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Turquía
Pınar Selek: “Turquía sigue gobernada en base al miedo”

Este viernes, 25 de abril, a las 9:30h en el Palacio de Justicia de Estambul, se juzga de nuevo el caso de Pınar Selek, profesora en la Universidad Côte d’Azur, en Niza, y socióloga turca. La acusaron de terrorismo por investigar las comunidades kurdas y la culparon sin pruebas de un atentado en el Bazar de las Especias de Estambul, en 1998. La detuvieron, la sometieron a torturas, la encarcelaron durante dos años y medio y la sentenciaron a cadena perpetua. La persecución judicial la obligó al exilio, y aunque ha sido absuelta cuatro veces, su proceso sigue abierto. Francia, donde vive actualmente, ha rechazado cualquier intento de extradición.
El nuevo juicio se lleva a cabo después de la ola de protestas en distintas ciudades de Turquía, que empezaron con la detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, líder del partido principal de la oposición, el Partido Republicano del Pueblo (CHP), acusado de corrupción. Los manifestantes defienden que las protestas se han convertido en una crítica general hacia las políticas cada vez más autoritarias del Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.
En el escenario actual se suman alrededor de 2.000 detenciones durante las protestas con el arresto de 300 personas en febrero, acusadas de vínculos con el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK, organización considerada terrorista por Turquía) en el marco de un nuevo acuerdo de paz entre el Gobierno y el pueblo kurdo.
Estos hechos modifican el proceso de Pınar Selek, según subrayan desde la Coordinadora de Colectivos de Solidaridad con Pınar Selek: “Representan un indicio de una clara voluntad de reprimir cualquier atisbo de oposición en este país y confirman el deseo de asestar serios golpes a la democracia y al Estado de derecho. En esta situación, la movilización internacional es más crucial que nunca para obtener la absolución definitiva de Pınar Selek y enviar una señal firme a todos los presos de conciencia actualmente encarcelados en Turquía”.
En las manifestaciones del último mes se repetía el eslogan “Derecho, ley y justicia”. ¿Cree que estas protestas contra la detención del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, se han transformado en el punto álgido del rechazo social hacia el Gobierno actual?
Lo que está pasando ahora es una revolución social. Es importante tener en cuenta el proceso de paz con el Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), sin ese contexto, no se puede entender qué está sucediendo. Después de que Imamoglu ganase las elecciones municipales en Estambul en 2024, el Gobierno reaccionó de manera inmediata y trató de disolver el nuevo movimiento de la oposición. Adoptó una política a la vez conciliadora y represiva. Por un lado, intentó aislar al movimiento kurdo mediante el proceso de paz; por otro, multiplicó las acusaciones de terrorismo contra el CHP. En las revueltas de Gezi, en el año 2013 –las mayores desde la llegada al poder de Erdogan–, también había un proceso de paz abierto con los el pueblo kurdo.
Hace ya mucho tiempo que la justicia se ha convertido en una herramienta de represión para el Gobierno
Estas protestas también critican la falta de independencia judicial del gobierno actual, y un ejemplo ha sido el arresto de jóvenes manifestantes o de periodistas que cubrían las concentraciones.
La independencia del poder judicial no es un problema nuevo. Lo ha sido durante mucho tiempo. Yo soy la prueba. Mi juicio lleva en curso 27 años; por lo tanto, no es nada nuevo. Hace ya mucho tiempo que la justicia se ha convertido en una herramienta de represión para el Gobierno. No sólo para este, sino que [esta situación] lleva repitiéndose desde hace mucho tiempo. Pero también hay que decir que esto no es como Irán o Afganistán. Yo he sido absuelta en cuatro ocasiones. Así que eso significa que los jueces pueden dictar sentencias contradictorias. Aunque siempre hubo [esa relación de] dependencia, ahora el nivel de esta dependencia ha aumentado. Hay un arbitraje ilimitado. Y creo que el Gobierno está aprovechando el contexto internacional. Este arbitraje se está generalizando de forma espectacular en todo el mundo, y el Gobierno turco está diciendo ‘vaya, puedo hacerlo’.
¿Esta dependencia está relacionada con el sistema presidencialista que tiene Turquía desde 2017?
Sí, porque la Asamblea Nacional ya no tiene ninguna función, en realidad. Es decir, por ejemplo, en Francia, existe un sistema de tipo presidencial; pero también existe el Senado. Y hay fuerzas de equilibrio. Y también hay instituciones que son suficientemente autónomas y que controlan el sistema. Por ejemplo, las universidades o la Justicia. Así que hay una separación de fuerzas, de poderes. Este funcionamiento no se da en Turquía. En el contexto turco, el sistema presidencial refuerza la arbitrariedad.
