Gazatíes que se niegan a evacuar: “No tenemos a dónde ir ni hay lugar seguro”

Israel ordenó el martes la evacuación total de la Ciudad de Gaza, pero muchos de sus habitantes se resisten a desplazarse hacia el sur mientras se intensifican los ataques para invadir por completo la primera metrópolis de la Franja.
Bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza
Bombardeos de Israel sobre la Franja de Gaza. Imagen de la exposición ‘Gaza a través de sus ojos’ en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
11 sep 2025 08:00

“No tenemos a dónde ir. En los campos de desplazados del sur no hay espacio, y ya no hay ningún lugar seguro”, lamenta Mahmud, residente de la ciudad de Gaza, durante una de las pocas horas del día en que los bombardeos israelíes bajan de intensidad y puede salir fuera a buscar cobertura y comunicarse por teléfono. 

Pese a la orden de evacuación de toda la ciudad de Gaza que Israel emitió el martes, Mahmud optó por quedarse en la habitación realquilada que comparte con su familia en el barrio de Sabra, en el centro de la urbe. Todo ello, mientras Israel recrudece su ofensiva sobre la principal metrópolis de la Franja, que alberga en torno a un millón de residentes en riesgo de verse de nuevo sometidos a otro desplazamiento forzoso.  

“Barrios enteros están amenazados, pero mucha gente prefiere quedarse”, dice Mahmud, que señala que muchos de sus vecinos por ahora no se van. Según recalca, no le ve sentido en irse por ahora a Al Mawasi, el área costera del sur de la Franja designada como ‘zona humanitaria’ por Israel, donde viven hacinados cientos de miles de desplazados en condiciones insalubres y sin necesidades básicas cubiertas. 

Durante los últimos días, a medida que avanzaba en su ofensiva, Israel ya emitió órdenes de desplazamiento sobre varias zonas de la ciudad que forzaron a parte de la población gazatí a desplazarse hacia el oeste de la misma urbe o hacia los campamentos del sur. Con todo, la orden de evacuación total del martes se interpretó com un ultimátum, pero muchos son reacios a dar un paso que les podría condenar a nunca volver. Por ahora, pese a que Benjamin Netanyahu aseguró el domingo que unas 100.000 personas ya se fueron al sur, sobre terreno no se ha percibido un éxodo masivo. 

“La situación en la ciudad de Gaza es muy difícil, pero en los campamentos del sur no es mejor. Hubo personas que estos días evacuaron ahí y decidieron regresaron”, cuenta Mahmud

“La situación en la ciudad de Gaza es muy difícil, pero en los campamentos del sur no es mejor. Hubo personas que estos días evacuaron ahí y decidieron regresar. Está tan lleno que no encontraron sitio para ponerse. Tampoco hay tiendas, agua potable o saneamiento”, cuenta Mahmud, quién como muchos otros regresó a la ciudad de Gaza con el alto el fuego de enero de 2025, tras más de un año desplazado en el área meridional. 

Según señala, mientras la inflación y precios siguen disparados por el férreo bloqueo israelí y la escasez de productos, sólo comprar las telas o materiales necesarios para montar una tienda cuesta unos 3.000 shéqueles (unos 767 euros), una cantidad exhorbitada para la mayoría de gazatíes, ahora sin dinero.    

“La intención de Israel de desplazar a alrededor de un millón de civiles, la mitad de los cuáles viven en hambruna, es imposible e ilegal”, dijo el martes en un comunicado la ONG Oxfam International. Para esta, el plan israelí de concentrar a su población “en pequeños campamentos ya superpoblados y mal equipados carece de fundamento”. 

Israel ha designado un área que abarca 42,8 kilómetros cuadrados, lo que corresponde sólo al 12% de la superficie total de la Franja. Allí busca hacinar a más de 1,7 millones de personas

Según concreta, el área asignada abarca 42,8 kilómetros cuadrados, lo que corresponde sólo al 12% de la superficie total de la Franja, un espacio irrisorio. En este, según la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza, Israel busca hacinar a más de 1,7 millones de personas. Sin embargo, “son zonas que carecen de todos los medios de vida esenciales, sin hospitales en funcionamiento, sin infraestructura ni servicios básicos como agua, alojamiento, electricidad o educación, lo que hace casi imposible la supervivencia”, denuncia. 

Asimismo, asentarse a Al Mawasi no es garantía de seguridad. Israel también ha bombardeado los campamentos de desplazados con el argumento de atacar objetivos de Hamás. Según el Gobierno de Gaza, la zona “ha sufrido 109 ataques aéreos y repetidos bombardeos que han matado a más de 2.100 civiles”. 

“A veces los ataques son a pocos metros de distancia. Nunca sabes cuando te tocará a ti”, dice Muhammad, un palestino desplazado en el área. “La situación está cada vez peor”, indica por mensaje, en relación a la escasez de comida y las malas condiciones de vida en la zona.  

