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Sexualidad
Pitu Aparicio: “Yo no he visto en el supermercado productos para el olor a pene”

A Laura Aparicio, por todos y todas conocida como Pitu, le diagnosticaron un cáncer de cuello de útero en 2013 que al final no fue tal. Siete años tardó en darse cuenta de que en realidad le habían operado de endometriosis, arrancando gran parte del útero, retirando dos endometriomas y reduciendo su fertilidad al 5%. Nadie le contó eso, tuvo que investigarlo por su cuenta. Reunirse años después con mujeres que habían pasado por lo mismo fue para ella un acto de sanación. Integradora Social, Educadora Social y tallerista, decidió centrar su formación en los dos tabús con los que creció. Una vez se hubo formado en sexualidad y en drogodependencia, decidió que su principal tarea era divulgar todo ese conocimiento que se nos había vetado. Y decidió hacerlo con perspectiva de género, porque explica que el feminismo es su forma de habitar el mundo.
Cuando se le dice que lo hace muy bien, comienza a entender la dimensión de la palabra “divulgar” y, con transparencia explica que el secreto es transmitir de igual a igual. Desde el miedo no se aprende, se adoctrina, así que prefiere utilizar talleres participativos en los que se puede hablar de todo, con respeto, sin eufemismos y de tú a tú. Ahora promociona Autocoñocimiento (Penguin Random House, 2025), un libro donde descubrir a cualquier edad todo lo que nadie te había contado sobre “nuestro cuerpo, el placer, el deseo y la autoestima”. En un rincón de su casa, saca todos los objetos que tiene con forma de tetas, coños o vaginas, ofrece una infusión y explica a El Salto que lo que comenzó con vídeos en Instagram hoy es una tarea tan gratificante como demandada. “El problema es que los colegios siempre me llaman tarde, cuando ya ha habido problemas de violencia sexual”, se queja.
El libro tiene maquetación de revista. Me has dicho que es la Super Pop que nunca tuvimos. ¿Por qué?
Es la Super Pop que nunca tuvimos y la que nunca leímos porque recuerdo de forma traumática todo lo que ponía en esa revista que teníamos que hacer, que parecía como un manifiesto que estabas obligada a cumplir: darte besos como si estuvieras rebanando la tostada de mayonesa o saber que la primera vez tiene que doler y tienes que sangrar. Y nos lo creímos. Entonces tenía tanto poder que me apetecía hacer la Super Pop de lo que sí es cierto.
También nos creímos cosas como que hay que lavarse con jabón el coño.
Y limpiarse después de mear haciendo un arrastre innecesario para arriba o para abajo. Pero claro, como nos lo cuentan, acabamos viendo pasillos en el supermercado con productos que creemos que necesitamos. Yo no he visto ningún pasillo en el supermercado de productos para el olor a pene. Y hasta que no te lo dice alguien, tú no te lo planteas.

Empiezas el libro diciendo que te gusta utilizar el término sexualidad o relaciones sexuales más que relaciones sexo afectivas.
Hay un artículo de Miguel Vagalume en Pikara que lo explica muy bien. Le estamos quitando lo afectivo a lo sexual. Si está la erótica, está el placer, está el deseo… pero para mí lo sexual también implica los cuidados.
Y la peña asexual además habla mucho de esto. Hay gente que se quiere compartir desde el cuerpo, hay gente que no. Hay gente que quiere tener una relación romántica, otra solo afectiva.
¿Que es la coeducación y por qué no se hace?
Para mí es la equidad, que no la igualdad, para educar en que todo el mundo se sienta cómodo en un aula. La equidad es que si tenemos tres manzanas y somos dos y yo llevo dos días sin comer, pues yo necesito dos manzanas y tú una. Y esto en las aulas no lo veo. No veo la coeducación real porque no se lo enseñan a las formadoras. Y si tú como profe no has recibido una educación en la que haya coeducación, es imposible que luego lo vertebres en un aula.
