Teatro
‘La vida es otra cosa’: gente que se rompe en un escenario

La propuesta ‘La vida es otra cosa’ traslada al teatro una mirada compleja, documentada y vivencial sobre el sufrimiento psíquico y los callejones sociales y culturales en los que se enreda la discusión sobre la salud mental.
La Vida es otra cosa
Escena de la obra "La vida es otra cosa" de la compañía Ruka Teatro.
21 jun 2022 12:38

Hace ya más de cuatro años que las actrices Teresa Alonso y Seli Ka se pusieron a charlar sobre lo mal que estaban, y también, de lo mal que estaban sus amigos. Aún no había llegado la pandemia, pero ya entonces la conversación de ambas actrices, no tenía nada de inusual: ¿quién no ha observado en los últimos años romperse a alguien, cuánta gente se habrá resquebrajado en el anonimato, solo existiendo, si llegan a pedir ayuda a un profesional, para las preocupantes estadísticas de salud mental?

Lo que aquel par de amigas, integrantes de la compañía teatral la Ruka, hicieron, sin embargo, fue más que hablar: desde el malestar personal y cercano quisieron abordar de otra forma el sufrimiento psíquico de diversas intensidades. Un universo revuelto en el que entra la tan democrática ansiedad —ese estar alerta todo el tiempo como animalillos a punto de romperse bajo las garras de las obligaciones y expectativas sociales— o cuadros de sufrimiento más complejos, para los que solo se ofrece respuesta desde la psiquiatría: el binomio de la medicación o el ingreso.

De esa conversación surgió: La vida es otra cosa, un trabajo presentado en el Teatro del Barrio este mes, para el que agotaron rápidamente las entradas de las dos sesiones programadas, pero que volverá en septiembre a esta emblemática Sala de Lavapiés. En la obra, escrita por Alonso, a partir de sus propios textos y los de Ka, ambas actrices, junto a su compañera Julia Nicolau y la artista plástica Julia M componen una propuesta, que si bien es escénicamente minimalista, no prescinde de ninguna herramienta.

En La vida es otra cosa, hay investigación, hay reflexión, hay mucho meta, mucho agarrar el propio dolor y pensarlo, estudiarse a una misma: “guardar tu vómito y convertirlo en una tesina”

Para este relato coral sobre lo que implica sufrir adentro las integrantes de la Ruka entrevistaron a personas que habían pasado por diversas experiencias de sufrimiento psíquico grabadora en mano, voces que toman el protagonismo entre escena y escena. En el escenario, mujeres envueltas en unas estructuras rectangulares, marco de sus angustias y sus encierros, moviéndose en un espacio casi vacío donde ellas, ataviadas de blanco con telas clínicas, cintas atadas y un vestuario que evoca lo clínico y la contención, transmiten con la palabra, el baile, el movimiento, el gesto los mundos turbados que se agitan dentro de tantas y de tantos.

En La vida es otra cosa, hay investigación, hay reflexión, hay mucho meta, mucho agarrar el propio dolor y pensarlo, estudiarse a una misma: “guardar tu vómito y convertirlo en una tesina”, identificar que se empieza a actuar raro, que se va a tomar un camino divergente de la “normalidad”. Tener conciencia de que hay cosas que se piensan, se ven, se sienten, que no se pueden decir ante un psiquiatra para no salir perjudicada, ingresada, con más medicación.

Así, enmarcadas en toda la imaginería cultural entorno a la locura —los hits musicales, los histriónicos movimientos faciales, los gritos angustiantes, el empanamiento resultado de la medicación— están las voces de quienes atraviesan esto, su mirada sobre una sistema capitalista que exige demasiado de los cuerpos y es impiadoso con las mentes, la propia supervivencia en la cultura del demasiado, o la pérdida de control como fracaso.

Si bien el elenco de La vida es otra cosa recrea diversas intensidades de sufrimiento psíquico, podría notarse como un mínimo común del malestar, la ansiedad, pedir perdón todo el tiempo por no actuar de la manera adecuada, por no ser apta: “¡todo lo hago mal! ¡todo lo hago mal!” se repite en varios momentos. En quién no hace eco esa sensación de fallar, esa culpabilización por no ser suficiente en un ecosistema que te lo pide todo.

¿Dónde está la demasía? ¿Está en las personas que se rompen, que piensan cosas raras, que sufren más de lo que cabe expresar en una conversación convencional? ¿O en el mundo de afuera que te requiere siempre preparada, competente, ser una persona funcional que procure no romperse, o al menos que no se note?

Porque, ¿dónde está la demasía? ¿Está en las personas que se rompen, que piensan cosas raras, y dicen movidas que te descolocan, sufren más de lo que cabe expresar en una conversación convencional, sufren tanto que una mañana quizás no puedan levantarse, o una tarde quizás decidan dejar de pelear para siempre? ¿O en el mundo de afuera que te requiere siempre preparada, competente, a tope, atento, con la energía necesaria y la cabeza ordenada para trabajar cuidar, consumir, ser una persona funcional que procure no romperse, o al menos que no se note tanto?

