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Violencia machista
La triple discriminación: migrante, con discapacidad y víctima de la violencia de género
La Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2015 señala que el 35,7% de mujeres mayores de 16 años con discapacidad afirman haber sufrido violencia física o sexual a lo largo de sus vidas. Este artículo cuenta uno de esos casos, el de una mujer migrante detectada recientemente con asperger y madre de una niña de seis años.
Mujer diagnosticada con el Síndrome de Asperger. Trabajadora y víctima de acoso sexual laboral que no denunció. Madre de una niña de seis y víctima de violencia de género por parte del padre de su hija. Raquel, que prefiere dar ese nombre ficticio para este reportaje, tiene 36 años, nació en Mar del Plata (Buenos Aires) y hace 15 años que aterrizó en Barcelona. Durante mucho tiempo estuvo trabajando sin visado en pequeñas cadenas de alimentación y en actividades de limpieza para diversos restaurantes del centro de la ciudad, donde sufrió abusos sexuales. “Tenía que comer y cuando pude, lo dejé”, argumenta. Es argentina y estaba ganando dinero en negro. Si denunciaba, corría el riesgo de ser expulsada del país.
La Ley española de Extranjería de 2009 y 2011 no recoge ninguna garantía de que una mujer inmigrante sin papeles que contacte con la Policía tras sufrir una agresión sexual no será sancionada o incluso deportada a su país de origen. La normativa contempla dos excepciones por las que no se abrirán un expediente sancionador, pero solo ampara a las víctimas cuyas agresiones sean cometidas por la pareja o ex pareja —uno de los avances más significativos en materia de violencia de género fue la Ley 1/2004, de Medidas de Protección Integral, aunque tampoco alcanza la problemática del acoso sexual en el trabajo de la población inmigrante—. El informe Violadas y Expulsadas: entre el miedo y la desprotección de mujeres migrantes en situación irregular frente a la violencia sexual en España de 2013 da constancia de esta desprotección jurídica con la presentación de 45 testimonios de mujeres en situación irregular que han sido víctimas de agresiones sexuales en su ejercicio laboral. Raquel es una de las que no denunció, de lo contrario posiblemente no estaría hoy en España.
En 2010 contrajo matrimonio con un español a fin de obtener la nacionalidad española. Posteriormente, conoció a Daniel y tuvieron una hija en común. Al cabo de un año la pareja rompió la relación. Raquel recuerda que él, Daniel, nunca quiso que ella quedase embarazada y durante todo el proceso sufrió maltrato psicológico. Con el paso del tiempo, la violencia se hizo física. Raquel lo denunció en varias ocasiones y en el 2014 logró la orden de alejamiento de un kilómetro de distancia. “Pero la ley no sirve para nada”, recrimina la mujer. “Ya solo por el lugar donde él vive contradice la orden del juez (la distancia entre ambos pisos es menor a la sentencia judicial)”, agrega. Recientemente, ha ganado un juicio por maltrato psicológico presentando como prueba los mensajes de Whatsapp.
Raquel no es la primera mujer con discapacidad en denunciar una agresión sexual. Sin embargo, la Fundación CERMI Mujeres, que trabaja por la igualdad efectiva de las mujeres y niñas con discapacidad, advierte que “no hay cifras ni estadísticas del número de mujeres con discapacidad que denuncien situaciones de violencia de género, tampoco de cuántas retiran las denuncias, cuántas se niegan a declarar contra su agresor o cuántas adquieren una discapacidad o ven agravada la que ya tienen debido a los malos tratos”.
Big bang theory y el transtorno del espectro autista
La niña tiene conocimiento de que su madre padece una discapacidad. “Tenemos que esperar a mi mamá porque está loca”, dice la hija de Raquel a sus seis años de edad. La Asociación de Asperger de Cataluña considera que es bueno compartir estas experiencias con los niños para así hacerles comprender que a pesar de ciertas anomalías en los comportamientos de los adultos, las madres quieren a sus hijos igual o incluso más que cualquier otra.El Síndrome de Asperger pertenece a la categoría de Trastornos del Espectro Autista (TEA) y debido a que sus síntomas no se aprecian a simple vista, puede pasar desapercibido durante toda la infancia y ser detectado en la edad adulta. Raquel se lo detectó así misma hace tres años, conectando sus semejanzas con el personaje de la serie ‘The Big Bang Theory’, Sheldon Cooper, que también padece Síndrome de Asperger. Ambos mantienen en común el ser rígidos y literales en la comprensión del lenguaje, sin conciencia de los sentimientos e intenciones del otro, incapaces para hacer o mantener las amistades, pueden desarrollar una fijación por temas de los que pueden llegar a ser expertos o también presentar un coeficiente intelectual superior al resto de la media. “No sé mentir ni entiendo por qué la sociedad está constantemente mintiendo”, lamenta Raquel.
Ella misma consiguió su actual trabajo en Airbus, sin ayuda de ninguna asociación o servicio social. Para conseguirlo, estuvo callada en gran parte de la entrevista. Notable, teniendo en cuenta que la tasa de desempleo entre personas con TEA es altamente superior en comparación al resto de discapacidades de tipo intelectual o de trastornos del desarrollo. Tal como apuntan los expertos, debido, en parte, a las características de su propio comportamiento que les dificulta el trabajo en equipo. Como en todo, hay excepciones: el currículum vitae de Raquel incluye empresas multinacionales.
Datos: mujeres con discapacidad
En España más de 2,8 millones de personas padecen alguna discapacidad y el 50,12% de ellas son mujeres, según el Instituto Nacional de Estadística. Mujeres que sufre una discriminación múltiple: por su sexo y su discapacidad. Ellas representan el 22,8% de la tasa de empleo, un dato significativo si se compara con el 55,1% de las mujeres sin ninguna discapacidad dentro del mercado laboral.La discapacidad también se manifiesta en el número de víctimas de violencia de género. Los datos de la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer de 2015, señalan que el 35,7% de mujeres de 16 años y más con discapacidad afirman haber sufrido violencia física o sexual a lo largo de sus vidas, delitos que padecieron el 23,7% del resto de mujeres. La Macroencuesta, elaborada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, informa que la violencia que reciben las mujeres con discapacidad “está invisibilizada”. “A la mujer con discapacidad menudo se la aísla, negándola el acceso normalizado a la cultura, ocio compartido y margina en el acceso al mercado laboral”, subraya el informe.