Es lo mismo que las familias que vienen asustadísima a mis talleres. No saben cómo enseñar sexualidad, pero es que a ellas tampoco les han enseñado. ¿Si tú no sabes ni hablar de tu cuerpo ni nombrar tu vulva y tu vagina, cómo vas a querer naturalidad para hablar de sexualidad en tu casa?
Prohibir es despertar el deseo y con la sexualidad y con las drogas es necesario educar, porque se lo van a encontrar en algún momento de su vida y tienen que saber elegir
A nosotras, en los noventa, nos dieron talleres específicos en los que se ponía un condón en una banana y te decían que no follaras sin él, que te ibas a quedar embarazada o te ibas a pillar alguna infección. Este tipo de educación sigue, ¿no?
Claro, a mí me da mucha pena cuando se habla de sexualidad desde el miedo. Yo me especialicé en sexualidad y en drogodependencias porque eran justo las dos partes de mi vida de las que nunca se hablaba y siempre que preguntaba había caretos. Y entonces quise investigar, porque me parece que prohibir es despertar el deseo y con la sexualidad y con las drogas es necesario educar, porque se lo van a encontrar en algún momento de su vida y tienen que saber elegir. Y eso pasa porque te hayan contado que follar también causa placer y fumar porros también te hace reír. Si eso no lo cuentas, van a desconfiar de ti y luego no vas a ser el espacio de seguridad al que van a ir a preguntar.
Danos algunos tips para prevenir el abuso sexual en la infancia.
Para mí hay una cuestión clarísima de la prevención del abuso, que es saber manejar nuestro cuerpo. Sí, desde peque en casa mostramos nuestro cuerpo con naturalidad ya estamos educando en sexualidad. No tenemos que empezar a los cinco años sentándonos con los materiales y generarles vergüenza, si ya ha visto tu desnudo, tú ya le puedes preguntar quién la limpia la vulva cuando está en el cole, por ejemplo.
También hay que respetar cuando un crío o una cría no quiere dar besos al frutero, que esto es muy frecuente. Es importante no usar eufemismos: hay que nombrar la vulva, la vagina o el pene. Nada de “el culito de delante”, para hablar de la vulva, o cosas similares. Por último, es importante que entiendan el hecho de que pueden decidir quién, dónde y cuándo puede tocar las partes de su cuerpo y si alguien de los que no están en esa lista lo hace, puede venir a ti a decírtelo.
¿Y si tu hijo con nueve años se mete en su cuarto y se encierra para cambiarse?
Bueno, la intimidad está muy bien. Ha entendido que hay espacios donde tú te desnudas y donde no, y él pone una barrera sobre su cuerpo y decide quién le puede ver y quién no. Otra cosa es que sea por complejos, que eso sí habría que estudiarlo.
El porno te hace pensar que todo el mundo folla muchísimo y de una determinada manera y es mentira. Lo único que genera son expectativas y frustraciones a las que no llegamos ninguna
Luego ya van avanzando un poco y se plantean otros temas. ¿Qué hacemos con el porno?
Para mí el porno es el gran tema del libro, explicado con toda la educación que no tuvimos. Yo sé que el porno está, yo sé que el porno existe. Yo sé que los videojuegos existen. Mi hija está viendo con 15 años el Juego del calamar, y tiene a un adulto de referencia al lado para decirle “tú no puedes salir a la calle a disparar a la gente”. ¿Por qué si están viendo porno no les decimos “oye, este cuerpo no es real, esta sexualidad no es real. Tú no tienes que repetir esto. No estás obligada ni obligado”?
Porque ellos están flipando con que siempre tienen que estar disponibles, y llegar a la figura del empotrador es dificilísimo. Ellas están acostumbradas a tener que aguantar. En mis talleres de sexualidad hay chicas que me dicen que aguantan el dolor de garganta haciendo felaciones. También señoras de 65 años que no llegan al orgasmo hasta que les regalan un satisfayer y no saben si decirles a sus maridos que las veces anteriores, cuando concibieron a sus tres hijas, no se han corrido nunca.
