Opinión
La violencia como herramienta: por qué la resistencia política no es terrorismo

Cabe cuestionarnos por qué algunas personas consideran válido que se esté exterminando a población civil sin miramientos, pero no vean apropiado que se paralice una simple y ridícula carrera de bicis.
Palestina en la Vuelta ciclista - 10
Manuel del Valle Banderas palestinas han lucido también en la meta de Madrid de la Vuelta ciclista a España 2024.
9 sep 2025 05:00

Sé que me estoy metiendo en un jardín de once varas, o en una camisa de la que no voy a saber salir, porque hablar de violencia nunca es fácil ni cómodo, menos todavía si es en términos políticos, sobre todo, y especialmente, porque suele confundirse con el terrorismo.

No pretendo legitimar una sobre otra —mi opinión me la reservo para mí—, pero considero que es necesario aclarar las diferencias entre violencia política y terrorismo, en tanto que, por ejemplo, muchas personas siguen escudándose en la prevención de lo segundo para ejercer lo primero.

Espero que cuando terminéis de leer este breve artículo seáis capaces de saber si evitar que una carrera ciclista llegue a meta, boicotear a grandes empresas, vandalizar mobiliario urbano o hacer escraches son terrorismo o no. 

Por suerte —y por desgracia para alguna presidenta de comunidad autónoma— hay personas que dedican su vida a investigar y desarrollar un cuerpo de conocimiento sobre los movimientos sociales y, en concreto, sobre las herramientas de los mismos, entre las que se encuentran la violencia política.

Empecemos por una definición, el consenso académico entiende la violencia política como una herramienta más de acción política, compuesta por un repertorio heterogéneo de actuaciones orientadas a infligir algún tipo de daño (físico, psicológico o simbólico) con un objetivo claramente político y, en el caso, de la violencia política civil surge como respuesta o reacción a situaciones de opresión o vulneración de los derechos fundamentales.

La violencia no es única, y que la acción política no es binaria —violenta o no violenta—, si no que se compone de toda una escala de grises que forman un repertorio de herramientas de resistencia

Hemos de entender que la violencia no es única, y que la acción política no es binaria —violenta o no violenta—, si no que se compone de toda una escala de grises que forman un repertorio de herramientas de resistencia, desde el boicot a empresas, vandalismo, hasta actos de sangre o criminales como pueden ser asesinatos, secuestros, etcétera.

En términos de violencia política hay toda una graduación de posibles actuaciones, no se pasa de la nada al todo, esto es, un movimiento social no violento no se transforma de la noche al día en un movimiento extremadamente violento.

Hay toda una evolución y progresión que no se desarrolla en el vacío, es decir, va reaccionando a las interacciones con el ente opresor —sí, amigos, efectivamente, el grado de violencia no es más que el resultado del grado en el que los opresores responden a las demandas de los movimientos sociales—.

¿Y dónde queda el terrorismo en todo esto?

A este respecto no hay tanto consenso en la academia, si bien algunos investigadores consideran que es una herramienta más de la violencia política, otros consideran que es una acción política completamente diferente. En lo que sí confluyen es que el objetivo del terrorismo es la comunicación, no la resistencia.

Los actos terroristas tienen como fin transmitir un mensaje mediante el miedo o el terror, y no siempre tiene por qué estar vinculado a una situación de opresión o de injusticia social

Los actos terroristas tienen como fin transmitir un mensaje mediante el miedo o el terror, y no siempre tiene por qué estar vinculado a una situación de opresión o de injusticia social; en muchas ocasiones puede devenir simplemente del impulso de un grupo por imponer su ideología, religión o forma de entender la sociedad.

Por lo tanto, la diferencia más clara entre la violencia política y el terrorismo radica tanto en el objeto como en el contexto en el que se origina. Así, la violencia política se produce en un marco de conflicto político o social, y como resistencia o reacción a una situación de opresión, exclusión o violencia por parte de otra entidad —habitualmente con un mayor poder oficial que el movimiento que perpetra el acto violento—. Y el terrorismo, a su vez, puede originarse en contextos sin conflicto y su objetivo es de comunicación mediante el miedo.

A ver si se ha entendido, decidme: que ante un Gobierno que durante décadas ha llevado a cabo un genocidio contra otra población se responda con boicots a empresas que lo apoyan, se trate de evitar cualquier tipo de apoyo mediático o blanqueamiento deportivo/cultural, ¿es violencia política o terrorismo?

No me compete a mí dilucidar qué es legítimo y qué no, qué es moralmente válido y qué no —si os soy sincero, no lo tengo claro, por esa incomodidad y dificultad de tratar estos temas que os comentaba al principio—, pero creo que cabe cuestionarnos por qué algunas personas consideran válido que se esté exterminando a población civil sin miramientos, pero no vean apropiado que se paralice una simple y ridícula carrera de bicis.

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Los artículos de opinión no reflejan necesariamente la visión del medio.

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