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El pasado jueves 15 de febrero, la democracia senegalesa se apuntaba una victoria. La máxima autoridad del país, el Consejo Constitucional, anulaba el decreto por el que el Macky Sall, presidente del país desde 2012, aplazaba las elecciones hasta el el 15 de diciembre, argumentando que el clima político actual impedía la celebración de los comicios en la fecha estipulada, el próximo 25 de febrero. La pretensión de Sall de permanecer al frente del gobierno hasta finales de año había sido denunciada como un golpe institucional.
La sentencia, aprobada por siete miembros del Consejo, da la razón tanto a los candidatos presidenciales, como a los parlamentarios de la oposición que habían respondido al decreto con varios recursos legales. Y es que para que el parlamento aprobara el decreto fue necesario que las fuerzas de seguridad desalojara de la cámara a varios legisladores de la oposición contrarios al aplazamiento.
La anulación del aplazamiento de las elecciones fue anunciada en un contexto de alegría para la sociedad civil, esa misma mañana se procedió a excarcelar a numerosos presos políticos
La anulación del aplazamiento de las elecciones fue anunciada en un contexto de alegría para la sociedad civil, la misma mañana del jueves se había procedido a liberar a numerosos presos políticos. Entre ellos destaca el coordinador de Y’en a Marre [estamos hartos] Aliou Sane, y varios miembros del principal partido de la oposición Pastef (Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad), cuyo líder Ousmane Sonko y su segundo en el partido, Bassirou Diomaye Faye, están detenidos desde el año pasado sin que haya noticias de una eventual liberación. En declaraciones a la prensa, Souleymane Djim, miembro del Colectivo de Familiares de Presos Políticos, atribuyó a la presión internacional la decisión de poner en libertad a estos presos políticos.
Cela fait plus de 4 mois que je suis arbitrairement détenu à la maison d’arrêt de Reubeuss. Ma libération a été réclamée par les sénégalais épris de justice, ainsi que par plus d’une centaine d’organisations nationales et internationales, de journalistes, personnalités dans une… pic.twitter.com/pyycsZ0zmD
— Mouvement Y EN A MARRE (@Yenamarre_NTS) February 15, 2024
Un febrero convulso
El pasado 3 de febrero, cuando parecía que Senegal se encaminaba hacia una de las elecciones presidenciales más importantes de los últimos años, todo saltó por los aires. Fue a pocas horas de inaugurar la campaña electoral, que el actual presidente, Macky Sall —quien finalmente no se presentaba a la reelección— apareció en miles de televisores del país de África Occidental. “Nuestro país no se puede permitir una nueva crisis”, sentenció el presidente. Días después, la realidad de la crisis se hizo palpable en las calles y Senegal se vio atravesada por una nueva oleada de manifestaciones.
El decreto de Sall, implicaba que por primera vez desde la independencia del país en 1960 se postergarían las elecciones. El mandatario argumentó que su decisión era resultado de las diferencias en lo referente a la validación de los candidatos a la presidencia por medio del Consejo Constitucional, apuntando a la creación de una comisión parlamentaria para investigar a dos de los jueces del propio Consejo, acusados por presuntas irregularidades en la aprobación de las candidaturas electorales, en especial, respecto a aquellos candidatos que tienen doble nacionalidad franco-senegalesa, prohibida en los textos constitucionales.
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Presuntas anomalías y tratos de favor
Antes de que Sall pospusiera las elecciones, había 20 candidatos en las listas electorales, de un total de 25 que intentaron entrar. Es aquí donde emana el principal escándalo. Karim Wade, hijo del expresidente Abdoulaye Wade y excluido de la carrera presidencial era el predecesor de Macky Sall y la huella del establishment político y de poder en Senegal. En 2009, su padre le nombró primer ministro y, poco después, fue condenado a seis años de prisión por malversación de fondos públicos hacia paraísos fiscales.
Aunque Wade, candidato por el Partido Democrático, renunció a su nacionalidad francesa, la comisión decidió que no había llegado a tiempo y que, por lo tanto, quedaba excluida su candidatura
Más allá de la duración de la condena de Wade, Sall, inquieto por sus intereses personales (mantenía una buena relación con su padre, Aboulaye) y políticos, le amnistió antes de que finalizara su condena. A los tres años, Wade Jr. salió del país y, entonces, en 2019, el presidente Sall revalidó su último mandato. Cinco años después, y a sabiendas de que el actual líder no iba a renovar su legislatura, comenzaron los acercamientos con su heredero en un panorama político favorable al Pastef de Sonko.
Aunque Wade, candidato por el Partido Democrático, renunció a su nacionalidad francesa, la comisión decidió que no había llegado a tiempo y que, por lo tanto, quedaba excluida su candidatura. Con las demandas judiciales más vivas que nunca y la imposibilidad de empujar a su favorito a las riendas del Estado, Macky Sall tomó la decisión de aplazar las elecciones, tentativa frustrada por el Consejo Electoral.
“Macky Sall, dictador”: las manifestaciones volvieron a tomar las calles
El pasado viernes 9 de febrero, decenas de miles de ciudadanos senegaleses marcharon por las calles en contra del aplazamiento de las elecciones. Alrededor de la Plaza del Obelisco de la capital, Dakar, los manifestantes agruparon neumáticos y maderas, que incendiaron, mientras que las autoridades policiales cargaban contra ellos. Precisamente los planes de la gendarmería dificultaron la extensión de la manifestación, que teóricamente tenía la intención de convertirse en una imagen de masas de personas por la restitución democrática de su país.
Según los últimos datos de Amnistía Internacional, las fuerzas de seguridad de Senegal han matado a, por lo menos, tres personas, incluido un joven de 16 años, durante las protestas en contra de la decisión de Sall. Al derrame de sangre se suman las inhabilitaciones en las telecomunicaciones del país. Desde que se aplazaron los comicios, el gobierno había suspendido el acceso a los servicios de internet móvil en reiteradas ocasiones. Sobre ello, el Ministerio de Comunicaciones justificó que estaban circulando mensajes de “odio y subversión”.
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Un baluarte democrático en crisis
A diferencia de sus países vecinos en la región como Burkina Faso, Malí o Níger, desde su independencia en 1960, Senegal nunca ha sufrido golpes de Estado ni guerras civiles. Su historial político recoge más de 10 elecciones presidenciales y parlamentarias, un amplio abanico de instrumentos a favor de los derechos humanos y un congreso parlamentario representativo.
Hasta ahora, junto con Ghana, Senegal se ha alzado como uno de los países abanderados por la estabilidad democrática. Sin embargo, en los últimos años, las pretensiones de Macky Sall, considerado corrupto y autoritario por una parte importante de la población, de perpetrarse en el poder, han agitado la vida política del país. La disolución del Pastef, la persecución de su líder, y la violencia política contra unos movimientos sociales que se articularon en la plataforma F24 para evitar un tercer mandato de Sall, han marcado la última etapa. La liberación de detenidos, interpretada como un gesto de apaciguamiento, junto a la sentencia del Consejo Electoral abre un nuevo capítulo en el devenir democrático senegalés, en medio de un panorama incierto.
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Sall, como buen sujeto neocolonial, desea mantenerse en el poder para asegurar el saqueo económico y la deuda de su país, y de paso sfguir quedándose con un porcentaje de los beneficios corporativos sobre Senegal.
La única manera de destrozar este sistema corrupto y capitalista es asegurar un movimiento popular fuerte,vun gobierno transformador y un ejercito soberano, de lo contrario un golpe de estado podría tumbar el proceso de cambio, como ocurrió en Burkina Faso o el Congo.