Opinión
El plan de paz de Trump para Ucrania
Centre Delàs d’Estudis per la Pau
En su supuesto compromiso de acabar con todas las guerras y su afán de ser reconocido como un hombre de paz Donald Trump ha lanzado un hiperbólico plan de paz para acabar con la guerra de Ucrania.
Los 28 puntos de su propuesta son de diversa índole, abarcan aspectos políticos, de seguridad, económicos y de derechos humanos. Un plan de paz, que en algunos puntos indican que han sido negociados previamente entre la Casa Blanca y el Kremlin, como indican las concesiones territoriales que sólo benefician a la Rusia de Putin. Y por el contrario, se ha excluido a la Ucrania de Zelenski, que se ve obligada a ceder territorios sin recibir otra compensación que la seguridad. Exclusión que se extiende a los países europeos, que tampoco han sido consultados por Trump. Aunque, cierto es, que los gobiernos europeos no se han significado con iniciativas diplomáticas ante Rusia para conseguir un alto el fuego y unas negociaciones que acabaran con la guerra.
El principal punto del plan de paz es determinar que territorios quedan bajo dominio ucraniano y a cuáles deberá renunciar Ucrania para quedar bajo control ruso. Algo que múltiples analistas ya habían prefigurado, que el plan de paz acabaría en la fórmula de “paz por territorios”. Así, Rusia se quedará con la totalidad de los territorios de Crimea, Lugansk y Donetsk (punto 21.1). Algo no previsto, pues parte del territorio de Donestk no había sido conquistado por Rusia, y que el Plan determina que deberá ser cedido a Rusia, aunque como zona desmilitarizada.
A cambio Rusia se verá obligada a abandonar los territorios Jersón y Zaporiyia, pero no retornándolos a Ucrania, sino dejándolos como una zona neutral y desmilitarizada (punto 21.2). Al igual que Rusia deberá abandonar otros territorios ocupados en otras provincias (punto 21.3). En cuanto a la central nuclear de Zaporiyia, quedará bajo supervisión del Organismo Internacional de Energía Atómica y su producción energética se repartirá a partes iguales entre Rusia y Ucrania (punto 19).
En las cuestiones más geopolíticas, la más elemental: la soberanía de Ucrania (punto 1) quedará garantizada a la vez que recibirá garantías de no agresión por parte de Rusia (punto 10) y si ésta no lo hiciera, EEUU y la OTAN actuarían en defensa de Ucrania (punto 10.3). Otras dos cuestiones cruciales que fueron el motivo principal de la invasión rusa en Ucrania son que ésta no ingresará en la OTAN (lo cual deberá ser refrendado en la Constitución ucraniana) y tampoco la OTAN estacionará tropas en Ucrania (punto 8). Pero en cambio, sí que podrá ingresar en la Unión Europea (punto 11).
De igual importancia geopolítica es el punto 16, que dictamina que Rusia garantizará mediante una ley que no atacará ni a Ucrania ni a ningún otro país europeo; ni tampoco invadirá ningún país vecino a Rusia, como contraprestación la OTAN se compromete a no expandirse más (punto 3).
La mayoría de los analistas han centrado sus opiniones en las cuestiones hasta aquí descritas. Pero obviando otras cuestiones también de suma importancia como las descritas a continuación.
Una es de carácter moral, la cuestión planteada de otorgar una total amnistía a todos los crímenes de guerra cometidos durante la guerra e impedir que las partes presenten reclamaciones en el futuro (punto 26). Esta cuestión de ser aceptada rompe con el consenso internacional que, en los últimos años, tras el final de guerra fría, se había ido creando en el derecho internacional de que los crímenes de lesa humanidad no prescriben, y que las víctimas tienen derecho a una reparación, la denominada como justicia restaurativa.
Justicia y reparación que se ha ido aplicando, con mayor o menor fortuna, tras numerosos conflictos (Yugoslavia, Colombia, Sierra Leona, Ruanda…). En el caso de Ucrania, los que han cometido los crímenes en este acuerdo se auto amnistían. Este es un escarnio para las víctimas que, aunque no impide que éstas no recurran ante los tribunales, es de una bajeza moral sin precedentes y que abre el camino para que en el Plan de Paz para Gaza, se amnistié a Netanyahu y otros dirigente israelíes de crímenes de guerra.
La otra y no menos penosa cuestión que atraviesa todo el plan de paz de Trump, es sobre quién recaerá la reconstrucción y reparación de los daños causados en la guerra. Trump, ya lo sabíamos, es un hombre de negocios que administra EEUU como si ésta fuera una empresa mercantil, y en su propuesta de plan deja bien claro que el beneficiario máximo de la reconstrucción será EEUU. Así, en el punto 12, se establece un potente paquete de financiación, al que contribuirá con una aportación el Banco Mundial; a tal efecto se creará un fondo de desarrollo, pero la cooperación recaerá en manos de EEUU, quién tendrá la misión de reconstruir, desarrollar, modernizar y reconstruir la infraestructura gasista de Ucrania. También reconstruir las ciudades y zonas residenciales, a la vez que asumirá la extracción de minerales y recursos naturales del país.
Por si no fuera poco, en el punto 14 se añade, que los fondos congelados de Rusia (100.000 M$), serán destinados a la reconstrucción de Ucrania pero gestionados por EEUU, quien recibirá el 50% de los beneficios de esta operación y Europa añadirá 100.000 M$ a la reconstrucción, que a su vez descongelará los fondos de Rusia en Europa.
Por último, en el punto 13 se establece que EEUU firmará un acuerdo de cooperación económica con Rusia para el desarrollo en energía, recursos naturales, infraestructura, inteligencia artificial, centros de datos y proyectos de extracción de metales raros en el Ártico. Y a cambio se le promete que se reincorporará Rusia al G8.
Por si no quedaba bien claro quién es el artífice del plan de paz, Donald Trump se otorga la presidencia del Consejo de Paz para Ucrania que hará la supervisión y la implementación del plan (al igual que se hizo con el plan de paz para Gaza). Trump, el dirigente político mundial más militarista se disfraza de pacifista.
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