Procés
Absueltos los tres jóvenes que se enfrentaban a cuatro años de prisión tras manifestarse por la amnistía

La justicia no encuentra probado que los acusados de un delito contra la autoridad tomaran parte de los disturbios que sacudieron el centro de Madrid en octubre de 2019.
Manifestación antifascista Madrid - 12
Antidisturbios durante las cargas de la manifestación de octubre de 2019. Byron Maher

Casi cinco años después, los últimos jóvenes detenidos tras la manifestación del 19 de octubre de 2019 en defensa de la amnistía para los presos catalanes, convocada por el Movimiento Antirrepresivo de Madrid (MAR Madrid) han sido absueltos. A pesar de que la Fiscalía insistió en llegar a un acuerdo con ellos, los activistas prefirieron dilucidar los hechos en el juicio en el que se enfrentaban a una pena de cuatro años de prisión cada uno por un delito de atentado contra la autoridad. Finalmente, las pruebas aportadas por la defensa han conseguido hacer ver que solo el testimonio de los agentes sustentaba su postura mientras que la de los acusados fue en todo momento consistente.

Procés
Represión Hasta cuatro años de prisión por manifestarse a favor de la amnistía en 2019
Llega el juicio para tres activistas que se manifestaron en Madrid a favor de la amnistía en 2019, detenidos mientras se dirigían a su casa y con el único testimonio acusatorio de la policía.

R. M., una de las jóvenes ahora absueltas, nunca olvidará aquel día de octubre de 2019, según relata todavía sin creerse demasiado que el proceso judicial haya terminado. Aquella movilización en solidaridad con los que el MAR Madrid considera presos políticos llegó a cosechar un seguimiento de miles de personas por el centro de la capital. La historia de este grupo de tres jóvenes que terminaron detenidos comenzó en Atocha, donde les dieron un panfleto que horas después sería una de las bazas por parte de la Policía Nacional para proceder a su detención.

Fue en Callao donde se “realizaron una serie de cargas policiales brutales. Pegaron a gente que hasta salía de las tiendas de comprar, y todo porque varios de los manifestantes querían cortar la Gran Vía”

La manifestación terminó ya de noche, en la Puerta del Sol: “Allí, una marea de gente nos empezó a llevar hacia Callao, a pesar de que nosotros intentábamos volver. No nos quedó otra que empezar a callejear cuando la situación, de repente, estalló”, rememora esta joven que tenía 19 años y estudiaba Psicología en Madrid cuando sucedieron los hechos. En realidad, Marco Fernández, portavoz del MAR Madrid, recuerda que fue en Callao donde se “realizaron una serie de cargas policiales brutales. Pegaron a gente que hasta salía de las tiendas de comprar, y todo porque varios de los manifestantes querían cortar la Gran Vía”.

El terror tras la detención

Pero R. M. y sus amigos estaban presos del pánico mientras intentaban buscar a una amiga que había quedado atrás. “Buscábamos la vía de escape más rápida, solo queríamos volver a nuestras casas. Nunca pensamos que nos podían detener, porque no habíamos hecho nada”, cuenta. La detención llegó en la calle Bailén. “A partir de entonces, comienza el terror”, añade R. M. En total, el grupo de amigos estaba compuesto por cuatro jóvenes, entre los que se incluía un menor de edad al que la Justicia también absolvió.

Esta psicóloga afirma que estuvo desnortada desde el momento en que le trasladaron a una comisaría que, a día de hoy, no sabría decir ni dónde está. “Allí nos dejaron en una sala, esposados, durante una hora y media, sin decirnos nada. Después nos subieron a un furgón y nos llevaron a la comisaría de Moratalaz”, explica la joven. En dicha comisaría pasaron dos noches, hasta que el lunes fueron llevados a los juzgados de Plaza de Castilla.

"No nos dejaban ir al baño y nos quitaron las mantas a pesar del frío que hacía. Estábamos juntos todos los detenidos de esa noche. A otro chaval, le metieron en un baño y le pegaron”

“El trato fue horrible, vejatorio, denigrante y violento. Hubo malos tratos tanto físicos como verbales. No sabíamos nunca qué hora era, no nos dejaban ir al baño y nos quitaron las mantas a pesar del frío que hacía. Estábamos juntos todos los detenidos de esa noche. A otro chaval, le metieron en un baño y le pegaron”, ilustra. Ni R. M. ni ninguno de sus acompañantes militaban en ningún colectivo.

Lo peor de la pesadilla ya había pasado, pero este mal sueño no había terminado. Cuando R. M. salió en libertad, le embargó un sentimiento de vergüenza y decepción hacia su familia: “Por haber ido, por la impotencia de que me pillaran… Era una mezcla de sentimientos en los que sobresalía el miedo”. Ese miedo es el mismo que no le permitió salir de casa con tranquilidad a su regreso de los juzgados, o ponerse en alerta cada vez que veía una patrulla de la Policía Nacional cerca de ella.

Sin pruebas del delito

Tras cuatro años y medio de pena de banquillo en los que tanto R. M. como los otros dos amigos han estado acusados de un delito de atentado contra la autoridad, llegó la fecha del juicio. Programado para el 8 de febrero de 2024, finalmente se aplazó porque faltaba una de las pruebas admitidas, justo la que demuestra su versión de los hechos y contradice la esgrimida por la Policía Nacional: un vídeo de la plaza de Ópera en el que, básicamente, se mostraba cómo no era posible identificarles entre las personas que estaban en dicho enclave.

