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Actualidad africana
Golpes de Estado, democracia y apartheid sanitario en África
Puede parecer paradójico que una sociedad civil comprometida con la democracia aplauda un golpe de Estado. En realidad, solo es contradictorio si pretendemos que las cosas sean como nosotros queremos y no llenas de matices como son en realidad. Mientras en Guinea un asalto al poder de las fuerzas especiales se ha convertido en la esperanza de vuelta a la democracia, en Zambia un aspirante a autocráta se aparta ante la voluntad popular. Al mismo tiempo, el último rey absoluto en Esuatini tiembla frente a la ciudadanía indignada. Más allá de estos episodios, el apartheid sanitario de las vacunas se ha normalizado y tiene serias dificultades para llamar la atención.
Guinea, un golpe militar paradójico
En la madrugada del pasado 5 de septiembre un nutrido contingente de Groupement des Forces Spéciales del ejército de la República de Guinea, asaltó el palacio presidencial y apresó al presidente Alpha Condé. Es el resumen de la punta del iceberg, de la parte más pública y visible del último golpe de estado militar que se ha producido en el continente africano. Un acontecimiento que demuestra que sucesos que se pueden sintetizar de la misma manera siempre tienen gran cantidad de matices. Solo hubo enfrentamientos entre los soldados del Groupement des Forces Spéciales, la élite de la élite de la armada guineana, y algunos miembros de la guardia personal del presidente. Una vez los militares tuvieron a Condé en su poder, todo lo demás ha sido, en gran medida un paseo. No se han producido episodios de resistencia.
Después de la lógica incertidumbre del primer momento, y de unas horas de informaciones inciertas, las reacciones más repetidas fueron de júbilo. Un número considerable de ciudadanos se echaron a la calle para saludar la caída de Condé y esas manifestaciones se hicieron más evidentes cuando tuvieron a los propios vehículos blindados de las fuerzas especiales para jalear y acompañar por la ciudad de Conakry. Los golpistas habían empezado a intentar tranquilizar a la ciudadanía mediante un vídeo que corría de teléfono en teléfono a través de WhatsApp y otras plataformas, en el que aparecía el coronel Mamady Doumbouya, responsable de la unidad de élite, anunciando la disolución del gobierno, la suspensión de la Constitución y la proclamación del Consejo Nacional para la Reagrupación y el Desarrollo (CNRD) como nuevo órgano rector del país.
Desde que Condé inició sus manejos para hacer de la Carta Magna un traje a su medida, se encontró enfrente una sociedad civil organizada y determinada a defender los avances democráticos
Precisamente (y paradójicamente) esa Constitución que ha quedado suspendida ha sido uno de los puntos débiles del régimen de Alpha Condé, que tuvo que forzar al máximo la situación para introducir una modificación que le permitió volver a presentarse y renovar su mandato presidencial. Desde que Condé inició sus manejos para hacer de la Carta Magna un traje a su medida, se encontró enfrente una sociedad civil organizada y determinada a defender los avances democráticos. La reacción del presidente, que llegó en 2010 al poder como la gran esperanza de democratización del país, la represión de las movilizaciones y los duros ataques contra las organizaciones de la sociedad civil, unidos a los pésimos resultados de sus políticas han ido minando la imagen del político.
Doumbouya ha anunciado, rápidamente, la proclamación de un gobierno de unidad nacional que pilote la transición; ha llamado a consultas a los ministros del anterior gobierno y se ha mostrado severo con ellos; no se ha ensañado ni con Condé, ni con sus principales valedores; y entre sus primeras medidas, ha decidido liberar a algunos de los presos políticos más reclamados por la sociedad civil. Con lo que, a pesar de las distancias que asumen las organizaciones sociales ante un golpe y la toma de poder de los militares, en muchos círculos, el golpe se ha interpretado como la única forma de deshacerse de la deriva antidemocrática de Condé.
Una alternancia ejemplar en Zambia y un futuro prometedor
La resistencia que Edgar Chagwa Lungu pudiese plantear a ceder el poder en Zambia se había convertido en un serio espacio de incertidumbre en un país que se felicita de su trayectoria de estabilidad democrática. Las elecciones que se celebraron el 12 de agosto podían haber marcado definitivamente esta trayectoria, quebrándola en caso de que se cumpliesen las peores sospechas sobre el régimen en funciones o consolidándola si los comicios conseguían ser limpios y transparentes. No solo se ha producido el segundo escenario, sino que además, de esa votación a emergido la figura de Hakainde Hichilema como si fuese todo lo que la ciudadanía hubiese deseado siempre.
En los últimos tiempos, el mandato de Lungu se había ido ensombreciendo a gran velocidad, sobre todo por algunas acciones que se consideraban un ataque a los principios democráticos, por el acoso al propio Hichilema cuando era solo el líder de la oposición, por la represión de la sociedad civil y por las constantes muestras de que la corrupción iba ganando terreno. El régimen de Lungu se ha adentrado por el camino de lo que en África ya se conoce como el “síndrome del tercer mandato”, toda esa serie de maniobras, manejos y requiebros a la justicia y la ley para poder esquivar la limitación a dos legislaturas que imponen muchas constituciones del continente. Estas derivas acostumbran a ser la antesala de otros desprecios al juego democrático, de manera que el temor del fraude electoral se había extendido en el país.
El régimen de Lungu se ha adentrado por el camino de lo que en África ya se conoce como el “síndrome del tercer mandato”, toda esa serie de maniobras, manejos y requiebros a la justicia y la ley para poder esquivar la limitación a dos legislaturas que imponen muchas constituciones
En contra de la mayor parte de las previsiones las elecciones se produjeron de manera transparente. Hakainde Hichilema superó claramente a su oponente. Edgar Chagwa Lungu reconoció su derrota, solo con algunas acusaciones planteadas sin demasiada convicción. El nuevo presidente electo, tampoco hizo sangre y solo se desquitó del acoso y los ataques sufridos con ligeras indirectas casi testimoniales.
