchez como ejempo de todo lo que no se debe hacer . pero claro hayq eu sacar a ayuso
Vuelve a OK Diario mientras tu mamá te sirve el Colacao aunque tu tengas 78 años y tu madre 100.