La acusación tan solo contaba con los testimonios de los agentes para defender su postura sobre los sucesos y el hecho de haber encontrado un panfleto sobre la movilización en un bolsillo

“La Policía decía que nos habían empezado a seguir desde ahí, desde Ópera, porque un grupo de unas 60 personas estaban provocando disturbios, hasta detenernos en la calle Bailén. Es decir, el vídeo era clave”, expresa la joven. Además de esa prueba, los acusados también aportaron la conversación vía Whats App que estaban manteniendo con su amiga separada del grupo, intentando encontrarla para juntas regresar en Metro a su casa. Por otro lado, la acusación tan solo contaba con los testimonios de los agentes para defender su postura sobre los sucesos y el hecho de haber encontrado un panfleto sobre la movilización en un bolsillo de uno de los acusados.

La propia sentencia, en sus hechos probados, establece que “no resulta debidamente probado que los acusados lanzaran piedras u otros objetos contundentes contra los agentes de Policía actuantes”. Y añade: “Como se ha dicho en ocasiones precedentes, la declaración de los agentes de la autoridad no goza de presunción de veracidad, sino que su testimonio ha de calibrarse a través del filtro con que se examina la declaración de cualquier testigo”

En este sentido, un testimonio será “fiable y creíble en la medida en que sea firme, coherente, contundente, sereno, imparcial, coincidente con el de otros testigos y, en su caso, con datos objetivos que aparezcan en la causa”. Según constata el edicto judicial, “se considera que no resulta debidamente acreditado que los mismos arrojaran objetos contundentes a los agentes y que después trataran de huir del lugar”.

La Fiscalía intentar pactar antes del juicio

Esta historia con final feliz podría haber sido algo más amarga de haber aceptado la propuesta que la Fiscalía ofreció a las acusadas antes de la vista oral del juicio. “Ya en febrero lo intentaron, y se pusieron muy pesados. Nos aseguraban que, si nos declarábamos culpables, nos condenarían a seis meses de prisión. Nosotros nos enfrentábamos a cuatro años de cárcel, por lo que nos hizo sospechar bastante ese ofrecimiento”, se explaya.

Al final, decidieron no aceptar el acuerdo con el Ministerio Fiscal. “Dijeron que si realmente se podía demostrar que ellos habían hecho las cosas de las que se les acusaba, la Policía Nacional y la Fiscalía tendría que demostrarlo en un juicio”, comenta Fernández, el portavoz del MAR Madrid. La defensa, que corrió a cargo de la letrada Alejandra Matamoros, consiguió la mejor de las sentencias para las activistas.

“Si te soy sincera, todavía lo estoy procesando. Han sido casi cinco años con un peso en la espalda increíble. Saber que ahora ya no me volverán a llamar, o enviar cartas a mi casa… Casi que desconfío de que esto haya terminado ya, como que mi normalidad se había convertido en estar encausada”, incide la propia R. M.

Resultado de un proceso aleatorio de detención

Aunque contenta, este periplo judicial también ha dejado un poso de resignación en lo más profundo de la joven. “Yo no he vuelto a pisar una manifestación desde entonces. Estos casos están orientados al miedo. Durante este tiempo, he sido una persona menos que ha estado en la calle luchando, y eso siempre les va a venir bien”, comenta.

Preguntada por si volvería aquel 19 de octubre de 2019 a recorrer el centro de Madrid exigiendo la amnistía para los presos políticos, R. M. asegura que le encantaría poder decir que sí, “pero no lo tengo tan claro, a mí nadie me va a devolver estos casi cinco años en los que mis seres queridos y yo hemos estado muy preocupados”, en sus propios términos.

Fernández, por su parte, recuerda que aquel día se saldó con 12 detenidos en total, entre los que se encontraban un par de menores y otros tres a los que les llegaron a pedir hasta prisión preventiva, “afortunadamente rechazada por el juez”, apuntilla. Asegura que la manifestación convocó a miles de personas en un contexto muy caldeado, pues apena hacía unos días el Tribunal Supremo había hecho pública la sentencia sobre los presos del Procés.

“Lo que ocurrió fue el típico proceso aleatorio de detención. Varios policías secretas les detuvieron en Ópera, cuando volvían a su casa, y comenzó el montaje habitual”, agrega este activista. De la docena de detenidos aquel día, estos tres han sido los últimos en ser juzgados. Además, a una de ellas, nacida en América Latina, le pedían ocho años de expulsión de España.

“Les ofrecieron pagar, pero han mantenido la cabeza bien alta y eso, al final, ha servido para ganar. Vemos una vez más cómo la Policía escribe sus autos con montajes"

“Les ofrecieron pagar, pero han mantenido la cabeza bien alta y eso, al final, ha servido para ganar. Vemos una vez más cómo la Policía escribe sus autos con montajes. Este era tan burdo que ha podido terminar de forma satisfactoria para los activistas, pero estamos hartos de ver que aparezcan vídeos que demuestran cómo los acusados no han hecho nada de lo que se les acusa y dé igual”, concluye el portavoz del MAR Madrid.

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