Con todo, Israel parece determinado a seguir adelante con su ofensiva sobre la ciudad de Gaza cómo medida de presión a Hamás, y el martes cruzó otra línea roja al realizar un ataque contra el liderazgo del grupo islamista en Qatar, que se reunía en Doha para abordar la propuesta de alto el fuego de Estados Unidos. 

Los bombardeos de torres altas son uno de los métodos drásticos de ataque que Israel intensificó en las últimas jornadas

Por otro lado, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, aseguró que el ejército ataca estos días la ciudad de Gaza “con una fuerza sin precedentes”, y que ya treinta edificios de gran altura fueron destruidos. “Si los terroristas de Hamás no deponen las armas y no liberan a todos los rehenes, serán destruidos y Gaza será devastada”, amenazó Katz. 

Los bombardeos de torres altas son uno de los métodos drásticos de ataque que Israel intensificó en las últimas jornadas. Según los equipos de Defensa Civil, al menos cinco edificios residenciales de siete pisos o más fueron arrasados los últimos días, lo que acabó con más de 200 viviendas y dejó en torno a 4.100 palestinos sin casa. También han resultado destruidas muchas tiendas que se extienden pie de calle por gran parte de la ciudad de Gaza, habitadas por personas que ya perdieron sus viviendas y ahora están de nuevo sin cobijo. 

Según indicó el pasado sábado en el diario israelí Haaretz el analista militar Amos Harel, los ataques a torres de edificios buscan causar “una destrucción visible desde lejos” para sembrar el pánico y acelerar su huida de la población palestina

Según indicó el pasado sábado en el diario israelí Haaretz el analista militar Amos Harel, estos ataques buscan causar “una destrucción visible desde lejos, cuyo principal objetivo es sembrar el pánico entre la población palestina” y acelerar su huida. Sin embargo, por ahora no parecen haber logrado esta meta, y la permanencia de gran cantidad de residentes habría entorpecido ya la operación del ejército. El plan de ofensiva enfrentó ya este verano a la jerarquía militar -más favorable a un pacto para liberar a los rehenes- con el Gobierno de Netanyahu, que aboga por seguir aplicando la fuerza como vía de presión a Hamás. De hecho, según Harel, la invasión sobre la ciudad de Gaza “pone en riesgo la vida de los rehenes y ofrece pocas opciones de obtener ganancias militares”, mientras que tampoco llevará a la victoria total pregonada por Netanyahu.  

A estas alturas, más del 86% de territorio de la Franja está bajo control militar de Israel, o bien sujeto a órdenes de evacuación como las emitidas recientemente en Gaza capital. Asimismo, el 92% de viviendas del enclave -unos 436.000 domicilios- quedaron total o parcialmente destruidas, al igual que 78% de todas sus estructuras. 

Las fuerzas israelíes también dejaron prácticamente arrasadas la mayoría de ciudades y núcleos urbanos de la Franja, como Jabalia, Khan Yunis o Rafah, y la ciudad de Gaza es el último gran bastión pendiente por tomar. La semana pasada, el ejército afirmó que controla ya en torno al 40% de la urbe, y se prevé que los próximos días aumente aún más la intensidad de su ofensiva al declarar todas sus áreas urbanas como zonas de combate. 

Para el analista Mkhaimar Abusada, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Al Azhar de Gaza y ahora desplazado en Egipto, la meta final del Gobierno israelí es clara. “Desde el 7 de octubre, Netanyahu quiere hacer lo que David Ben Gurión no logró en 1948, y es expulsar a los palestinos de Gaza”, asegura Abusada. Sin embargo, la conquista de la ciudad de Gaza puede ser el desencadenante que aboque a Israel a imponer un régimen de ocupación militar sobre Gaza similar al de Cisjordania, como ya ejerció en el pasado y que se alargó por décadas. “Una vez Israel tome toda Gaza, su gestión se convertirá en responsabilidad suya”, así como la de hacerse cargo sobre su población, dice el analista. Según prensa, el jefe de Estado Mayor israelí, Eyal Zamir, también mostró reticencias a la invasión de la ciudad de Gaza bajo el argumento de que esto aumentaría la posibilidad de que el Ejército acabe teniendo que gobernar sobre más de dos millones de palestinos. 

Según cargos de seguridad israelíes citados por el diario The New York Times en agosto, el ejército estima que puede conquistar en pocos meses las zonas de la Franja que no están aún bajo su control, pero crear un sistema de ocupación con similitudes al de Cisjordania le llevaría hasta cinco años de combate prolongados. De mientras, la población civil de Gaza es la mayor perjudicada: sigue sumida en una catástrofe humanitaria inaudita, sin vistas o esperanzas a que su agonía o el conflicto acaben en un futuro próximo.

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