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Memoria histórica
Trece años del derribo de la cárcel de Carabanchel. Un símbolo de la represión a los movimientos sociales (yII)
Veíamos en el artículo anterior la lucha del movimiento LGTBI o de colectivos como la COPEL en la tarea de denuncia desarrollada en torno a la cárcel de Carabanchel. Finalizamos este recorrido con otras luchas no menos significativas pero, al igual que las anteriores, también silenciadas.
Coordinadora de Barrios y Madres Unidas contra la Droga
A finales de los años 70 los barrios periféricos de Madrid vivían una situación angustiosa de desigualdad, desempleo, falta de recursos sociales, sanitarios, educativos... Con la llegada de la heroína a principio de los 80 esta realidad se agrava, sobre todo, entre la juventud. Como respuesta, se formaron colectivos vecinales en los barrios madrileños de Villaverde, Entrevías, Carabanchel, Hortaleza, La Ventilla... para denunciar la situación y trabajar con las personas que sufren la pobreza y la marginación.
En 1982 estos colectivos que ya se venían reuniendo periódicamente forman la Coordinadora de Barrios (http://www.coordinadoradebarrios.org/) con el fin de aunar fuerzas y servir de altavoz de la población silenciada. Las distintas asociaciones realizan trabajo de calle, seguimiento de jóvenes y menores, talleres ocupacionales, gestionan pisos de acogida, airean la situación de la población reclusa, mientras mantienen acciones de apoyo a los presos y presas... y comienzan labores de denuncia de un sistema político que condena a parte de la población a la exclusión social.
En 1986, en torno a la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías (www.sancarlosborromeo.org/index.php?sec=inicio), se crea Madres Unidas contra la Droga (http://klinamen.org/wp-content/uploads/2020/04/mas-de-30-anyos-madres-contra-la-droga-klinamen.pdf), un grupo de mujeres que luchan para denunciar la situación de su barrio y la invasión del mismo por esa heroína que llevó a miles de jóvenes a la marginación, la cárcel o la enfermedad y que fueron estigmatizados/as y culpabilizados/as de algo de lo que solo el abandono político fue responsable. Fueron capaces, en sus propias palabras, de pasar de la fregona a la pancarta, de atreverse a dejar de autocompadecerse y de salir a luchar. Se crearon más grupos en otras ciudades españolas.
El carácter reivindicativo es una de sus señas de identidad. Han protagonizado decenas de manifestaciones, concentraciones, “reventaron” mítines y persiguieron a responsables municipales en actos públicos. Denunciaron la Ley Corcuera, la corrupción policial y los abusos del sistema penitenciario y judicial, el régimen FIES, etc. mediante un sinfín de acciones como el encierro en la catedral de La Almudena en 1997 contra de las torturas a presos, la acampada en el Paseo del Prado, muchas pitadas en los juzgados de Plaza de Castilla, desnudarse delante de la Dirección General de Instituciones Penitenciarias... Su gran acierto ha sido darse cuenta de que el problema de la droga no era, únicamente, un asunto policial cuya solución fuera la represión. No se puede desvincular la lucha contra la droga de las políticas educativas, sociales, etc.
A finales de mayo de 1998 la Coordinadora de Barrios y Madres Unidas contra la Droga, junto a otra serie de colectivos y personas ligadas a diferentes movimientos y colectivos (feministas, ecologistas, okupas, sindicalistas, antimilitaristas, de personas migrante...) organizaron de forma asamblearia una semana de actividades que llevó por título genérico Siete Días de Lucha Social: Rompamos el Silencio (véase, por ejemplo, lo realizado en 1998 (https://sindominio.net/laboratorio/archivo/mayo98.htm), 1999 (https://sindominio.net/laboratorio/archivo/7dias/home.htm), 2005 (https://web.archive.org/web/20070119102132/http://www.rompamoselsilencio.net/2005.php3), o acciones del año 2010 (https://www.youtube.com/user/rompamoselsilencio) etc.) para reflexionar, intercambiar vivencias, conocernos y salir a las calles a exigir justicia social denunciando las situaciones que generan exclusión y pobreza.
Se trataron distintos ejes temáticos: vivienda y urbanismo, educación, feminismo, antimilitarismo y control social, memoria histórica, migraciones, okupación, represión y exclusión social, etc., realizándose diversas actividades, concentraciones, manifestaciones y acciones directas, algunas de las cuales se realizaron en la cárcel de Carabanchel (https://elpais.com/diario/1998/05/31/madrid/896613857_850215.html).
Antimilitarismo e Insumisión
Desde el comienzo de la Objeción de Conciencia a finales del franquismo, la cárcel estuvo presente en la lucha antimilitarista. En 1989 se inició la campaña Insumisión (cumplió, por tanto, 32 años el pasado 20 de febrero) y hasta su final, hubo alrededor de 1.600 insumisos encarcelados en prisiones militares y civiles. En la vetusta cárcel de Carabanchel estuvieron presos unos veinticinco insumisos.
Para el movimiento antimilitarista la cárcel supuso una ocasión para visibilizar la represión del Estado, convirtiéndola en una herramienta de crítica al sistema. El Movimiento de Objeción de Conciencia (www.antimilitaristas.org/) y, en particular, el Grupo Antimilitarista de Carabanchel (www.antimilitaristasmadrid.org/moc-carabanchel/), utilizó la cárcel para:
- Difundir la campaña Insumisión en el barrio.
- Denunciar la represión selectiva del Estado: solo unos cuantos insumisos eran juzgados y, de estos, solo algunos condenados a prisión.
- Denunciar el militarismo en el distrito. A pesar de la falta de recursos sociales existían y, existen todavía, un gran número de espacios militares (Hospital de la Defensa, cuarteles, el actual CIE...).
- Estrechar relación con colectivos que trabajaban con presos y presas, como los citados Coordinadora de Barrios y Madres contra la Droga, para difundir la realidad de las prisiones y denunciar el sistema penitenciario.
- Establecer mecanismos de protección, resistencia y desobediencia, organizando talleres y “entrenamientos” previos a los juicios y a la entrada en prisión.
En los barrios de Carabanchel y Aluche se realizaron campañas de sensibilización, concentraciones, “revueltas ciclistas antimilitaristas” parando en los espacios militares y pidiendo su reconversión para uso social, se cambiaron placas de calles con nombre que hacían referencia al militarismo, se hicieron pintadas, acampadas enfrente de la cárcel, encadenamientos en la puerta bloqueando su acceso...
Una cárcel, un barrio
La cárcel de Carabanchel también influyó urbanística y sociológicamente en el barrio, pues lo estigmatizó, como han señalado sus vecinas (https://carabancheleando.net/2015/02/09/diccionario-de-las-periferias-carcel/) e investigadores (www.academia.edu/23476903/CUANDO_), alterando la vida vecinal. También aparece reflejada en diferentes ámbitos de la cultura: novela, teatro, poesía, pintura, arte urbano, música...
Por todo esto, y a día de hoy, exigimos la utilización del espacio de la cárcel de Carabanchel para usos sociales y la construcción de un espacio de Memoria Histórica donde se refleje lo que significó para todo un barrio y para los diferentes movimientos políticos y sociales represaliados, de una u otra forma, en ella.