Precariedad laboral
La plantilla de Navarpluma lleva 15 días de huelga frente a las coacciones de la empresa y la precarización

El comité de huelga denuncia bajadas de salario de hasta 400 euros mensuales, condiciones de control abusivas con cámaras de seguridad y la falta de mascarillas homologadas para las personas que trabajan desparasitando pluma en el taller, la mayoría inmigrantes. La empresa arroja anualmente más de un millón de euros en beneficios y recibe financiación del Gobierno de Navarra.

Huelga en Navarpluma
La plantilla de Navarpluma en una concentración el 15 de febrero frente al ayuntamiento de Pamplona.

Los 38 trabajadores y trabajadoras de la empresa Navarpluma, dedicada a la transformación de la pluma de pato, se encuentra en huelga indefinida desde el 1 de febrero para denunciar la precariedad a la que están sometidos. Imanol Pascual, del sindicato ELA y responsable de negociación de colectiva, explica que la plantilla ha sufrido una congelación salarial y recortes durante los últimos 8 años, y que los salarios han llegado a reducirse en 400 euros mensuales de media.

Representantes de la plantilla de Navarpluma han comparecido este 12 de febrero en una sesión de trabajo del Parlamento Navarro para denunciar que “la empresa aprovecha la vulnerabilidad del colectivo de taller (en su mayoría personas inmigrantes extranjeras) para aplicar una precariedad total”. La situación de las 20 personas que trabajan en el taller es todavía más precaria. Ahí, reciben las plumas del matadero, las procesan y las desparasitan sin disponer de equipo adecuado como guantes “y sin mascarillas homologadas”, afirma Imanol. Además, asegura que las materias primas llegan en mal estado. “Se trabaja por turnos, de lunes a domingo y día y noche, por lo que las coacciones a puerta cerrada han sido de, o aceptas esto o te van a tocar los peores turnos”, asegura el responsable de la negociación.

Los grupos presentes en el Parlamento han mostrado su solidaridad y apoyo con los trabajadores de la empresa, situación que, desde ELA, consideran “incompresible”, dado que parte del problema surge de las últimas reformas laborales que algunos de estos grupos han apoyado. Es más, la empresa se beneficia de financiación del propio Gobierno de Navarra a través de un convenio de cooperación con la Confederación de Empresarios para el crecimiento de empresas medianas. A principios de esta semana, representantes de la plantilla se han reunido con la directora general de Política Económica, Empresarial y Trabajo del Gobierno, Izaskun Goñi, para exponer la situación. “Nos ha dicho que tiene que hacer sus gestiones, estamos a la espera”, dice Imanol.

"La empresa aprovecha la vulnerabilidad del colectivo de taller, en su mayoría personas inmigrantes, para aplicar una precariedad total", denuncia el sindicato ELA

Tras el inicio de la huelga se está intentando coaccionar a los empleados, impidiendo la entrada del comité y sustituyendo a los huelguistas con otros contratos nuevos a otras personas. De hecho, la filial de Martiko ha recibido varias amonestaciones desde que comenzó la huelga.

El gabinete de negociación colectiva ha tenido acceso al análisis económico de la empresa, que en el último ejercicio arroja un aumento de ventas del 44% respecto al anterior, pasando de 28 millones a 40 millones de euros. Este aumento, unido a la precarización de las condiciones laborales, deja un resultado de explotación de aproximadamente un millón de euros anuales en los últimos años. De estos, y siempre según ELA, tan solo un 3,5% se destinan a gastos de personal, partida que se ha reducido del 5% al porcentaje actual en un solo año.

Las buenas de cifras de la empresa granjearon a su propietario, Olivier Martin, una nominación en 2015 al Premio al Mejor Empresario del Año de Navarra, organizado por la revista Negocios en Navarra, con el patrocinio de CaixaBank y en colaboración con la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN).

Pascual asegura que a la reducción de salario se suma “un ambiente laboral irrespirable, con cámaras de seguridad por toda la empresa”, lo que somete a la plantilla a un control continuo. “Tienen que fichar incluso para ir al baño, y han llegado a sancionar a un trabajador por ir demasiadas veces”, explica.

“Hasta 2013 se aplicaba el Convenio de la Industria Textil de Navarra, desde entonces se han ido empeorando las condiciones y la intención es llegar al salario mínimo”, afirma Imanol. El objetivo de la huelga, por tanto, es negociar un convenio de empresa para que vuelva a tener como referencia el Convenio de la Industria Textil de Navarra, dignificando las condiciones de la plantilla. Sin embargo, Navarpluma ha optado por no reconocer la representación sindical y por negociar con los trabajadores individualmente.

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