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Ferrocarril
Al futuro, por la Ruta de la Plata
El día antes de nacer yo, el 23 de enero de 1971, mi padre, el vaquero de la dehesa “Las Romanas”, estaba ayudando a un joven Juan Carlos, Príncipe de Asturias, a salir de un barrizal en el que su coche se había atorado mientras atravesaba la finca para llegar a “Las Corchuelas”, una finca colindante donde lo esperaba Franco para ir de montería. Cuando mi padre logró cubrir el fango con ramas de escobas cortadas a calabozo y sacar a empujón el coche, tan solo recibió un “adiós, pastor” que vociferó el viejo Rey, mientras sacaba la mano por la ventanilla. Años después, mi padre me contó esta historia, y me la repitió mil veces, indignado ante la mala educación del entonces pupilo de Franco.
En esa misma dehesa aprendí a andar, a mezclarme con las vacas cuando mi madre quería regañarme por algo, a mirar para arriba, pues siendo tan pequeños mis hermanos y yo, nos tenían que dejar solos para irse cada uno a sus labores dentro de la finca. Nos decían que los milanos se llevaban a los niños, de esa forma nunca nos alejamos de la casa; una casa que no tenía ni luz, ni agua ni gas; así era en el 71 y así siguió siendo cuando se jubiló mi padre en 1996. En esa dehesa aprendí a manejar ganado bravo, a montar a caballo y a discutir con el “amo” por los intereses laborales de mi padre. En esa dehesa aprendí a apretar el acelerador de un 127 de segunda mano, con seis personas a bordo, incluida una niña de dos años con fiebre, que no había podido ser llevada al médico porque sus padres no tenían nada más que una mobylette.
[...] teníamos un aliado infalible: el Tren Ruta de la Plata, hasta que el gobierno de Felipe González le dio el hachazo en 1984, intentando dejar a Extremadura y a otros territorios a merced del AVE que impulsaría después, causando en ellos emigración y abandono
Era 1990. En esa dehesa aprendí quienes son familia por el apoyo mutuo y quienes son los que con su poder, generalmente económico, avasallan tus derechos para mantener sus privilegios. Estos días, especialmente, recuerdo todo esto con más nitidez, por eso quiero conjurar fantasmas que, parece, quieren volver a representar a aquella Extremadura de Los Santos Inocentes, ese mundo de la dehesa que Franco reinstauró, ese mundo de la dehesa que Felipe González y su PSOE no quisieron tocar. Ese mundo de la Dehesa, que pese a pasarlo mal logró llevar a sus hijos al colegio, aunque fuera a pesar de vivir solo, como hizo mi padre, aunque fuera a pesar de estar sola en otro pueblo con cinco hijos, como hizo mi madre; aunque fuera a base de visitas constantes al sindicato más cercano.
En todo este trajín de familia para arriba y para abajo, teníamos un aliado infalible: el Tren Ruta de la Plata, hasta que el gobierno de Felipe González le dio el hachazo en 1984, intentando dejar a Extremadura y a otros territorios a merced del AVE que impulsaría después, causando en ellos emigración y abandono.
Pero nunca más podrán las régulas ni los pacos ni los azarías representar a Extremadura, NO a la Extremadura que sabe sacrificarse, no por resignación con los que pretenden ser sus amos, viejos o nuevos, sino por su propio avance y el progreso de sus hijos, por sacarlos de aquel analfabetismo para ser hoy la juventud extremeña, una juventud tan cualificada como la de cualquier otra región de España. Una juventud que lejos de querer irse de su tierra, quiere volver. Una juventud, que quiere trabajar y crear en Extremadura, pero no encerrada, sino libre para moverse, comunicarse, estudiar y relacionarse.
Era una arteria que transportaba vida a los pueblos, hoy aislados y obligados a salir a través de carreteras muchas veces tortuosas, que se han cobrado su tributo en vidas
La Extremadura de los Santos Inocentes, ignorante, sumisa, víctima resignada, ya no existe. Les va a costar, creo, conseguir revivir el provincianismo y la dependencia con respecto de Madrid a través del AVE, un modelo de tren ya caduco, pese a su innovación tecnológica, como el modelo de sociedad al que pretende representar: una élite que pretende vivir por encima de las posibilidades de las sociedades de las que se alimenta y vive; precisamente porque ya no hay azarías que se quiten la gorra ni pacos que se arrodillen. Sí hay, y crece, una Extremadura que se sabe parte de un territorio extenso, frontera de Portugal, puerta de Castilla, puerta de León y Andalucía; paso hacia y desde Europa por el oeste, gracias a esa arteria que aportaba oxígeno en la movilidad de los habitantes del oeste peninsular en sus quehaceres diarios: estudiantes, amas de casa, trabajadores y trabajadoras, empresas y turistas lo usaban para satisfacer su necesidad de movilidad.
Era una arteria que transportaba vida a los pueblos, hoy aislados y obligados a salir a través de carreteras muchas veces tortuosas, que se han cobrado su tributo en vidas. Mantengo la esperanza en el sentido común de la gente llana, trabajadora como yo, informada y moderna, acorde a los retos de nuestro tiempo. Y por esa esperanza sé que la Extremadura que hoy pide la reapertura de la Ruta de la Plata frente al AVE, es la heredera de aquella otra que el 25 de marzo de 1936 ocupó las tierras que labraban y de las que no podían vivir sino en la miseria, para darles a sus hijos todo lo necesario para vivir con dignidad. Esa es la Extremadura que me enseñaron a querer mis padres y la he vuelto a encontrar pidiendo un tren convencional, público, social y ecológico que les vuelva a abrir las puertas al mundo y a su tierra. Esa Extremadura está en EL Movimiento por el Tren Ruta de La Plata.
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Testimonios asi son la verdadera historia que todxs deberíamos conocer para no dejarnos nuevamente engañar...esta vez exigiendo un tren descentralizador como es el de ruta de la plata cerrado por un gobierno que traía el progreso.Gracias Isabel
Precioso, sentimental, veraz y futurible artículo para la Reapertura del Ruta de la Plata, que reivindicamos muchos.
Graciad Isabel
Es cada vez más necesario y urgente un plan integral de transporte en Extremadura que vertebre el territorio de manera racional y sostenible y abandonar obras faraónicas y derrochadoras que solo interesa a una minoría privilegiada