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Uber
Uber Files, ya lo sabíamos, y (parece que) todo sigue igual
En estos días de extremo calor de julio que estamos pasando en la península Ibérica se ha hecho pública la filtración de 124.000 archivos internos de Uber correspondientes al periodo que va entre 2013 y 2017, los conocidos como los Uber Files. Parece ser que llegaron a la redacción de The Guardian y este periódico británico los ha compartido con el Consorcio Internacional de Periodistas de Información (ICJI, por sus siglas en inglés), para poder analizarlos con detalle, pues la información que contenía afectaba a numerosos países diferentes, haciendo referencia al momento de mayor expansión de Uber por Europa y Asia. La información recogida en estos archivos, y procesada por el ingente equipo de redactores integrado en el ICIJ, se está publicando en 29 países diferentes por parte de 44 medios de comunicación, en España son El País y La Sexta los medios donde se está distribuyendo.
Para quien no haya tenido tiempo de verlo, cabe destacar los siguientes puntos a extraer de lo publicado hasta la fecha. En los correos hay un reconocimiento explícito por parte de alguno de los directivos de la compañía de que son “jodidamente ilegales”. Es decir, su estrategia consiste en introducirse en los mercados locales ignorando deliberadamente la legislación vigente sobre diferentes aspectos, tanto en materia de transportes, competencia o legislación laboral. También se evidencia su política de lobby al más alto nivel como vía para conseguir que las decisiones provocadas por sus vulneraciones de la legislación pierdan efecto, además de tratar de conseguir que se redacten leyes a la medida de sus intereses. En los #UberFiles aparecen correos y conversaciones de wasap personales con políticos tan influyentes como Macron o Biden, entre otros, quedando especialmente mal parado el actual presidente de la Republica de Francia.
Para apoyar esta política de relaciones públicas al más alto nivel posible, en los archivos revelados se muestra cómo pagaron a académicos prestigiosos para obtener estudios favorables a sus intereses, en una de las versiones de ciencia militante más detestables que se puede dar, al servicio del mejor postor.
Además, se reclutó a personas influyentes en distintos ámbitos para que trabajasen a su favor. En este sentido cabe destacar dos personajes, a nivel europeo, Neelie Kroes, antigua Comisaria de Competencia en la Comisión Europea en 2004, pasando a ser en 2010 Comisaria de Agenda Digital en la misma institución. Kroes, que actualmente forma parte del Consejo Asesor de Políticas Públicas de Uber, según los archivos filtrados, parece ser que mucho antes de poder ejercer como lobista a favor de Uber, tras su salida de la Comisión, presionó a distintos altos cargos europeos, incluido el actual primer ministro neerlandés Mark Rutte, para que legislaran a favor de Uber o intervinieran en procesos judiciales iniciados en sus países a favor de la compañía.
En España ya era público que la actual presidenta de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), Cani Fernández, había llevado la defensa legal de Uber ante el Tribunal Superior de Justicia Europea cuando ocupaba un alto cargo en el bufete Cuatrocasas, uno de los más importantes del país. Previamente había estado trabajando dentro de la máxima institución de justicia, donde al parecer conoció a Nadia Calviño, relación que podría haberle servido para ser nombrada asesora del Gabinete de Presidencia, antes de llegar a la CNMC.
Las personas que trabajan para Uber son tratadas como carne de cañón que se puede quemar en la hoguera cuando sea necesario, siempre que con ese fuego se alimente el crecimiento de la compañía
Junto a los movimientos al más alto nivel por parte de Uber para conseguir influir en el diseño de legislación favorable, o evitar las consecuencias legales de sus estrategias, otro aspecto que se pone de manifiesto en los #UberFiles es el uso que hace la compañía de sus trabajadorxs, a los que ni siquiera reconoce formalmente esta condición. Las personas que trabajan para Uber son tratadas como carne de cañón que se puede quemar en la hoguera cuando sea necesario, siempre que con ese fuego se alimente el crecimiento de la compañía o favorezca sus campañas de manipulación de la opinión pública difundidas por los medios, con repercusión en las instituciones, dirigidas a hacerse pasar por víctimas de la indignación de todos aquellos que fueron desplazados o perjudicados por sus lanzamientos ignorando la legislación.
Parece ser, según los archivos filtrados, que el propio director general de la compañía de entonces intentó provocar y prolongar los eventos violentos en contra de los coches usados por la plataforma por todo el mundo para sacar partido de las imágenes impactantes que obtenían con ello, demostrando el más absoluto desprecio por la integridad de sus conductorxs, a los que se llega a referir como “suministros”. A esto se suma el empleo de tecnologías diseñadas para hacerse invisible a las autoridades, poder ocultar información en caso de registro con orden judicial o espiar a posibles actores que se movilizan en su contra, taxistas, políticos o jueces, por poner algunos ejemplos.
Por desgracia, en nuestra sociedad que se mueve impulsada por impactos mediáticos puntuales, este tipo de filtraciones son necesarias para poner de manifiesto lo que muchas llevamos años denunciando, con datos y estudios rigurosos
Toda esta información que sale a la luz con los denominados #UberFiles es importante, sobre todo por el ejercicio que supone de poner orden y aportar alguna evidencia más a muchas cuestiones que las personas que llevamos años investigando las prácticas de este tipo de compañías ya conocíamos. Por desgracia, en nuestra sociedad que se mueve impulsada por impactos mediáticos puntuales, este tipo de filtraciones son necesarias para poner de manifiesto lo que muchas llevamos años denunciando, con datos y estudios rigurosos.
