Yemayá Revista
Mauritania: ni origen ni destino
En Mauritania, septiembre y octubre son los meses más calurosos del año. Ese ardor se traduce en calles casi vacías durante el día, que se llenan cuando el sol empieza a caer. Aun así, la tensión es candente: durante los últimos meses, la policía mauritana ha incrementado notablemente sus redadas por las calles de Nouakchott, la capital, para interceptar a las personas migrantes que están en tránsito por el país saheliano con un destino final: Europa.
Este aumento de redadas no es gratuito. En los barrios Cinquième y Sixième (quinto y sexto), ubicados en la capital y conocidos por ser habitados por personas migrantes, los controles están en cada esquina: policías que patrullan e identifican a las personas sospechosas de no tener los papeles en regla. “Esta dinámica antes no existía: Mauritania era un país acogedor con las personas africanas, incluso con las personas que llegaban sin papeles. Pero eso ha cambiado tras el acuerdo con la Unión Europea, lo que ha generado un fuerte debate sobre la detención de migrantes africanos en las calles de Nouakchott, los registros, la exigencia de permisos y las deportaciones”, explica Raby Idoumou, reconocido periodista mauritano. “Además, las autoridades no facilitan los trámites de residencia, y solo los abren en ciertos periodos. Fuera de esos plazos, es imposible regularizar su situación, aunque tengan medios económicos y legales para hacerlo”.
“Mauritania era un país acogedor con las personas africanas, incluso con las personas que llegaban sin papeles. Pero eso ha cambiado tras el acuerdo con la Unión Europea”, explica el periodista Raby Idoumou
En Mauritania hay dos ubicaciones clave para la ruta migratoria. Una es Nouakchott, y concretamente, los barrios mencionados. “Rara vez una persona que viaja irregularmente hacia Europa no pasa antes por Nouakchott, y en concreto por Cinquième y Sixième”, apunta el periodista. La otra es Nouadhibou, la segunda ciudad más poblada del país y fronteriza con el Sáhara Occidental. De tradición pesquera, su situación geográfica ha convertido la ciudad en uno de los principales puntos de salida hasta las Islas Canarias.
Unión Europea, España y Mauritania
“Los acuerdos entre la Unión Europea, España y Mauritania buscan frenar casi por completo el flujo migratorio hacia Europa; y esta situación choca con las crisis que afectan a los países vecinos, como Malí, Burkina Faso o Níger, que atraviesan graves crisis políticas, golpes de Estado y altos niveles de violencia ejercida por grupos armados, además de una fuerte tensión social y pobreza”, sigue Idoumou.
Estos acuerdos, traducidos en externalización de fronteras, establecen una cooperación operativa en materia de seguridad y fronteras: por ejemplo, en Mauritania hay desplegados efectivos de la Guardia Civil y la Policía Nacional española para colaborar con las fuerzas de seguridad locales en vigilancia marítima, aérea y terrestre. Juan Couce, agente de la Guardia Civil en Las Palmas de Gran Canaria y portavoz de la Asociación Unificada de Guardia Civiles en Canarias, comparte que “hay una serie de convenios que ha firmado el Ministerio de Interior con los países africanos para que intenten frenar la salida de sus residentes hacia España. Hay destacamentos de Guardia Civil y Policía Nacional tanto en Mauritania como en Senegal. También hay patrullas conjuntas con Marruecos, donde se patrulla el Sáhara. Son temas políticos en los que no podemos entrar. Cuando el Ministerio de Interior español llega a acuerdos con los países africanos, normalmente la afluencia de pateras y de cayucos baja el nivel de llegadas a las costas canarias”.
Uno de los proyectos en los que trabaja la Unión Europea con agencias o entidades españolas es con la FIAP, explica Joaquín Tasso, embajador de la UE en Mauritania, en la construcción de nuevos centros de acogida temporal de personas migrantes. “En seguida se nos acusa de que estamos haciendo centros de detención. Es exactamente lo contrario. Son centros de acogida temporal para asegurarnos que estos migrantes, antes de ser expulsados inmediatamente, pasan por un proceso de ser escuchados, ver cuál es su situación y ver si tiene algún tipo de vulnerabilidad. No son centros de detención. Es verdad que no pueden salir durante un periodo, es lo que es una detención administrativa de 48-72 horas, para determinar cuál es el espíritu de esas personas”, defiende. Aun así, asegura tener constancia de abusos por parte de la policía mauritana en algunos procesos de identificación de personas migrantes. “El derecho a expulsar a un residente ilegal es un derecho soberano de Mauritania que no se puede contestar”.
