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La vida y ya
Perturbaciones intermedias

No sé cuándo escuché por primera vez esta hipótesis, supongo que en la universidad. Lo que sí recuerdo es que me llamó la atención porque desordenaba las ideas que tenía hasta ese momento sobre qué aspectos favorecen la biodiversidad. Se llama la “Hipótesis de la perturbación intermedia” y, a grandes rasgos, dice que cuando hay una frecuencia de perturbaciones en los ecosistemas que se encuentra en un intervalo entre los extremos (es decir, ni demasiadas ni apenas ninguna), hay mayor diversidad. Intuitivamente pensaba que lo que más favorecía a que las especies se desarrollen en su entorno estaba más pegado a la calma que a las turbulencias. Pero, según esta hipótesis, no es así.
La explicación, que viene avalada por distintas mediciones en diferentes ecosistemas, es que cuando no hay nada de perturbación, las especies que tienen alguna ventaja en la competencia pueden invadir el espacio de otras especies hasta eliminarlas. Por otro lado, cuando las perturbaciones son muy frecuentes, solo las especies más duras sobreviven. Sin embargo, en los intervalos intermedios, donde la frecuencia de las perturbaciones no es alta ni baja, parece darse un equilibrio que favorece la biodiversidad. La perturbación permite eliminar el dominio competitivo de algunas especies y los periodos de estabilidad permiten que se establezcan especies con distintas necesidades y características.
Esta hipótesis se ha comprobado en muchos ecosistemas diferentes, bosques, praderas, arrecifes de coral o ríos. Una perturbación puede ser, por ejemplo, un incendio. Resulta que (a mí esto me llamó poderosamente la atención) observaron que la política para evitar los incendios en algunos ecosistemas en los que estos se daban de manera natural generaba una perturbación demasiado baja de forma que comenzaban a predominar solo unas pocas especies disminuyendo así la biodiversidad y haciendo que, cuando había un incendio, todo el ecosistema se viera mucho más dañado. Cuando había una cantidad de incendios excesiva solo sobrevivían algunas especies de arbustos, las únicas capaces de resistir esas condiciones tan extremas. Sin embargo, una frecuencia intermedia de incendios favorecía la diversidad, generando numerosos hábitats para distintas especies y manteniendo el equilibrio y la salud del bosque.
Pensaba en esto que ocurre en los ecosistemas, ese equilibrio natural que se sostiene a partir de una perturbación intermedia. Que la necesita porque en su ausencia solo sobreviven los que ganan en la competencia y que, cuando es brutal, solo permite que sobrevivan las más resistentes. Pensaba en Israel y en Gaza. En los que ocupan todo el espacio aniquilando la vida que encuentran por delante porque no tienen ninguna perturbación que se lo impida. En los que, en el otro extremo, resisten frente a la mayor de las perturbaciones posibles, la que quiere aniquilarlo todo. Pensaba, sobre todo, en que la única manera posible de frenar el genocidio y abrirle hueco a la vida es agitando todas las perturbaciones intermedias posibles.