We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
Las sáficas también somos trans, deseamos trans y amamos trans

En Reino Unido una lesbiana ya es definida oficialmente como una mujer cis que siente atracción por otra mujer cis. Oficialmente. La realidad es otra y conocemos algunos de los mantras más comunes acerca de la liquidez y fluidez de las etiquetas, de la definición de orientación, género y cada vez más —menos mal— sexo, como un espectro imposible de dividir en categorías binarias y rígidas. Irónicamente, este texto quiere defender la etiqueta lesbiana. Vamos a tener que esperar al final, porque tenemos deberes atrasados que me avergüenzan.
Resulta irónico que a quienes tanto nos han cuestionado la identidad de “mujeres de verdad” en función de nuestra expresión de género o la vida que decidimos emprender no levantemos antorchas al ver el mismo odio operando con estrategias similares, dirigido a quienes tanto hicieron por nosotres. A las que tiraron el primer ladrillo a un océano de distancia y derrumbaron los primeros tabúes en todas partes.
No nos equivoquemos: uno de los motivos —numerosos y complejos— por los que este ataque empieza por las mujeres trans es porque ellas constituyen la primera línea de batalla
No nos equivoquemos: uno de los motivos —numerosos y complejos— por los que este ataque empieza por las mujeres trans es porque ellas constituyen la primera línea de batalla. Por algún motivo, todos los discursos retrógrados emitidos desde los mal llamados “feminismos” olvidan muy convenientemente la existencia de los hombres trans. Son ellas y ellos y elles quienes desafían de manera más brutal el estatismo de las estructuras de poder que en tan cómodo sillón sienta a algunos.
Al intentar profundizar en los motivos por los que en la comunidad lesbiana existe tanta transfobia —interiorizada o defendida—, nos encontramos con la misma piedra de siempre: un sistema cisheterosexual que nos lo ha explicado todo, y todo mal. El desprendimiento de las identidades lesbianas de la heteronorma viene dado muchas veces de manera inevitable e incluso inintencionada.
Reino Unido
Reino Unido La decisión del Supremo de Reino Unido da alas a la transfobia en un contexto antiderechos trans
Otras, el lesbianismo se adapta a la norma para resultar socialmente más aceptable, pero este es otro tema. La transfobia, sin embargo, requiere con más frecuencia para las lesbianas de un trabajo consciente de reconstrucción de conceptos aprendidos. Tras años de chistes sobre pollas y de convencernos de que nos causaban repulsión, ahora resulta que pueden gustarnos. Que no era la falta de pene lo que hacía que nos pusiera nerviosas Jennifer Lawrence en Los juegos del hambre. Fíjate, que con cinco penes de diferentes colores y materiales en el cajón de la mesilla, te cae por sorpresa que las transfeministas no quieran reducir nuestra orientación sexual ni identidad de género a cuerpos concretos.
Hace ya más de dos décadas que la revista Anything that Moves promovía un nuevo Manifiesto bisexual que sustituía la expresión persona a la que atraen “hombres y mujeres” por “su género y otros”. A las personas bisexuales les debemos casi tanto y se lo reconocemos casi tan poco como a las personas trans.
Quizá es el momento de redefinir también el concepto lesbiana, no a la manera del Tribunal Supremo de Reino Unido, pero a la manera de la comunidad bisexual. Intento entrar en las mentes lesbianas que se niegan a aceptar que haya más de una manera de serlo y encuentro más miedo que teoría. Quizá es emocionalmente difícil asumir que deben replantearse una identidad que puede haber causado trabajo encontrar y cuya defensa implica una resistencia que puede agotar. Si este es el caso, veo un rayito de esperanza: no hay mala intención. Es una pena que la intención no sea lo que cuenta.
En unas jornadas Bibolleras por el 26A del año 2023, alguien acusó a la palabra lesbiana de apelar de manera exclusiva a mujeres cis y de haber perdido significado político. Agradecí la voz de una mujer, varias generaciones por encima de la mía, que puntualizó la existencia de mujeres lesbianas trans. Señaló que para ella eran términos que no podían excluirse ni desprenderse de su carga política, pues sus mayores referentes habían sido mujeres trans.
