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Euskal Herria
Toxic Tour: resistencias a los megaproyectos en Euskal Herria
No hay dudas de que el debate sobre las herramientas para la transición ecosocial, especialmente en lo referente a los proyectos de cierta escala y volumen de inversión, es uno de los que genera en la actualidad una mayor controversia. Quién los impulsa, con qué objetivo, en qué marco se insertan, cómo se desarrollan… son debates de calado que determinan diferentes posicionamientos políticos, también dentro de las izquierdas.
Estas posiciones van desde quienes avalan con condiciones la instalación de megaproyectos como mal menor para enfrentar el reto de la descarbonización, hasta quienes niegan la pertinencia de las grandes instalaciones en favor de proyectos locales y comunitarios, pasando por fórmulas que sitúan la disputa sobre las herramientas en términos de planificación de la transformación metabólica, decrecimiento justo y asimétrico, propiedad público-comunitaria, justicia internacional y diversidad en los instrumentos impulsados.
Dentro de esta acalorada contienda política, en todo caso, hay ejemplos en prácticamente cualquier territorio del planeta que muestran a las claras el sentido de la transición oficial, que caracterizamos como capitalismo verde oliva y digital: la ganancia corporativa como meta fundamental, los mercados como ámbito de decisión, el territorio local como espacio de especial impacto negativo en términos ecosociales.
Analizar estas experiencias, en el marco del encuentro internacional “La transición ecosocial a debate. Diálogos entre América Latina y Euskal Herria”, fue el objetivo principal del Toxic Tour por Bizkaia, Araba y Nafarroa que a mediados de noviembre realizamos diferentes militantes y activistas sociales de Colombia, Centroamérica y Euskal Herria.
1. Gatika
La primera parada del Toxic Tour nos llevó hasta Gatika (Bizkaia), donde pudimos visitar las obras actualmente en marcha para la construcción de la interconexión eléctrica que operará entre los Estados español y francés; concretamente, entre Mungialdea y Cubnezais, en la región de Médoc. Visitamos el megaproyecto de la mano de las compañeras de la plataforma Interkonexio Elektrikorik Ez.
En el marco del proyecto de interconexión energética europea, se trata de uno de los diferentes megaproyectos que pretenden vincular la península ibérica con el resto del continente, en este caso a través de autopistas eléctricas de altísima tensión a través del Golfo de Bizkaia.
La realidad es que se trata de una iniciativa muy costosa para el erario público español y europeo (1.950 millones de euros, por el momento, a expensas de los más que probables sobrecostos que suelen caracterizar este tipo de iniciativas), en función de un proyecto inviable por su dificultad, que únicamente pretende servir como vía de exportación para la energía generada en los proyectos en marcha y planificados en Portugal y el Estado español.
En este sentido, no se persigue la soberanía energética de la península ni garantizar la transmisión de electricidad a todo su territorio. Al contrario, es la pieza necesaria para que la energía mercantilizada encuentre su nicho de mercado en el centro y norte de Europa, en respuesta al nuevo patrón de desarrollo del Sur de Europa como generador de “energía verde”.
2. Muskiz
Nos trasladamos en segundo término a Muskiz (Bizkaia), donde se ubica la refinería operada desde 1972 por Petronor, hoy parte del grupo multinacional español Repsol.
Estamos, pues, ante una planta petroquímica que contribuye a la persistencia en nuestro metabolismo energético de la matriz fósil (del que Repsol es destacado defensor en el Estado, despuntando como portavoz de las posiciones más retardistas del tejido corporativo del sector), con importantes lazos con las administraciones española, autonómica vasca y foral, y que en la actualidad se encuentra a la cabeza del despliegue de la burbuja especulativa que se está generando en torno al hidrógeno verde. Así, esta planta forma parte fundamental del llamado Corredor Vasco del Hidrógeno, beneficiario de los fondos europeos Next Generation.
