Centro de datos amazon
Recreación de un centro de datos Amazon.
11 dic 2025 06:00

Los centros de datos son el corazón de la economía digital: almacenan, procesan y analizan la información. Hacen posible desde la investigación en ciencia, medicina, ingeniería o educación a la gestión de una consulta médica en la nube o un semáforo inteligente. Sin ellos, el mundo se paraliza. Pero también es cierto que una gran cantidad de información que se crea y se guarda en estos centros de datos es más que prescindible (desde la minería de las criptomonedas hasta gran parte de su almacén). La innovación verdadera ya no es acumular más bits, sino almacenarlos sin destrozar el mundo que los genera. El debate es cuántos centros de datos indispensables necesitamos, y dónde y cómo construirlos. Y ahí la respuesta es mucho menos brillante.

Construirlos “así” —como hasta ahora— significa réplicas al carbono de gigantes de hormigón y acero que además consumen ingentes cantidades de agua y de energía con, por supuesto, ninguna participación ciudadana. El informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) sobre Energía e Inteligencia Artificial (IA) prevé que el consumo energético de los centros de datos a nivel mundial se duplicará a 945 TWh para 2030, desde los 415 TWh de 2024. La IEA ya estima que los centros de datos representan alrededor del 1,5% del consumo eléctrico mundial y prevé algo menos del 3% del consumo total de electricidad mundial en esa fecha, y “algo más que el consumo total actual de electricidad en Japón”.

Según el citado informe, la demanda de centros de datos representará alrededor del 10% del crecimiento de la demanda mundial de electricidad para 2030. Esto significa emisiones y, por supuesto, elevar la temperatura global mientras vendemos la ficción de que la nube es “inmaterial”. En Europa el consumo los centros de datos ya es entre el 1% y el 5% de la electricidad, según sea un país u otro. Las cifras que maneja Eurelectric indican que los centros de datos en Europa pueden alcanzar en 2030 el nivel de consumo eléctrico de toda España. Pero, a pesar de su importancia, estas decisiones se toman sin ningún tipo de participación.

España ha pasado de la ser periferia a convertirse en el hub del sur de Europa en menos tiempo del que tarda un servidor en quedarse obsoleto

Construirlos “donde hasta ahora” ha significado situarlos donde la legislación es más permisiva, el agua más barata y la electricidad más sucia, para luego tatuarlos con sellos de “carbono neutral” que olvidan la cuenta real de emisiones. Significa, en suma, repetir el mismo error de siempre: crecer primero y sostener después.

No se pueden regalar kilómetros cuadrados de suelo fértil o derechos de un agua que ya escasea —recordemos el estado de los caudales ecológicos de los ríos—. Tampoco pueden tener energía renovable por el día y, sin embargo, quemar gas por la noche, lo que implicará aumentar las emisiones de gases de efecto invernadero. Es el modelo preferido de construcción del país de “construye-grande-ya, luego-veremos” en lugar de “modular-si-hace-falta, y-solo-si-es-sostenible”.

El crecimiento mas explosivo de Europa: España

España ha pasado de la ser periferia a convertirse en el hub del sur de Europa en menos tiempo del que tarda un servidor en quedarse obsoleto. En los últimos dos años la potencia instalada se ha sextuplicado: ya roza los 600 MW, un 275% más que en 2022. Las previsiones son que lidere el mercado de centros de datos en el Sur de Europa.

Madrid concentra el 55 % de esa capacidad y ha crecido al 23,5% anual, duplicando el ritmo de Londres o Ámsterdam. La Comunidad de Madrid acumula 46 centros en funcionamiento y prevé 1,7 GW adicionales de aquí a 2030, lo que movilizará 23.400 millones de euros de inversión directa e indirecta. Aragón, por su parte, puede tener en torno a un 30%: ha pasado de ser anecdótica a proyectarse con más de 1.800 MW en la próxima década: Microsoft (2.900 millones de euros), Amazon (15.700 millones de euros hasta 2033) y el fondo Azora con su “Tillión” (2.000 millones de euros) han convertido el desierto de los Monegros en la nueva meca digital. Finalmente, Catalunya se quedaría con un 13%.

Esta asimetría en la situación de los centros de datos tiene mucho que ver con la saturación posterior que se da en las redes. Pero esto no se ha tenido en cuenta, a pesar de que esta en la prensa todos los días. Madrid no produce prácticamente nada de energía: tan solo un 5% a pesar de tener un consumo de 27GWh. Ni renovables ni no renovables, por lo que seguirá consumiendo la de otras comunidades autónomas. Catalunya solo produce un 19% de energías renovables respecto al total de lo que consume, una de las proporciones más bajas de España, por lo que usara las renovables de Aragón. Y, finalmente, habrá territorios sacrificados como el ya citado Aragón.

Construir “así” es más barato a corto plazo, pero externaliza costes que pagaremos en sequías, huracanes y migraciones climáticas

Una vez más la administración ha permitido un crecimiento desordenado y exponencial proporcionando suelos baratos y prometiendo energía asequible y renovable (recordemos que por la noche no funcionan las fotovoltaicas) en un país extraordinariamente árido, con escasez de agua y con sequías periódicas, poniendo en valor la posición geoestratégica de cables submarinos que conectan Europa con EE UU y América Latina. Todo dentro del marco “Proyecto de Singular Interés”, que no es más que una iniciativa gubernamental diseñada para acelerar la aprobación y el desarrollo de proyectos de gran envergadura e impacto, como los data centers.