Había, sin embargo, una crítica legítima bajo esa falsa premisa. ¿Cuántas veces hemos explicado a le ginecólogue que es imposible que estemos embarazadas/es “porque somos lesbianas”? ¿Cuántas veces hemos dejado pasar un chiste referido a la aversión hacia las pollas, incluso de boca de una compañera? ¿Cuántas, cuántas veces hemos callado con la sangre hirviendo porque “ya me entiendes”? Tenemos que dejar de entender. Debemos forzar a les demás a encontrar palabras adecuadas y no hirientes a otros colectivos para hablar con nosotras y nosotres; no es nuestra labor ofrecerles un diccionario o permitir el desprecio a nuestras compañeras, hermanas, amantes… Por evitar un momento incómodo. Si total en esto tenemos ya un máster. Si tienes la suerte de no tenerlo, aquí va un truco: dile a le ginecólogue que nunca te acostaste con alguien con pene o que eres virgen, o mormona, depende del grado de divertimento que desees para ti y de incomodidad para le otre.
La sexualidad y el género son asuntos que se vuelven más líquidos y escurridizos cuanto más los estudias, en lugar de al revés. Esto puede resultarnos un alivio a algunes, como frustración a otres. La manera en que existimos en el mundo es una farsa en el sentido más profundo posible. Sin embargo, no se puede obviar que vivimos en una sociedad en la que todavía rigen ciertas normas y las personas no son ni deben ser daños colaterales. Se puede trabajar el presente con la mirada en el futuro. A medida que empezamos a deconstruir ideas y a alejarnos del binarismo, todos los límites se vuelven difusos.
En las jornadas comentadas anteriormente, se me realizó de manera directa la pregunta: “Si reconoces que te acostarías con una persona no binaria, ¿no deberías renunciar a la etiqueta de lesbiana y reconocerte bisexual?”. La respuesta breve y fácil es “no”. La que podría haber dado es que no tengo por qué responder a preguntas personales y directas en un debate. Suponer que a una lesbiana no le pueden atraer las mujeres trans es una gilipollez, por encima de todas las cosas, que no le pueden atraer las personas no binarias, otra; pero esconde un significado categóricamenre falso: que no existen lesbianas trans y no binarias.
Agradezco una única cosa a esa impertinente pregunta: me hizo reflexionar. ¿Qué manos me acompañaron en mi construcción como lesbiana y mi deconstrucción como mujer binaria? Resulta que fueron mis amigues bisexuales y bisexualas, mi primo trans no binario, mi amante bisexual, mi exnovia bisexual…
Tenemos derecho a las dudas y a no haber destrozado todo el discurso construido desde nuestra más temprana infancia (porque algunes no podemos decir tierna) en nuestras pequeñas cabezas. No es necesario, sin embargo, alzar la voz al respecto en internet, en círculos de poca confianza, en tu puto perfil de Tinder. Puedes abrir una conversación con tus amigas más íntimas en un lugar privado, puedes bucear internet o echarle una manito a La respuesta a todo lo que le preguntarías a una tía trans de mi admirada Valentina Berr. No hagas nada que no quieras hacer con tu cuerpo. Ahora, haz el favor y tampoco te sientes a la mesa de un bar y creas que decir que nunca te acostarías con una tía trans no es transfobia interiorizada, no es ofensivo y, sobre todo, no es una generalización muy ignorante. No podemos ser un lugar de incomodidad para las personas que dieron sus vidas por nuestro derecho a existir, resistir y relacionarnos entre nosotras y nosotres.
Me resulta difícil escribir un texto celebratorio porque en estos momentos creo que hay un montón de autocrítica que hacer en lo referente a nuestro tratos con la B y la T, pero echo de menos el espacio de celebrar a todas las que defendemos una existencia lesbiana en la que las tres vamos de la mano para delante. Hoy quiero hacerlo: por todas las que somos instrumentalizadas en el discurso para defender ideas en las que no creemos; por todas y todes a les que se nos asocia a ideas retrógradas para que otras puedan fingirse defensoras de ideas progresistas. A ellas, con ellas, para ellas es el día de hoy. Para todes nosotres, sobre todo las lesbianas trans y no binarias.
El término lesbiana no necesita ser estático para ser válido, para ser reivindicable, reivindicativo y algo que defender con uñas y dientes. Las etiquetas evolucionan porque las personas y con ellas los movimientos sociales, y con ellos y con suerte el mundo, evolucionan.
Queremos la visibilidad, no la ventana; la vida, no el manual para vivirla; queremos gritar más alto que quienes blanden nuestra etiqueta para excluir. Quiero el orgullo del lesbianismo compartido, del rechazo a aplicar a otras una cisheteronorma que tantas heridas nos ha dejado. Queremos lamernos las heridas, lo más literal o figuradamente que nos venga en gana. Deseamos tirar las paredes de armarios e instituciones al tan olvidado grito de por mí y por todes mis compañeres.