El porno te hace pensar que todo el mundo folla muchísimo y de una determinada manera y es mentira. Lo único que genera son expectativas y frustraciones a las que no llegamos ninguna.

¿Prohibir no es la solución?
Nunca. Eso ya lo hemos visto con la drogas. Mis chavales no ven porno de las páginas donde la gente cree que ven porno, tienen canales propios de Telegram. Entonces estás intentando tapar el sol con un dedo, vetando ciertas páginas. Van por delante en todo.
Ahora, el novio de la que ha perdido la virginidad lleva la tira del sujetador en la muñeca, de tal manera que todo el instituto sabe que ya lo han hecho.
¿Y cómo haces tú para saberlo?
Porque genero un espacio de seguridad para ellos. Yo coloco mis materiales nada más entrar. Me ven mis pintas, una tía normal. Empiezo con un: “¿Qué pasa, chavales? ¿Cómo estáis?”. Pongo música de la que escuchan cuando entran al taller. La comentamos. Utilizo su mismo idioma. Y les digo que vamos a hablar de chochos y de lo que quieran. Intento transmitir el sentir de que van a poder hablar de lo que quieran y que no les voy a juzgar. Les pregunto de qué quieren hablar. La primera ronda es para ver cómo nos llamamos y cómo estamos hoy, porque igual alguno viene de dejar una relación y a lo mejor se emociona y es importante saber por qué. Yo también pongo algo de vulnerabilidad mía. Esto es una cosa que las familias no hacen, quieren que su hijo les cuente todo pero a ellos no les cuentan nada. Igual hay que compartir, que sea bidireccional la relación.
Tú cuentas que cuando te llaman para dar un taller a un cole ya llegas tarde siempre.
No estamos haciendo prevención. Con drogodependencias me pasa lo mismo, pero como con sexualidad es tan obvio. Me dicen, “oye Pitu, ¿te puedes venir a Plasencia que un chaval de 12 ha violado a una alumna de 12 de su misma clase, de su mismo pueblo?”. Yo ya llego cuando no se ha hecho una intervención previa para que entiendan qué es el consentimiento, cuáles son los límites y que si yo te digo que me puedes tocar hasta aquí, dentro de diez minutos puedo decirte que ni siquiera quiero que me toques. Cómo lo van a entender si tienen ya 14 años y nadie les ha dicho que no disponen libremente del cuerpo de otra persona.
A veces me dicen: “pido que no caliente lo que no se va a comer”. Claro, si nadie te ha dicho que tú puedes ir hasta donde quieras porque ella te ha dado pie una vez, no se lo hemos explicado y pretendemos llegar y hablarles de la erótica, el placer, el deseo… ¿Quién se lo ha contado antes? El porno, y van a reproducir el ejemplo.
Cada día más chicos y chicas me dicen que quieren ser asexuales, porque cada vez hay más presión estética y cada vez hay que ser más empotrador. Es aburridísimo. No quieren follar.
Además que en los talleres tradicionales no se habla de cosas importantes como el consentimiento.
Lo primero que pregunto es “¿oye, qué es follar?" y tienen tarjetas en las que salen conceptos como el consentimiento. A partir de los 13-14 años lo tienen claro, pero en los siete-ocho no tienen ni idea de qué es el consentimiento. Esto si no se lo hemos explicado, solo saben que follar es meter la polla en el chocho, pero nada sobre el consentimiento.
Algunos te dicen que no saben si quieren follar porque están entendiendo que la sexualidad es una mierda. Me pasó a mí en mi primera, mi segunda y mi tercera vez que pensé ¿Esto era? ¿Tanto se habla de esto? Pensé que estaba muy sobredimensionado y muy sobrevalorado. Cada día más chicos y chicas me dicen que quieren ser asexuales, porque cada vez hay más presión estética y cada vez hay que ser más empotrador. Es aburridísimo. No quieren follar.