Desde distintos campos, como el periodismo, la sociología, el derecho, la antropología, y otras disciplinas se vienen señalando este tipo de prácticas. Innumerables fuentes en el panorama internacional, Mike Isaac, Alex Rosenblat, Vena Dubal, Juliet Schor, Steve Vallas…, por poner algunos ejemplos entre muchos que se podrían citar, representan a personas que llevan años trabajando estos temas, sin casi relevancia, denunciando el abuso continuo de poder ejercido por compañías como Uber, empleando datos de calidad que lo ponen de manifiesto, a veces, yendo a rebufo de movimientos sociales activistas levantados contra el poder que tratan de ejercer de manera ilegal este tipo de compañías. Por ello, aunque sea una buena noticia esta filtración masiva, es necesario destacar que buena parte de lo que contiene ya se sabía y era público, solo hacía falta buscarlo para encontrarlo.
Aunque pueda ser cierto que Uber intenta no trasladar la misma imagen agresiva de sus primeros años, el núcleo duro de su forma de operar sigue intacto, y se podría decir que no es exclusivo de Uber
La actual dirección de Uber se ha intentado desmarcar del contenido de estos archivos diciendo que ya iniciaron un proceso de revisión y limpieza interna y que actualmente sus prácticas se ciñen a la ley en todos los lugares donde operan. Sin embargo, esta es la típica respuesta que hay que rechazar de plano porque no se sostiene. Aunque pueda ser cierto que Uber intenta no trasladar la misma imagen agresiva de sus primeros años, -actitud que se puede entender como funcional para la fase expansiva, pero ya no tan rentable ni necesaria- el núcleo duro de su forma de operar sigue intacto, y se podría decir que no es exclusivo de Uber, aunque esta atraiga mucha más atención que algunos de sus rivales, sino que es el modus operante de las empresas centrales en la fase actual del capitalismo de plataforma en el que nos vemos inmersas.
En esencia, estas empresas se caracterizan por irrumpir en mercados regulados, o en sectores económicos poco rentables, ignorando la legislación, empleando para ello distintas aplicaciones que ofrecían sus servicios a bajo coste. Para poder desarrollar este impulso remitían a una retórica de innovación tecnológica imparable, pero lo que realmente permitía seguir el ritmo continuado de pérdidas es el ingente aporte de capital procedente de fondos de inversión de distinto pelaje. Con ello se permite el acceso del gran capital a sectores donde antes no había podido introducirse.
Como consecuencia de este modelo encontramos una total y absoluta precarización y desvalorización de la mano de obra, esencial para prestar este tipo de servicios sobre el terreno. En una situación de elevado desempleo y pérdida de seguridad asociada al trabajo, estas compañías, de Uber a Cabify, de Glovo a Deliveroo, de Gorillas a Getir, de Bolt a Lime…, enmascaran sus prácticas, corrosivas y depredadoras con el derecho del trabajo y el espacio público, bajo retóricas eco-friendly, colaborativas o favorables a la flexibilidad y la autonomía de sus trabajadoras. Sin embargo, la observación detallada de sus sistemas de gestión de la fuerza de trabajo o de uso del espacio público, dista mucho de parecerse a la que promocionan estas empresas. El no reconocimiento de la relación laboral, las resistencias y estrategias evasivas empleadas para incumplir legislaciones en este sentido, el uso arbitrario y opaco de algoritmos para la gestión del proceso de trabajo, la promoción de la competencia entre sus empleados, los obstáculos a la acción colectiva y la representación de sus trabajadoras y trabajadores, o la presión por debajo de la mesa para conseguir legislaciones favorables, son prácticas que siguen llevándose a cabo, no solo por Uber, sino por la totalidad de este tipo de empresas integrantes del sector más “austero” (Srnicek, 2018) del capitalismo de plataforma.
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Para terminar ya, a modo de conclusión, aunque esta filtración masiva de archivos sea una buena noticia, conviene quedarse con la idea de que, esencialmente, esta forma de actuar que pone de manifiesto la filtración no es una cuestión anecdótica ni se limita exclusivamente a Uber. Por el contrario, es la forma principal de actuar de estas compañías del capitalismo de plataforma, que siguen operando a pesar de no haber encontrado aún la vía para obtener beneficios, gracias a enormes respaldos de capital riesgo, con el objetivo declarado de hacerse con el monopolio de aquellos sectores donde operan, para imponer unilateralmente sus condiciones de mercado, amenazando los derechos de las trabajadoras, la soberanía popular en lo referente a la transparencia de la toma de decisiones y el control asimétrico de ingentes cantidades de datos, poniendo en peligro la misma democracia, por ineficaz que ahora nos pueda parecer, haciéndola mucho más lejana y exclusiva para unos pocos privilegiados.
Frente a esta amenaza sería deseable que funcionasen controles automáticos que se activasen ante flagrantes violaciones del derecho en materias como el trabajo, el transporte público, los servicios en general o la transparencia en la toma de decisiones que afectan al uso del espacio público y a los derechos de los trabajadores y trabajadoras, además de prestar la suficiente atención a colectivos activistas y a integrantes de la academia cuando denuncian estas situaciones. SI esto hubiese sido así no habría sido necesaria una filtración masiva de datos para poner el foco en lo que muchas y muchos llevamos tiempo señalando, además de poner de manifiesto la necesidad de frenar ya las peores consecuencias de todo lo que se hace público en estos archivos filtrados.