We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Pactar la nada. Ni contenidos sustanciales ni compromisos políticos reales. EH Bildu ha decidido llegar a un acuerdo presupuestario con el PNV a través de un pacto que en realidad no incluye ninguna modificación de calado. Para colmo, nos lo quieren vender como una mejora en políticas sociales. Pero no cuela.
No es de sorprender que desde los sindicatos les hayan afeado este pacto, porque lo cierto es que estas cuentas no hacen sino ahondar en el desmantelamiento de los servicios públicos mediante la privatización y el recorte de plantillas funcionariales para servicios fundamentales como salud o educación. El PNV y EH Bildu renuncian a aumentar plantillas más allá de la tasa de reposición en un año en el que, por primera vez en más de una década, los presupuestos generales del Estado permiten tasas superiores al 120%. Este acuerdo da por buena una política fiscal tibia que, ante una coyuntura de crisis sin precedentes, plantea un nivel de inversión que ni siquiera llega al que teníamos antes de la década de austeridad. En lugar de revertir la subinversión crónica del sector público, se opta por el retorno al marco del equilibrio presupuestario.
El PNV y EH Bildu renuncian a aumentar plantillas más allá de la tasa de reposición en un año en el que, por primera vez en más de una década, los presupuestos generales del Estado permiten tasas superiores al 120%
Nos han querido explicar que este acuerdo se basa en acuerdos económicos que ponen el foco en las áreas de Salud, Medio Ambiente y Sostenibilidad Energética, con compromisos en materia de Salario Mínimo Interprofesional, control del precio de los alquileres, e I+D+i. La música suena bien, y a Elkarrekin Podemos no nos tiene que convencer nadie de la importancia capital de todas estas cuestiones, que siempre hemos defendido y calificado de prioritarias, además de haber conseguido importantes avances en las mismas con nuestra participación en el gobierno de coalición. Pero la letra lo desmiente. ¿Realmente el contenido del pacto tiene un impacto o un calado significativo en estas materias?
Lamentablemente, no. Un análisis riguroso del mismo nos demuestra que este acuerdo entre nacionalistas obedece más a estrategias de marketing político que a la voluntad real de transformar las condiciones de vida de la gente. No resulta difícil argumentarlo y demostrarlo.
Comienzan afirmando que el Gobierno Vasco va a defender y fomentar un SMI en convenios colectivos que sea proporcional a la renta media de Euskadi. Pero salvo en la administración pública, cuyo aumento salarial está vetado en el articulado de la ley, el Gobierno Vasco no tiene competencias en la negociación colectiva. ¿Se van a limitar a decir en la mesa de diálogo social que hay que intentar llegar a ese SMI y que por favor se pongan de acuerdo patronal y sindicatos?
Dicen que van a poner en marcha, cuando la futura normativa estatal en materia de regulación de precios del alquiler privado lo permita, un sistema de control de precios del alquiler privado, adaptado a las especificidades de la realidad vasca. Un acuerdo bastante sorprendente, porque su contenido ya está recogido en una PNL impulsada por el grupo Elkarrekin Podemos, aprobada en el Pleno del Parlamento Vasco el pasado 18 de noviembre; iniciativa ante la que cabe recordar que el grupo parlamentario de EH Bildu se abstuvo. ¿Cuál es exactamente la novedad en este punto?
La única cifra negociable en el ámbito de la salud pública es la del número de plazas de los 4000 sanitarios despedidos en octubre que pasarán a consolidarse
Anuncian que el Gobierno Vasco se compromete a incrementar en 30 millones el contrato-programa de Osakidetza para implementar la Estrategia de Atención Primaria. Una estrategia pensada en 2019 que hoy no es más que papel mojado. El agravamiento de las listas de espera, la falta de atención presencial y las intervenciones suspendidas por enésima vez sólo pueden atajarse de una forma: ampliando la plantilla de profesionales. La única cifra negociable en el ámbito de la salud pública es la del número de plazas de los 4000 sanitarios despedidos en octubre que pasarán a consolidarse. De los recortes en los Puntos de Atención Continuada (PAC) o en salud mental —una autentica emergencia durante la pandemia— ni una palabra.
