Opinión
Razones para leer a Fredric Jameson

Gracias a las herramientas teóricas que desplegó Fredric Jameson es posible interpretar con acierto lo que sucede en las sociedades del capitalismo tardío, pero una lectura atenta de su obra revela, además, que la teoría puede convertirse en una fuente de goce estético.
Fredric Jameson
Foto: Fronteiras do Pensamento (CC BY-NC)
Investigadora en la Universidad de Granada
30 sep 2024 09:15

El 22 de septiembre de 2024 falleció a los 90 años de edad Fredric Jameson (1934-2024), profesor de Literatura en la Universidad de Duke. Antes pasó por Harvard, California o Yale. Su pérdida se hace especialmente notoria entre los marxistas de diverso pelaje porque, a mi parecer, encarnaba como pocos la actitud por antonomasia del materialista histórico, aquel que se acerca a la historia “a contrapelo”, si utilizamos la célebre expresión de Walter Benjamin. Quizás fuera uno de los pocos intelectuales que todavía ejercía como tal. No era un mero especialista, que los hay y muy buenos en los más diversos campos del saber, era, por decirlo con Bourdieu, un intelectual total que despreció en el mejor sentido posible las férreas divisiones disciplinarias impuestas por las autoridades universitarias. Se interesó, por supuesto, por la literatura, disciplina en la que se formó con Erich Auerbach, pero también en el urbanismo, el cine, la historia, la antropología y el pensamiento en general. Utilizó la teoría para comprender el mundo en toda su compleja dimensión porque sabía que en última instancia era necesario transformarlo. Pese a que no fue un político, sus ideas no solo deberían concernir a los académicos; gracias a las herramientas teóricas que desplegó es posible interpretar con acierto lo que sucede en las sociedades del capitalismo tardío, pero una lectura atenta de su obra revela, además, que la teoría, por abstrusa que sea (y en su caso ciertamente lo es), puede convertirse en una fuente de goce estético o, al menos, en un intenso desafío intelectual del que no se sale indemne.

Aunque había publicado su tesis doctoral sobre Sartre en 1961, el libro que lo catapultó a la primera línea del pensamiento filosófico de tipo crítico fue Marxismo y forma (1971), una obra con la que pretendía divulgar las aportaciones de los principales representantes del denominado marxismo occidental entre el público anglosajón. En esa época, la New Left Review compartía el mismo objetivo. El texto de Jameson se distinguía especialmente por su erudición y por su defensa a ultranza de la dialéctica como un pensamiento de la totalidad, para el que la forma y el contenido son radicalmente inseparables porque a la fuerza hacen justicia a la realidad histórica en la que se originaron. Dedicaba capítulos a Adorno, a Bloch, a Marcuse, a Lukács, a Benjamin y a Sartre, mostrando que todos ellos incorporaban siempre, además de una reflexión de carácter histórico sobre temas particulares, un comentario autoconsciente sobre sus propios instrumentos intelectuales.

Más tarde, en El inconsciente político (1981), obra que lo consagró internacionalmente como crítico literario, propuso una tesis arriesgada que partía de la conjunción de Marx y de Freud (aunque se sazonaba, como sería habitual en su trayectoria, con aportaciones estructuralistas y posestructuralistas): que los artefactos culturales se desenmascaran como “actos socialmente simbólicos”, lo que suponía defender que la interpretación política de los textos culturales es el horizonte absoluto de toda lectura. Lo que esto quería decir es que la cultura opera proponiendo resoluciones imaginarias o simbólicas de las contradicciones sociales reales que se encuentran en la vida cotidiana.

Su ingente producción estuvo marcada por la consideración de que la realidad se desvela alegóricamente, es decir, que los signos de un producto cultural, que tendemos a interpretar por defecto de manera literal en un primer acercamiento, poseen en realidad una potencia enajenante

A partir de entonces, su ingente producción estuvo marcada por la consideración, heredada de su maestro —que había trabajado sobre la “interpretación figural”—, de que la realidad se desvela alegóricamente, es decir, que los signos de un producto cultural, que tendemos a interpretar por defecto de manera literal en un primer acercamiento, poseen en realidad una potencia enajenante, dando siempre a entender, mediante la distorsión o la ocultación, “otro sentido” que remite al desarrollo histórico de los grupos humanos. Este modo de proceder, que será la marca de agua de todo análisis ideológico que se precie, consiste pues en buscar las divisiones internas de una obra, sus lagunas, sus múltiples tensiones —sus contradicciones, en definitiva—, partiendo de un método inspirado en la patrística.