Otra de las cosas que haces es dar talleres a papás, mamás, incluso a mujeres mayores. Supongo que de esos talleres sales cargada de otro tipo de sensaciones.
Es donde más disfruto porque es donde más siento cada día que no puedo dejar de hacerlo. Es donde recibo el agradecimiento de señoras de 65 años que me dicen “joder, pensé que moriría sin estar nunca en un grupo de 30 mujeres donde también dijeran que les ha dolido la regla toda la vida y que les han dicho lo mismo que a mí”. Y de repente la terapeuta y la formadora valida ese dolor. “Me voy a morir sabiendo que yo tenía razón y que toda la vida me dijeron que no la tenía”, me dicen. ¿Tú sabes el sentimiento de legitimidad que te da eso después de llevar toda la vida dudando de ti, de tu cuerpo, de tu sexualidad, aguantando el dolor en las relaciones, pensando que tú estás loca porque te lo ha dicho tu médico?. Y como el médico no tiene razón, el médico lleva toda la vida diciendo que tú estás tarada. Y claro, hay 30 señoras llorando en un taller de tres horas y te das cuenta de que esas mujeres necesitaban ese espacio y pensaron que nunca lo tendrían.
Con las familias les interpelo y les explico que no pueden explicarles sus hijos nada que no les hayan contado a ellos. Y entonces respiran. Y ver cómo se descarga esa culpa del cuerpo… y entonces ya las familias se ríen. Cuanto más bajemos y más humildad tengamos, más horizontales vamos a ser con nuestras criaturas. Y vamos a sentarnos a decirle: “Oye, amor, ¿tú qué sabes del sexo? Porque igual yo sé lo mismo que tú y está bien”. Pero parece que las familias lo tenemos que saber todo.

Vamos a hablar de nuestros cuerpos. Hay una cosa que cuentas en el libro que me ha llamado la atención y es que estamos llenas de nombres de señores por dentro. ¿Cómo es esto?
La anatomía moderna lleva los nombres de señores, padres de la ginecología, anatomistas blancos que escribieron la historia sobre nuestros cuerpos cargada absolutamente de violencia. Esto es como cuando en terapia te preguntan cómo naciste, cómo te concibieron. Todo eso habla de tu sexualidad y de la idea que tú tienes. Pues esto es lo mismo. Estos señores montaron un hospital en su casa y mutilaron a las esclavas a través de la fístula vaginal y empezaron a hacer sus propias investigaciones sin anestesia, a lo mejor había opio como mucho. Y nuestro cuerpo está marcado por esa historia colonizadora, absolutamente racista. De ahí las trompas de Falopio, o las glándulas de Bartolino.
Yo abogo porque los nombres sean trans feministas y renombrar esta parte. En vez de trompas de Falopio, puedo decir trompas uterinas y en vez de glándulas de Bartolino, las glándulas de Lucy y Betsy, que son las que secretan el flujo y las de Anarcha (conocidas como de Skene) serían las glándulas responsables del squirt, que supuestamente coincide con el placer del orgasmo. Y no es así para nada.
Sexualidad
Consultorio de sexualidad ¿Eyaculación femenina o ‘squirting’? Érase una vez el orgasmo femenino
Ahora que lo dices, este es un tema que muy recurrente en las conversaciones. Ahora parece que esta la meta de llegar al squirting, que si no, no se llega al orgasmo. Y son dos cosas podríamos decir independientes ¿no?
Es que además es una moda. Antes toda la gente decía en mis talleres que se moría de vergüenza, que manchaba las sábanas, que era horrible porque era como mearse encima. Ahora es lo que toca alcanzar y dentro de unos años pues volverá otra cosa. Hay una presión sobre el cuerpo para que tengas cada vez que hacer una cosa diferente. Pues tu cuerpo al final, tu cerebro, que es el único lugar que controla el orgasmo, está flipando. Hay que disfrutar con lo que tienes, porque igual tú no tienes ni la glándula del mismo tamaño ni puedes hacerlo de la misma forma. No todo el mundo lo hace igual.
