Opinión
Librarnos del atropello
Atropellar es algo así como pasar precipitadamente por encima de alguien. O de algo. Arrollar, derribar, empujar son palabras sinónimas. También aturullarse, aturdirse o atascarse cuando se refiere a acciones que puede hacer una misma.
Cualquiera de esas palabras me parece que sirven para describir lo que pasa con todo lo que está sucediendo en este último tiempo. Llevo semanas, que en realidad son meses, pensando que ocurren tantas cosas que es como si cada nuevo acontecimiento atropellara al siguiente. Como si no diera tiempo a levantar la cabeza para pararse a mirar lo que está sucediendo porque llega otra cosa que empuja a la anterior. Los incendios del verano. Las personas que mueren tratando de llegar al otro lado de las fronteras. Las declaraciones de los políticos de fuera y de los de cerca sobre cualquier asunto. El genocidio en Gaza... Y cuando intentas salir del aturdimiento, asomarte un poco para pensar qué es lo que acaba de ocurrir, ¡zas! Otra cosa nueva que derriba a la anterior. Que se la lleva por delante sin que apenas te des cuenta y que te deja con una sensación de tambaleo que te hace perder la perspectiva, dudar si lo que tienes que hacer es pararte a analizar lo que estabas tratando de mirar o comenzar a pensar sobre lo que acaba de suceder.
Y así, aturulladas, es fácil sentir sensación de atasco, de no saber bien hacia dónde ir, de no encontrar la forma de pensar qué hacer. En medio del atropello, de la prisa, a ratos es difícil sostenerse para mirar algo. Para compartir. Para pensar estrategias que permitan pensar hacia dónde seguir construyendo.
Hace poco hacíamos un taller entre personas ecologistas sobre cómo nos sentíamos con todo lo que había pasado en el verano, lo que seguía pasando, lo que podemos prever que pasará en el futuro.
Poner en común sentimientos alivia, aunque sea porque, en ese rato, el atropello no tiene cabida. Hay que esperar a que cada cual encuentre las palabras, a que haya silencios que no necesariamente tienen que ser ocupados por algo dicho en voz alta, a que no haya nada que empuje hacia afuera el tiempo para escuchar a las demás personas.
Quizás es importante buscar la forma de sortear esta lógica de la inundación de acontecimientos que van unos detrás de otros. Quizás para pensar hacia dónde seguir empujando es necesario librarnos del atropello. Para ser nosotras quienes decidamos hacia dónde ir en vez de ser zarandeadas por los sucesos.
No sé bien cómo se hace. Librarse del atropello no es fácil. Quizás un comienzo podría ser aprender un poco de la naturaleza donde el ruido cesa y buscar espacios de calma para poder hablar sin tener que acordar nada para hacer de forma inmediata.
Relacionadas
Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.
Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!