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Coordinador de la sección de economía
Si hace poco escribí sobre lo rentable y la de puertas en medios de comunicación que te abre ser una persona asquerosa y esparcidora de odio, hoy me veo obligado a escribir sobre el fenómeno que hemos presenciado esta semana con ese terraplanista que se pasea por platós diciendo estupideces que son amplificadas por personas con muy poco amor por el periodismo y la ciencia, y mucho por el dinero y la visibilidad.
Podría citar el nombre de este tipo, su carrera, las absurdas barbaridades que ha dicho, escribir su nombre en el titular, en la url y poner su careto en la foto que ilustra este artículo, lo cual seguro que provocaría muchos más clicks de los que va a tener este artículo al no hacerlo. Pero no escribo para señalar a un tonto, sino a aquellos que ganan dinero dando voz a sus tonterías.
Los antivacunas, terraplanistas y demás personajes han encontrado su lugar en el mundo y frente a las cámaras gracias a lo que voy a llamar los monetizadores de la estupidez
Viendo cómo este tipo se pasea por los platós, no he podido evitar el maravilloso vídeo de nuestros amigos de Cuellilargo sobre los Monetizadores de odio. Ese tipo de contenidos que polariza a la población, se aprovecha y esparce ese odio polarizador para obtener un rendimiento económico es uno de los principales problemas a nivel social que tenemos ahora en todo el planeta. Uno del que los amos y señores tecnofeudales dueños de las redes sociales de Silicon Valley se están aprovechando. Lo hacen en lo económico, pero también en lo político, como hemos visto con el triunfo de Donald Trump. El problema es que esa misma técnica se expande al mundo de los antivacunas, terraplanistas y demás personajes que han encontrado su lugar en el mundo y frente a las cámaras gracias a lo que voy a llamar los monetizadores de la estupidez.
A los imbéciles se les tiene que tratar como tal. No se les tiene que preguntar una y otra vez para que den su show y podamos reírnos. Ni tenemos que ponerlos delante de científicos a debatir porque los consensos científicos tan lógicos no son debatibles. Tal y como ocurre con aquellos que esparcen bulos, debatir con un terraplanista es como jugar al ajedrez con una paloma. Tirará las fichas con su aleteo, se cagará en el tablero y se paseará con el pecho hinchado como si hubiera ganado la partida. Lo malo es que, en este mundo inundado de noticias falsas y odio, es bastante probable que alguien vea a la paloma sacar pecho mientras tú limpias la mierda del tablero y piense que es la paloma quien realmente ha ganado el debate. Dejar que las palomas se caguen en nuestros tableros en programas de máxima audiencia no es periodismo. Eso es utilizar a un estúpido para ganar dinero.
Jordi Wild sabe de sobra que el odio se monetiza muy bien y monetizar la estupidez es abrir nuevos nichos de mercado que le generarán más visitas y, por lo tanto, más dinero
Que un tipo como Jordi Wild entreviste tomándose en serio a un zumbao con teorías conspiranoicas que recuerda más al Carlos Jesús aquel al que entrevistaba Cárdenas es algo que podríamos considerar normal. Porque Wild no es periodista ni lo pretende ser. De hecho, Wild es al periodismo lo que Cárdenas es al periodismo. El youtuber es lo que se llama una creador de contenido y su cometido es sacar el máximo dinero posible de aquellos vídeos que hace. Wild sabe de sobra que el odio se monetiza muy bien y monetizar la estupidez es abrir nuevos nichos de mercado que le generarán más visitas y, por lo tanto, más dinero.
Pero que haya programas del mainstream de las principales cadenas de televisión, como Espejo Público de Antena3 o el programa de Ana Rosa en Telecinco, entrevistando a semejante mamarracho es una vergüenza de primer grado. Y no me refiero a la vergüenza de escuchar al tipo este, sino de ver cómo hay canales de televisión que se prestan a dar voz a un mononeuronal por rascar un poquito de rating de audiencia, unas interacciones en redes de los cortes extraídos o visitas en su web. No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que el equipo de Pablo Motos ya habrá contactado con el susodicho para invitarle a divertirse a El Hormiguero.
