El Salto deja de publicar en X

La asamblea de este proyecto informativo ha decidido congelar sus publicaciones en la red social propiedad de Elon Musk.
Portada editorial X
24 feb 2025 06:00

La compra de Twitter por parte de Elon Musk en 2022 ha acelerado las peores tendencias de una red social que, ya antes de su conversión en X, era el principal catalizador de la deriva reaccionaria que se expande por todo el mundo. Como han constatado otros diarios y miles de periodistas, los beneficios de estar en esta red han sido cada vez más escasos con respecto a la deriva envenenada de participar en una herramienta en la que la difusión de los discursos de odio ha crecido al ritmo al que el propio Musk se ha convertido en la figura clave de la extrema derecha internacional. Eso ha llevado a El Salto a tomar la decisión de congelar nuestra cuenta de X y no volver a publicar en esta red social.

El Salto es un medio de comunicación horizontal, una cooperativa con método asambleario de decisiones. El abandono de X se produce después de una discusión interna que nos ha llevado varias semanas y que sucede a otras decisiones anteriores como reducir el nivel de atención que le dedicamos a esta red social en nuestro día a día y la renuncia a la suscripción que nos permitía subir vídeos al antiguo Twitter.

En El Salto hemos debatido mucho sobre la necesidad de salir o reducir la presencia en X y en las redes sociales propiedad de los oligarcas tecnofeudales de Silicon Valley

Desde el verano de 2024, momento en el que se comprobó la capacidad de intervención de Musk a través de X a favor de la campaña xenófoba contra la población migrante de Reino Unido, el equipo que trabaja en El Salto ha mantenido debates sobre la necesidad de otro ecosistema social, tanto de redes como de otros mecanismos, que implicasen salir o reducir la presencia en X y en las redes sociales propiedad de los oligarcas tecnofeudales de Silicon Valley.

Entendemos que hay muchas contradicciones en nuestro día a día. Que un proyecto como El Salto requiera herramientas de software propietario, el uso de teléfonos móviles u ordenadores portátiles y el consumo energético de mantener una web y una red de servidores —cuyos costes ambientales y sociales de producción son elevados y de sobra conocidos— o la paradoja de informar sobre la precariedad cobrando sueldos solo un poco por encima del Salario Mínimo Interprofesional, son algunas de esas contradicciones. Pero el hecho de que tengamos que convivir con ellas, es decir, que sobrevivamos y desarrollemos un proyecto comunicativo con unas condiciones marcadas por los mercados y el capital, no debe suponer que valga todo. Hay límites que decidimos marcarnos y que definen nuestro proyecto.

Dejamos de publicar en X para contribuir a la derrota de los discursos del odio, para trabajar en otros espacios de encuentro con nuestras lectoras y lectores y combatir la ofensiva reaccionaria que nos quiere dejar sin respuesta ni derechos ni servicios públicos

Son límites que hemos señalado desde el comienzo de El Salto, como no aceptar publicidad del Ibex 35, de empresas que contribuyan al cambio climático o al genocidio, por ejemplo, o mantener un único rango salarial, que obedece a la estructura no jerárquica de la cooperativa que publica este medio. Esos límites autoimpuestos hacen de este proyecto uno de los pocos medios que funcionan en Europa de forma asamblearia, gracias a su modelo de suscripción, sin hipotecas ni dependencia de ninguna empresa ajena al periodismo. Ha llegado, así, el momento de imponernos un nuevo límite que afecta, esta vez, a la propia difusión de nuestros contenidos.

Dejamos de publicar en X para contribuir a la derrota de los discursos del odio, para trabajar en espacios de encuentro con nuestra comunidad de lectoras y lectores y seguir divulgando nuestros contenidos y nuestros artículos con el propósito firme de combatir la ofensiva reaccionaria que asola el mundo y nos quiere dejar sin respuesta ni derechos ni servicios públicos. Sabemos que quienes están en la primera línea de defensa contra estas nuevas formas de fascismo, contra la desposesión y el genocidio, nos encontrarán en otras redes como Mastodon o Bluesky, nos buscarán en nuestra web y sabrán seguir tejiendo las complicidades que nos convierten en un medio de referencia para los movimientos sociales de transformación. No tenemos miedo de esta decisión de la que os informamos hoy porque, como dijo Gata Cattana, “nunca me sentí sola porque estábamos juntas”.

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“Lo que ocurre con la internet actual es que prácticamente no hay espacios públicos en ella”
Marta G. Franco escribió ‘Las redes son nuestras’ pensando en la gente que no vivió los años en los que internet prometía ser una herramienta para construir mundos mejores.
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