Proclaman que han comprometido 120 millones de euros para atajar la emergencia energética, pero esta afirmación nos resulta simplemente falsa. EH Bildu ha logrado arañar 20 millones para el presupuesto de 2022 y otros 10 para créditos de compromiso. Eso es todo. Los 90 millones de euros anunciados para financiación municipal ya habían sido aprobados por el EVE el pasado 19 de mayo mediante el fondo de financiación Gauzatu Energia, y la Ley 4/2019 que ya obligaba a una dotación de 100 millones para los ayuntamientos. Prometen 77 millones de euros en investigación y desarrollo, pero resulta que el monto comprometido para el ejercicio 2022 como fruto de este acuerdo es… ¡Cero! Y que el horizonte temporal es de seis años, casi el mismo que la última promesa para la llegada del Tren de Alta Velocidad.
El acuerdo despacha en una frase el acuciante problema de la pobreza en Euskadi remitiéndonos a la futura ley del Sistema Vasco de Garantía de Ingresos. Para después negociar un a todas luces insuficiente incremento de 10 millones para programas dirigidos a personas en situación de exclusión social. Monto que pretenden que celebremos obviando que el recorte que traen estos presupuestos en inclusión social es de 9 millones. Aquí ya se constata definitivamente que EH Bildu ha renunciado por completo a su programa social, en un momento de saturación de los servicios sociales, o con la situación vivida en las residencias durante esta pandemia. Han pasado por alto también el refuerzo de los servicios sociales para la atención a víctimas de violencia de género, cuando estamos en pleno debate de la ley vasca de igualdad.
Un pacto sin contenidos económicos sustanciales ni compromisos políticos reales no es otra cosa que marketing.
El resultado es que la izquierda abertzale ofrecerá su abstención a los presupuestos vascos a cambio, nos han dicho, de arrancar 250 millones de euros al presupuesto, pero cuyo importe real apenas alcanza los 66 millones de euros. Compromisos, por otra parte, sobradamente superados por las enmiendas que ha presentado el grupo Elkarrekin Podemos. En nuestro espacio político sustentamos nuestros acuerdos en base a contenidos que cambien sustancialmente las propuestas del gobierno. Todo lo contrario a lo que ha sucedido aquí, con pocos acuerdos, mal definidos y escasamente precisados.
Un pacto sin contenidos económicos sustanciales ni compromisos políticos reales no es otra cosa que marketing. Y eso es muy preocupante. Justo cuando el tablero político vasco se empieza abrir, EH Bildu parece inclinarse por el PNV como socio preferente. Esperemos que no sea la previsible antesala de otros pactos de carácter estructural. Les compraron el modelo Tapia aprobando de la mano del Partido Popular la Ley de Patrimonio Ambiental, parece que convienen en mantener un modelo educativo basado en la escuela concertada y ahora nos vienen con un acuerdo vacío para unos presupuestos nocivos... ¿Este es el camino que quiere emprender EH Bildu? ¿El de un corporativismo que dificulte la articulación de una alternativa de izquierdas que permita transformar este país? Porque esto último es lo que necesitamos, y es en lo que está Elkarrekin Podemos.
Relacionadas
Euskal Herria
Kortatu El “Sarri, Sarri” suena en la cárcel de Martutene y el Gobierno Vasco no volverá a permitirlo
Opinión
Opinión Imanol Pradales, unos presupuestos peores de lo esperado
Israel
CONEXIONES CON ISRAEL El Departamento de Salud ocultó al Parlamento Vasco dos contratos públicos con una firma israelí
y cuando vosotros los apoyasteis?, en fin ......,que desilusión he tenido con vosotros