La desmesurada infraestructura se sitúa en pleno municipio de Muskiz, colonizando el espacio y la vida de sus habitantes, al tiempo que se ubica a pocos metros de la línea de costa y la cercana playa de La Arena. Visitamos el megaproyecto de la mano de compañeras del barrio de San Julián, situado prácticamente junto a la misma refinería. Ellas nos narran las múltiples denuncias populares que se acumulan a lo largo de décadas de operación: vertidos periódicos y contaminación del aire, accidentes, condiciones precarias de trabajo, sanciones y represión antisindical, implicaciones graves en la salud y ruidos insalubres son el pan de cada día.
3. Margarita
En Araba conocemos la situación del municipio de Margarita, con menos de 100 habitantes y situado muy cerca de Vitoria-Gasteiz. Esta cercanía ha sido clave para convertir un pequeño enclave rural en un nodo de interconexiones logísticas, energéticas y de comunicación que asfixia de manera apabullante a una población literalmente asediada por dispositivos corporativos. Si el concepto de “zona de sacrificio” está generando mucho debate sobre su idoneidad para expresar la posición y situación de ciertos territorios, en este caso su pertinencia no ofrece grandes dudas.
Nos encontramos así con un pueblo prácticamente sitiado: tres gasolineras, una zona de tránsito y descanso de transportistas, un almacén logístico de Mercadona que surte a todo el norte de la península, el tren de alta velocidad, una planta de purines y, más recientemente, la implantación de numerosos polígonos fotovoltaicos.
Una transformación radical de los contornos y características del municipio, que altera completamente los modos de vida de la población, y que ha llevado a sus vecinas a organizarse frente a esta ofensiva en el seno de la articulación de movimientos en defensa del territorio Araba Bizirik.
4. Rivabellosa
La cuarta parada del Toxic Tour nos lleva a Rivabellosa, en donde desde la alcaldía y la plataforma AHT-rik Ez nos exponen la situación que se está viviendo en la zona sur de Araba.
La lucha contra el Tren de Alta Velocidad (AHT-TAV) en Euskal Herria es hoy una de las más antiguas articulaciones contra los megaproyectos y grandes infraestructuras en nuestro territorio. Y es que estamos ante una iniciativa impulsada a toda costa por parte del Gobierno Vasco a lo largo de más de 20 años, y que ha generado amplios debates sobre su necesidad real, viabilidad, intenciones ocultas, costos para la ciudadanía, etc. A día de hoy resulta evidente que lo que en su día se bautizó como “Y vasca” es un proyecto concebido a mayor gloria de las principales constructoras del territorio, que contribuye a descapitalizar el tren convencional (medio de transporte ferroviario intra e intercomarcal que debería ser priorizado en términos de transición ecosocial), que está suponiendo importantes daños en espacios naturales de nuestra orografía, y que hoy está en cuestión, entre otros factores, por la negativa francesa a terminar su propio trazado (poniendo en riesgo la conexión hacia el norte de Europa, uno de los principales señuelos argumentales enarbolados por las instituciones vascas para impulsar el megaproyecto).
Además del inservible, costoso y de alto impacto ecosocial Tren de Alta Velocidad, toda la región está salpicada de megaproyectos fotovoltaicos cuya principal intención no es la de garantizar la soberanía energética, sino más bien obtener beneficios en los mercados estatal y europeo. Nos cuentan también cómo diferentes municipios y experiencias se están organizando en torno a las plataformas Araba Bizirik y Euskal Herria Bizirik.
5. Caparroso
En la segunda jornada del Toxic Tour visitamos la macrogranja Valle de Odieta, en Caparroso (Nafarroa). Los compañeros de Sustrai Erakuntza nos cuentan sus impactos ecosociales.
Se trata de la mayor instalación ganadera en Europa, que inició su andadura en 2009 y en la actualidad cuenta con más de 7.200 vacas adultas y 600 novillas y terneras. La macrogranja es propiedad de Valle de Odieta, que en su momento fue una empresa familiar pero hoy participa en una amplia hidra corporativa dedicada fundamentalmente a la agroindustria y la alimentación.