“¡No puedo más!” gritan en la obra las actrices, para luego decirse: una vez más saldremos de esta. Hundirse y reflotar, hundirse y reflotar, como dinámica agotadora ante una vida que a veces es “too much”, cuando las emociones te sobrepasan.

Qué se hace con todo esto que reconocemos a ratos en una misma, que vemos en personas queridas y que no sabemos encarar. En el Teatro del Barrio cuando se acaba la obra y las expresiones de las actrices se relajan, comienza una conversación a la que se incorpora Marta Plaza. Esta activista loca, curtida en los grupos de apoyo mutuo entre personas con sufrimiento psíquico y alguien fundamental en la concepción de este proyecto, explicaba: “Para sobrevivir hemos tenido que desarrollar nuestras propias herramientas”.

Tras distribuir entre el público un folleto con información sobre colectivos de apoyo mutuo, varias personas se preguntaban qué hacer cuándo alguien se rompe cerca. Plaza apuesta por la red, pues el cuidado individual, advertía, muchas veces acaba derivando en vigilancia, si lo asume una persona sola o la familia, el acompañamiento puede convertirse en control. También en algo que desborda y sobrepase a quienes quieren acompañar, pero se sienten impotentes. Los turnos de acompañamiento, las redes que escuchan y cuidan, son las respuestas que muchas y muchos están formulando por fuera del estrecho binomio: ingreso o medicación. Y es que sacar el sufrimiento psíquico del silencio individual, de la consulta con el psiquiatra, o de la angustia familiar y trasladarlo a lo colectivo, a conversación en las plazas, a los medios y hasta a los teatros, también es cuidar.

Arquivado en: Salud mental Teatro
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Análisis
Análisis Por una recuperación de la dignidad y del bienestar en salud mental
Las propuestas relacionadas con la Renta Básica Universal o la semana laboral de cuatro días nos muestran un interesante camino a seguir que trascienda las meras soluciones de carácter asistencialista.
Psicoactivos
Salud mental PsychedeliCare, una campaña ciudadana para regular las terapias psicodélicas en Europa
Pretenden recoger un millón de firmas para llevar el debate sobre los tratamientos de salud mental con estas sustancias a las instituciones europeas.
Psicoactivos
Salud mental Drogas psicodélicas, una revolución científica del laboratorio al diván
Sustancias psicodélicas extraídas de los hongos o la ayahuasca, o drogas recreativas como la MDMA o el LSD están siendo investigadas para tratar la salud mental o las adicciones.
Xunta de Galicia
Sanidade A Xunta de Feijóo, condenada por negar as visitas a unha muller falecida de cancro por ter covid-19
A xuíza di que a situación requiriu medidas de prevención “flexibilizadoras”. Faleceu a principios de 2022 no Hospital Álvaro Cunqueiro durante os últimos meses de administración do xefe do PP con Julio García Comesaña como conselleiro.
Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.

Últimas

Historia
Descifrando a historia Así foi a rebelión antifiscal galega de 1790 contra a burocracia española
A monarquía española quixo implantar a Contribución Única, algo que provocou fortes protestas. A máis coñecida foi o motín da Ulloa, chamado así porque se produciu nas zonas desta comarca. Foi a maior revolta antifiscal do Antigo Réxime en Galiza.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.
Madrid
Acusaciones de violencia sexual Monedero, bajo investigación de la Universidad Complutense por la denuncia de acoso sexual de una alumna
La confidencialidad del expediente no permite saber cuándo se presentó la denuncia ante la Unidad de Igualdad o cuánto se demorará la resolución. La Complutense afirma que la Inspección de Servicios está tramitando la acusación.
Más noticias
Justicia
Justicia Rubiales, condenado por agresión sexual y absuelto del delito de coacciones
18 meses de multa con cuota de 20 euros al día por un delito de agresión sexual. Es la condena al expresidente de la RFEF Luis Rubiales por los hechos ocurrido en la ceremonia de entrega e medallas del pasado mundial celebrado en agosto en Sidney.
Egipto
Egipto Ashraf Omar continúa en prisión provisional por dibujar
Ashraf Omar, caricaturista político del medio digital AlManassa, sigue en prisión preventiva indefinida tras ser arrestado violentamente en su domicilio el 22 de julio de 2024.
Fascismo
Memoria antifascista Allí donde hay humo, hay fuego
A unos días de las elecciones alemanas, donde la ultraderecha acude fortalecida, un repaso sobre el proceso de desnazificación posterior a la Segunda Guerra Mundial y sus medias verdades.
Xunta de Galicia
Vivenda O ‘teléfono antiokupas’ da Xunta recibiu só tres chamadas por ocupacións en 2024
O servizo foi renovado este ano cun orzamento de 61.000 euros, coa colaboración do Consello da Avogacía Galega e 135 avogados para atender as consultas. O pasado ano atenderon 109 consultas, a maioría sobre desafiuzamentos.

Recomendadas

Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.
América Latina
Extrema derecha Los soldados de Donald Trump en América Latina
Mientras algunos presidentes latinoamericanos, con mayor o menor ímpetu, intentan ponerle freno, otros tantos se arrodillan y le rinden pleitesía sin recibir nada a cambio. ¿Quiénes son los súbditos latinoamericanos de Trump?