Sierra Leona
Mujeres presas en Freetown: una condena para siempre

En Sierra Leona una pena carcelaria larga supone no volver a vivir con dignidad para muchas mujeres; encerradas por robos, asesinatos u otros delitos, su condena puede llevar a un destierro sin fin.
Mujeres presas  Sierra Leona  - 2
En cada habitación duermen tres o cuatro mujeres y disponen de una cama por persona, una pequeña cocina y una ducha. José Ignacio Martínez Rodríguez

Al franquear el gran portalón metálico que custodia el correccional central de mujeres de Freetown, en Sierra Leona, y pasar por una pequeña garita donde tres oficiales toman el nombre de los visitantes y los registran, se accede al patio exterior donde se ubican las principales dependencias de la prisión. A la izquierda, una guardería precede a dos barracones con 19 habitaciones, hogar de las 67 presidiarias que cumplen condena aquí, y a un pequeño edificio, con la pared desconchada y lleno de humedades, que hace las veces de enfermería. A la derecha, una oficina donde ahora duerme una guarda se yergue frente a un huerto y un escueto habitáculo que funciona como sala de informática. Por todas las dependencias resulta común el trajín de presas uniformadas de distintos colores; de verde, que son las menos, aquellas que todavía se encuentran a la espera de la celebración del juicio. De azul, las que aguardan la sentencia. De rojo, las más numerosas, las que tienen condena en firme.

El delito de Safi Kamara, de 23 años, es haber hurtado junto a su novio una bicicleta en su pueblo, una aldea situada en una zona rural y remota del país. Su condena por tal infracción: 20 años de prisión. Lleva uno; saldrá de la cárcel con 42 años

Safi Kamara, de 23 años, es de las que viste de rojo. Su delito: haber hurtado junto a su novio una bicicleta en su pueblo, una aldea situada en una zona rural y remota del país. Su condena por tal infracción: 20 años de prisión. Lleva uno; saldrá de la cárcel con 42 años. “Por culpa del robo, mi familia me ha repudiado. A mí no viene a verme nadie, ni siquiera ellos”, dice en Krio, la lengua más hablada en el país, una nación que no llega a los ocho millones de personas y donde la pobreza es algo endémico: según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, casi el 54% de los sierraleoneses debe vivir con menos de 1,5 dólares al día. “Aquí, dentro de la prisión, al menos dispongo de un buen colchón y algunas medicinas para cuando enferme. Pero yo no tengo nada”, sentencia Safi.

Mujeres presas  Sierra Leona  - 1
Una presa abanica a otra en la cama de la enfermería que el correccional femenino de Freetown, la capital de Sierra Leona, tiene para las reclusas. José Ignacio Martínez Rodríguez

Fatumata, una joven con vestido azul que dice tener 19 años, aunque aparenta alguno menos, escucha a su compañera y pide hablar cuando cree que ha terminado de contar su historia. “Yo estoy esperando a que nazca mi hijo. Llevo aquí dos meses y me han puesto una fianza de 500.000 leones (algo más de cuarenta euros), pero no puedo pagarlos. Me acusan de no devolver un microcrédito que pidió mi jefa y de robarle azúcar, cocos y leche. Pero yo no hice nada”, dice.

— ¿Cómo crees que va a ir el juicio?

— Pues no creo que pueda ir bien. A mí nadie me va a ayudar. Creo que dependerá de que tenga suerte con el magistrado.

— ¿Y crees que la vas a tener?

— No lo sé. Solo Dios lo sabe. Ahora estoy en manos de Dios.

Mujer y presa, un difícil futuro

“Para las presas, la situación se vuelve realmente complicada. ¿Qué futuro puede esperar a una mujer que tiene que estar aquí encerrada durante años y, cuando sale libre, no sabe hacer nada? Pues malo. Muy malo”, valora Aminata, oficial de la policía y jefa de la Unidad de Género y Oportunidades de los servicios penitenciarios de Sierra Leona, sentada en un modesto despacho situado en las oficinas de la prisión. Y añade: “Entre los reclusos del país, las mujeres son las más vulnerables. Cuando regresan a la sociedad se enfrentan a la misma vida dura, a una alta tasa de desempleo, sin entrenamiento formal de ningún tipo que pueda proporcionarles un trabajo lucrativo. Así es muy difícil que se mantengan alejadas de los crímenes que las llevaron a su encarcelación y del acoso de los hombres malvados. Es un círculo vicioso que continúa sin cesar para ellas”.

No le faltan argumentos a Aminata que sustenten sus quejas y sus preocupaciones. Sólo un ejemplo: el país tiene una brecha de género del 66,8% (índice que analiza la división de los recursos y las oportunidades entre hombres y mujeres en más de 150 países midiendo la participación en la economía, en el mundo laboral cualificado o en el acceso a la educación), uno de los más altos del mundo. Las mujeres ganan menos dinero, van menos tiempo al colegio y, cuando consiguen trabajo, deben conformarse con puestos mucho peor remunerados. Por eso a Aminata le preocupa que las presas, con su encarcelación, firmen también una condena a un ostracismo eterno. Por eso, dice, cree necesaria la puesta en marcha de programas que permitan que las presas aprendan diferentes oficios mientras permaneces encarceladas. El gobierno no se preocupa por ellas.

