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Estudié en un centro público con compañeras y compañeros de realidades diversas. Compartí aula con personas de orígenes distintos y eso hizo que los reconociera como parte de mi comunidad, como mis iguales. También entendí bastante pronto cómo había quien no podía ir a la academia de inglés por las tardes y que esto estaba estrechamente relacionado con sus resultados en esta asignatura. Evidentemente, todo ello a una edad temprana, condicionó la manera en la que me relaciono con el entorno y lo que me gustaría para una sociedad que reconozco como plural.
Sin embargo, no todos los alumnos y alumnas tienen la misma suerte que la que yo tuve. En Euskadi hay aulas y centros que concentran alumnado de perfiles similares. Hay colegios sin ningún estudiante de perfil socioeconómico bajo, de la misma manera que hay aulas sin alumnos de origen extranjero. Este alumnado crece, por tanto, en un ambiente paralelo a la realidad social, que es cada vez más compleja y diversa. Estamos perdiendo la oportunidad de generar entornos diversos y llenos de riqueza, que favorezcan una sociedad de futuro cohesionada.
La segregación escolar es una realidad en Euskadi. Los datos demuestran cómo son los centros públicos los que acogen a la mayor parte de los estudiantes que llegan de otros países y al alumnado de perfil socioeconómico más bajo. En lo que a origen se refiere, la concentración se da, sobre todo, en los modelos A y B públicos. Sabemos que el 33% del alumnado de modelo A y B público es extranjero de primera generación y que el 11% lo es de segunda generación. Sin embargo, este mismo modelo lingüístico en los centros de titularidad concertada cuenta sólo con un 10% de alumnado extranjero (primera y segunda generación). Además, son los centros públicos los que cuentan con mayor porcentaje de alumnado de perfil socioeconómico bajo. En el caso del modelo D, por ejemplo, mientras que el 32% del alumnado de la escuela pública pertenece a este estrato social, la concertada, por su parte, únicamente integra un 3% de alumnado de este mismo perfil.
En modelo D, mientras que el 32% del alumnado de la escuela pública pertenece a un perfil socioeconómico bajo, en la concertada, por su parte, únicamente integra un 3% de alumnado de este mismo perfil
Tribuna
Una ley de educación para dejarlo todo bien atado en Euskadi
A todo ello se añade que los resultados académicos también son distintos en función de la titularidad de los centros. En la escuela pública la repetición de curso es mucho mas elevada que en la concertada: uno de cada dos alumnos que estudian en el modelo A público ha repetido curso alguna vez, mientras que el mismo modelo lingüístico concertado solo lo han hecho el 16%. En el caso del modelo lingüístico mayoritario, el que se cursa íntegramente en euskera, la proporción es de un 19% de repetición en la pública frente al 7% de la concertada.
Muy reveladoras son también las previsiones de natalidad, que nos indican que los próximos años tendremos un alumnado menos numeroso, pero también más diverso. Por un lado, la caída de la natalidad impactará inevitablemente en la configuración de los mapas escolares y habrá que repensar cómo redistribuir al alumnado de manera equitativa, evitando la guetización de los centros y planificando la oferta. En esa labor, los ayuntamientos tendrán la oportunidad de colaborar como instituciones más cercanas a la realidad de los municipios.
Casi el 30% de los nacimientos en Euskadi se dan en familias de origen extranjero, por tanto, es vital pensar cómo transmitir la importancia y el valor del euskera a aquellos que vienen de entornos no euskaldunes
Por otro lado, casi el 30% de los nacimientos en Euskadi se dan en familias de origen extranjero. De esta forma, estos nuevos alumnos de segunda generación representarán una parte importante del sistema educativo y, por tanto, es vital pensar cómo transmitir la importancia y el valor del euskera a aquellos que vienen de entornos no euskaldunes. Una ocasión más para repensar el modelo de inmersión lingüística, que hasta el momento se ha demostrado débil a la hora de conseguir que el alumnado salga de las etapas educativas con el perfil de euskera esperado.
Estos datos que pueden tener múltiples interpretaciones y, más allá del debate sobre los defectos y virtudes de uno y otro modelo, deberían generar una profunda reflexión social que nos permita alcanzar la fórmula más acertada para aplicar a una nueva realidad educativa.
La futura Ley de Educación Vasca tiene que ser estratégica y reconocer la realidad existente para poder diseñar un proyecto educativo de largo alcance que sirva para varias generaciones. Esa estrategia tiene, además, que construirse sobre dos pilares: evidencias que permitan medir los resultados de las políticas públicas, y consensos. Es fundamental conocer y analizar los datos disponibles sobre la distribución del alumnado vasco, sobre sus resultados académicos y sobre su realidad social, para diseñar una estrategia eficaz capaz de afrontar los retos que se presentan.
Una ley que definirá el presente y el futuro de la comunidad no puede terminar siendo el resultado de una suma de propuestas inconexas presentadas por cada partido
El consenso entre distintos partidos y agentes educativos es imprescindible. Estamos hablando de una ley que definirá el presente y el futuro de la comunidad y no puede terminar siendo el resultado de una suma de propuestas inconexas presentadas por cada partido. Así, cuantos más agentes participen en su elaboración, más sólido será el acuerdo. Lo que es incuestionable es que el Pacto Educativo no puede permitirse ignorar la segregación si aspira a contribuir en la construcción de una sociedad cohesionada.
Esta ley es una oportunidad para construir comunidad. Estoy pensando en aulas como la mía, en la que distintos nos reconocíamos (y lo seguimos haciendo) como iguales y como interdependientes.
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Recapitulemos: hay un problema de segregación social en la enseñanza; las familias escogen libremente segregarse del sistema educativo público vasco; los resultados académicos son mejores en la enseñanza concertada.
Lo curioso es que expertos y Administración contemplen el panorama y no se cuestionen si la población demanda otro enfoque en la enseñanza pública. No parece que en Euskadi se produzca un fenómeno comparable en la sanidad pública, por ejemplo.
Quizá es que los políticos prefieren mandar en vez de servir al pueblo.