Sacar la “polémica” que ha tenido el tonto este con un tertuliano en el programa de Ana Rosa es carne de click en una sociedad más interesada por gilipolleces conspiranoicas y beefs absurdos que por los problemas de la vida real
Igual de vergonzoso es que el principal medio deportivo de este país, Marca, propiedad de Unidad Editorial (El Mundo, Expansión), se dedique a publicar artículos cazaclicks sobre los movimientos televisivos del personajete. Pero claro, de esos clicks viven estos medios. Con esas “audiencias” tenemos que competir a la hora de buscar anunciantes, como por ejemplo los institucionales, los medios que nos dedicamos a hacer buen periodismo. Sacar la “polémica” que ha tenido el tonto este con un tertuliano en el programa de Ana Rosa es carne de click en una sociedad más interesada por gilipolleces conspiranoicas y beefs absurdos que por los problemas de la vida real.
Para hacer un simple ejercicio de números, he entrado al canal de Youtube del programa El Partidazo de Cope donde Juanma Castaño entrevistó al susodicho y abrió la veda de esta semana. Sus últimos programas raramente pasan de 60.000 visualizaciones, algunos se quedan sobre las 40.000. Muchas de las entrevistas de su programa que sacan como clip, la categoría de vídeos donde está la de este señor, no pasan de las 5.000 vistas. El vídeo al que nos referimos lleva 80.000 visitas (y subiendo) en cinco días. En los últimos dos meses, el único que vídeo que ha superado al del terraplanista ha sido una entrevista al campeón del mundo de MMA, Ilia Topuria, en la que insulta a Cristiano Ronaldo. Todas las demás están por debajo. ¿Entendéis ahora por qué se le da voz a un imbécil? Luego habría que ver el alcance de sus post y clips extraídos para redes que se han viralizado, algo que no pienso hacer porque creo que ha quedado claro con este ejemplo y porque no tengo estómago para ello.
Los grandes medios están siendo cómplices de este momento de involución social, científica y humana que estamos viviendo
Todo este tour mediático es una maldita vergüenza que explica muy bien el momento anticiencia y antiverdad en el que se encuentra ahora mismo la humanidad. Los grandes medios están siendo cómplices de este momento de involución social, científica y humana que estamos viviendo. Todo ello por lo rentable que les resulta dar voz a este tipo de estúpidos y así, monetizar su estupidez.
Los que dan voz a chalados y sus discursos anticiencia o no han leído a Goebbels o, por el contrario, lo han leído mucho y saben (y desean) perfectamente los efectos que puede tener que este tipo de discursos se extiendan. Si yo tuviera una gran empresa de esas que se anuncian en estos programas, retiraría de inmediato mis anuncios para que mi marca no se relacionara con discursos de chalados. A no ser, claro, que igual que los que entienden perfectamente a Goebbels, los dueños de esas empresas prefieran consumidores idiotas, idea que no debemos descartar.
Por último, y aquí viene la parte autocrítica, creo que nosotros también debemos dejar de reaccionar e interactuar con este tipo de contenidos. De la misma forma que a los monetizadores del odio les funciona cabrearnos para que interactuemos con sus publicaciones y levantar absurdas polémicas, también les funciona que nosotros nos enzarzemos cada vez que ellos dicen o dan voz a gilipolleces. Podríais decir que yo mismo estoy pecando de ello con este artículo. Pero en mi defensa diré que yo estoy señalando a aquellos que ganan dinero con todo este proceso y no estoy rebatiendo nada a alguien cree que la Tierra es plana. Porque con un terraplanista no hay nada que hablar ni debatir, a no ser que seas estúpido o un monetizador de la estupidez.
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Exactamente, es tan triste que no voy a molestarme en ver el vídeo y darle otro click al señor este de la Cope.