A partir de esos primeros compases teatrales, Hichilema ha comenzado a construir su propia figura, con mensajes insistentes en todos los foros sobre su vocación de servicio, sobre su voluntad de responder a las expectativas de la ciudadanía crítica y sobre su entrega al desarrollo del país. La mayor parte de los analistas han coincidido en que los jóvenes han sido fundamentales para la derrota de Lungu (y para la victoria de Hichilema que ha sido capaz de motivarles y movilizarles). La situación de precariedad, la destrucción de empleos, el empeoramiento de las condiciones de vida, se convirtieron en el legado de Lungu y en el caballo de batalla de Hichilema, de manera que cuando se conocieron los resultados de las elecciones esos mismos jóvenes se echaron a la calle a recordar al ganador sus compromisos y, por el momento, el nuevo presidente se ha mostrado predispuesto para cumplir.
El apartheid en las vacunas es cada vez más evidente (y menos interesante)
No es porque se haya resuelto la situación, sino porque cada vez interesa menos. ¿Cómo va la vacunación en África? Pues tampoco importa demasiado a la opinión pública, evidentemente. De nuevo la pandemia evidencia y agrava algunas vergüenzas, la de la disponibilidad de vacunas en los países africanos es flagrante, pero al mismo tiempo parece que cada vez despierta menos interés como si ya hubiésemos aceptado que la desigualdad es una de las características fundamentales de nuestra forma de vida. Hoy el debate es la tercera dosis. Tercera. Enmarcada en algunas condiciones especiales y para pacientes con unos cuadros clínicos concretos, en Estados Unidos ha sido aprobada, en Uruguay se ha anunciado, en Chile ha empezado a administrarse, Reino Unido también la ha confirmado y en España aparentemente es también un hecho (envuelto por la habitual confusión). Pero el debate se traslada entonces a si es o no recomendable para la población en general…
Solo el 3% de la población africana ha recibido la pauta completa. Se había fijado un objetivo mínimo: que los países africanos pudieses vacunar al 10% de su población más vulnerable antes del final de este mes de septiembre
Al fin y al cabo, en España, tres de cada cuatro personas han recibido la pauta completa. Según la OMS, solo el 3% de la población africana ha recibido la pauta completa. Se había fijado un objetivo mínimo: que los países africanos pudiesen vacunar al 10% de su población más vulnerable antes del final de este mes de septiembre. Ahora mismo, solo 12 de los 55 países del continente están en posición de conseguirlo. La alegación del doctor Matshidiso Moeti, Director Regional de la OMS para África, deja poco lugar a la interpretación: “La desigualdad es profundamente inquietante. Solo el 2% de las más de cinco mil millones de dosis administradas a nivel mundial se han administrado en África”.
No cesan las protestas ni las exigencias de democratización
El verano (nuestro verano) se presentaba caliente en Esuatini. Comenzó a finales de junio con la mayor muestra de desacato posible. Las y los súbditos de la última monarquía absoluta del continente reclamaban su condición de ciudadanos. Por un momento el rey Mswati III se vio contra las cuerdas en un estallido imprevisible desde su posición preeminente, pero completamente comprensible en la dinámica de olla a presión que se había instalado en el país. Las recurrentes reclamaciones de apertura democrática se sumaron a la denuncia por el asesinato de un joven por parte de la policía en extrañas circunstancias y se alimentaron con la habitual respuesta de las autoridades: la represión. Detenciones, amenazas y persecuciones a activistas hicieron que, esta vez, el vaso se desbordase.
Las empresas vinculadas a la familia real empezaron a ser la diana de los incendios. Después del primer impacto, el rey de Eusatini movilizó al ejército para contener a los revoltosos y lo hizo concienzudamente, en algunos casos puerta a puerta, para escarmentar a los manifestantes señalados
Y ante la imposibilidad de organizar marchas o manifestaciones ordenadas, el fuego empezó a iluminar las noches de ese principio del invierno austral. Las protestas se descontrolaron y los indignados empezaron a atacar sistemáticamente los intereses del rey (que en Esuatini son muchos). Las empresas vinculadas a la familia real empezaron a ser la diana de los incendios. Después del primer impacto, el rey movilizó al ejército para contener a los revoltosos y lo hizo concienzudamente, en algunos casos puerta a puerta, para escarmentar a los manifestantes señalados. Sin embargo, a partir de ese momento y durante los últimos meses no han parado de repetirse las protestas por parte de la ciudadanía y a pesar de la violenta represión, continúan produciéndose muestras de una disidencia que hacen pensar en un debilitamiento de la autoridad del rey, aunque los y las activistas continúan pagando un elevado precio.
De nuevo mirando al cielo
El año pasado las inundaciones tuvieron las consecuencias más graves de las últimas temporadas de lluvias. Más de una decena de países en toda la banda saheliana, desde el Atlántico hasta prácticamente el Mar Rojo sufrieron las consecuencias de unas lluvias torrenciales devastadoras. Sólo en África Occidental y Central, la OCHA (la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, por sus siglas en inglés) cifró en 1,7 millones el número de personas afectadas. Este año, las lluvias han tardado un poco más en llegar, pero con ellas se han producido las primeras escenas de calles anegadas hasta la altura de la cintura, como ha ocurrido en Dakar. Así, se hace inevitable continuar mirando al cielo. En Gambia o en Níger esas lluvias también han producido serios daños, igual que, por ejemplo, en algunas regiones de la República Democrática del Congo.