También en ese texto se apuntaba ya la importancia de la utopía, cuestión que culminará en su forma definitiva en Arqueologías del futuro (2005). Primero afirmó que toda ideología, fuera cual fuese su contenido concreto, suponía la expresión del deseo de unidad de una determinada colectividad, y en dicha medida se podía considerar utópica en tanto instituye una cohesión de clase. Después indagó en las diferencias entre los impulsos utópicos, aquellos fragmentos de la vida cotidiana que nos aportan satisfacciones no necesariamente conscientes (como por ejemplo los medicamentos, que nos permiten imaginar una corporeidad utópica), y los programas utópicos, que son la traslación política de los primeros (el apoyo a la sanidad pública en las versiones progresistas o las fantasías sobre las terapias rejuvenecedoras o el tráfico de órganos en las variantes derechistas). Todo ello desemboca en la creencia de que la cultura tiene una naturaleza bifronte (como, en un sentido distinto, la tenían la mercancía y el trabajo para Marx): lo que, tras un cuidadoso análisis, nos parece efectivamente ideológico en un libro, una película o una pintura es también, al mismo tiempo, necesariamente utópico. Así, la cultura, en sus diferentes expresiones, no hace sino recoger el principal conflicto que singulariza al Fausto de Goethe —y, como bien vio, una vez más, Marx, a la modernidad, a la historia—: dos almas conviven en su pecho. Este movimiento en pro de la condición utópica no era gratuito y no carecía de significación, formulado como estaba en un contexto (el de la academia estadounidense) en el que la narrativa sobre el “fin de la historia” y el consecuente triunfo total del realismo capitalista se imponía a marchas forzadas.

A ese respecto, y actualizando un debate en buena medida ya abierto por Lukács en Historia y conciencia de clase (1923), abogó por la necesidad de elaborar “cartografías cognitivas” que, tratando de reconstruir el horizonte de totalidad de lo real, permitieran arrojar luz sobre un mundo crecientemente complejo y en crisis. La noción de mapeo cognitivo, como también se tradujo —el término lo había acuñado originariamente Kevin Lynch—, plantea que es necesario superar de algún modo la brecha que se abre entre nuestra experiencia fenomenológica individual e inmediata de la realidad y totalidad global del capital, que las más de las veces se nos hace incomprensible. La cosificación propia del capitalismo, esa dinámica por la cual se produce la transformación de las relaciones humanas en la apariencia de relaciones entre cosas, hace que la sociedad se vuelva opaca: se precisa entonces una estética y un conjunto de prácticas de la cultura y de la ciencia que ayuden a representar la enormidad del sistema, sin reproducir la dicotomía vulgar entre el bien y el mal o alimentar otras soluciones excesivamente simplificadoras.

Aquello que lo convirtió en una referencia obligada de la crítica cultural en general —no solo de la corriente propiamente materialista— es la identificación que propuso en 1984 del posmodernismo como lógica cultural del capitalismo avanzado

Con todo, es indudable que aquello que lo convirtió en una referencia obligada de la crítica cultural en general —no solo de la corriente propiamente materialista— es la identificación que propuso en 1984 del posmodernismo como lógica cultural del capitalismo avanzado, de cuyo atolladero diríamos que la cartografía cognitiva propone una suerte de salida epistemológica como parte insustituible de una estrategia socialista de ofensiva contra el capital. Este detalle es fundamental y, en mi opinión, revela la calidad de su reflexión: Jameson quiere diagnosticar una época para aumentar la capacidad de operatividad política de las clases oprimidas, no persigue impugnar el tiempo histórico desde ninguna atalaya moral.

Amparándose en los análisis económicos de Ernest Mandel a propósito del capitalismo tardío, el teórico norteamericano argumenta que la producción estética se ha integrado en la producción de mercancías en general, provocando una pérdida de la profundidad (del sentido histórico, de las capas de significado de la obra artística…) que desemboca en el pastiche como práctica cultural extendida, en la vivencia “esquizofrénica” de los acontecimientos mediada por un acceso omnipresente a la tecnología, en la fragmentación social y cultural. A raíz de esta intervención, los ríos de tinta que se vertieron en torno al posmodernismo y la posmodernidad se han vuelto incontables.