Se dicen que son restos de orina, ¿no?
Siguen faltando investigaciones. Por eso para las sexólogas atreverse a hablar de lo que es el squirting todavía es difícil porque no sabemos cuánto líquido almacena y depende del cuerpo también. Lo que sí que está claro es que cuando tú no puedes mear después de follar, efectivamente es porque estás excitada. La glándula está inflamada tapando la uretra y no puedes mear. En ese rato se tiene que bajar la hinchazón, por así decirlo. Esa hinchazón es la que está provocando que dependiendo de cuánta agua haya ahí, es el momento en el que puede explotar ese líquido que sí que está mezclado con algo de urea, pero no es pis. Por eso digo que hoy siguen faltando investigaciones. Sabemos que no es la eyaculación. Entonces, de momento podemos discernirlo. Y aún así sigue faltando mucha investigación con esto.
Para que un pene se llene de sangre necesitas lo equivalente a un vaso de chupito, para que una vulva se llene de sangre necesitas lo equivalente a un vaso de sidra. Por eso el mete saca que vemos muchas veces no tiene ningún sentido porque no va a generar placer.
Hay una cosa que comentas y es que nosotras necesitamos muchísima más sangre en nuestros vasos sanguíneos para excitarnos que ellos.
Cada vez que lo digo en los talleres sigue siendo algo que sorprende mucho. Y también cuando hago monólogos, porque cuando yo lo cuento vestida de vulva es muy impactante. Para que un pene se llene de sangre necesitas lo equivalente a un vaso de chupito, para que una vulva se llene de sangre necesitas lo equivalente a un vaso de sidra. Estamos hablando de más de 20 minutos de excitación para que realmente haya una corriente sanguínea que permita que esto fluya. Es biología. Entonces es necesario lamer, chupar y gozar para que esto se haya podido llenar de sangre. Por eso el mete saca que vemos muchas veces no tiene ningún sentido porque no va a generar placer.
Es que aún hay muchos enigmas en torno al orgasmo femenino.
El mapa del clítoris es de 2008 antes de ayer. Entonces, ¿cómo vamos a estar hablando de una anatomía feminista y de una ginecología feminista si no le interesa a nadie? Si no hay una píldora masculina todavía, porque los efectos secundarios son grandes dicen…
Creo que al capitalismo no le interesa nada que todo esto se sepa. Porque mis alumnas dejarían de comprar salva slip para evitar su flujo diario. Y ese salva slip le está provocando más flujo y compra más. Y se le está descontrolando la macrobiótica y por eso precisamente huele. Y luego va a comprarse el Chilly.

Toda la investigación médico se ha centrado en el cuerpo del hombre y el cuerpo de la mujer ha pasado a un segundo plano en los estudios. Si partimos de esa base ¿cómo vamos a tener una sexualidad equitativa si nuestros cuerpos no han sido estudiados?
Claro, faltan investigaciones. A mí me pasa muchísimo con el virus del papiloma. Me escriben a diario mogollón de personas absolutamente aterradas, aún habiendo salido de la ginecóloga diez minutos antes que me escriban a mí, es bastante fuerte. Quiero decir, confías más en una persona que sabes que te dice la verdad a través de Instagram que en tus propias médicas. Esto me parece grave, así como titular. La primera pregunta que hago es ¿tú tienes el virus o tienes una lesión del virus? Claro, esto como no tenemos ni idea, tienen que volver para preguntar a la ginecóloga. Esto te cambia la vida y te hace decir “vale, voy a tener protección en mis relaciones, igual que la debería haber tenido antes, y ya está”. Es desde el miedo desde donde ya empezamos a educarnos y buscamos la información cuando ya estamos acojonadas.