Sierra Leona
Sierra Leona, 15 años después
Excombatientes hablan de lo que esperan para el futuro de su país, a las puertas de unas nuevas elecciones democráticas.

A Messpa Samura, una muchacha de 22 años, la condenaron hacen unos meses a 25 años de prisión por intento de asesinato. Ella lo recuerda así: “Cuando me casé, yo no sabía que mi marido tenía otra mujer. Un día, ella apareció muy enferma y a mí me acusaron de querer envenenarla. Pero yo no lo hice. Yo ni hice nada”. Si Messpa cumpliera su condena íntegra y saliera de la cárcel con 47 años, tendría, con suerte, unos seis o siete años más de vida. No en vano, la esperanza de vida de Sierra Leona es la cuarta más baja de todo el mundo. Para los hombres, esta cifra se estanca en los 53 años. Para ellas, el número se eleva hasta unos pírricos 55 años. En España, por ejemplo, este mismo guarismo se sitúa en algo más de 86 años en el caso femenino. O, lo que es lo mismo, una persona nacida en el estado español vive tres décadas más que alguien que lo haga en esta nación situada en el golfo de Guinea.

Víctimas colaterales

Kadiatu Torawally, 26 años, pelo rizado y figura extremadamente delgada, es de las pocas presas que sabe hablar inglés. Lo aprendió en la escuela. Como otras presidiarias, se encuentra en la cárcel a la espera de que se celebre su juicio. Entonces, un juez deberá decidir si es cierto que robó productos por valor de ocho millones y medio de leones (algo menos de 700 euros) en la peluquería donde trabajaba. Pueden caerle más de 20 años de condena.

Pero a Kadiatu le preocupa, sobre todo, su hijo David, un pequeño de un año y seis meses que permanece recluido junto a ella en prisión ajeno al proceso judicial que encara su madre. Hoy, David se entretiene junto a otros niños, todos hijos de las reclusas, en la guardería del presidio, una especie de sala de juegos que presenta un aspecto lamentable; la humedad se está comiendo el techo y las paredes y el suelo muestra agujeros de una profundidad de medio metro donde cabe algún chaval como David. “Si me condenan a un tiempo largo, me tendré que separar de él. Sólo puede permanecer aquí conmigo hasta que cumpla tres años”, afirma mientras coge en brazos al chiquillo. Y prosigue: “Después se tendrá que ir con algún familiar fuera para poder ir a la escuela. Y yo no tengo a nadie”.

Mujeres presas  Sierra Leona  - 3
Kadiatu Torawally, acusada de un robo por el que pueden caerle más de 20 años de prisión, prefiere no enseñar el rostro a cámara, como muchas otras presas. José Ignacio Martínez Rodríguez

— ¿Cómo se vive aquí dentro? ¿Os encontráis bien?

— Bueno, estamos bien. Aquí no nos tratan mal.

— ¿Qué echas en falta?

— Muchas cosas. Por ejemplo, compresas. No tenemos compresas; casi siempre nos tenemos que apañar con unos trozos de tela. Necesitamos también chanclas y ropa. Y yo, productos para mi bebé. Pañales, comida, medicinas… Es muy pequeño y requiere muchos cuidados.

Si Messpa cumpliera su condena íntegra y saliera de la cárcel con 47 años, tendría, con suerte, unos seis o siete años más de vida. La esperanza de vida de Sierra Leona —55 años para las mujeres— es la cuarta más baja de todo el mundo.

Necesidades como las que comenta Kadiatu y saltan a la vista en la guardería donde juega David también se hacen patentes en el resto del correccional. Las mujeres afirman que el generador da problemas, que se quedan sin electricidad a menudo. Que en la enfermería suelen faltar medicinas. Que la comida no siempre está buena ni es abundante. Que faltan productos de higiene personal y que sus necesidades más básicas no siempre están cubiertas. La ONG salesiana Don Bosco Fambul, que desarrolla programas dentro de la cárcel, ayuda con diferentes acciones, como en el llevar médicos o dentistas (algo muy aplaudido por parte de las reclusas; un dolor de muelas puede suponer meses de martirio) pero no puede suplir todas las necesidades del día a día.

Al menos, Kadiatu puede pasar las noches con su bebé en las habitaciones de la cárcel. Diecinueve habitáculos con cuatro o cinco camas con sus respectivas mosquiteras cada uno, una ducha y una pequeña cocina. Huele a jabón y a ropa limpia. Las diferencias con el presidio para hombres, la temida Pademba, situada a solo unas cuantas calles de distancia, son abismales. Allí, 1.700 hombres permanecen hacinados en un lugar con capacidad para apenas 300 personas y las violaciones de los derechos humanos son constantes y lacerantes. Pademba resulta difícil, pero a la salida queda la esperanza de labrarse un futuro o vivir un presente con algo de dignidad en un país construido por y para los hombres. A menudo, la vida en la prisión de mujeres es más sencilla, pero cuando las condenas finalizan suele llegar el olvido, la desesperanza y un desarraigo infinito.