Los impactos derivados de tamaño megaproyecto, que produce tanta leche al año como la que se consume en todo el territorio histórico, son evidentes. Especialmente, en el medio ambiente y la salud de la población: Caparroso consume a diario 896.000 litros de agua, produciendo anualmente 129.274 toneladas de purín y 19.584 de estiércol. Las administraciones públicas le han incoado decenas de procedimientos sancionadores por incumplimientos de todo tipo: depósito de purines sin respetar la distancia reglamentaria, falta de recogida de lixiviados procedentes de los silos de alimento del ganado para su posterior conducción a la planta de biogás, cambios del uso de parcelas y dedicarlas al cultivo siendo zonas de valor natural de obligada conservación, tránsito excesivo de camiones en vías pecuarias, vertidos de purines, no entrega en plazo el libro de gestión de estiércoles, gestión de residuos no contemplados, uso de fincas para la aplicación del ‘digestato’, ocupación de 2.300 metros cuadrados de vía pecuaria, tener 5.531 vacas adultas en explotación cuando el permiso era para 3.450…
También visitamos la fábrica HTN Biogás que, bajo relato verde, podría haber generado contaminación de agua y tierras con los purines, en parte generados en la macrogranja Valle de Odieta.
Se trata de una planta de biometanización, un tipo de instalaciones actualmente en auge en el territorio de Nafarroa, asociadas en su mayoría a grandes explotaciones ganaderas. La teoría dice que su función es descomponer la materia orgánica generada por el ganado de tales instalaciones para producir biogás. Este se utilizaría para producir electricidad que nutra la red eléctrica. Tal y como denuncian desde Sustrai Eraikuntza, en la práctica HTN ha devenido en una planta de tratamiento de residuos que trasciende los purines de las vacas, haciéndose cargo de toda una serie de materiales a desechar ajenos a la propia granja. En este sentido, admite todo tipo de residuos orgánicos industriales no peligrosos externos a la explotación, que finalmente acaban en el campo, convirtiendo este en un vertedero y contaminando el suelo agrícola.
6. Castejón
La última parada del Toxic Tour nos lleva a Castejón, también en la ribera de Nafarroa, donde visitamos las centrales térmicas instaladas en la localidad. Se trata de tres centrales de ciclo combinado, de generación de electricidad mediante el uso de gas natural. Castejón 1 y 3 son operadas por EDP España, mientras que Castejón 2 opera bajo titularidad de Iberdrola.
Estas plantas se mantienen en funcionamiento pese a que se ha declarado judicialmente su ilegalidad por incumplimiento de la normativa, en un claro alarde de impunidad corporativa. Asimismo, forman parte de todos los planes autonómicos en materia energética y de infraestructuras, pese a que se trate de instalaciones vinculadas al uso de combustibles fósiles, contradiciendo el discurso verde que administraciones como la navarra enarbolan de manera especialmente profusa, y que está sirviendo de sostén al despliegue corporativo incontrolado de instalaciones eólicas y fotovoltáicas.
Desde entidades como Sustrai Eraikuntza y la plataforma Centrales No se aboga por el cierre y desmantelamiento de estas instalaciones, con el fin de restituir las condiciones naturales del terreno. Se entiende también como una necesidad en un contexto de necesaria descarbonización de la economía, que requiere un avance decidido hacia el abandono de los combustibles fósiles como, en este caso, el gas natural.
Patrones corporativos
Los megaproyectos corporativos, como se ha podido comprobar en el Toxic Tour realizado, son un fenómeno que no solo se produce en los países periféricos y semiperiféricos. Aunque los impactos difieren en intensidad y escala, los patrones corporativos son similares en todas las latitudes, dando como resultado un problema global.
Las alianzas y redes internacionalistas son, por tanto, una prioridad estratégica de cara a lucha contra un poder corporativo implantado a escala global, que pretende imponernos su transición verde y digital que, en definitiva, no es sino verde militar, un callejón sin salida al que debemos oponer una transición ecosocial justa y emancipadora.