Oye, vamos a estudiar un poquito qué pasa con el virus del papiloma y también con la endometriosis para poder decirle a todas las personas que una vez al mes estamos aterradas y llorando con ese dolor que no nos deja salir de la cama, qué es lo que pasa en nuestro cuerpo. Si nos doliera el oído cuatro días al mes, tendríamos un diagnóstico fantástico.
Hablando ahora de los anticonceptivos orales, de la píldora, explicas en el libro algo curioso y es que el periodo de descanso en realidad tiene un origen religioso y también una contribución patriarcal.
Yo cuando estudié la píldora me llamó muchísimo la atención. Efectivamente, está la parte eclesiástica, que decía que las mujeres teníamos que seguir sangrando una vez al mes, para lo que se inventó el descanso y la parte patriarcal de unos señores decidiendo que no confiaban en que las mujeres se fueran a acordar y colocando placebos en el blíster.
La píldora provoca un sangrado que es irreal, innecesario. Médicamente no lo necesitas. Y hasta hoy, en 2025, tengo a mis alumnas quejándose de que van a ir a la piscina y que les toca la regla. Y llevan tomando la píldora cinco años y podrían sangrar una vez al año si quieren o ninguna. Y nadie se lo ha dicho. Pues es que encima esto te lleva a desconfiar de un montón de cosas que te han contado, porque ya dudas de esto. No te enseñaron lo que era el clítoris, y es el único órgano destinado al placer de todo tu cuerpo, te van a contar a ti que John Rock (el creador de la píldora) en 1951 decidió por ti.

Entonces, ¿se podría tomar la píldora de seguido sin descansar?
Si tu ginecóloga lo considera, después de unos análisis de sangre. Porque esta es otra, cuántas de mis alumnas con 17- 19 tienen un problema endocrino, tienen granos, tienen dolor de regla y entonces lo que hacemos en vez de hacerle pruebas es darle una píldora que se la quite, que elimine una función de su cuerpo que es vital.
Para finalizar. Me decía hace poco Pamela Palenciano, que también es tallerista, que ha visto una involución muy peligrosa en los últimos años. Que la contra ola reaccionaria contra el feminismo viene dura y hay muchos chavales ahora que niegan la violencia de género. ¿Tú eso lo ves también en los talleres?
Estaba hablando justo de esto con Pamela Palenciano, de buscar un lugar de cobijo, porque creo que lo que nos está pasando a las talleristas y a las profes y a la gente que trabaja con adolescentes y que acompaña, es un aumento de exposición a la violencia diaria que recibimos en las aulas. Yo tengo una pedagogía especial que a diferencia de Pamela, que está dentro de un escenario y no puede interactuar, cojo esa violencia y la utilizo. Es decir, hago pedagogía con la violencia. Y empiezo “A ver Miguelón, ¿qué es esto que has dicho? ¿Qué por qué no se habla de las denuncias falsas? Vale, muy interesante. Cuéntanos qué piensas de las denuncias falsas”. Y me responde: “es que yo tengo un primo que su novia le denunció y pasó esto”. Y entonces voy yo y digo: “Vale. Gracias por compartirlo, Almudena. Qué piensas de esto que ha dicho Miguelón?”. Y entonces es el grupo el que, gracias a su propio pensamiento crítico, habla de lo que piensa. Y entre ellas se van hablando en su propio idioma y en su propia lengua, de tal manera que no soy yo la que está adoctrinando en un espacio. Estoy generando una mediación entre la propia gente de su propia edad para que entiendan que no toda la violencia que han escuchado es cierta, que no es la única, que no es la real, que hay otras historias y que se lo cuentan entre ellos porque son los que van a seguir habitando ese espacio cuando yo me vaya de ese taller.
Y entonces se sienten escuchadas, sienten que es un espacio de seguridad para debatir. Yo también cuento cosas y efectivamente, el mundo es machista y esa es la realidad que va a salir en ese aula.