El último informe de Human Rights Watch señala graves vulneraciones de derechos humanos cometidos por Mauritania contra migrantes en situación irregular
El último informe de Human Rights Watch señala graves vulneraciones de derechos humanos cometidos por Mauritania contra migrantes en situación irregular. Entre otras cosas, el informe apunta casos de violaciones, torturas, y expulsiones injustificadas, incluyendo deportaciones a países que no eran los originarios de las personas migrantes. Además, denuncia que algunas personas fueron abandonadas en zonas expuestas a ataques armados, como en Malí, así como el hacinamiento en los centros de detención de migrantes.
Nouadhibou: clave para las salidas a Canarias
Una sola carretera y casi 500 kilómetros de desierto son los que separan las dos ciudades más pobladas de Mauritania. Que Nouadhibou es una ciudad pesquera se hace evidente: los coches a rebosar de pescado y el olor que desprenden no dejan lugar a duda. Fue justamente el trabajo alrededor de la pesca lo que hizo que Amsatou Vepouyoum no siguiera su ruta hacia Europa, y se quedara en Nouadhibou.
Amsatou es de Camerún y llegó a la ciudad mauritana en el año 2000. Su intención era continuar su camino hacia Europa, como tantas otras personas. “Soy migrante, dejé mi hogar por las dificultades de la vida y para huir de un matrimonio concertado”. Pero empezó a trabajar en tareas relacionadas con la pesca y finalmente se quedó. “Nouadhibou es una ciudad muy estratégica para los migrantes, porque está al noreste de Mauritania, más cerca de las Islas Canarias, y también de la frontera con Marruecos. Es estratégica para cruzar hacia Europa”.
Actualmente, es la presidenta de la comunidad camerunesa residente en Nouadhibou, y también de la Organización de Apoyo y Asistencia para Migrantes y Refugiados en la misma ciudad. Uno de los principales proyectos que impulsan es el funcionamiento de una escuela para hijos e hijas de personas en tránsito por Nouadhibou. “Es una escuela de migrantes. La creamos para alfabetizar a quienes no tienen acceso a la educación”. Su objetivo es facilitar la escolarización a menores que, debido a no estar regularizados en el país porque están en proceso migratorio con sus familias, no tienen acceso a ir a las escuelas mauritanas. Desde una de las aulas de la escuela, Vepouyoum explica que acuden a la escuela unos 200 niños y niñas de casi todos los países africanos cercanos a Mauritania: de Mali, Guinea, Burkina Faso y Senegal, entre otros. “Estamos expectantes para empezar el curso, porque no sabemos cuántos alumnos tendremos debido a las redadas y expulsiones de migrantes”.
La violencia añadida sobre las mujeres
Cada vez hay más mujeres que migran. Así lo sentencia Amsatou; y aunque asegura que cada persona que migra tiene unos motivos y una historia personal diferente, también asegura que las mujeres están aún más expuestas durante su trayecto migratorio. “Tienen más probabilidades de ser explotadas sexualmente y sufrir más violencia. Y además, cuando llegan en pareja, por falta de recursos o por miedo a que los dos mueran en el mar, prefieren que el hombre continúe para llegar a Europa y la mujer se quede aquí”, explica.
“Europa no quiere migración irregular, pero tampoco promueve mecanismos de migración regular. Cerrar todas las vías legales de migración solo fortalece la migración irregular”, dice Raby Idoumou
Adama —nombre ficticio— nació en la República Democrática del Congo. Huyó de Goma, en la provincia de Kivu Norte, a causa del conflicto que se prolonga desde hace décadas en el este del país. Apenas tiene 25 años y llegó a Nouakchott a principios de verano, junto a su hija. “Asesinaron a mi madre, y a partir de entonces todo cambió”, empieza. “En 2019, un amigo de mi madre me ayudó a irme a Marruecos. Creía que el sufrimiento acabaría, pero no: me obligaron a prostituirme. En un solo día podía atender a 10 clientes; no había otra opción que dar dinero a quiénes nos obligaban a ejercer la prostitución. Intenté escapar, y tres chicos me violaron en el desierto. Yo quería intentar cruzar a Europa o por Marruecos o por Mauritania, y seguí la ruta. Antes de llegar a Mauritania, en Malí también me agredieron. La vida no es fácil. A veces pienso en rendirme; no sé si podré recuperarme. Aunque sé que no tengo otra opción”.
Actualmente, Adama y su hija viven en Nouakchott acogidas por una familia en la misma ciudad. Viven sin posibilidad de regularizar su situación, y sin opción de seguir su camino de manera segura.
“Europa no quiere migración irregular, pero tampoco promueve mecanismos de migración regular: no facilita la obtención de visados, ni fomenta una migración circular real. Cerrar todas las vías legales de migración solo aumenta y fortalece la migración irregular”, dice Raby Idoumou. “Debe asumirse que la migración es una cuestión permanente y cambiante, y que desde el origen de la humanidad las personas migran de un lugar a otro. Esto no terminará hoy ni mañana. Por lo tanto, Mauritania no debe aceptar convertirse en un guardián de fronteras al servicio de Europa”, concluye.
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