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¿Las políticas autoritarias han llevado a una migración de personas con estudios superiores y a una despolitización de la sociedad?
Hace tiempo que existe una política de adoctrinamiento de la sociedad. Antes [ese adoctrinamiento] era de talante nacionalista; y empezó incluso antes de [la subida al poder de] este Gobierno; es decir, hace mucho tiempo. Pero ahora, con el Gobierno actual, hubo adoctrinamiento conservador. Conservador, islamista y nacionalista. Este adoctrinamiento se produjo, sobre todo, hacia los jóvenes; pero no solo en las escuelas; también a través del cine y las series de televisión. Cuando repites una información hasta la saciedad se construye una generación. Antes de [las protestas de] Gezi hablábamos de lo mismo. Decíamos: ‘Estos jóvenes son muy apolíticos’. Pero, de repente, hubo una gran movilización.
Actualmente, creo que hay un poco de todo: adoctrinamiento, lavado de cerebro y militarización de la sociedad. Y al mismo tiempo, hay luchas continuas, resistencia continua. También es una cultura, aunque no sea demasiado visible. No se ve en la televisión. Se estructura a través de las relaciones. Creo que en los últimos veinte años, más o menos, algo está cambiando desde abajo. Con el pueblo kurdo, el pueblo armenio, con las feministas, con el movimiento LGBT… hay convergencias.
¿Las revueltas de ahora son una continuación de Gezi, de algún modo?
La diferencia es que ahora quien lidera el proceso es el CHP, el partido kemalista, y hay intereses nacionalistas en este caso. Es un proceso muy complejo. De todos modos, el liderazgo del CHP provoca la movilización de muchas partes de la sociedad distintas, más allá de las que ya se organizaron durante las protestas Gezi, que fueron muy reprimidas. Al mismo tiempo, los kemalistas tampoco han cortado el vínculo con los que participaron en Gezi y con el pueblo kurdo, que fue una de las comunidades más controladas. Hay una confluencia de grupos y este hecho da un poco de esperanza.
Su padre estuvo en la cárcel después del Golpe de Estado de 1980, y usted también estuvo presa un par de años después de que saliese su sentencia. En una entrevista, dijo una vez que, en Turquía, las personas interesantes estaban presas. ¿Continúa siendo así?
Esto siempre se ha repetido en Turquía. Se han producido pequeñas pausas de unos pocos años, pero desde el genocidio armenio, desde la construcción de la República Turca, siempre ha habido un sistema muy autoritario. Así que la represión ha existido durante mucho tiempo, desde siempre. Es un sistema que describe todas las masacres, todas las muertes, y niega el genocidio. Y sigue gobernado en base al miedo. También hay resistencia, conflictos, momentos de apertura; aunque esta nunca es verdadera. Hay muchas cosas de las que no se puede hablar, secretos, agujeros negros. Y todos los dictadores, todos los poderes, utilizan estos agujeros negros.
Sin entender las bases sociales en las que se apoyan los poderes, no se puede entender cómo estos pueden perdurar
En algunas de tus investigaciones, como en la publicación del libro traducido al catalán, L’Olla militar turca: com es fabrica la violencia masculina, hablas de la militarización de Turquía. ¿Cómo se construye este sistema basado en la violencia y la fuerza militar?
En esta obra intento explicar cómo los poderes utilizan la masculinidad para crear autores de violencia y cómo la dominación masculina hace alianza con el poder político. Sin entender las bases sociales en las que se apoyan los poderes, no se puede entender cómo estos pueden perdurar. Por ejemplo: ¿Por qué la extrema derecha es siempre machista? ¿Por qué están en contra del colectivo LGBT? ¿Por qué quieren controlar la sexualidad? El análisis geoestratégico es importante, pero tenemos que entender cómo es posible que los gobiernos movilicen a la gente, y eso es lo que yo intento.
¿Cuáles son las alternativas para cambiar este sistema?
El cambio no puede ser sólo nacional. Queremos un movimiento transnacional que se alimente constante y sólidamente.
El día 25 de abril hay otro juicio en el que se va a juzgar de nuevo tu caso.
Mucha gente de Europa irá a Estambul para participar en mi juicio. Y yo voy a seguir lo que está pasando en Estambul, rodeada de mis compañeros en mi editorial en París. Veremos qué pasa, porque en este contexto no es fácil saber qué sucederá. Porque estás luchando por la justicia, pero sabes que la justicia no existe, así que es bastante difícil.