Carecería de sentido intentar resumir todas y cada una de las aportaciones, de los originales análisis, de los sugerentes libros, que Fredric Jameson compartió con el mundo a lo largo de su carrera. Los lectores y las lectoras actuales o potenciales de semejante obra no merecen ser tutelados. Les aguarda un vasto territorio de ideas que desafían los cánones establecidos por el hegemón cultural, de las cuales las examinadas aquí resultan ser solo un pequeño botón de muestra. Creo que el espíritu humano e intelectual de Jameson se condensa, en fin, en aquella frase de Sartre, a quien consideraba el gran filósofo del siglo: “No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos, pero este es el nuestro”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Opinión
Opinión Gaza, música de ascensor
El gran robo del siglo, diagnostican los especialistas, es el robo de la atención. La época no permite fija la mirada en ningún lugar, obliga a un estado de dispersión generalizada que nos inmuniza ante la barbarie.
Opinión
Opinión Gaza, música de ascensor
O gran roubo do século, diagnostican os especialistas, é o roubo da atención. A época non permite fixar a ollada en ningures, obriga a un estado de dispersión xeneralizada que nos inmuniza ante a barbarie.
Opinión
Opinión ¿Cómo me convertí en un ecoterrorista?
El cineasta serbio Stevan Filipović es una de las voces más críticas con el proyecto de la minera Rio Tinto en el valle de Jadar, una explotación de litio apoyada por el Gobierno que cuenta con una fuerte oposición popular.
Xunta de Galicia
Investigación A Xunta encargou a unha empresa vinculada ao PP e Audasa o informe sobre o rescate da AP-9 por 18.000 euros
O Goberno de Alfonso Rueda elixiu para iso a Eptisa, unha consultora que traballa para a propia concesionaria da autoestrada do Atlántico e onde o exconselleiro de Agricultura, Tomás Pérez Vidal, foi presidente para Galiza.
Marxismo
Pedro Rey “Todas as clases están suxeitas á dominación capitalista”
O investigador valora a recepción da obra de Marx en Galiza e defende que esta é o mellor compás para orientarnos nas batallas políticas deste tempo. É hora de volver ao xenio de Tréveris? Pode previrnos do desencanto?
Palestina
Genocidio Un fin de semana de movilizaciones contra la impunidad israelí tras doce meses de genocidio
Más de 50 ciudades en todo el territorio se han sumado a la convocatoria de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina durante el fin de semana, mientras que el movimiento Masar Badil propone dos convocatorias el domingo y el lunes.
Opinión
Opinión Gaza, música de ascensor
O gran roubo do século, diagnostican os especialistas, é o roubo da atención. A época non permite fixar a ollada en ningures, obriga a un estado de dispersión xeneralizada que nos inmuniza ante a barbarie.
Fronteras
Fronteras La ruta de los Balcanes: vanguardia de la violencia fronteriza europea
Los acuerdos asumidos por los países balcánicos para su adhesión al espacio Schengen están convirtiendo la región en una frontera cada vez más violenta.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Airbnb y Booking desoyen a la ONU y ofertan alojamientos en tierras palestinas robadas
Los gigantes de las reservas turísticas incluyen en sus listados centenares de alojamientos en asentamientos ilegales en territorios ocupados, donde la violencia de los colonos israelíes contra la población palestina se ha disparado.

Últimas

Formación El Salto
Formación El Salto Las Otras Economías: hay vida más allá del capitalismo (segunda edición)
Tras una primera edición, vuelve esta formación online de nuestra sección de economía El Salmón Contracorriente. Un curso coordinado por Yago Álvarez, en el que aprender y practicar economías alternativas a la dominante.
Violencia sexual
Caso Dominique Pelicot Francia, de vetar el consentimiento en Europa a anunciar que cambia su Código Penal tras el caso Pel
El Gobierno francés se muestra abierto a cambiar el Código Penal para incluir una definición de violación basada en la ausencia de consentimiento. La actual indica que debe haber “violencia, coacción, amenaza o sorpresa”.
Comunidad El Salto
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate ‘El Estado feroz’, el primer libro de Pablo Elorduy
El responsable de Política de El Salto firma este ensayo donde recoge la historia política de las últimas dos décadas y la “restauración del orden tras el estallido de lo inesperado”.
Más noticias
Industria
CAPITALISMO FOSIL Así copiaron el PP gallego y los empresarios vascos de ENCE el modelo jeltzale de Petronor
Tres grandes fortunas vascas de la lista Forbes controlan la compañía propietaria de la fábrica de papel instalada en la ría de Pontevedra gracias a que convencieron al PP gallego para que aplicara el modus operandi del Gobierno Vasco.
Soberanía alimentaria
Soberanía alimentaria ¿Se puede transformar el sistema alimentario de Madrid?
Nace el Consejo Alimentario Madrid Región que pretende fomentar los sistemas alimentarios sostenibles, promoverá la soberanía y justicia alimentarias y el derecho a una alimentación adecuada.
Análisis
Análisis China y el desafío de transitar hacia un modelo de crecimiento basado en el consumo
La estrategia del Gobierno chino de impulsar el crecimiento mediante un incremento de la inversión en manufactura y la contención del consumo sigue siendo problemática
Derecho a la vivienda
Manifestación Vivienda 13O Organizar el conflicto por el derecho a la vivienda
En la Comunidad de Madrid el precio del alquiler ha subido más de un 78% en los últimos diez años, alcanzando la cifra de un 12% en el último año.

Recomendadas

Laboral
Laboral Trabajar en la jubilación y currar de baja: las nuevas propuestas del Ministerio de Seguridad Social
Los nombres formales son “jubilación flexible” y “baja flexible”. El 31 de julio se aprobó un plazo de seis meses para darle un empujón a la primera; ayer se anunció la creación de un grupo de trabajo para impulsar la segunda.
Galicia
Investigación La Xunta encargó a una empresa vinculada al PP y Audasa el informe sobre el rescate de la AP-9 por 18.000 euros
El Gobierno de Alfonso Rueda eligió para ello a Eptisa, una consultora que trabaja para la propia concesionaria de la autopista del Atlántico y donde el exconselleiro de Agricultura, Tomás Pérez Vidal, fue presidente para Galicia.
Centroamérica
Centroamérica De la crisis a la migración: cómo el cambio climático afecta al Corredor Seco de Guatemala
La prolongada sequía, las lluvias erráticas y el aumento de las temperaturas ponen en riesgo la viabilidad de la agricultura, sustento principal para muchas familias.