19 oct 2025 05:21

“... con la electricidad, extendemos nuestro sistema nervioso central a escala global, interrelacionando instantáneamente toda nuestra experiencia humana” —Marshall McLuhan, Entendiendo los medios, 1964.

Para quienes han nacido en él, un sistema tecnológico establecido parece algo elemental, parte del medio ambiente, como lo son el agua o el aire. Una persona que vive en un cierto medio ambiente tecnológico tiene muy poca o ninguna asociación con la vida como era antes de la tecnología, y apenas puede concebir la vida sin ella. A lo largo del último siglo, una de las tecnologías más importantes y que más ha definido nuestras vidas es la pantalla, particularmente la pantalla eléctrica. La pantalla y el libro son dos medios de información muy diferentes. Marshall McLuhan escribió La galaxia Gutenberg en un intento por comprender esta realidad. McLuhan documentó cómo en no poca medida el libro creó la modernidad. Lo que puede llamarse política occidental era algo que se concebía y se grababa en la imprenta. McLuhan concluyó en 1960 que la pantalla estaba desplazando a la imprenta. Esto crearía un cambio radical en la cultura occidental, y aquí estamos.

Un buen ejemplo de cómo la pantalla ha cambiado radicalmente la cultura es la política estadounidense. La pantalla, y más concretamente la pantalla de televisión, ha desarraigado la política establecida por cuatro siglos de imprenta —periódicos, revistas y libros—. Las imprentas literarias de la Primera Enmienda fueron los cimientos del conocimiento político republicano y un importante aspecto de la comunicación política. Ya no lo son. La pantalla ha desplazado también por completo el espacio político físico, destruyendo organizaciones democráticas básicas como la asociación de barrio y el partido político a nivel local.

Con los anuncios de televisión de 30 segundos y las cuñas radiofónicas de 10 segundos, la política adoptó el marketing y la publicidad, los métodos y los medios de comunicación de la industria. El toma y daca, el debate robusto de las reuniones abiertas en los ayuntamientos o las reuniones de distrito desaparecieron. La comunicación política se convirtió en algo exclusivamente controlado de arriba abajo a través de la televisión, la respuesta directa limitada a unos cuantos seleccionados en las muestras de las empresas encuestadoras o al voto cada dos años en las urnas. La organización de la comunicación necesaria para la democracia ha sido completamente desplazada.

Una cosa en común de los autores de los últimos asesinatos es que no tienen ninguna afiliación política real, ninguna asociación política real más allá del scroll infinito de las pantallas

En los últimos treinta años, el control de la pantalla eléctrica, establecido solamente hace unas décadas, ha cambiado. Las tres redes de cadenas de televisión que controlaban la televisión vía monopolio gubernamental fueron desafiadas primero por la televisión por cable y luego por Internet, que rápidamente evolucionó para convertirse en un sistema controlado por un puñado de corporaciones-Leviatán de las plataformas, creando una política completamente disfuncional. Nada lo representa mejor, aunque de ningún modo de manera absoluta o exclusiva, que nuestro presidente de telerrealidad actual. ¿Qué puede decirse de la dinámica cambiante de la pantalla cuando Puck [uno de los protagonistas del programa de telerrealidad The Real World, NdT] ha ascendido al Despacho Oval?

Una cosa en común de los autores de los últimos asesinatos es que no tienen ninguna afiliación política real, ninguna asociación política real más allá del scroll infinito de las pantallas. Lo que hemos visto ha sido individuos que reaccionan a la pantalla apartándose por un momento de ella y usan el acto más antidemocrático posible, el fin de una vida humana con un acto de violencia. Quizá lo más desconcertante es que este acto por un instante más allá de la pantalla entonces vuelve a la pantalla, definiendo de manera breve y abrumadora la interacción a través de la pantalla.


La muy disfuncional política estadounidense actual es en buena medida la política de la pantalla, una política que tiene aún que ser abordada o comprendida más allá de las nociones absurdas y precisadas de examen de progreso e innovación. Ha llegado el momento de poner fin al monopolio político de la pantalla. La única manera de conseguirlo es que los estadounidenses se encuentren en un espacio físico, cara a cara, en grupos que faciliten el debate. Rápidamente encontrarán que las necesidades, las preocupaciones y las creencias comunes son mucho mayores que las divisiones que le vende la pantalla.

Sobre el autor
Joe Costello escribe regularmente sobre tecnología y energía en su blog personal en ghost.io. Fue asesor de la campaña electoral del gobernador de California Jerry Brown (Demócrata). Publicado en el blog personal del autor y traducido por Àngel Ferrero con permiso del autor.

Estados Unidos
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