El pelotazo es tal que “el país cuenta, además, con un “horizonte de crecimiento sin precedentes”: la demanda de este tipo de infraestructuras de datos se incrementará un 90% hasta 2028, y España multiplicará por diez su capacidad instalada en los próximos siete años. El resultado: 8.000 millones de euros previstos de inversión directa solo en 2026 y un impacto estimado en el PIB que podría alcanzar los 60.000 millones en tres años.

Sin embargo, el 85% de los nodos de la red eléctrica está saturado y el 92% de la capacidad de acceso a potencia ya está adjudicada. Cada vez más proyectos reciben un “no” a su conexión: la red no da más de sí y la demanda por inteligencia artificial triplica o quintuplica la densidad energética por rack. Mientras tanto, Barcelona crece al 38% interanual y Aragón al 24%, pero Madrid se estanca precisamente por el cuello de botella energético.

Merlin Properties ha anunciado 260 MW refrigerados sin agua y 100% renovable, pero admite que los permisos de la fase 2 van retrasados. Blackstone invertirá 7.500 millones en Aragón, pero el proyecto “Rodes” partirá con 150 MW que podrán escalar a 300 MW si la red aguanta.

La premisa es simple: la digitalización no puede ser la excusa para la desdigitalización del planeta

Así que tenemos el crecimiento más explosivo de Europa, con ninguna participación ciudadana y, al mismo tiempo, el riesgo de repetir el modelo antiguo: campus de hormigón y acero en suelo rural, refrigeración por evaporación que consume millones de litros de agua potable, y compensaciones de CO₂ en papel mientras la generación eléctrica real se apoya en el gas cuando baja el viento o simplemente es de noche.

La premisa es simple: la digitalización no puede ser la excusa para la desdigitalización del planeta. Construir “así” es más barato a corto plazo, pero externaliza costes que pagaremos en sequías, huracanes y migraciones climáticas. Construir bien es más caro hoy, pero amortiza el futuro que queremos habitar.

Otras grandes burbujas

Hay que recordar otras “grandes ideas transformadas en burbujas por la codicia inmediata y la falta de planificación”. Es el caso de las granjas de cerdos (somos el tercer productor mundial), que han supuesto una gran cantidad de acuíferos y aguas superficiales contaminadas —por no hablar de los riesgos de la Peste Porcina Africana—; la producción de eucaliptus globulus (tenemos más extensión de estos árboles que la propia Australia) que posicionan y posicionarán a España como lugar récord de incendios forestales; o el reciente boom de las renovables, de cualquier forma y en cualquier sitio, ocupando paisajes prodigiosos, zonas protegidas o tierras fértiles en un escenario de bajos precios y disminución de la demanda.

A estas hay que añadir la ultimísima burbuja de las plantas de biometano, también llevada a cabo de cualquier forma y en cualquier sitio. No dejemos que vuelva a pasar.

España puede ser el Silicon Valley de los datos del sur, pero también puede convertirse en el Desierto de los Datos del sur

Los monocultivos suelen presentar bastantes riesgos, ya sean de placas solares, eucaliptos, cerdos, plantas de biometano o centros de datos. Seamos serios. Estudiemos casos a caso, veamos lo que hacen países mas avanzados y tomemos decisiones que no impliquen caer en “cuanto más grande, mejor” y en “cuanto antes tomemos la decisión, mejor”. Y no se trata solo de exigir transparencia real, sino de transparencia en la planificación: ¿de dónde va a salir el agua en un escenario de cambio climático? ¿Cuál es la prioridad en el uso del agua? ¿Primero la agricultura, el estado ecológico de las aguas, los caudales ecológicos o los centros de datos? ¿Cuál es la energía renovable que se utilizará? Y cuando no haya energía renovable, ¿se quemará gas? ¿Cuáles son las estimaciones de aumento de emisiones del país por los centros de datos? ¿Afectará el aumento de precio de la energía a los ciudadanos? ¿Va a haber algún tipo de participación ciudadana en las decisiones?

Alternativa sostenible

La alternativa es idéntica que en el resto de los sectores: planificación, planificación y planificación basada en la mejor ciencia disponible, lo que se podría traducir en una moratoria temporal y no en la codicia de unos cuantos fondos de inversión internacionales y basado en las condiciones de abaratar suelo y olvidar los impactos ambientales, unido a enormes subvenciones, para luego permitir el “laisse faire” de los fondos e inversión mientras la administración mira hacia otro lado.

Existen otros entornos donde los impactos son menores, zonas con mucha más agua disponible y menores temperaturas donde las necesidades de refrigeración serán menores y las posibilidades de utilizar el calor residual mas grandes. Sin embargo, se venden las condiciones de agua ilimitada y disponibilidad de energía para refrigeración olvidando que tiene sus impactos en suelos, biodiversidad, paisajes y comunidades y en más emisiones de cambio climático.

España puede ser el Silicon Valley de los datos del sur, pero también puede convertirse en el Desierto de los Datos del sur si repetimos los errores de los data-center parks de Virginia o Singapur: crecer primero y preguntar después.

Centros de datos sí, (y solo algunos), pero no así. Porque el mundo necesita bits, pero sobre todo necesita suelo, agua y aire para los que vendrán después de los bits.

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