Opinión
Tragedia y farsa en el municipalismo madrileño

El concejal de Ahora Madrid, Pablo Carmona, denuncia el abandono de las estructuras colectivas, la democracia interna y el programa político por parte de la alcaldesa de la capital, Manuela Carmena.

Ahora Madrid PEF
David F. Sabadell Seis concejales de Ahora Madrid se ausentaron de la votación de los presupuestos municipales en diciembre de 2017

Es miembro de la Fundación de los Comunes.

22 nov 2018 13:06

Se consuma el Carmenazo. Hoy tiene lugar la primera puesta en escena del proceso abierto por Manuela Carmena. A pesar de que en el mes de septiembre demasiados sectores de izquierdas miraron hacia otro lado y quitaron hierro al asunto, toca a su fin la tragedia de Ahora Madrid. Quien fue encumbrada por los más variados actores municipalistas y del cambio en 2015 ha decidido volar sola y sin ataduras. Ligera de equipaje, a lo largo de estos años Manuela ha demostrado que le sobraban los partidos, pero también las estructuras colectivas, la democracia interna y —sobre todo— el programa.

La semana pasada el SAMURSocial denunciaba que el Ayuntamiento de Madrid había expulsado de sus albergues a numerosas familias de refugiados, nada nuevo para los profesionales del sector que desde hace meses venían avisando que familias enteras eran mandadas a vivir debajo de un puente por los servicios de acogida. No menos trágico fue comprobar también en 2018 que la Empresa Municipal de la Vivienda estaba desahuciando familias vulnerables de sus pisos.

Con ello, poco margen quedaba para hacer cumplir uno de los puntos centrales del programa de Ahora Madrid: parar los desahucios. Fondos buitre, entidades bancarias, SAREB o la Agencia Social de la Vivienda se aprendieron de memoria la lección. Si el Ayuntamiento desahuciaba a familias vulnerables, ¿con qué argumento ético o político se podía pedir lo mismo a otras entidades privadas o públicas?

Lo que había sido una estructura llamada a abrirse y diseñarse de forma colectiva tendería poco a poco a conformar una potente pirámide, eso que denominamos la monarquía municipalista de Madrid

Y es que todo lo que hizo posible el proceso municipalista madrileño de 2015 fue una buena batería de propuestas empujadas desde los movimientos sociales de la ciudad y de un nutrido grupo de personas y organizaciones sociales y políticas de nuestra ciudad. Ambos factores formaron una densa tela de araña y la estructura suficiente para aupar a un grupo de concejales y al propio equipo de la alcaldía a gobernar esta ciudad. De hecho, la construcción de la imagen pública de la propia figura de la alcaldesa fue posible gracias a ese esfuerzo colectivo y la enorme credibilidad ética de nuestro proyecto. La honradez y la apuesta por un programa participativo o la firma del mismo como contrato de obligado cumplimiento por parte de los candidatos y candidatas fueron las señas de identidad de aquella nueva forma de hacer política.

Sin embargo, la campaña electoral y los propios resultados electorales liquidaron los pactos y acuerdos alcanzados. Lo que había sido una estructura llamada a abrirse y diseñarse de forma colectiva tendería poco a poco a conformar una potente pirámide, eso que denominamos la monarquía municipalista de Madrid.

Un paseo por Madrid

Una de las anécdotas que mejor ilustra semejante descalabro es el recorrido en autobús que Ahora Madrid organizó durante la campaña electoral por los grandes pelotazos urbanísticos del Partido Popular. Aquellos ejemplos del gobierno financiero y especulativo impuesto en nuestra ciudad quedaban recogidos tanto en el programa electoral como en el pacto contra la especulación al que se sumó Ahora Madrid. El recorrido de ese día señaló lugares como Canalejas, el Taller de Precisión de Artillería (TPA), las Cocheras de Cuatro Caminos y, por supuesto, la Operación Chamartín como ejemplo de que estaba sucediendo en Madrid.

Hoy —casi cuatro años después— todos esos proyectos con sus correspondientes demoliciones de patrimonio histórico de nuestra ciudad, han sido aprobados por el núcleo duro del gobierno del cambio con los votos del PP. Este hecho ilustra la realidad de la nueva candidatura, más preocupada por desatarse de cualquier construcción colectiva y de los correspondientes compromisos programáticos que de cualquier otra cosa.

En demasiadas ocasiones esta crítica se ha querido interpretar como el viejo mal de la izquierda, empecinándose en cambiar una coma o al enrocarse en posturas ideológicas de matiz con una moraleja de fondo, la sempiterna desunión de la izquierda. Razones que evitan contestar la pregunta central ¿cómo es posible que el Ahora Madrid que conocimos en 2015 esté ejecutando una buena parte del programa de ciudad de la derecha? Por desgracia, en materia de urbanismo el PP —o al menos su programa—, no ha dejado de gobernar nuestra ciudad.

También hoy se abre una enorme incógnita para aquellos actores que fueron centrales en 2015 y que andan entre tocados y hundidos. Los sectores municipalistas autónomos tomamos nuestra decisión hace ya meses, no concurrir con Carmena y pensar nuevos procesos municipalistas que reabran la situación de cara a futuro. Podemos —abandonado a su suerte por los suyos en favor de Carmena—, se debate en una batalla que Manuela ya les ha ganado. Mientras, Izquierda Unida no ha dado pasos definitivos cuando el margen de maniobra se agota.

Entre tanto juego de tronos, se ha descuidado el flanco izquierdo del electorado y a las próximas municipales en Madrid concurrirán dos opciones que luchan por el tradicional electorado del PSOE. La singularidad de Ahora Madrid en los barrios del sur, las clases populares y el voto netamente de izquierdas e incluso una parte del clásico abstencionismo libertario y de movimientos que se movilizó en 2015 ya miran de reojo la opción de abstenerse. Hipótesis que, de confirmarse, devolvería a Madrid a posiciones pre-15M, cuando elección tras elección nuestras ciudad sacaba su alma más conservadora.

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