Arquivado en: África Sierra Leona
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Formación El Salto
Formación El Salto África: temas, enfoques y narrativas periodísticas
Con esta nueva propuesta, pretendemos abordar cómo se cubre la actualidad proveniente del continente africano, desde una mirada decolonial, atenta a la complejidad y las resistencias.
Análisis
Análisis Mozambique: la democracia que Occidente prefiere olvidar
Cuando los intereses están mejor asegurados con un gobierno corrupto, las críticas al fraude electoral se limitan a una retórica superficial que no va más allá de gestos simbólicos.
En el margen
Mayra Ëkatö “En África la comida es unión, es familia, es alegría, es contacto con la Naturaleza, es respeto”
Técnica en farmacia de profesión y originaria de Malabo, esta cocinera explora los distintos sabores en África y los trae a los paladares acompañados de su historia.
República
Movimiento republicano “Hasta que se vayan”: lema de la segunda Marcha Republicana fijada para 2025
En junio de 2025 la marea republicana se propone llevar a cabo una segunda demostración de rechazo a la monarquía. En la edición de este año se movilizaron miles de personas de distintos puntos del Estado.
Palestina
Palestina “Es nuestra tierra”: colonos israelíes acampan en la frontera con Gaza para lograr un regreso permanente
Envalentonados, un grupo de ultranacionalistas israelíes están acampando cerca de la frontera con la Franja de Gaza para ser los primeros en establecer ahí su nuevo hogar.
Que no te cuenten películas
Comunidad El Salto Suscríbete a El Salto y llévate seis meses de regalo a Filmin
Estas navidades, haz posible que El Salto llegue más lejos con sus contenidos críticos y llévate de regalo medio año de Filmin. Y si ya tienes Filmin, suscríbete a El Salto y regala el acceso a esta plataforma a quien quieras.

Últimas

Comunidad de Madrid
La uni se ahoga Ayuso recula ante una comunidad universitaria en lucha: acepta los 169 millones del Gobierno para profesores
El gobierno de Ayuso está planteando una “propuesta alternativa”, que enviará al Ministerio de Ciencia, quien expresaba por carta que “no es comprensible ni explicable” el rechazo a la inyección económica.
Exclusión sanitaria
Exclusión sanitaria Casi 30.000 personas fueron expulsadas del sistema sanitario en los últimos 32 meses
Un informe de Médicos del Mundo detecta casi 70.000 barreras en la sanidad pública, que sufren principalmente las personas en situación irregular. Mientras, la ley para retornar a la universalidad en la atención permanece en trámite.
Más noticias
Violencia machista
Violencia sexual Las artes escénicas de Granada apoyan a las denunciantes de agresiones sexuales en la escuela de teatro
Organizaciones, profesionales y personas vinculadas a las artes escénicas granadinas firman un comunicado donde expresan su apoyo público y sin fisuras a las denunciantes de abusos sexuales por parte del director de La Seducción, Marcos Julián, y señalan la necesidad de protocolos específicos para lograr espacios escénicos seguros
Sevilla
Palestina Dabke: zapateado colectivo para preservar la identidad palestina ante el genocidio
El grupo de dabke Haweia se encuentra realizando una gira por diferentes ciudades del Estado español para “preservar y promover la identidad cultural palestina utilizando el arte” frente al genocidio que está cometiendo Israel en el territorio.
Urbanismo
Opinión Desordenación del territorio de la mano del Gobierno regional de Madrid
La Comunidad de Madrid impulsa, mediante tramitación de urgencia, un proyecto de ley Omnibus que afecta a diez leyes regionales con cambios de calado.
Lobo
Fauna amenazada La última llamada para frenar la desprotección del lobo pasa por Berna
El Comité Permanente del Convenio de Berna relativo a la Conservación de la Vida Silvestre y del Medio Natural en Europa decidirá esta semana si acepta la propuesta de la UE de rebajar el estatus de protección del 'Canis lupus'.

Recomendadas

Melilla
Melilla Encerradas en la ciudad frontera: las trabajadoras marroquíes en Melilla se han cansado de esperar
Desde que en 2020 se cerrara la frontera con Nador, muchas personas marroquíes que hasta entonces podían desplazarse entre ambas ciudades, se han visto empujadas a un callejón burocrático. Un informe documenta las trabas con las que se encuentran.
Literatura
Gabriela Wiener “Me pregunto si es posible hacer libros que cambien el discurrir del mundo”
La escritora peruana afincada en Madrid ha publicado recientemente ‘Atusparia’, una novela que recorre el pasado, el presente y un posible futuro de su país, un territorio de represión pero también de luchas por el territorio y por el porvenir.
PSOE
Congreso Federal del PSOE Sánchez activa el recambio de barones díscolos y compra tiempo sobre la financiación catalana
El 41 cónclave federal del PSOE confirma que Pedro Sánchez no tiene rival en el partido socialista y que varias federaciones en crisis interna, con Madrid a la cabeza, van camino de tensas primarias.